Un robot de hojalata
Todo comenzó una noche, esas muy oscuras, malditas noches de terror, ahí en esa oscuridad siempre intentaba escapar, porque odiaba eso, no el hecho de que este oscuro, si no, el hecho de que siempre sentía una presencia detrás mío, sentía como me seguían, odiaba el simple hecho que por donde miraba no había mucha iluminación, aún así, con el tiempo me acostumbré...
Con el paso del tiempo mis noches dejaron de causarme miedo al comenzar una nueva relación, me enamoré, estar enamorado de ella se volvió el sentir un cálido pecho donde podía refugiarme luego de caminar bajo la noche, se volvió el motivo por el que caminara sin miedo, sin preocupaciones, así, sin nada que temer, caminaba paso tras paso, pero un día algo pasó, sentí como de la nada todo se volvió blanco u oscuro, tal vez fue gris, la cuestión es que algo me apagó, me hizo cerrar los ojos y despertar tirado en un maldito lote baldío, un lugar donde nadie había pasado jamás, y si lo hicieron no era para cosas decentes.
Un día en una maldita noche, desperté ahí entre mucho pasto, montón de hierba, pero algo no estaba bien, aquellas hierbas eran de gran tamaño, median el doble que yo y un árbol que media el doble de mi tamaño parecían que era diez a veinte veces más grande que mi ser, no lo sabía con exactitud, pero era mi deducción a simple vista.
Ahí mientras que observaba el lugar podía ver muchas cosas, como darme cuenta que mi vista había mejorado demasiado, podía ver a lo lejos una casa, es más, podía ver a una persona mirando el cielo, podía ver su rostro, pero en mi mente decía que era imposible ya que estaba a más de quinientos metros mío, al intentar pararme me caí escuchando un ruido como si algo metálico hubiera caído, como chatarra u hojalata, al mirar mis manos... era yo.
Yo estaba hecho de metal, aluminio, al mirar mis pies vi lo pequeños que eran o que era yo, decidí pararme para salir de ahí, cada paso confirmaba que era pequeño, en aquel lugar había encontrado una ropa interior de mujer, más algunas prendas sucias y viejas que hacía como una cama improvisada, en unos de mis pequeños pasos pise un condón.
—¡Wacala!—solo fue mi expresión.
Aún así seguí mi camino muy rápido, al salir de ahí vi una calle, o lo que parecía un pequeño camino, la hierba no crecía en ese lugar que hacía notar que mucha gente pasaba por ahí, frente mío vi un muro que se me hacía muy conocido, mirando el muro de la nada aparecieron recuerdos, voces en mi pequeña cabeza, al recordar una ilusión aparece frente mío, era como si mis ojos proyectara cosas que ya había vivido, pero después de un segundo me di cuenta que no eran mis recuerdos, ya que me veía a mi caminando, observando para todos lados, era yo viéndome sintiendo una presencia y sea quien sea yo tenía el recuerdo de quien me observaba.
Necesitaba respuesta, necesitaba preguntas, necesita muchas cosas, pero al recordar de donde era ese muro o de dónde estaba ya sabía dónde ir, era simple, debía caminar unos kilómetros para llegar a mi casa, ahí descubriría que había pasado en realidad, tenía la ligera certeza que encontraría respuestas.
Caminé escondiéndome para que no me vieran las personas, al llegar a mi hogar, todo estaba apagado, noté que la puerta estaba cerrada con llave por fuera, pero por suerte siempre escondía la llave debajo de una piedra, así que el próximo problema era como alcanzaba la cerradura, al intentar estirarme mis pies se alargaron al igual que mis manos, había descubierto una habilidad, era increíble, logrando abrir mi habitación, mi pequeña morada, enciendo la luz, todo estaba acomodado y con polvo, al parecer había pasado mucho tiempo vacío.
Comencé a buscar respuestas, busqué todas mis cosas, sabía el orden exacta de cada uno o eso creía, ya que nada estaba en su lugar, entre lo que parecía unos papeles encontré un boleto de bus internacional... Más lo que era uno de mis celulares, al parecer el que estuvo en mi casa había acomodado todo superficialmente pero no sabía las cosas que escondía, entre ellos era que tenía una colección de móviles, ya que eran copias de respaldo por si alguien me robaba, ya que cuando lo hacían con el otro móvil podía desactivar el robado, eliminar todo y hasta calentarlo para que explote, me gustaba tener muchos celulares y cada uno para un uso específico.
Revisando cada uno que encontré, me di cuenta que en tres años no habían sido utilizados, me di cuenta que habían pasado más de tres años, pero entre esas revelaciones decidí activar la conexión a internet. Para ver qué pasaba, uno de los teléfonos era copia exacta del original, ya que todo lo que hubiera recibido en esos tres años el otro, yo lo iba a recibir en un día... Al activar los datos pasó lo que tenía que pasar, comenzaron a llegar muchos mensajes, al llegar se me vienen recuerdos de una muchacha al leer su contacto...
—¡Amor! —exprese mientras el celular se llenaba de información y mis ojos grababan rápido todo lo que llegaba. Pasaron muchas horas y al fin había leído todo... en el momento que acabe quería llorar pero no podía, no tenía cómo hacerlo, aún así ya sabía dónde tenía que ir, a quien buscar o a quienes, antes de marcharme me mire al espejo, mirándome como me encontraba físicamente, yo un pequeño robot de hojalata, que estaba a punto de caminar miles de kilómetros para llegar donde quería... o infiltrarme en algún lugar como un avión para llegar más rápido.
Finalmente opté por caminar, era más seguro, podía ir más recto hasta llegar más rápido, en el camino me subía en los autos, me iba colgando o en algunas ocasiones me agarraba de un niño, como cuando pase por la frontera, me metí a una maleta cual al revisarme pase como juguete nada más... al llegar a mi destino, gracias al celular logré rastrear donde estaba el otro. Pero grande fue mi sorpresa al ver a una muchacha conmigo... Estaba ahí yo, con ella, entre mi confusión sabía que ella era alguien especial que mi pequeño cerebro no podía recordarla... Capaz solo tenía cables y no cerebro, pero sentía que a ella la conocía mejor que a mi mismo... Decidí no acercarme, para descubrir que pasaba, sentí la necesitad de esperar para saber cómo regresar a mi cuerpo, en el paso del tiempo, maldito tiempo que amaba correr, los días pasaron, descubrí muchas cosas, de cómo aquel ser que se hacía pasar por mi, había llegado a la monotonía con aquella señorita, ¡Ay! Ni que decir las cosas que descubrí de aquella mujer, es linda, preciosa y es más me ama... Pero algo no entendía...
Un día cansado de observar decidí aparecerme frente a aquel ser, mientras el dormía, me paro encima de su estómago, cuando despertó como un idiota lo primero que hizo fue darme un golpe. Sentí como su pesada mano golpeaba mi duro cuerpo, aquel choque sentí como sus recuerdos se unían con los que ya tenía, haciendo un corto circuito en mi.
—¿Estás bien? —dijo mientras se acercaba a mí para darme la mano, en eso solo la estiro notando sus nudillos de metal, tenía la mano del mismo material que estaba hecho yo.
—Deeee vuuuu elveeee meee mi cuerpo —apenas decía mientras el comenzó a sonreír.
—Pequeño, no tengo que devolverte nada, porque yo hice tu trabajo mientras tú estabas en la luna, aparte este fue el trato, yo la hacía feliz y tú dormías —dijo mientras me alzaba y acomodaba en la cama. Era vergonzoso que me tratara como una cosa delicada, aunque al parecer no parecía mala persona y el culpable era yo... O esos recuerdos venían a mi.
—¿Trato? —pregunte, nada más que esa única palabra pude decir.
—¡Si! Mira te contaré un resumen, tu estabas mal, no eras capaz de amarla, aunque hacías tú esfuerzo, yo era una máquina que se auto evolucionaba, un día te vi ahí acabado, hicimos un trato, tu me dabas tu cuerpo y yo te controlaba, tu aceptaste, en el proceso hubieron muchas fallas, una de ellas que tú corazón se detuvo.
»Sabes tuve que mejorarlo, fue difícil pero tengo la habilidad de tocas cosas y con pequeña tecnología volverla de metal, puedo combinar hasta crear nuevas cosas, lo volví un motor de metal, también tus manos y pies, recibir mucha electricidad daño tus extremidades, pero un día lo logramos, yo me adueñe de tu cuerpo y tu alma se fue al muñequito de chatarra que eres, aunque siempre podías controlar desde ahí tú cuerpo, solo debes dormir, yo no quise robarte nada, solo quise ser humano cual ahora no somos ninguno, con el tiempo me acostumbré a tu novia aunque al no ser humano nunca sé qué hacer —dijo, en eso cerré los ojos y de pronto me estaba viendo a mi, ahí un muñequito de chatarra con los ojos cerrados, eso decía que él no me mentía.
Al final tanto hablar en la conclusión ambos estábamos unidos, hablando dijo que no podía hacer que vuelva a tener el control a menos que uno muero, pero ni ninguno estaba dispuesto, él contaba que se había enamorado, aunque era aceptable, él estuvo con ella cuatro años mientras yo recién despertaba.
Pero lo que más resaltó de aquella charla es el hecho que ella... Ella sabía que yo había desaparecido, tal vez el no se daba cuenta pero era obvio, apartes mis recuerdos me hicieron ver qué muchas veces estando ahí tirado, abandonado cuando dormía salía controlar mi cuerpo por horas.
También ¿Quién diaria que acabaría ahí abandonado por mi propia culpa? había recordado también como acabe ahí, fue un día que me di por caminar que me perdí y quedé atrapado en un lodazal, luego con el tiempo fui tirado ahí como basura, y simplemente me dormí sin saber que era real...
Así pasaron los días, me quede en esa habitación, como un juguete, pensando, a veces cerraba los ojos para ver qué hacía el otro... Esta siempre ahí con ella. «Si tan solo pudiera yo controlar mi cuerpo, prometo hacerla feliz» pensaba en mi mente mientras miraba mi reflejo en un espejo me doy cuenta que si el pudo yo también.
Decidí dormir para poder buscar en mi memoria o en su memoria, cual descubrí todo... Ahí entendía que los humanos somos tontos y fáciles de engañar, ahí buscando descubrí que el con algo corto mis pies una noche haciendo que caiga, al igual que mis manos para que no me defienda, mejoro mi corazón para que logré sobrevivir al cambio, mejoro mis extremidades, luego me tiro en la basura, lo único real fue que estaba enamorado de la chica que yo lo estaba y la razón era simple.
Él la conocía desde antes que yo. Un robot de chatarra que por algún deseo de ella logro cobrar vida, ahora la obsesión lo llevo a tal nivel... Cada vez me confundía o aturdía lo que veía, cual al despertar veo que el dormía ahí tranquilo, miro el calendario y habían pasado dos meses.
Ya sabía que hacer, y lo hice... Lo asesine... Y antes que se pare el corazón hice el cambio... Para que no vuelva a revivir agarre el maldito cuerpo de chatarra pequeño y lo tiré a una tina con agua, luego tiré una Jara eléctrica para que la corriente queme cada circuito... Fue simple. Ahora lo difícil era como le explicaba a ella lo sucedido...
Al día siguiente en la misma rutina que el hacia la veo... Con gran timidez me acerco y ella con felicidad me abraza. Pero al abrazarme me suelta.
—¿Quién eres tú? —dice.
—¡Hola! Me recuerdas —respondí mientras me queda mirando. Luego añade: —Obvio pero tú presencia no es la misma.
—Yo soy tu novio —decía pero ella seguía mirándome, tal vez se acostumbro tanto a aquel ser que nunca supo como era en realidad .
—Demuéstralo —dijo mientras agarraba mi mano.
—Esto es difícil pero soy tu novio. Aquel que desapareció sin darse cuenta cual dejo nada más que un cuerpo junto a ti. Una máquina que escribía respuestas frías, una máquina de carne, piel, lleno de válvulas, tejidos pero sin sentimientos...
»Alguien que se fue sin necesidad de mover un pues, vivía en una burbuja durmiendo, ignoraron todo, viviendo por vivir, está ahí flotando en aquel lugar frágil mientras mi tristeza, dolor y malos pensamientos se juntaban consumiéndome.
»Soy aquel que despierta por ratos para reflexionar, aquel que se baja de aquella nada mental para admirar lo hermoso de es estar junto a ti... —dije. Ella capaz no entendía pero para mí cada palabra tenía sentido, y explicarlo arruinaría la magia. Al decir tales palabras se me vienen recuerdos cuando estuve con ella, tal vez comenzaba poco a poco recordar los verdaderos momentos que si estuvimos juntos.
—¡Hola! Soy tu novio —añadí, dejando notar que lo que diría era largo.
»Soy aquel muchacho que quería darte amor pero lo único que te dio son problemas mentales, intento cada día sonreír para que el mundo dijera "¡Qué hijo de puta! Todavía sigue vivo". Lo sorprendente no fue el porque seguía de pie, lo sorprendente fue que a pesar de todo no acabe conmigo como siempre dije que lo iba hacer, lo sorprendente es que mi cuerpo tocó algo que me hizo seguir caminando mientras dormía.
»Pero un día pase de ser un chico triste a alguien que te amaba y en un abrir de ojos alguien me quito mi cuerpo porque creyó que te amaría más que yo, un robot de hojalata, que tú conoces y capaz pienses que estoy loco. Pero en esta locura te digo.
»¡Hola! —dije dándole la mano. Luego continúe: —Hoy descubrí que soy tu novio... Un muchachillo que ya creció, un niño que no sabe más caminar rápido sin apreciar la belleza de su alrededor, un chico que sin darse cuenta estaba lejos no en distancia sino en tiempo, ya había caminado tanto que al mirar sus manos estaba acompañado de alguien que capaz no merecía, alguien que yo no debía tener a mi lado pero aún así la tenía pero no disfruten cada momento porque yo no era quien mandaba en mi cuerpo.
»Cada vez que pienso en ti, en que en mi subconsciente despierto, de que mi estúpido ser se detiene para pensar lo primero que aparece eres tú... Lo ultimo eres tú... ¿Por qué? ¿Por qué será que cuando acuerdo ya estás en mi mente? Será que es por el de hoy que sin darme cuenta fuiste la razón que allá despertado abandonado en un lugar lejano que jamás conociste.
»Antes de que está locura del hojalata pase me decía, “No te enamores” siempre me repetí mil veces... Siempre pensaba en que de todo ser hermoso y frágil que pasó junto a mi “Mujeres” de todas ellas, el final era siempre el mismo, el mismo significado dichas de diferentes formas, “No te enamores , no sabes amar” pero aparecieron tres cosas que jamás esperé, una fuiste tú y otra la razón por la que nos unimos.
»La tercera fue el robot que dio la chispa para darme cuenta de lo que tenía, Recuerdas como en ese tonto pasado, donde descubría algo que ni yo sabía que tenía, en ese pasado donde yo jugaba a narrar letras para ti, solo jugaba tirando palabras al cielo que caían en mi calmándome, recuerdas como tú llegaste arrasando todo, comenzaste a ordenar cada letra sin darme cuenta, no sé si en tu memoria exista aquella época donde yo decía cosas que ya no recuerdo...
» hoy te digo ¡Hola, soy tú novio! Aquel que sin darse te hizo un poema a mano tan malo que lo único que importaba era el sentimiento que fue puesto. —decía por alguna razón mientras más hablaba más cosas se venían a mi— recuerdo que sentía tanto orgullo como si fuera una obra maestra, tenía tanto nerviosismo al querer mostrártela que entre este corazón roto todo parchado o en otras palabras en este corazón de hierro, sentí gran dolor al ver que el fuego se lo consumía al ser destruido por descuidado que estaba.
»Recuerdo que el robot de hojalata lo destruyó para no dar explicaciones, Ahí fue mi primer despertar, donde por primera vez estando abandonado desperté un segundo para presenciar aquel momento, cuando aquella hoja ardía mi ser despertó «¿Por qué lloras?» me pregunté cuando veía que salía una lágrima, luego me dormí y sin darme cuenta de tener 17 lunas, ya me había cargado 3 más, estaba ahí en los últimos días para que llegara mi cuarta década.
»Ese momento que desperté como muchos pequeños segundos me recordé esa sonrisa sencilla que posees, aquellos gestos tiernos que ponías cuando no te salía la foto como deseabas, cómo aquel puchero de tristeza mezclado con ternura que hacía dar ganas de tatuarte mis besos por todos tu rostro y sin alcanzaba el tiempo todo el cuerpo... Pero no pude porque tres años fueron arrebatados por el robot de hojalata.
»Te digo ¡Hola!, soy tu novio! Un adulto que ya creció, aquel que nunca supo unir las palabras correctas, con los versos perfectos.
»Aún así intenta hacer lo mejor…
»Soy tu novio el que creció, el que una tarde se dijo lo mucho que te amaba, ¡Amor! El amor que ha logrando mantener todo tranquilo, amor que está lleno de ti, ¡Hola soy tu novio! Aquel sujeto que tenía tantas cicatrices curadas por tu mano que las que imaginaba, alguien que solo tienes recuerdos felices de ti y para ti. Alguien que despertó de un sueño y descubrió que habían pasado cuatros años sin saber de ti por culpa...
—De un robot de hojalata —termino ella de decir. Luego añade: —sé que te fuiste hace tiempo, tonto no darse cuenta que tenía manos de metal, más un corazón que no latía y solo se escuchaban válvulas de máquinas, pero habían días que en tus ojos me decías que estabas en algún lugar y volverías.
—¡Y volví! —exprese mientras que con un beso cerrábamos el final de lo que yo les contaba. Todo por causa de un robot de hojalata.
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