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3. 🖤 JUEGOS DE GUERRA

"Los juegos de guerra" era algo muy común en la región de Hinode, muchos los usaban para resolver algún conflicto u obtener algo que deseaban. Taehyung los usaría para no casarse, estaba convencido de que ninguna mujer en Hinode era capaz de cumplir con sus expectativas, mucho menos aquellas que solo aspiraban a su dinero. 

Las puertas al salón real se abrieron y un guardia de la corte anunció la entrada del príncipe heredero. Un murmullo se extendió por todo el sitio entre el personal allí presente; Taehyung no iba vestido como para una ceremonia donde se seleccionaría a su prometida, iba listo para una batalla. 

Seok Jin, su hermano mayor, que se encontraba al lado de sus padres, aguantó la risa lo más que pudo. Sus ojos fueron de inmediato a Nam Joon, que entraba al salón después de Taehyung, cabizbajo y con las manos detrás de la espalda. Estaba ansioso por saber qué habían tramado sin que él estuviese presente. 

—Será una ceremonia divertida —dijo sonriente. 

—No les bastó a ti y a tu hermano dejarnos en ridículo declarándose impotentes. —Habló el rey, con los ojos fijos en Taehyung—. ¿O creen que no sé que es mentira? —Jin tembló ante aquella pregunta retórica—. Sino que ahora mi única esperanza para que este reino prospere quiere invocar “Los juegos de guerra” para unas mujeres que solo saben vestir ropa cara y usar tres kilos de maquillaje en el rostro. 

—Padre, si sabe que esas mujeres no le convienen a Taehyung y que solo están aquí por el dinero y la ambición, ¿por qué hacer esta ceremonia?

—Es una tradición, Taehyung ya tiene 25 años, es la edad para contraer matrimonio. 

—Bueno, al menos alégrese de que no se va a declarar impotente. 

—¿Y, sabes qué es lo que ha planeado?

—¿No piensa oponerse padre?

—Ya lo dijiste, al menos no se va a declarar impotente, y esas mujeres solo están aquí porque quieren ser princesas herederas. Prefiero cualquier cosa menos eso. 

Taehyung se posicionó en medio del salón, carraspeó su garganta, obteniendo un silencio abrumador por parte de todos los presentes allí. La tensión era palpable en el ambiente y en la sonrisa de Taehyung se dibujaba la victoria. Con gran respeto, elegancia y modestia saludó a sus padres, sus hermanos y al resto.

Luego, Nam Joon dirigió sus pasos hacia él, entregándole una flecha dorada que escondía detrás de la espalda. Los padres de las posibles prometidas arrugaron el entrecejo con asombro y molestia, ya sabían lo que el joven príncipe pretendía. 

—Padre, madre, hermanos, señores, damas y señoritas; como es tradición, hoy es el día en que será elegida mi prometida y futura esposa, por tanto, yo mismo seré el encargado de la selección. Para hacerlo, convocaré “Los juegos de guerra”; aquella mujer que logre superarme al tiro con arco, será la reina de mi corazón. 

—¿Pero qué está diciendo? Mi hija no sabe usar esa cosa —salió al frente uno de los duques del reino.

—Papá qué haces —su hija se le acercó y lo haló por una de las magas del traje—, me avergüenzas. 

—Si su hija no sabe usar el arco duque Jun, entonces no es digna de ser mi esposa. 

—¿Cómo? —Los ojos del aquel hombre se llenaron de ira e irritado dirigió su mirada hacia el padre de Taehyung—. Majestad —hizo una reverencia—, pido que detenga a su hijo, Majestad.

“Majestad, detenga a su hijo, Majestad”.
 
Esas fueron las palabras que, en una reverencia, pronunciaron el resto de los padres y chicas allí presentes. 

—Por favor, levántense todos —pidió el rey y todos acataron. 

—Majestad, el joven príncipe no puede invocar “Los juegos de guerra” para nuestras hijas —continuó el duque Jun—, ellas no saben usar el arco. Además, son chicas recatadas y de buenas costumbres, ese tipo de instrumento no es digno para una dama de nuestra alcurnia.

El rey asintió y esbozó una ínfima sonrisa. —¿Todos están de acuerdo con el duque Jun? —preguntó mirándolos a los ojos. 

“Sí Majestad”.

“Estamos de acuerdo Majestad”. 

Se escuchaba a voces y el rey asentía ante cada respuesta. Taehyung aguardaba en su sitio en silencio, ya sabía cuál sería el resultado de su osadía y estaba totalmente complacido.  

—¿Entonces, estáis todos diciendo que mi mujer, la mejor arquera de este continente, no merece ser la reina? —El rey tomó su espada y la desenvainó—. Bien, la decapitaré aquí mismo. 

Aquellas palabras sacudieron a todos como un barrunte, menos a Taehyung y a su madre, que permanecieron firmes en sus lugares mientras el resto se arrodillaba en forma de súplica ante el rey y reverenciaban a la vez que pedían perdón por la actitud que habían tomado, pues aquello podría considerarse un acto de alta traición hacia la reina. 

“Majestad, perdónenos, Majestad”. 

El rey envainó su espada y la reina dio un paso al frente. —¡Levántense! —ordenó, todos cumplieron la orden, avergonzados y temerosos. —Ya que quieren que mi hijo se case por lo menos con alguna de vuestras hijas, yo misma la elegiré al alzar. 

—¿Madre? —Taehyung la miró con sorpresa. 

—Participaré en representación de todas en “Los juegos de guerra” —anunció con vehemencia—. Si gano, mi hijo se casará con aquella mujer que yo decida; pero si pierdo, es libre de decidir lo que quiera hacer y nadie podrá oponerse, absolutamente nadie.  

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