No supo mostrar sus cicatrices y se maquilló con aires de primavera, encerrado en su alma sus tristes penas.

Nació libre como la brisa del amanecer, aunque quien decía amarla se equivocó, creí ser su dueño.

Supo derrochar sonrisas, mientras en su interior, un manantial de tristes lágrimas ahogaba su corazón.

Siempre deseo ser bella y le hicieron pensar que su belleza era su peor condena, por ello el deseo poseía a quienes la invitaron a caminar por la vida.

No supo mostrar sus cicatrices y así continuo siendo una efímera primavera, esa que contempló el poeta, el que descubrió el triste sufrimiento de tan hermosa flor.