23. Entre lo que vale la pena y lo que no.
Me llevo la mano a la cabeza, y retiro mi peluca. La dejo caer al suelo. Espero pacientemente a que se dé la vuelta y me mire, pero parece que tarda una eternidad. Al final lo hace. Secándose las manos con una pequeña toalla, se gira hacia mí, pero lo que fuera que iba a decir se le olvida. Me mira, muy sorprendido.
— ¿Te... te cortaste el cabello?
No le digo nada. Solo lo miro con seriedad, y no me detengo. Abre mucho los ojos, y entonces sé que ha captado.
—No me digas que... —hace una pausa—...no jodas...
Vaya, ¿entonces ahora si le importa?
—Pudiste haber llamado durante todo este tiempo. Puede que estuvieses herido y no pudieras volverme a llamar, pero pudiste haberlo hecho después. Pudiste ir a mi apartamento. Es decir, vivo al lado. Sin embargo no lo hiciste.
Se queda mudo. Sé que parezco una mamá regañona, pero si no digo nada no obtendré respuestas. Qué más da lo que él piense después de todo. Muchas personas ya piensan que soy una persona horrible. Una más no haría diferencia de todas formas.
Daniel entrecierra la mirada y agacha ligeramente la cabeza, sin embargo no cedo. Tengo que saber de qué se trata todo esto.
—Yo lo sabía—murmura.
— ¿De qué hablas?
—Sabía que te habían herido... y no fui a verte por temor a que pensaras que fue culpa mía. Ahora estás aquí, llena de enojo, reclamándome por ello. Veo... que no me equivoqué del todo.
Me cruzo de brazos y mantengo mi postura firme, sin embargo por dentro estoy dudando. ¿No fue a verme porque pensó que lo culparía? ¿Y cómo lo supo? Claro, Harmony. Ella y Daniel tuvieron algún tipo de contacto, pero... ¿por qué sentí algo raro en Harmony cuando mencionó a Daniel?
— ¿Por qué te importaría lo que piense alguien como yo? —cuestiono con un tono de voz firme y duro. No fue mi intención sonar tan ruda—. Es decir, a casi nadie le importa eso. No ahora. ¿Por qué molestarse?
Daniel se encoge de hombros.
—Yo... bueno... somos vecinos. Tal vez... solo quiero conocerte mejor.
Bajo los brazos.
—Pero casi no sé quién eres. Tú mismo lo dijiste—murmuro, algo aturdida.
—Bueno... podríamos intentar ser amigos, ¿no crees?
Esto no está bien. Me estoy desviando del objetivo principal, pero de repente él ha dicho eso y me ha sacado de base. ¿Hacer un amigo? ¿De verdad? ¿En una situación como esta? Entonces, ¿por qué no lo veo tanto como un amigo? ¿Es porque dudo de él, porque solo habla de Adriana o porque me estaba echando la culpa hace solo unos instantes atrás?
—Por favor, confía en mí. Necesitas a un amigo, Blair. Déjame ser ese amigo para ti—me dice.
Entrecierro la mirada. ¿Confiar en él? ¿Por qué debería? Por confiar he terminado herida una y otra vez. Me dije a mí misma que no volvería a confiar. Pero... no parece que me esté mintiendo. No lo siento así. Pero, ¿de qué me servirá un amigo que solo habla de Adriana? Daniel no se preocupa por mí, y esa es la realidad. Y Alex me enseñó que no puedo permanecer al lado de alguien que no me quiere. Si hubiera adoptado ese pensamiento mucho antes, me habría ahorrado muchos sufrimientos.
—Y-Yo... necesito tiempo—murmuro. Debo ser idiota por rechazar a una de las pocas compañías que me queda—. Lo siento.
Lo siento, Daniel. No puedo vivir de migajas. No podría soportar vivir así otra vez.
Frunce el ceño.
— ¿No confías en mí? —pregunta.
No le contesto. Evito mirarlo. Pensar que me esforzaba tanto para que alguien me notara, y ahora estoy aquí, rechazando una amistad. Sin embargo, no todos los amigos son buenos. Sé que no tengo por qué juzgar sin conocer, pero si Daniel me oculta cosas no puedo confiar en él.
Las buenas intenciones de Daniel hacia mí solo están impulsadas por su interés por Adriana. En realidad, puede que yo no le importe en lo absoluto.
—Esos tipos sabían que usaba una peluca—pregunto—. ¿Por qué?
No responde. Me quedo mirando al suelo, esperando a que responda, sin embargo pasan varios segundos y no dice nada. ¿Por qué? ¿Por qué no reacciona? Quiero creer que es inocente. Quiero que seamos amigos y riamos de cosas juntos. Quiero que hablemos sobre algo que no sea Adriana. Pero no sé si alguno de esos aspectos encaje con él.
—De... de verdad que no lo sé... —murmura, pareciendo algo aturdido.
Me levanto de mi butaca y recojo mi peluca. Esto fue mala idea. Relacionarme con él, permitirle acercarse a mí... a pesar de que no nos conocemos demasiado, él se convirtió en una compañía para mí. Hizo que me sintiera un poco menos sola. Le estoy muy agradecida por eso. Pero... es claro que dejarlo acercarse a mí fue un error.
Le permití a alguien acercarse a mí de nuevo, y me volví a equivocar.
— ¿Qué haces? —pregunta algo alarmado, mientras me pongo la peluca. Sin embargo, pronto parece ponerse en defensiva— ¿D-De verdad crees que armé un complot contra ti? ¿Crees que te envié a ese callejón a propósito para que esos tipos te atacaran? ¡Eso es ridículo!
—No es ridículo para mí—comento, mirándolo fijamente—. Si el hombre del que me enamoré fue capaz de arruinarme la vida, entonces tú, que eres casi un desconocido, podrías hacer cosas mucho peores y yo mantendría sin saberlo.
La mirada de Daniel cambia, pero no puedo definir lo que transmite.
— ¿Entonces vas a permanecer así? ¿Alejándote de todos? ¿Pensando que cualquiera te clavará un puñal por la espalda?
—Adriana lo hizo.
Se queda mudo. Está muy sorprendido. Sin embargo no voy a decir nada más. No quiero pensar en eso ahora. Solo sería llenarme la cabeza de cucarachas, y ya tengo suficiente con lo que está pasando en este momento.
— ¿A... a que te refieres?
Daniel tiene a Adriana en un pedestal. Tal vez esto no sea una buena idea.
—Olvídalo—murmuro, y me dirijo hacia la puerta.
— ¡Espera! —Me detiene por la muñeca—. ¿A qué te refieres?
Suspiro. No me dejará en paz hasta que se lo diga. Lo veo venir.
—A veces... Adriana hablaba mal de mí a mis espaldas. La escuché.
Y a pesar de que yo la había escuchado y ella también lo sabía, ninguna hizo nada para cambiar la situación. Me quedé a su lado, temiendo que si me alejaba, me quedaría sola definitivamente. No supe valorarme. Prefería dejar que me aplastaran a sentir la agonía producida por la soledad.
Daniel suspira, al parecer aliviado.
—Vaya. Solo eso.
«Solo eso».
No me escuchará. En su cabeza, Adriana tiene más prioridad. En el instituto también era así. Ella tenía más prioridad. De hecho, cualquier persona podría haber tenido más prioridad que yo. Pasaba mi día a día intentando evitar quedarme completamente sola, aceptando los hechos sin protestar contra ellos. Asegurándome de mantener mi salud emocional, a pesar de que ésta ya estaba dañada.
Solo hay que mirarme ahora. Mis problemas en ese entonces parecen pequeñeces comparados con lo que estoy viviendo ahora. Sin embargo, en ese entonces vivía con un miedo que nadie parecía comprender.
El miedo a la gente.
— ¿Solo eso? —pregunto.
—Sí. Es decir, no es gran cosa—dice—. ¿Estás enojada por esa tontería?
— ¿Crees que algo que hace llorar a alguien es una tontería?
Se queda mudo. Genial, ¿por qué dije eso? Seguro que en su mente ahora mismo soy una blandengue.
Continúo mi camino y salgo del apartamento. Él no me detiene. Debo dejar de hacer esto. Intentar inculcar lástima no funcionará. No es así como debe ser. Sé que quiero compañía, pero restregarle a Daniel mis problemas en la cara no es la manera correcta. Además... si no me dice la verdad, no hay manera de que pueda confiar en él.
Debe ser agradable... tener a alguien así. Adriana tiene a un hombre que la adora, pero a pesar de eso va en busca de otro. El mundo no es justo, pero supongo que no hay forma de que lo sea.
Sé que me queda Alex, pero... me duele pensar en él. Aunque quisiera tirarme a sus brazos, no puedo hacerlo. Y eso duele. Si tan solo no hubiera hecho las cosas tan difíciles, ahora todo sería diferente. Me pregunto si podré encontrar a alguien más en el futuro.
Trago grueso. Pero... ¿por qué no me veo con nadie más? ¿Por qué quiero que sea él?
Duele. Duele mucho.
No he tenido noticias de Robert desde hace muchos días. Es más, creo que ya pudo haber pasado más de un mes. Ha pasado una semana desde que fui a la casa de Daniel a pedirle respuestas, y desde entonces decidí centrarme en localizar a Robert para no pensar en nadie más. Para no pensar en Alex.
Pero ahora estoy preocupada. No había pensado en la posibilidad de que le haya pasado algo. Y por más emails y mensajes que le envío, y por más llamadas que hago, no obtengo una respuesta. También he llamado a Cynthia, pero ella tampoco ha dado señales de vida, lo que me da muy mala espina.
¿Y si algo grave pasó? ¿Y si he estado culpándolo inocentemente mientras él pasaba por alguna clase de situación crítica? Si es así, tengo que estar ahí. Si Robert tiene algún problema tengo que estar ahí, a pesar de la situación por la que estoy pasando. Pero, ¿cómo sabré de él si no puedo comunicarme? No me coge las llamadas, y Cynthia tampoco.
Quisiera hablar con papá. A pesar de las cosas malas, me gustaría volver a verlo. Me comporté muy mal la última vez. Es solo que... terminó por convertirse en el clon de mi madre. Extraño a mi padre del pasado, al que solía reconocerme como su hija y apoyarme en los malos momentos. El que me dedicaba una sonrisa cuando mi madre no estaba viendo. El que recordaba mis cumpleaños, y buscaba un regalo para mí en las navidades. Temo que ese hombre haya desaparecido. Si no hay remedio para mi padre, no quisiera estar a su lado como su hija. Pero de lo contrario... quisiera poder recuperar a ese hombre.
Estoy tentada a llamarlo para preguntarle por Robert, pero no sé si sea lo mejor. Por otro lado, me volveré loca si no obtengo noticias. Llamarlo o no llamarlo. ¡Ay, ¿qué hago?! Pero es que si lo llamo será vergonzoso. Pero si no lo llamo me quedaré en las mismas dudas. ¿Pero que es peor? Pero llamarlo... ¿no sería como darle una falsa esperanza? ¿Pero en realidad es una falsa esperanza? ¡No, no, lo que importa aquí es saber de Robert!
A la mierda. Voy a llamarlo. Esto no se trata de mí ni de mi relación con él, justo ahora la prioridad es mi hermano. Tomo mi celular, y marco antes de que tenga la oportunidad de pensar. Me llevo el teléfono a la oreja y escucho el tono de marcado. Mierda. ¡¿Qué hice?! ¡Pero ya no puedo colgar! Ya estoy llamando, así que incluso si cuelgo, sabrá que lo llamé. Por otro lado, no sé si mi padre tiene este número. Es probable, ya que mi madre se lo sacó a Robert con trampas.
Entonces la llamada descuelga al otro lado de la línea.
— ¿Hola?
Trago grueso. Esto es incómodo. ¿Sabe que soy yo? Pareciera que no.
¡Tengo que hablar!
—Uhm... ho-ho-hola...
El silencio inunda la línea. Luego se escucha un sonido ahogado.
— ¿Blair...? Blair, ¿eres tú?
Joder, esto será muy incómodo.
Me apresuro a hablar. Será mejor ir al grano y evitar cualquier tipo de conversación incómoda. No puedo olvidar que necesito noticias de mi hermano.
— ¿Sabes algo de Robert? No tengo contacto con él desde hace un tiempo y me está preocupando.
—Hija, yo...
—N-No... no quiero hablar de eso ahora... —murmuro, nerviosa. Ya habrá tiempo para solucionar los otros problemas después —. Solo dime qué pasa con Robert.
Mi padre se queda mudo al otro lado de la línea. Tengo un mal presentimiento.
— ¿No lo sabes?
Estoy comenzando a asustarme.
— ¿Qu-qué cosa...?
—Cynthia tuvo una recaída. Está en el hospital... y su pronóstico no es alentador.
Tengo que agarrar el teléfono con fuerza para evitar que se me caiga de las manos. Cynthia. Debí saberlo. Algo raro estaba pasando, era obvio. Y mientras tanto yo aquí, lamentándome de mis problemas. ¿Pero por qué Robert no me ha dicho nada? ¿Acaso estaba evitando preocuparme? Es un idiota. Si lo hubiera sabido, yo...
—Necesita ciertos tratamientos, y tu hermano está teniendo problemas con eso. Así que... por ahora la situación no es buena.
Aprieto los dientes. Estúpido Robert. Debió habérmelo dicho.
—Voy para allá. Mándame la dirección del hospital en un mensaje.
Antes de que mi padre pueda contestar, cuelgo el teléfono. Debo estar loca. Volver a Seattle en estas circunstancias... pero Cynthia es como mi familia. Ella y Robert han intentado estar ahí para mí lo mayor posible. Es hora de devolverles el favor.
No puedo negar que la idea de regresar a Seattle sola me da pánico. Sobre todo después de lo que ha pasado últimamente. Llegué aquí con Adriana, y cuando fui a Seattle por última vez Alex estaba conmigo. Pero ahora... tendré que viajar sola, y me da miedo. Me he convertido en una miedosa. Pero tengo que ir. No puedo quedarme aquí mientras mi hermano la está pasando mal. Ahora mismo, él debe estar por encima de mi miedo.
Él es, probablemente, la única familia que me queda.
Y así lo hago. Empaco mis maletas y me pongo en marcha. Aunque vaya como Michelle, en el fondo seguiré siendo Blair para mi hermano. Haré todo lo posible para ayudarlo. Y si... he estado siendo una carga para él, quiero saberlo. Necesito conocer la razón exacta por la cual desapareció de mi mapa.
Robert se encuentra sentado en medio de la sala de espera. Su cabello es un desastre, y tiene grandes ojeras bajo sus ojos. Su mirada se encuentra perdida, mirando hacia el vacío. Se nota que ha estado pensando muchas horas en algo. No hace falta ser un genio para saber en qué. Cynthia es su esposa, y está preocupado por ella. La sensación de estar a punto de perder al ser que más amas debe ser desesperante. No me imagino si yo estuviera en una situación semejante. Aunque bueno, en mi caso, yo...
—Quítate esa peluca.
Alzo la mirada. Robert se ha percatado de mi presencia. He estado parada a su lado cerca de tres minutos, y no me había notado. Sin duda estaba muy metido en sus pensamientos. Parece que papá le avisó que yo vendría. Sin embargo, me sorprende que él no esté por aquí. Pensé que trataría de hablar conmigo o algo así.
—Robert...
—Hazlo—pide. Parece no estar de humor, a pesar de que no nos veíamos desde hace un tiempo—. En momentos como estos necesito a mi hermana, no a una maldita extraña.
Trago grueso. Robert me fulmina con la mirada. ¿Acaso no puede entenderlo? ¿No puede entender que estoy en peligro de muerte? Él debería saberlo. Si alguien me ve aquí... tendré serios problemas. Pero Robert me necesita a mí, no a Michelle. Pero creí que ambas éramos la misma persona. Puede que no sea así.
Me siento a su lado. Las manos me están temblando sobre las rodillas. No. No puedo hacerlo. No puedo quitarme la peluca. Me da mucho miedo hacerlo. Pero Robert no parece entenderlo. Ahora mismo está centrado en su dolor, y no le importa nada más. Ni siquiera lo que me pueda pasar a mí. Pero... supongo que al igual que yo, Robert también tiene derecho a ser egoísta a veces.
Miro hacia los lados para ver si hay alguien, pero el pasillo está vacío. Debe ser por la hora. Supongo que no hay problema si lo hago por un momento... ¿verdad?
Me llevo las manos a la peluca y me la quito. Mantengo la cabeza gacha. Me siento desprotegida. Ya fue una completa tortura identificarme cuando llegué al hospital. Por suerte, en un lugar como este, la discriminación suele estar fuera de lugar. Sin embargo, si alguien más me ve aquí...
— ¿Te... te cortaste el cabello? —pregunta, muy sorprendido.
Trago grueso.
—No.
Bueno, sí. Pero no. Lo único que hice fue cortar las partes disparejas.
Robert se paraliza.
— ¿Qué...? ¿Qué quieres decir con-?
—Y-Ya hablaremos de eso después. Dime como está Cynthia.
No puedo alzar la mirada. Tengo mucho miedo de que alguien me vea y me reconozca. Es cierto que sigo teniendo los lentes de contactos puestos, y ahora tengo el cabello corto. Mi aspecto ha cambiado. Sin embargo, es la peluca la que me produce la mayor diferencia. Tengo miedo de que en cualquier momento alguien venga, me reconozca y se arme un escándalo. Si mantengo la cabeza agachada, seguramente nadie me reconocerá. Si no pueden ver mi cara, estaré a salvo.
Robert bufa.
—Olvídalo. Ponte la peluca otra vez.
¿Qué? ¿Está jugando conmigo?
—Es mejor asegurarse de que no te pase nada.
Lo fulmino con la mirada mientras vuelvo a ponerme la peluca a toda velocidad. Ah, mucho mejor. Así me siento más segura. Aunque me siento mal por no poder cumplir el deseo de Robert de estar a su lado sin disfrazarme. Pero no hay opción. Él ya debería saberlo. Después de todo, sabe de las amenazas de muerte que me enviaban, y es consciente del odio que hay hacia mí ahora mismo.
Lo lamento, Robert. Lamento no estar aquí como querrías que fuera.
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