Capítulo tres: Acercamiento.
Buenas!!! Vengo a traerles la conty <3 Espero que les guste
*************************************
No podía mover ni un solo músculo. Observó como el humano le retenía la mirada, vio como este posicionó el dedo sobre el gatillo y...sí, efectivamente, disparó. Sin embargo, no resultó herido, la bala terminó sumida en la nieve a pocos centímetros de él.
— ¿¡Qué crees que estás haciendo!? — una voz femenina se hizo escuchar.
— ¿AH? ¿Desde cuándo necesito permiso para exterminar a un demonio? — se quejó el peli-gris.
— ¡Desde que soy tu superior! — chilló la fémina, visiblemente molesta — Solamente porque son extraños para ti no los comprendes, ellos tienen curiosidad de nosotros y por eso se acercan. No son malos.
— Deja de intentar lavarme el cerebro, Bruja del Bosque — soltó de malhumor.
Samael se mantuvo callado, en shock, viendo a aquel par. El terror era palpable en su rostro, no era para menos, momentos atrás estuvieron a punto de acabar con su existencia de una forma extremadamente fácil. Vio como discutían, por unos cuantos minutos más, antes de desmayarse por el susto.
— Perdió la consciencia — se lamentó la mujer — Ayúdame a llevarlo a la cabaña.
— Jamás — se negó de inmediato — Por muy mi superior que seas, nunca ayudaría a un demonio, deberíamos asesinarlo de una vez.
La mujer, frunció el ceño de inmediato, debido a las palabras del menor de los dos. Una mente tan cerrada, creyente ciegamente de estereotipos, era lo que conseguía la Orden de los Caballeros de la Cruz Verdadera ante sus monótonas y erradas enseñanzas. ¿Por qué les costaba tanto aceptar que se equivocaban?
— Entonces lo llevaré yo sola — sentención ceñuda.
No necesitaba de la ayuda de alguien más para hacer las cosas, que le hubiesen puesto el apodo de "Bruja del Bosque" por ser una exorcista que se hacía amiga de los demonios, no podría importarle menos. Aunque, debía admitir, que le había sorprendido el toparse a un demonio con apariencia humana. Sobre todo, que este no hubiera poseído a alguien para tener dicha forma.
— Algún día entenderá...que los demonios no son necesariamente malos, solamente son curiosos — murmuró con cierta tristeza.
Como dijo, ella sola llevó a su nuevo huésped hacia la cabaña, mientras era seguida de cerca por el amargado y frío joven de cabello grisáceo. Cabe decir que, al segundo, se les notaba a leguas que la acción de la fémina no le hacía ni pizca de gracia. Se suponía que un exorcista erradicara a los demonios, no que se hiciera su amigo, eso le traía tan molesto.
.
.
Cuando abrió los ojos, lo primero que divisó, fue un techo construido de madera. Desconcertado, poco a poco, cuando su vista aclaró del todo, comenzó a recorrer el lugar con la mirada. Al hacer esto, no pudo evitar alarmarse de un momento a otro, pues los recientes recuerdos que vivió vinieron a bombardearle la mente. Eso causó una enorme inseguridad en él.
— Veo que ya despertaste — asustado y alerta, miró a ver hacia la puerta, viendo a una humana entrar por esta — Ah, no te asustes, no te haré ningún daño.
Claramente, por lo que había pasado, no iría a creerle tan fácilmente como en un principio pudo haberlo hecho. La escudriñó con cautela, temiendo un ataque, cosa que ella notó. Le sonrió comprensiva, cosa que descolocó a Samael, suponía que esa humana era una exorcista, así que... ¿Por qué se mostraba tan amable con él?
— ¿Quién eres? — se animó a preguntar, sin quitarle la vista de encima.
— Mi nombre es Yuri Egin — se presentó sonriente — ¿Qué hay de ti?
Se le quedó viendo, sin emitir alguna respuesta, ¿Estaría bien decirle? Con sólo el hecho de ser un demonio, ese joven quiso asesinarle sin miramientos, no quería imaginarse lo que pasaría si les confirmara ser un Rey Demonio y, para el colmo, el segundo príncipe de Gehena.
— Si no quieres decírmelo, está bien — se apresuró a agregar — Espero que nos llevemos bien.
Bueno, se veía bastante amable, pero ¿No iría a ser una trampa elaborada para hacerle bajar la guardia y matarlo? No, desechó la idea, de ser así ella hubiese dejado que aquel joven acabara con él. Se removió un poco, incómodo, ¿Qué debería hacer? ¿Estaría bien confiar en ella? Digo, después de todo, no sabía a dónde ir o qué hacer.
— Samael — se decidió a responder.
Vio como el rostro de Yuri Egin mostró sorpresa genuina, ¿Acaso le conocerían? Bah, que pregunta más estúpida hacía. ¡Por supuesto que habría de conocerle! Ningún buen exorcista ignoraba la existencia e identidades de los Ocho Reyes Demonio de Gehena. Sin embargo, quedó anonadado, pues ella le sonrió con dulzura y le miró con... ¿Cariño? Muy bien, eso comenzaba a asustarlo.
— Vamos, debes tener hambre — comentó con una sonrisa — Los demonios también necesitan comer, ¿Verdad?
Esa mujer era demasiado extraña, amable, pero aun así no le quitaba su rareza. Dudoso, se levantó de la cama y decidió seguirla. Tuvo que bajar las escaleras de madera, estaban en la segunda planta, cabe decir que ese sitio olía un poco...bueno, bastante a humedad. ¿Sería por la nieve? Hacía que hubiese mucho frío.
Apenas llegaron al comedor, Samael se tensó, pues ahí se hallaba ese peli-gris limpiando su rifle. Eso no pasó desapercibido para Yuri, quien a paso pesado se encaminó al joven y sin decir nada, dejó caer con fuerza su puño contra la cabeza del exorcista, aterrizando un golpe ahí.
— ¿¡Qué te sucede!? — exigió saber llevando una mano al lugar afectado.
— ¡Eso me gustaría saber a mí! — sin más, lo señaló — ¡Pensé haberte dicho que no quería verte con el arma dentro, menos en el comedor!
Solamente chasqueó la lengua, para clavar su gélida mirada sobre el peli-morado, el cual palideció al instante. No pasó mucho antes de que fuera a guardar el rifle en su estuche y regresara al comedor, para tomar el desayuno e irse a su habitación, cosa que fue impedido por la Egin. El enojo en sus ojos era destacable.
— Ah no, tú no te vas. Tienes que supervisar a Samael, yo tengo que ir a ver unas cosas al Vaticano — enjarró los brazos a su cintura y le miró autoritaria.
El joven le miró a ver con estupefacción, ¿Hablaba en serio? ¡Tardaría por lo menos dos días en volver! Si no era que más. Por su parte, Yuri le sonrió, cosa que crispó los nervios del muchacho. Sabía que ella era perfectamente capaz de hacer eso y mucho más. Cierta parte de él, en el fondo, deseaba que solamente bromeara.
— ¿AH? En primera, ¡Fue tú idea traerlo contigo! Así que, supervísalo tú, Bruja del Bosque — gruñó irritado — En segundo lugar, fuese un demonio o no, ni siquiera sé su nombre.
— Oh, eso se arregla fácil — sonrió victoriosa — Él se llama Samael — comentó señalando al demonio — Samael, este muchacho cascarrabias y antipático se llama Shiro Fujimoto. ¡Listo! Ya se conocen, ahora, supervísalo.
Sin más, tomó su abrigo junto a sus cosas y salió de la cabaña sin cerrar la puerta. Inmediatamente, Shiro sujetó el borde de esta y le miró a ver incrédulo. Frunció el ceño mientras veía a la castaña irse, ¿Molesto? Bastante ¿Por qué tuvo que tener a alguien tan rara e irresponsable como superiora y tutora? Era una maldita broma ¿Cierto? Hubiese preferido quedar bajo el mando de Toudou.
Sin más, cerró de un portazo y se dirigió al comedor, viendo aquel desayuno que la exorcista les había dejado. Se dejó caer en la silla, para clavar su penetrante mirada sobre Samael, quien de inmediato se encogió en su lugar y hacia lo que fuera por evitar hacer contacto visual. El de ojos marrones dejó salir un suspiro, cansado, sabía de antemano que no podría asesinarlo a menos que quisiera que Yuri hiciese lo mismo con él.
— ¿Por qué has venido? — no era ni un reclamo ni un regaño, simplemente, era una pregunta por curiosidad bien disimulada.
— No fue intencional...— murmuró frunciendo el ceño, sin mirarle a ver al rostro, tenía la impresión que en cualquier momento le dispararía — Ni siquiera sé abrir un portal a mi hogar, ridículo ¿No? — añadió cabizbajo.
— Sí, es totalmente ridículo — concordó dando un suave cabeceo.
Eso solamente provocó que Samael se sintiese peor de lo que ya se sentía. Vio como Shiro comenzó a comer, así que, con bastante desconfianza comenzó a remover un poco la comida y la olfateó. No era porque pensara que ella era una mala persona, sin embargo, las bromas de Lucifer le generaron ese mal hábito a la hora de comer algo que no hubiese preparado él mismo.
— No está envenado, si eso te preguntas — soltó irritado — Yuri no es del tipo de exorcista, ni de persona, que haría esas cosas...ni siquiera con un demonio.
Las hostilidades en las palabras del humano eran casi palpables, cosa que le llamaba la atención, ¿Qué es lo que le habría sucedido? Sabía perfectamente que sus congéneres no eran inocentes de nada, es más, ellos eran mayormente la razón del infortunio humano. Sin embargo, a sabiendas de eso, le causaba curiosidad saber el motivo de que Shiro Fujimoto fuese tan...frío.
*********************************************
¿Dos días solos como minimo, eh? '3' ¿Qué podría pasar? X3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro