5.
La puerta se azotó. Habían pasos fuertes y furiosos que se dirigieron con rapidez hasta la sala de la casa. Su compañero de habitación al percatarse de que había llegado, dejó la comida que estaba preparando, y vio a YoonGi tirar sus cosas de forma violenta mientras pateaba todo. Asustado porque el dueño como tal de la casa no estaba, pero podía llegar; fue que corrió donde se encontraba, buscando detenerlo. Le agarró de los hombros, mirando su rostro. El cabello cubría sus ojos.
—YoonGi, tranquilo. Siéntate y respira —susurró, suave.
El mencionado lo hizo, sentándose mientras respiraba de forma fuerte. Podía sentirlo. Estaba agitado, nervioso, pero enojado. Se fue a apagar la estufa, porque se le podía quemar lo que estaba haciendo, y llevó una botella de agua al otro, quien seguía sentado. Se la dio, sentándose de igual forma para saber qué había ocurrido.
El pálido se apartó un tanto sus cabellos, abriendo la botella de agua con fuerza y bebió un gran buche. Fue ahí que sus ojos se percataron de que el otro parecía haber llorado. Se alertó, imagínate, YoonGi nunca había llegado así de afectado a la casa en todo el tiempo que tenía conocimiento de él.
—YoonGi, ¿qué pasa? ¿Fue algo en tu trabajo? ¿Tus papás?
Negó, bebiendo más agua. Miró el techo, suspirando antes de hablar de nuevo.
—Hace años me preguntaste si alguna vez yo había tenido pareja, ¿verdad? Te dije que no tenía buena suerte en eso, y que me habían dejado de un día al otro, como si nada. Ha pasado tiempo, ¿no? Hace años te conté esto.
HoSeok asintió, lo recordaba, aunque fuese un poco. Eso había sido al principio, cuando ambos habían estado buscando una casa para acercarse más a la universidad, y la dueña de esta rentaba habitaciones para chicos universitarios. Entonces, los dos habían accedido a ese sitio y se conocieron allí. Habían pasado años, sin problemas, conociéndose.
—Sí.
—Tengo que decirte que hace una semana, supongo, apareció de nuevo. Frente a mi llegó la persona que me dejó.
HoSeok se asombró, acercándose a él cuando se sentó a su lado. Se notaba a leguas la curiosidad.
—¿Y qué más?
—Me dijo que necesitaba unas flores para una boda. Inclusive, pensé que... era él quien se iba a casar, pero es su hermano —dijo, mirando a su compañero. HoSeok estaba muy al pendiente de él—. Pues nada, ahí no pasó nada y estuve contento, porque pensé que... que no iba a verlo de nuevo, hasta que... se presentó hoy afuera de la tienda.
—¿A tu negocio?
—Sí, vino a entregar la invitación de su hermano. No me llevo mal con él, así que en un principio estuve de acuerdo en ir. Total, era para la ceremonia y un poco de la fiesta y me iba porque no conozco a casi nadie, pero... —este comenzó a mirar a otro lado, con la voz temblorosa— él vino como si nada a decirme que se arrepentía de lo que había hecho, de que había sido un niño que no había comprendido la magnitud del problema, y que quería retornar la amistad conmigo, posiblemente.
El otro asintió.
—Bueno, supongo que es normal. Uno ya tan grande sabe que estar sufriendo no es bueno.
—Claro, pero a él le gusta verme sufrir. ¿Sabes? Vino a decirme que «me amaba», a pesar de todo, a pesar de estos años y... no supe cómo sentirme. Recordé en esos momentos, cómo me sentía cuando yo lo buscaba y él no me quería ver, cuando yo rogaba por esa estúpida frase, y se quedaba callado, hasta le supliqué... nada hizo al verme. Me entró una furia que me dieron ganas de matarlo ahí mismo. En realidad no sé cuándo pensó que eso sería buena idea decirme eso.
Su amigo se quedó en silencio porque como no sabía mucho del tema, lo mejor era no hablar de más, para luego pasar una de sus manos por sus cabellos rubios.
—Entonces, ¿qué harás con la boda?
—Pues no iré. Con la cólera que me cargaba le tiré la invitación y me fui. Supongo que puedo verla por internet. Siempre hay alguien quien se filtra en esas cosas.
El pelirrojo se quedó un tanto extrañado cuando le comentó eso.
—¿Tienes familia suya en Facebook?
—Ah, no.
—¿Y cómo la vas a ver por internet?
Ahí fue que se dio cuenta de que no le había dicho jamás de quiénes se estaba refiriendo. Tomó su dispositivo, buscando el nombre de TaeHyung en internet, y se lo mostró. Al principio, HoSeok no pareció entender, hasta que ató cabos sueltos y sorprendido fue que lo señaló.
—¿Es él?
—Sí, él es quien se va a casar.
—¿Tú lo conoces entonces desde hace tiempo? —preguntó, todavía sin creerlo. Se pasó mirando la foto bastante rato.
—Sí, hace años, cuando éramos todos unos niños estúpidos. Siempre deseó casarse temprano, decía que iba a encontrar su alma gemela y que no tardaría nada en unirla a su vida para siempre, allí la tiene ahora.
Le entregó su celular de vuelta, levantándose y colocó sus manos en su cintura. Menuda cintura, cabe recalcar. Fina y masculina.
—Creo que los problemas que tengas con... ¿quién es el otro?
YoonGi buscó sin querer la foto de JeongGuk, mostrándola a su compañero. Este asintió de igual manera sorprendido porque seguro no se lo estaba esperando. También lo conocía. Recordaba que él cantaba par de canciones suyas.
—Óyeme pues, tremendo hombre, eh —se rió, mirando la imagen. YoonGi le miró con mala cara, haciendo que dejara de hacerlo—. Cualquier cosa, su hermano no tiene la culpa de esa estupidez que ha hecho ese cantante todo bueno que me hace perder la heterosexualidad. Además, hombre... Tener rencor no es bueno, lo sabes.
—Es inevitable, ¿cómo quieres que me alegre por alguien que jugó conmigo y prefirió el dinero?
—Ahí no tengo forma de cómo responderte, en verdad. Haz siempre lo que creas conveniente, pero que esto que escojas, no te mate por dentro, ¿si?
El otro asintió, notando cómo su compañero se iba para entrar a la cocina.
***
Justo a la mañana siguiente, el sonido de la campana le hizo voltear. Era extraño que la gente pudiese ir tan temprano. Cuando se dio cuenta, era TaeHyung. Se limpió las manos, mirándole.
—Buenos días —le dijo el modelo, sonriendo. Se acercó hasta él, dándole un beso en cada mejilla. YoonGi se avergonzó un tanto. El otro siempre tenía manías un poco alocadas—. ¿Cómo estás?
—Ah, bien, bien, ¿tú?
—Perfecto como siempre.
YoonGi suspiró.
—¿Y para qué vienes?
—Tú lo sabes —contestó, sacando de la cartera una invitación. De pronto le llegó el mal sabor a JeongGuk, y se negó antes de que pudiera siquiera extenderla hasta su lado. El modelo la llevó a su lado aunque no quisiera, poniendo la misma en su mano—. YoonGi, hombre, acéptala. Te la estoy dando yo, olvídate de JeongGuk por unos segundos.
—No —contestó de inmediato—. No quiero tener que verlo de nuevo.
—No sé qué te habrá dicho ese idiota, pero yo te lo estoy pidiendo YoonGi, por favor. Le he contado a mamá y está emocionada por verte de nuevo, ni qué decir de papá, me ha dicho que quiere contarte sus viajes a zonas tropicales y que ha investigado de diversas plantas.
Min mordió su labio inferior. Esas historias le encantaban y moría por escucharlas. El padre de los hermanos era muy aventurero, por lo que le contaba relatos acerca de sus huidas a zonas tropicales con densa flora y fauna en donde estudiaba lo más preciado para ambos, las flores, las plantas, vegetación. La mamá de ellos era un amor, suave y carismática, dulce, recordaba que hacía unas galletas deliciosas y en un principio le había enseñado a cómo tejer. Una lástima que la vida les hubiese separado.
—Lo sé, lo sé, pero busco mantener la calma ante esto. Digo, han aparecido de repente en mi vida de nuevo y no quiero que pasen cosas... extrañas. Todo ha sido muy rápido.
—No te preocupes por eso, te pondré lejos de JeongGuk, no tienes que pensar mucho en ello —respondió con una sonrisa suave y esos ojos brillantes que pedían a gritos que fuera, porque no iba a poder soportarlo. YoonGi desvió sus ojos, sonriendo.
—Ya, ya. Eres un tramposo, sabes que no puedo negarme cuando me miras así —dijo, riéndose y tocando un poco su hombro para enfocarse en sus plantas—. Ahora creo que tienes cosas que hacer, la verdad.
—Sí, tengo demasiadas. Una lástima. Peeeerooo... Quizá podemos ir a comer hoy cuando salgas, ¿qué dices?
Se giró, sonriendo.
—¿Tu novia no dirá nada?
—No, la voy a invitar también. Invita tú a una amiga o... amigo, uno qué sabe —dijo, riéndose. YoonGi lo hizo también, asintiendo. Pronto se fue el muchacho, dejándole solo. Le agradaba más él que su hermano. Pero decidió no pensar en ello debido a que podría ponerse furioso de pronto.
Pasó el tiempo atendiendo a uno que otro cliente que llegaba y personas que venían a recoger lo que habían pedido. Por lo que la tarde se le fue algo rápida, y la gente que le ayudaba lo mantenía de igual forma entretenido a lo que pasaba el tiempo. Cuando terminó, tomó su celular un rato, pero un mensaje de HoSeok le hizo desviarse de su atención de cerrar el local. Con cuidado a caerse se sentó en una de las sillas cerca de las mesas.
HoSeok:
YoonGi, tienes problemas. Has salido en televisión y no es nada bueno.
En la foto salía justo el momento en donde estaba peleando con JeongGuk la tarde anterior. Se podía ver su cara enojada, y el cantante le miraba con tristeza. De pronto se asustó, porque ahora pensando, alguien les estaba vigilando y le había sacado una foto que podría malinterpretarse. Volvió a ver la fotografía, encontrando el título amarillista en la parte de abajo.
¿Nuevo amor de JeongGuk? ¿Es gay? ¡Lo rechazó!
Respiró hondo buscando una tranquilidad que justamente en esos segundos no había antes de que se levantara a tirar la silla en donde estaba sentado. ¡Maldita fuera ese hombre! Era el mismísimo diablo. Se llevó las manos a su cabeza, apretando sus hebras rubias. Seguro que se estaban poniendo de acuerdo para ponerlo como el malo del cuento, pues claro, ¡tremenda foto que tenían! Tomó el celular de repente, escribiendo.
YoonGi:
Iré en un momento a casa.
Bueno, pues la cena con TaeHyung no iba a ningún lado. Tomó sus cosas antes de irse, cerrando el local y cuando se dio la vuelta, un destello le hizo detenerse con sobresalto. Sus manos temblaron, moviéndose un tanto por donde pudo ver el rayo. O se había escondido o se había ido, porque no lo veía. Más rápido que la luz corrió hasta su vehículo, entrando a este.
—Jesús, no, por favor no, soy una persona introvertida extremadamente tímida que no sabe hablar en público porque le da pánico, se le pone la cara roja y no me sale ni la voz, ¡ayúdame, no me ahorques tanto! —vociferó, negando. Salió de allí con rapidez, encaminándose a su casa. La verdad es que sentía que poco a poco estaba teniendo mala suerte, porque no era posible que cuando aparecieran ellos, las cosas le iban mal de la nada. Seguro que tenían una maldición encima y se le estaban pegando las malas energías.
Por el camino se fijó en el dibujo donde indicaba la falta de gasolina. A eso de dos cuadras más se encontró con una gasolinera vacía, donde habían tres señores rechonchos bebiendo afuera, sentados en una mesa coja. Se estacionó en una de las bombas, abriendo la tapa y salió del auto con su cartera. Ignoró a los alcohólicos de al lado, entrando al sitio. Habían par de muchachas comiendo allí, que se le quedaron mirando justo cuando se dirigió a la caja, donde estaba de pie un hombre mascando chicle con un audífono puesto.
—Veinte dólares a la bomba uno.
Le dio lo que le dijo al instante, y este asintió. Salió de allí, caminando hasta su auto, pero una de las chiquillas le siguió. Entonces, la miró antes de tomar la pistola.
—¿Eres el muchacho que rechazó a JeongGuk? —preguntó. YoonGi suspiró. ¿Cómo era posible que lo reconociera cuando la foto había sido de perfil? Se puso a pensar, hasta que llegó a una solución. Quizás, la persona que les había sacado la foto, también se había movido para que se viera bien su cara. Se quiso dar una bofetada.
—No.
—No mientas, eres tú. Tú rechazaste a JeongGuk. ¿Te crees con el derecho de poder gritarle a tremendo dios?
El otro colocó la pistola en el círculo, apretando el botón para que la gasolina corriera. Se apoyó en su auto, mirándola con fastidio.
—Chica, mira. Cuando tú conoces a alguien que es tóxico, ¿te quedas con él?
—JeongGuk es la mejor persona que he conocido en la vida, no es tóxico, ni malo, eso eres tú. Tú quieres dañar la reputación del mejor cantante de todo Corea del Sur.
Dios, qué estupideces se mandaba la muchacha. Miró al establecimiento, percatándose de que las otras muchachas también estaban mirando. Qué jodienda.
—Cree entonces lo que quieras. Ve y dile a tu dios lo perfecto que es, comételo con mayonesa y a mi déjame quieto.
La muchacha se fue enojada, dando pisadas fuertes y rápidas. YoonGi terminó por echarle la gasolina a su carro, suspirando al ver como empezaban a hablar mientras le miraban mal. Puso la pistola en donde iba, cerrando la tapa y se metió rápido al auto, dando un golpetazo al volante, afirmando lo que creía haber pensado.
Esa gente daba mala suerte.
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