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Capítulo cuatro: El primer paso no siempre es el mejor

Shiro Fujimoto no era conocido por ser amable. Tampoco por tener una actitud positiva. ¿Lo peor de todo? A su joven edad ya era todo un amargado. Quizás un exorcista prometedor, sí, aunque eso no le quitaba lo asocial.

Así que aquel domingo durante la madrugada, Shiro Fujimoto solamente pudo hacerse una única y agobiante pregunta. ¿Cómo diablos había terminado con Samael durmiendo sobre él?

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En esos momentos, lo que más le causaba curiosidad al inexperto Rey espacio-tiempo era la razón de que Shiro Fujimoto fuese tan frío e insensible con los demás. Parecía ni siquiera tener empatía por su propia compañera.

El silencio comenzaba a tornarse incómodo, al punto de costarle tragar lo que se comía. Su garganta tenía un nudo por los nervios, por más que su estómago clamara alimento no podría comer de ese modo.

— ¿Conoces a Yuri desde hace mucho tiempo...?

Apenas y pudo realizar la pregunta. Salió con un hilo de voz y dudaba sobre la forma en la que se dirigiría al de cabellos grises. En ese momento no se percató, pero Shiro escuchó su pregunta y decidió mantenerse en silencio.

«Si esto sigue así voy a vomitar...»

No sería la primera vez que los nervios le traicionaban. Una de las tantas razones por las cuales Lucifer solía molestarlo tanto era que siendo el segundo príncipe de los demonios tuviese un estómago tan sensible.

— ¿Conoces a Yuri desde hace mucho tiempo?

Trató de que su voz fuese más firme y clara, pero no obtuvo ninguna reacción por parte de Shiro. Se planteó que muy posiblemente estuviesen ignorándolo, no era que tuviese muchas opciones después de todo. No sabía cómo volver a Gehena. 

No tenía ni sabía a donde más ir, apenas abandonara la cabaña seguramente lo asesinarían ante su necedad de matar en defensa propia. Si se quedaba y sacaba de sus casillas a Shiro Fujimoto, por lo menos tenía una probabilidad del 50% de sobrevivir.

— ¿Cómo conociste a Yuri?

No hubo respuesta.

— Ella es algo así como tu maestra ¿No?

Por más que preguntara no querían contestarle, Shiro se mantuvo callado mientras comía. Samael frunció el ceño y suspiró. Poco a poco comenzó a degustar el desayuno que Yuri había preparado, ya no se sentía tan nervioso como antes al ver que se abstenía de atacarlo.

— ¿Conoces a muchos exorcistas?

El pobre demonio se indignó al ver como Fujimoto le mostraba una seña grosera. No planeaba darle inconvenientes, pero no dejaría que alguien más se uniera a la bola de tontos que lo fastidiaban. 

— ¿Yuri tardará en volver?

— Ya cállate, tu voz me estresa. 

— Aquí en Asshia tienen muchos climas distintos ¿Verdad?

— Te lo advierto, Demonio. Deja de molestarme. 

— Escuché que los humanos hablan distintos idiomas según dónde vivan... ¿Cuál hablas tú?

— Quieres morir, ¿No es así?

Sonaría injusto y en realidad lo era, pero estaba más que seguro que si se ponía serio acabar con Fujimoto sería un juego de niños. Sin embargo, también era cierto que en sus condiciones actuales Shiro lograría asesinarlo si se lo proponía. El encontronazo de horas atrás se lo confirmaba.

— No me siento orgulloso de decir que estoy seguro de que me matarías, pero dudo que lo hagas.

Los ojos iracundos del exorcista le hicieron dar un respingo.

— ¿Ah sí? ¿Cómo estás tan seguro?

Ver como alejó un poco su silla de la mesa y se preparó para ponerse de pie e ir por su escopeta le hizo dudar de lo que iría a decir.  

— Bueno... Así como yo te tengo miedo puedo apostar que temes lo que Yuri pueda llegar a hacerte si la desobedeces.

Aunque le hubiese encantado contradecir aquella declaración, el humano sólo bufó y reanudó su comida con un humor peor que el de minutos atrás. Samael casi podría asegurar que estaba lanzando injurias en su contra.

Shiro por su parte era incapaz de entender a su mentora. ¿Qué afán tenía de ayudar a cuanto demonio se cruzara en su camino? Ella tenía una piedad que esos monstruos jamás le tendrían. Solamente la usarían y después...

— ¿Estás molesto?

Verle levantarse tan repentina y bruscamente asustó a Samael. Aquella mirada marrón sólo reflejaba un único sentimiento: Odio.

— Tú y todos tus congéneres pueden irse a la mierda. 

Y esas palabras simplemente le dejaron una desagradable amargura.

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— Así que tú también pudiste venir, Yuri. Me alegra ver una cara conocida.

— Lo mismo digo, Toudou.

En aquel vehículo sólo se encontraban ellos dos por el momento, sus demás compañeros se les unirían kilómetros más adelante en la ciudad. El exorcista que habló no contaba con más de 25 años y aún conservaba unas cuantas pecas en el puente de la nariz.

— ¿Lista para ver nuevamente el infierno?

— No digas esas cosas, Toudou.

— Sabes que tengo razón...

Saburota Toudou era un exorcista tan único como ella, pese a su largo y famoso linaje de reconocidos exorcistas prefirió emanciparse a tener que soportar los raros fetiches familiares en cuanto a exorcismos. 

— ¿Cómo está Kurara?

— ¡Hey! No me cambies el tema. Kurara está bien, todavía está recuperándose de la última misión. Por cierto, ¿Dónde está Ukobach?

— Tuve que dejarlo en casa por ciertos motivos... Todavía no puedo creer que los demás exorcistas confundieran tan fácilmente a Kurara y lo atacaran.

— ¿Ves? ¡Me cambiaste por completo el tema! 

Además, era uno de los pocos Tamer que existían.

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Darle su espacio y esperar que se tranquilizara probablemente no fue la mejor de las ideas. El humor de Fujimoto seguía igual de ácido que horas atrás. No vio a Shiro durante el almuerzo. Y la cena estaba transcurriendo en completo silencio.

— ¿Fujimoto...?

Con ese llamado solamente logró que el mencionado se colocara los audífonos y le ignorara completamente. Él intuía para que servían, sus sensibles oídos podían detectar el sonido que despedían aquellas diminutas bocinas. 

— No me está escuchando...  

Intentar de imitar al contrario y pasar de su presencia no funcionó. Se sentía ansioso, lo peor de todo era que no recordaba por qué.

— ¿Shiro?

— No me llames por mi nombre, Demonio.

— ¿¡Puedes escucharme a pesar de ese escándalo!?

La mueca fastidiada que recibió no le gustó para nada.

— ¿De qué maldita sea hablas? No tengo puesto la música tan alto, ni siquiera llega a la mitad del volumen.

— ¿En serio? Pues yo lo escucho perfectamente desde aquí, está muy alto.

— No es que esté muy alto el volumen, estúpido. Te parece un escándalo porque al ser un demonio tus oídos... Sólo muérete y déjame tranquilo.

La escena de esa mañana volvió a repetirse. Aún sin terminar de comer, Shiro se retiró agresivamente del comedor y fue escaleras arriba directo a su habitación. Samael no comprendía a aquel humano.

Y Shiro tampoco se comprendía a sí mismo. Desde cierto punto en su más tierna infancia, los demonios se volvieron sus enemigos jurados y los culpables de que todo lo que tenía desapareciera. De que su vida se volviese una total mierda.

Lo que menos quería hacer era hablar con un demonio, sonaba fácil debido a que estos siempre empleaban palabrería burda y barata para poseerte. Sin embargo, jamás había tenido que soportar a un demonio tan elocuente y molesto con anterioridad, lo suficiente como para sacarle aquella estúpida plática.

Después de milenios se me ocurre actualizar XD Admito que mi musa me abandonó por un buen tiempo, escribí más de tres veces este capítulo hasta encontrar lo que quería. Espero que les guste :)

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