Capítulo 9
Cobarde es aquel que siente amor y no lo reconoce...
Katniss POV
Mi padre quiso que declare sobre lo ocurrido en la escuela, no dijo palabra mientras yo hablaba. Sólo se limitó a hacer las preguntas necesarias. Le narré lo que había averiguado preguntando aquí y allá. Sólo al final de mi declaración pareció dudar quizás porque Peeta estaba allí.
— ¿Entonces no sabes nada a ciencia cierta de lo que ocurre? ¿Y dices que fuiste a darles una charla? ¿Por qué?— pregunta.
—No sé nada con respecto a la maestra de bienestar. Y si fui a hablarles a esas niñas fue porque la señora Mellark me lo pidió— respondo muy seria.
— ¿Tu dándoles una charla a esas niñas?— se rasca la cabeza. ¿Tan malo puede ser?
—Solo compartí mis experiencias— digo secamente.
— ¿Y contaste toda la verdad?— pregunta. Miro asustada a Peeta quien parece a punto de meterse a preguntar contando con la ayuda de mi padre.
—Sí, claro— digo restándole importancia.
—Bueno, no es relevante tu testimonio, no fuiste testigo de nada en particular— papá tuerce la boca. ¿Qué? ¿Me hace narrarle lo sucedido para decirme esto?
—Esas niñas están locas, hablan de la vida cómo si se tratara de un cuento de hadas, mi compañero Finnick Odair tiene pruebas que una asociación cristiana está detrás de todo esto— digo furiosa.
—Tráeme a ese amigo tuyo. ¿Es Finnick de Florida?— me pregunta.
—Sí, es él. Está afuera— mi padre se levanta y sale sin decirme si puedo marcharme o si aún no se acaba su interrogatorio. Siempre es así, nunca da por terminado algo. Me levando para irme.
—Necesito hablar contigo, no te vayas— pide Peeta.
—Ya te dije que no tenemos más de qué hablar, Peeta. Debo irme— no acabo de dame la vuelta cuando el flamante director de la preparatoria me cierra el paso.
—¡No! Yo necesito respuestas, por favor Katniss, no te quitaré mucho tiempo— ruega.
—Eso es mentira, sé lo que quieres y no lo vas conseguir.
—Debo saber, tengo derecho...
—Tú no tienes derecho a nada y yo tampoco, esa historia no es nuestra. Deja en paz el pasado y sigue con tu vida— intento pasar rápido pero sus brazos me lo impiden.
—No puedo seguir con mi vida porque el pasado no está claro. Tal vez lo esté para ti, no es lo mismo conmigo— sus manos se cierran en mis hombros, está temblando. Realmente está sufriendo pero yo no puedo hacer nada para ayudarlo.
—Lo siento ¡No!— digo empujándolo contra un lado de la puerta pero Finnick aparece y no me deja salir.
— ¿Qué pasa aquí?— Papá viene detrás de mi amigo, cierra la puerta respirando profundamente.
—No pasa nada, yo ya me voy— digo intentando desaparecer nuevamente.
— ¡Katniss no!— Peeta vuelve a insistir. Mi padre y Finnick se nos quedan mirando, ambos comprenden sin tener que decirles nada. Quizás el rostro desesperado de Peeta o mis mejillas de un rojo furioso, en parte por el temor y la desesperación por marcharme.
— ¿Qué es lo que pasa?— pregunta papá mirándonos alternadamente.
—Debo irme ¡Ahora!— elevo la voz.
—No te vas a ir sin respuestas. ¿Dónde está mi hija? ¿Usted lo sabe señor Everdeen? Katniss no quiere decirme nada, hasta hace dos horas yo no tenía idea que soy padre, no sabía nada. Katniss me ha mentido todos estos años, me dijo antes de marcharse que había abortado y ahora se niega a revelarme información. Si es necesario levantaré cargos para retenerla pero no se va a ir otra vez sin decirme el paradero de la niña— su intento desesperado hace que mi padre suspire y Finnick tome asiento en silencio.
— ¿Katniss te dijo que abortó?— pregunta papá mirándome molesto.
—No le dije que aborté ¡Yo le dije que me deshice del problema!— aclaro.
—Me diste a entender que habías abortado, Katniss. Pero eso no me importa ahora, sólo dime dónde está ella. ¿Dónde está esa bebé?— su voz se quiebra. Siento lástima por él al ver su semblante atormentado.
—Y tú no le vas a decir ¿Verdad?— papá se cruza de brazos otra vez con la vista fija en mí. Todos ellos me miran como si yo fuese una maldita mujer, mentirosa y digna de ser condenada.
— ¡No! Y ustedes no se metan en esto. No tienes jurisdicción para reabrir un proceso cerrado papá, las cosas se dieron así. Es algo personal no tienes derecho a intervenir— lo miro advirtiéndole que no deseo que él se entrometa.
—No pienso reabrir un proceso de adopción cerrada pero lo que haces no está bien y hablo como tu padre no como policía. Actuaste de forma inmadura, te cerraste en tus propios rencores. ¿Crees que lo que haces está bien? ¿Qué tus decisiones fueron correctas? Deberías pensar en los demás antes de actuar precipitadamente Katniss. No tienes derecho a lastimar así a las personas porque no hacen lo que tú quieres.
— ¿Qué?— digo ofendida. —Es mi vida, son mis decisiones.
—Son tus decisiones mientras no vayas en contra de los demás— mi padre no va a apoyarme. Miro a Finnick para que me ayude.
—No sé Kat pero creo que él tiene derecho a saberlo— se encoge de hombros.
— ¿Tú sabes dónde está mi hija?— Peeta mira a Finnick. — ¿Y usted señor Everdeen, lo sabe? Todos aquí saben la verdad ¿Acaso no creen que merezco saber también?— sus manos van directamente a su cabeza, se frota la frente y tira de sus cabellos. —Te pedí perdón Katniss ¡Lo siento! Fue culpa mía, lo sé, no te apoyé cuando me lo dijiste, no estuve para ti cuando me necesitaste pero esta forma de torturarme no la merezco. He sufrido mucho tiempo sintiéndome culpable creyendo que te orillé a un aborto. Por favor— se acerca a mí. —Te lo suplico ¿Dónde está mi hija?
—Está en Florida— dice Papá. –No me mires así, si tú no se lo dices ahora mismo, lo haré yo. A mí también me mentiste, no me dijiste que tuviste una hija hasta un año después— mi padre me traiciona de la manera más cruel, quiero gritarle que se calle. Todo esto ya no es por mí. Prim merece tranquilidad y una vida feliz, Peeta va a perturbarla ¿Cómo va a crecer bien sabiendo que yo...?
— ¡Papá!— digo sollozando.
—Finnick, vamos a otra oficina— mi amigo obedece levantándose.
—Azucarillo, eres mi amiga, sabes que te quiero pero por una vez escucha. Has lo correcto— acaricia mi cabeza y sale tras mi padre.
Me quedo allí clavada al piso, nadie quiere comprender cómo me siento, el sacrificio que he tenido que hacer estos años mirando a mi hija sin poder llamarla mía. Verla crecer, año tras año y que sus risas, sus caricias, todo su amor no es para mí.
— ¿En qué parte de Florida está?— pregunta Peeta.
—Te narraré la historia, siéntate. Y si tienes tiempo, después, podemos ir allá. Te la mostraré, sólo si prometes no interferir en su vida. Ella es feliz, tiene una familia que la adora, buenos padres que la aman, quizás más que nosotros...
—Eso es imposible, nadie puede amarla más que nosotros— murmura.
—Mi madre sí— lo miro recordando...
Cerré los ojos cuando se la llevaban para no verla. Sabía que tenía que firmar los papeles ahora que ya había nacido, no quise hacerlo antes porque mi mamá me aconsejó esperar.
Me llevan a mi habitación para descansar, 18 horas de labor de parto me dejaron agotada, sólo quería dormir, dormir y no despertar.
—Despierta dormilona— era mi madre, horas después. – ¿Cómo estás?— preguntó mientras me acariciaba la frente.
—Como si hubiera bailado muchos días seguidos, me duelen las caderas— digo reponiéndome. — ¡Ay no puedo sentarme! Me arde— me quejé volviendo a dejarme vencer en la cama
—Katniss, la asistenta social ha venido a verte, dice que ya es hora que firmes los papeles.
— ¿Tan pronto?
—Sabes tan bien como yo que debías hacerlo antes de dar a luz. Ahora pasará un tiempo antes que ella pueda estar lista para ser adoptada. ¿Quién va a darle cariño en ese tiempo?— preguntó mientras sus ojos se humedecían.
—Ese ya no es mi problema— dije conteniendo mi llanto. —Diles que quiero firmar ahora e irme a casa pronto— me hice la fuerte para no caer.
—Yo... fui a verla. Quería al menos conocer su carita. Es muy bonita, tiene una piel tan blanca, parece muñeca de porcelana y esos ojos azules. ¡Son preciosos! Aun no tiene cabello, pero su pelusa es dorada, no como tú que tenías mucho pelito negro, creo que será rubia— mamá me sonrió visiblemente afectada.
—No debiste. Sabes que no podemos encariñarnos, será peor.
—También la cargué— una lágrima asomó en sus hermosos ojos azules.
—No me vas a ablandar mamá. No insistas— le dije girando mi rostro hacia la ventana.
—Tomó mi dedo con una de sus manitas, las tiene tan chiquitas.
— ¿Vas a seguir torturándome?— pregunté mirándola.
—Tomó este dedo— dijo mostrándome. —Mi dedo corazón...
—También es el dedo fuck you— dije con sarcasmo.
—Quizás tú estés lista para dejarla ir Katniss... pero yo no— la miré llorar y limpiarse sola sus lágrimas. –Sé que no he sido una buena madre para ti...
—Lo fuiste, lo eres. Soy yo la que no he sabido comprenderte. Te culpé por haber dejado a papá, por casarte, por seguir con tu vida...
—Ambas seguimos con nuestras vidas, te saqué de ese lugar tan verde, conocimos gran parte del país, viajamos, intenté hacerte feliz Katniss.
—Y encontraste el amor y pasé a segundo plano— susurré, no le estaba reclamando, sólo era una forma de hacerle saber cómo me hizo sentir cuando conoció a Plutarch.
—Tú siempre estuviste en primer lugar hija y lo sabes.
—Bueno al menos tienes más suerte en el amor que yo...— no terminé de hablar, pensé en el matrimonio armonioso que tiene, en mi padrastro que la adora y que todo este tiempo me trató muy bien, nunca reparó en gastos para hacerme sentir cómoda durante mi embrazo, incluso se mostraba positivo.
—Cédeme su custodia— mamá rompió el silencio.
— ¿Qué?— pregunté asombrada.
—Que me permitas adoptarla, es parte mía también, lleva mi sangre. Tú sabes que Plutarch y yo no pudimos tener hijos... ¡No podré vivir sabiendo que mi nieta está en un orfanato! ¡No! Vámonos de aquí, no les firmes nada a esas asistentas, diles que te arrepentiste y déjame cuidar de ella. Ya he hablado con Plutarch él también la quiere. Por favor hija, déjanos darle un hogar ¿No querías que tenga una familia? Nosotros podemos dársela.
— ¿Y yo? ¿Cómo crees que me sentiré?— ya no pude contener mis lágrimas.
— ¿Crees que te sentirás mejor lejos de ella? ¿Sin saber dónde está, si es bien tratada, si está sufriendo?
—Pero yo también la quiero, aunque he tratado de no sentir nada por ella— confesé mientras lloraba.
—Será tu hermana ¿No crees que eso es lo mejor? Puedes continuar con tu vida y verla cuando quieras, podrás permitirte amarla, darle cariño. Verla crecer.
—No sé si pueda— suspiré.
—Es lo mejor para todos. No vivirás pensando en la criatura que abandonaste, yo no me torturaré recordando a mi nieta recién nacida. Y ella... va a crecer feliz, con una familia que la ama. Va a tener la mejor hermana que alguien pueda soñar.
Nos abrazamos y lloramos juntas un largo rato, después me dieron de alta y nos fuimos a casa. Había una cuna en la habitación de mamá y Plutarch, luego acondicionaron una habitación para la pequeña Primrose. Le pusieron así porque son las flores favoritas de mamá. Yo fui a la universidad ese otoño y volvía a casa al menos una vez al mes. Pasaba mis feriados y días de fiesta jugando con ella, estuve allí cuando aprendió a caminar, a hablar. Creció hermosa, bastante traviesa y mandona. Todos las llamamos Prim...
—¿Prim?— susurra Peeta sonriendo.
—Esa es toda la verdad— vuelvo a la realidad, seis años después estamos aquí, Peeta y yo, hablando de la hija que no pudimos criar juntos.
PEETA POV
Y te sigo amando corazón cobarde,
a pesar de tus mentiras y del tiempo.
Nuestro amor fue demasiado intenso.
Fue la magia, el silencio, las miradas,
el paraíso de tus ojos.
Me rompiste el corazón sólo una vez
pero tu recuerdo lo hace cada día.
Mírame corazón cobarde y dime que me has olvidado,
dime que borraste mi recuerdo.
Libérame de tus cadenas, échame al olvido y déjame marchar.
Solo espera que termine de recoger
lo que queda del que una vez fui,
el que ya no soy, el que nunca seré.
Déjame olvidar ese futuro que ya no tendremos.
—Te agradezco que me lo hayas contado, Katniss— tomo su mano pero no me atrevo a secar sus lágrimas. – ¿Tu mamá la adoptó?— pregunto.
—Sí, unas semanas después que Prim nació, firmé los papeles cediéndoles su custodia. Su nombre es Primrose Heavensbee, mi hermana.
— ¿La ves seguido? ¿Vives con ella?— pregunto.
—Bastante seguido. No, yo vivo en el centro, rento un departamento. Le prometí estar en casa para el 4 de julio. Le gustan los fuegos artificiales, se ha quemado el cabello más de una vez por robarse las bengalas. Con lo que ella ama su cabello—sonríe.
— ¿De qué color es?— pregunto intentando formarme una imagen mental.
—Rubio como el tuyo pero con ondas. Es muy vanidosa la enana, siempre lo lleva suelto—suspira.
— ¿Podré verla?— pregunto sin esperar mucho de su parte. Sé que contarme su historia le dolió.
—Hagamos algo. Terminemos esta "tormenta" aquí, resolvamos ese asunto. Ambos queremos saber la verdad y ver a los culpables siendo castigados. Luego, podemos ir. Hablaré con mamá.
— ¿Me prometes que la veré?— necesito su palabra.
—Lo prometo Peeta. Aunque mi madre no quiera recibirte en su casa, te doy mi palabra que al menos de lejos podrás verla. Prométeme tú que no vas a interferir en sus vidas. Que no destruirás su mundo— pide.
—Lo prometo Katniss. Me mantendré al margen— fue la promesa más difícil de hacer. ¿Cómo prometerle que podré olvidar?
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Ahora ya saben la verdad. ¿Peeta conocerá a su hija? ¿Estuvo bien lo que hizo Katniss? Espero comentarios.
Gracias por leer
PATITO
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