Capítulo 1
El dolor que te ocasiona una decepción es directamente proporcional a la cantidad de ilusión imaginada
KATNISS POV
El camino hacia Laconia, New Hampshire sigue tan verde como siempre, parece que nada ha cambiado. Los mismos árboles frondosos, los mismos lagos cristalinos que tanto amaba. Sin embargo en estos seis años fuera, puedo intuir que nada es igual a cómo lo dejé.
Un día me fui de aquí huyendo, después de haber cometido el peor error de mi vida. Pero ese error no fue embarazarme, la equivocación que cometí fue confiar y entregarme a alguien que con su inmadurez, me demostró que aquellas palabras bonitas que me decía al oído, eran sólo cuentos para llevarme a la cama.
Sé que sigue odiándome, por lo que me han dicho. Una amistad en común hace un par de años me contó que se refirió a mí con palabras duras.
No me importa su rencor, me tiene sin cuidado. Yo tomé la decisión de resolver el problema a mí manera, quizás apresuradamente...
¡Por dios tenía 17 años! ¿Qué se le puede pedir a una niña?
Hice lo que tenía que hacer, con o sin el apoyo de Peeta, puse fin al problema y continué con mi vida.
Las románticas dirán que soy un monstruo, he leído cientos de páginas y testimonios de mujeres que optaron por la maternidad... yo no.
Yo quería más del mundo.
Tenía grandes sueños, aspiraciones y metas que cumplir. No quise ser una estadística más de madres adolescentes.
Varios años atrás...
—Son dos rayitas Peeta— respiro con dificultad sacando de mi bolso la prueba de embarazo que minutos antes me hice en la escuela. No podía esperar para decírselo, estoy realmente asustada, siento que el mundo se me viene encima
— ¿Eso quiere decir...?- murmura sin poder terminar de hablar. Teníamos nuestras dudas desde hace unos días. Las náuseas matutinas y las repetidas visitas al baño para devolver mi comida me hicieron ponerme en alerta. Y no le oculté a mi novio mis miedos.
—Estoy embarazada... vamos... vamos a tener un bebé— la idea de ser madre me aterra. Por lo que sé, parir es doloroso. Muy doloroso, sin contar que por mi edad quizá me tengan que hospitalizar, operar, llenar de agujas. Y mi vientre va a crecer, mis padres se van a dar cuenta... ¡Y van a matarme! Estoy segura que mi mamá vendrá a Laconia apenas se entere. Y papá va a perseguir a Peeta con su arco y sus flechas.
—No es posible...
—Hicimos el amor ¡Claro que es posible!
—Pero me protegí ¡Usé preservativo!— responde elevando la voz.
—Al final... quizás, quizás...— respiro profundamente y busco esconder mi rostro detrás de mis manos. ¡Fuimos tan idiotas! Es cierto, usamos preservativo pero en un inicio no... no era la primera vez que lo hacíamos aunque él nunca había terminado dentro de mí. Para eso habíamos comprado una tira de condones para que acabara en mi interior. ¿Estaría roto? O tal vez, sólo tal vez algunos espermatozoides lograron colarse antes de que se ponga el condón. ¿Cómo saberlo?
— ¿Qué vamos a hacer Katniss?— suspira asustado llevando sus manos a los ojos, ocultando sus bellas orbes azules.
— ¿Qué? ¿Cómo que qué?— me separo de él golpeando su hombro para que me mire.
— ¡Que no sé qué debemos hacer!— grita. Noto lo aterrado que está. Cualquiera lo estaría con los padres que tiene. Una madre abusiva y un padre sin carácter.
—No lo sé...
—Mamá va a matarme— suspira. –Y... estoy... estoy esperando una beca para ir a la universidad— se lleva las manos al cabello rubio.
—Yo también tengo planes ¿Lo olvidas?— digo a manera de reproche. —Yo también estoy asustada, Peeta.
— ¿Es mío, verdad?— pregunta. Me le quedo mirando como si no lo conociera.
— ¿Qué?— digo temblando como una hoja. No sé si de rabia o nervios.
—Sólo es una pregunta, Katniss, quiero estar seguro, lo siento.
—No tengo que responder a eso ¡Imbécil!— me levanto para mirarlo. —Sólo di que no quieres hacerte cargo... es más fácil que preguntar si es tuyo— lo encaro, mis manos se tensaron en puños, si vuelve a decir algo más voy a golpearlo tan fuerte como para romperle un hueso.
— ¿Por qué no quisiste la pastilla?— se lamenta. Recordé el día siguiente que lo hicimos, él me ofreció comprar una pastilla del día después pero yo le dije que no. Habíamos usado correctamente el condón, me pareció un desperdicio. Además sé que causan vómitos y malestares.
—Bueno ya no funciona ¿No?— replico con sarcasmo.
— ¡Tenemos 17 años!— estalla.
—No me digas ¿Qué crees que soy tan boba que no sé mi edad?
No responde, sólo está allí sentado sobre el césped, con el fondo del pequeño bosque tras el parque Memorial al que siempre veníamos a besuquearnos. Se frota los ojos, se pasa las manos por la frente, masajea sus sienes. Parece que se le ha muerto alguien. Sí claro, su libertad.
Camino hacia mi bicicleta, si Peeta no va a hacer o decir nada, estoy perdiendo mi tiempo, mejor me voy a intentar pensar cómo enfrentar la situación yo sola.
— ¡Katniss!— escucho que me llama pero no viene por mí. No me detiene, ni siquiera se levanta del suelo. Antes de entrar en la avenida volteo a mirar, sigue allí pero ahora se ha echado sobre la hierba.
No encontré el apoyo que buscaba en él, tarda cinco días en comunicarse. Fueron los peores y más espantosos de mi corta vida.
Las tinieblas alcanzan mi herido corazón, desesperada, ansiosa y con un profundo sentimiento de soledad y reproche, decido que debo hacer algo ya que no cuento con la ayuda ni la protección de Peeta.
Mis padres están separados. Mamá vive en Florida, le ofrecieron un buen puesto en la cadena de fármacos en la que trabaja y papá no quiso seguirla. Para él, la vida en el bosque y en Laconia no tiene igual. De eso hace como 10 años y yo intento estar con los dos, un tiempo aquí y otro allá. Pero ya no hay salvación para ellos, mamá tiene un esposo nuevo, es dueño de varias farmacias, están intentando tener otro hijo, ella es tan joven todavía, apenas tiene 36 años, yo fui su metida de pata, aunque sé que amaba mucho a papá, no pudo soportar que él no quisiera ayudarle a seguir con sus sueños.
Al tercer día muy temprano le llamo a mamá y luego de conversar largo y tendido, intentando ser lo más madura posible, decide venir en mi ayuda. Lo importante para mí, es que mi padre no lo sepa. Eso quiero evitarlo a toda costa. No voy a decepcionarlo, yo vine a Laconia para hacerle compañía estos dos últimos años de escuela, no imaginaba que sería tan tonta para embarazarme de mi primer novio.
Me encuentro con mamá esa misma noche en Concord, la ciudad más cercana. Y tras una larga conversación decido acompañarla a una clínica para darle fin al problema.
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—Ya llegamos, reservé una habitación pero sólo por un día ¿Crees que podamos conseguir una pensión?— pregunta Gale. La televisora nos había designado para trabajar juntos en este caso.
—Claro que podemos, yo conozco varias, deja que nos instalemos.
— ¿Tu padre no vive aquí?— pregunta.
—Sí, pero está viviendo con una mujer, no pienso pedirle alojamiento, no sería correcto. Además la señora esa tiene tres hijos pequeños, su casa debe estar llena.
—Entiendo, también tengo un padre con otra familia, prefería dormir en la calle— me sonríe.
Algo bueno que tiene Gale es que no habla mucho y me comprende lo que le quiero decir sin necesidad de volver a explicarle las cosas. Me agrada, es por eso que tenemos una amistad especial. Con algunos derechos adquiridos con el tiempo. Trabajamos juntos, nos movemos juntos, es lógico que con tanta cercanía haya surgido una especie de complicidad romántica. Nada formal ni que nos comprometa. Ambos llenamos nuestras mutuas soledades.
Luego de encontrar el lugar que había reservado nos pusimos a trabajar en el asunto. El problema es el siguiente. Un escándalo por extraños embarazos adolescentes envuelve la preparatoria del pueblo.
—Vamos a tener un pequeño problema aquí Gale— confieso, hasta ese momento yo jamás le he dicho una sola palabra de este lugar o de mi pasado.
— ¿Problema? ¿Con qué o con quién? — pregunta.
—Yo no fui honesta con el director del noticiero, me designaron a mí porque creyeron que al haber nacido en este pueblo podría tener alguna ventaja pero estaban en un error.
— ¿No es así? ¿Pasó algo que no sabemos?
— ¡Exactamente!
— ¿Quieres hablar de ello? Si gustas yo puedo hacer las entrevistas...
—Si quiero hablarlo, ahora estoy preparada.
—Escucho.
—Cuando tenía 17 años, quedé embarazada de mi novio pero él no me respondió como yo esperaba.
— ¿Qué hiciste con el bebé?— me pregunta asombrado.
—Resolví el problema, no quiero entrar en detalles, el punto es que aquel idiota que me falló, es ahora el director de la escuela que vamos a investigar— Gale suelta un silbido de sorpresa.
— ¿Crees que se oponga a las entrevistas? ¿Ustedes terminaron mal?
—Él me odia. Cuando ya había "resuelto el problema" me llamó para decirme que si quería al bebé...
—Carambas, responde lento. Pero aun así, el idiota fue él no tú.
—No sé cómo reaccione cuando me vea.
—Lo averiguaremos mañana, ya llegaron los del New York times y los del Heraldo. No creo que se la tome contigo, podríamos acusarlo de obstaculizar a la prensa— me sonríe. –No te preocupes Catnip, actúa como si no lo conocieras y si se pone grosero contigo, aquí estoy yo— me sonríe nuevamente. Gale es muy apuesto, sé que sabrá defenderme pero no lo necesito para eso. Yo sola puedo darle cara a Peeta Mellark.
—Eres un encanto— le doy un beso en la mejilla para agradecerle. Se ríe y va a ocuparse de su cámara y sus grabadoras.
Me cuesta conciliar el sueño, miro hacia el río por mi ventana, es primavera y el aromad e las flores nocturnas me llena de recuerdos. Sé que el primer encuentro va a ser el más difícil. Luego tendrá que soportarme. Mal por él si le molestaba mi presencia, yo vine a trabajar y su escuela está en el ojo de la tormenta en este momento, así que sus susceptibilidades me tienen sin cuidado.
"Ódiame Peeta Mellark, ódiame porque vas a tener que soportarme mientras investigo en tu escuela. Aborréceme, maldíceme, despréciame. ¡No me importa! Al menos yo no fui cobarde aquella vez. No me escondí, no evadí el problema."
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¿Qué opinan de Katniss? ¿Hizo bien? ¿Hizo mal? ¿Peeta se acobardó? Sé que es un tema difícil para todos.
Gracias por leer
PATITO
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