extra
Hay momentos en la vida que sientes que el mundo conspira en tu contra, te sientes tan abrumada, tan acorralada que decides hacer cosas que podrían ser una solución y solo son pequeñas salidas que te llevan a callejones sin salida y es peor aún.
Te sientes como el ratoncillo en la jaula del que están dispuestos a usarte como un experimento, ese ratoncillo del que prueban una y otra vez sus experimentos de rechazo, humillaciones y violencia.
Y aquí me tienen, mirando el cóctel de píldoras en el frasco amarillo que lleva por nombre Somníferos, pensando si es lo único que puedo hacer, creyendo que así todo será solucionado, dándome cuenta de que estoy tan sola en este mundo que nadie lo notará, nadie me extrañará porque, en definitiva, siempre he estado sola contra el mundo.
Y te preguntas cuál era tu propósito, que debías hacer aquí, qué te hizo vivir, te preguntas por qué pasó tan rápido, y si en serio puedes sobrellevar esta cruz dolorosa y mal intencionada.
Y no, yo no puedo, no puedo subsistir entre tanta maldad, no puedo reponerme de las miradas e insultos, no puedo decir que tengo un propósito porque simplemente no lo tengo y lo único que me aferraba, lo único que me mantenía viva, por lo único que lucharía contra el mundo, ya no está conmigo, así que sí, los pros le ganan a los contra en este dilema del fin de mi vida, y sin más llevo a mi boca dolorosamente las pastillas amargas que quedan en mi garganta y las ayudó a pasar con un gran trago vino, cierro mis ojos porque ya no hay marcha atrás y mi mente trabaja en traer los más hermosos recuerdos con él, con ella, en dónde sonreía y por un tiempo fugaz fui feliz.
Pero todo llega a su fin, y este es el mío.
La tina está llena de agua tibia, esperándome para tranquilizar mis músculos que se tensan por la decisión que tome, me adentro a ella y el agua rebalsa cayendo por sus costados, lágrimas bajan por mis mejillas, miro por la puerta que está a mi frente y veo mi cama, dónde por un par de noches fui la mujer más feliz con su toque.
No debí ir esa última noche, con esa decisión lo perdí todo, como en un juego de póquer, esos que mi padre perdía en aquel antro clandestino de Jack.
Soy una perdedora como él. Pero, nuestra diferencia, es que yo solita cabe mi propia tumba y no arrastre a nadie a ella.
Recuerdo que mamá comenzó a discutir con él, en mi adolescencia solo quería ignorarlos, a ambos, por lo que siempre tome mis auriculares y subía la música hasta el más alto decibel, logrando así no oírlos.
Pero lo peor vino después.
Mamá murió en un supuesto accidente automovilístico, eso dijo el detective que estuvo investigando su caso, mismo que vi en reiteradas ocasiones en el pub disfrutando de las vírgenes que daban servicios extras para tapar las deudas de sus progenitores.
Sí, así llegué ahí.
Jackson en reiteradas ocasiones me pidió una cita, cosa que no le daría, aunque fuera el último hombre en la tierra, éramos jóvenes, adolescentes, pero yo sabía perfectamente la clase de calaña que era, tanto su padre como él, cortados por la misma tijera, el fruto no cayó lejos del árbol.
Entonces uno de los tantos días que me hizo dicha invitación me negué, y por la tarde, tenía a su padre y a él, sentados en el sofá de mi casa, con mi padre nervioso y sudoroso, casi rogándome que aceptará ser su novia, o él moriría en peores condiciones que mi madre.
Ahí confirmé que no fue un simple accidente como quisieron notificarlo.
Pero jamás aceptaría a salir con el hijo de Wang, amaba a mi padre, pero no aceptaría y mis palabras fueron mi condena.
— Prefiero trabajar de toplera por diez años que salir con Jackson.
Y esa misma tarde su padre me llevo hasta el inmundo bar para aprender a trabajar, prohibiéndole a Jack que se acercará a mí o que me tocará un solo pelo, o la deuda de mi padre quedaría nula y yo, dejaría de trabajar ahí.
Esas fueron mis únicas condiciones, y él, las respeto.
Los efectos de los somníferos comienzan a surtir efecto, mi cuerpo está completamente relajado, con suerte y puedo mover mis dedos, la copa de vino hace unos segundos cayó al piso por la debilidad de mi agarre, solo oí el cristal romperse y ahora que miro hacia la puerta el líquido rojizo se mezcla con el agua que ahora empapa mi cuarto, debí haber cortado el agua, pero no quiero sentir que se enfría.
Necesito una muerte cálida, así es como me sentía cuando Jungkook estaba a mi lado junto a Sarang.
Todo fue tan lindo con ellos, llegar a casa y escuchar voces, risas, besar a la bebé y tener la mirada de Jk sobre mí, la que desde un principio me ponía nerviosa.
Darle su biberón, cambiar su ropa o tener un baño juntas es algo que no puedo olvidar y los recuerdos me atormentan cada segundo.
Los extraño, los amo, fueron lo único bueno que la vida me dio, y yo me encargue de perderlo.
Sí, en definitiva, soy exactamente igual que mi padre, lo que toco, lo rompo, él lo hizo con mamá, conmigo, y yo, lo hice con ellos.
Cierro mis ojos nuevamente y las lágrimas caen por mis mejillas, no alcance a decirle lo que siento, nunca le dije que me vuelve loca, o que de vez en cuando lo espiaba cuando con el torso desnudo hacía dormir a Sarang, o que me encantaba verlo cocinar mientras tarareaba canciones con esa voz maravillosa que alcanza los tonos más altos y bajos que jamás había oído, nunca le dije mi verdadera yo, y que dejaría todo por él.
Luego que le dije a Jack que renunciaba, todo se complicó en mi vida.
Semanas antes que Sarang y Jungkook llegarán a mi vida, había concluido mi contrato de diez años, pero, ahora que los tenía a ellos no podía dejar el trabajo, el sueldo de una maestra de primaria no alcanzaría para dos bocas y un bebé, los gastos son muchos, desde pañales hasta fórmulas, ropa y seguro médico, remedios, cuna, crema, loción, todo, es un gran gasto, y decidí quedarme solo por ellos.
No quería que se fueran de mi vida. Y finalmente, lo hicieron.
Jack estuvo molesto, me iba a buscar al trabajo, me amenazaba que si no volvía a trabajar me arrepentiría, y no quise oírlo, siempre ha sido un cobarde y esta vez no fue la excepción.
Comencé a recibir flores en mi salón, por parte de los padres de los niños, luego, comenzaron a dejar sobres con dinero, el que devolvía o simplemente tiraba a la basura.
Una tarde uno de ellos me esperaba en la puerta de mi casa, cobrando lo que había pagado, intento abusar de mí, si no fuera por mi vecino, creo que lo habría hecho.
Días más tarde, la esposa de ese hombre interrumpió mi clase, y me abofeteo frente a todos los niños, mis colegas no demoraron en llegar debido a sus gritos y … La olla se destapó.
Todos supieron que yo trabajaba en aquel lugar, me despidieron de la escuela, las instigaciones se volvieron recurrentes, y venían a mi departamento cada noche a pedir servicios.
Fue tanto, que la directiva de mi edificio también se enteró y me pidieron desalojar.
En dos días debo abandonar el único lugar seguro para mí.
En la casa de papá ya no era cálido, con su alcoholismo y apuestas, llegaba cualquier cobrador a romperle los dedos para qué pagará, este era mi única guarida.
Y ahora es un verdadero infierno.
Me tatué un Fénix en mi costado porque sentía que algún día mi corazón volvería arder como cuando todo estaba bien, junto a mamá, junto a un padre preocupado, junto a sus miradas llenas de orgullo por los logros cumplidos por su hijita.
Quería renacer de las cenizas, y eso pasó cuando deje entrar en mi vida a la pequeña familia de dos.
Mis piernas comienzan a temblar, mi cuerpo entero no responde a mis órdenes, mis párpados pesan y solo quiero dormir, y cuando lo haga, solo quiero ver el rostro de ellos, así, moriré en paz.
Siento como mi cuerpo se resbala en la tina, el agua cubre mi cuello, luego, llega hasta mi boca y me animo a decir mi última frase.
—Jungkook, perdón.
Y me dejó hundir.
El agua cubre hasta el puente de mi nariz, cierro mis ojos de nuevo, pienso en lo más hermoso y los veo a ambos.
— Gael —logro escuchar.
Pero no sé si es mi sueño o en serio hay alguien en el cuarto.
Para ese entonces, mis sentidos se apagan, estoy inconscientemente consciente, y solo me enfoco en el recuerdo que predomina mi mente.
No podría sentirme más enamorada, nunca tuve esos sentimientos por alguien, querer salir pronto del trabajo, solo para llegar a verlos, comprar de camino a casa las golosinas favoritas de Jungkook y quizás un nuevo regalo para Sarang, él es el primero y el último, eso lo sé, pero si… ahí estaba, con mi corazón a mil por hora, sintiendo las caricias sobre mi hombro que de vez en cuando también sentía sus labios húmedos, sonriendo como tonta y suspirando de vez en cuando.
— Sarang no es mi hija —escuche y preste total atención— mi madre es una bailarina de bar… Me tuvo muy joven y para ella siempre fui un error, trabaje desde pequeño y yo llevé la casa desde que tengo memoria, un día comenzó a llevar su trabajo a casa, diferentes hombres, tres veces al día, quedó embarazada de uno de ellos y en su desespero quería vender a Sarang a una familia rica, pero, busque orientación con un abogado, y pelee por ella, la hice mi hija cuando en verdad es mi hermana.
— ¿Por qué me cuentas esto? —acaso siempre supo mi verdadera vida?
— Porque… me gustas, Gael, me gustas tanto que quiero que sepas todo, apenas te vi, te metiste en lo profundo de mí y no pude alejarme más de ti —me abrazo con más fuerza— prometo que buscaré un buen trabajo, te ayudaré en casa, déjame quedarme junto a Sarang por qué estoy seguro de que ninguno de los dos podrá vivir sin ti.
Pero él mintió en eso, ellos se tienen el uno al otro, y estoy muy segura que podrán vivir sin mí.
Más yo, no puedo vivir sin ellos, y el recuerdo se desvanece en mi absoluta oscuridad y recordando esas simples horas que volvería a repetir una y otra vez.
Este Fénix, ya no quiere renacer.
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