2.
Justo simplemente cinco años después.
***
Entonces, allí estaba el nudo de toda la problemática que tenían ambos. El otro dijo, con enojo.
—Justamente no tienen ese tipo de planta y ella está encaprichada con esas flores. Que si las quiere en la entrada, que si las quiere en el centro de mesa y que si las quiere en el ramo. ¡Pero es que no las consigo en ningún sitio! O no están, o vienen en camino, o es que no se puede, ¡qué mierda!
JeongGuk dejó de ver su celular, para fijar su atención a su hermano mayor. TaeHyung naturalmente era bastante risueño, un tipo serio, pero carismático y lo tenía todo para ser una persona en el ojo público, pero justo ahora, todo despeinado y con ropas anchas, parecía sacado de otro mundo. Él era una persona que después de él haber prosperado en el mundo de la fama, se convirtió en tendencia porque vestía bastante bien. De pronto a sus fanáticas el estilo de su hermano le había parecido atrayente y las contrataciones y ofertas que le venían a él, también le empezaron a llegar a TaeHyung. Total, no había problema ninguno, la envidia no estaba presente entre los dos. Las cosas inclusive después de su hermano comenzaron a mejorar en su casa, y las obtenciones fueron mayores, por lo que ahora sus parientes más cercanos vivían en un plácido condado en una de las zonas más lujosas y turísticas del país.
Pero dejando eso de lado, él había tenido más suerte en el amor que el propio JeongGuk. El castaño apartó pronto la mirada, suspirando. Aquel sitio era grande. Claro, había tenido que atenderlo a pesar de que estaba en su trabajo, trabajo que no se estaba completando como era debido. Se había mantenido componiendo sus canciones hasta cuando llegó el otro quejándose a viva voz, pero estaba bien, porque ya estaba llegando ese horripilante momento en su carrera en donde las palabras no daban para más, y ya no sabía qué hacer con su vida. La inspiración se le había ido directo a la mierda.
Suspiró.
—Bueno, se tendrá que conformar con otras si no hay en ningún lugar —dijo, mirando la hoja en blanco a su izquierda. Reposaba tranquila y sarcásticamente, brillante. Se burlaba de su poca capacidad para poder escribir. Miró a su hermano, quien le observaba con los brazos en su cintura, molesto y se echó hacia atrás con duda—. ¿Qué? Es lo que hay, además, habiendo tantas flores normales. Que si rosas blancas, que si lirios, que si las hortensias o los tulipanes. ¿Por qué está tan obsesionada con esas?
—Pues la verdad es que no sé porque tiene tanta cosa con esas flores, seguramente fue que buscó su significado con la suegra. Intentaré buscar en otras zonas, aunque dudo que las pueda encontrar, dicen que es difícil de obtener porque si la cortan al instante se muere, pero hay que ver. Para eso necesito que me acompañes, sabes que no me gusta siquiera ir a comprar esas cosas.
—Tsk, ahora no, estoy en el proceso de escribir una canción.
El otro se le acercó, mirando el papel en blanco y luego observó al castaño con incredulidad antes de decir.
—Ni siquiera has hecho un garabato, JeongGuk.
—La verdad es que me falta inspiración —admitió, con fatiga. Su hermano mayor entonces le dio par de palmadas en su hombro izquierdo.
—Pues entonces, ven conmigo. Quizás las flores te ayuden a encontrar el sentido de tu vida. No espero un no por respuesta.
Su hermano mayor se fue, dejándole solo en la gran habitación. JeongGuk acomodó las cosas donde iba, dejándolos un tanto desordenados porque no era importante. ¿Qué interesante tenía ver el papel pálido y el lápiz listo si las palabras no salían de ningún lado? Se levantó con pesar, dejando crujir sus brazos y sus rodillas. Rodeó el escritorio, observando. El sitio era cómodo, tenía que decir. Era un lugar abierto, con dos o tres ventanales que le dejaban ver un poco de la ciudad. Se paredes oscuras y lámparas con luces tenues. Lo que habían eran par de muebles pequeños, para así no tener visitas que le molestaran mientras decidía escribir o practicar un poco de sus coreografías.
Pero últimamente no se sentía con ganas de nada. Sabía muy bien porqué era, pero no había caso en explicarlo. Con los ojos cansados, ojeras y nada de maquillaje, salió de aquel lugar con las llaves del automóvil en las manos. Caminó con suavidad por todo el pasillo, observando los mismos. Estos ya no eran oscuros, sino que permanecían con un rubio ceniza muy lindo y elegante.
Al salir de allí se encontró con las personas de la agencia. Tanto algunos maquillistas, profesionales en el escenario, de cine, esas cosas. Los saludó a todos con una sonrisa cansada. También habían otros artistas de la misma empresa, a los cuales se les acercó para hablar un poco. Ellos sí se notaban joviales y sin nada de cansancio, pues ya se había acabado su temporada por unos cuantos meses, y ellos empezaban a grabar sus álbumes, promociones y giras.
Al ya estar afuera, en el estacionamiento privado, se encaminó hasta el automóvil de su hermano. Abrió la puerta, sentándose en el copiloto. Este permanecía hablando por teléfono en el automóvil, así que procuró terminar rápido la conversación.
—Pues iré a ver las flores, y te lo juro. Si no están en las que busque, te vas a tener que comer las que yo te lleve sin queja alguna —JeongGuk se puso el cinturón, viendo el enojo de TaeHyung. Seguramente estaba hablando con la prometida. Se rió un tanto, mirando por la ventanilla oscura el lugar. Estaba un tanto solitario—. Ya te lo dije, las que encuentre te las voy a llevar. Eso te pasa por no acompañarme y pensar que hacerte un facial es mejor que acompañar a tu futuro esposo y fíjate que si te quejas vas a ser tú la que las vayas a comprar, por ser tan exigente.
Se escuchó una habladuría bien aguda al otro lado del celular, y TaeHyung cortó luego de unas cuantas palabras más. JeongGuk le miraba con una sonrisa.
—Tsk, ¿por qué será que las chicas son tan exigentes?
—No puedes decir que tu novia es exigente cuando tú obligaste a nuestros padres a ir a la capilla más famosa del país para que ahí fuese tu boda, ¿no?
El otro se giró, indignado.
—Bueno, ¿tú eres su hermano o qué?
—Ya, ya, vámonos, exagerado.
Los dos salieron de allí al radiante sol de la ciudad. Cerca de las edificaciones de la empresa habían apartamentos y tiendas de comida cercanas. Cuando JeongGuk era menos conocido, iba casi siempre a la tienda de una señora bien buena gente, hacia unas comidas coreanas exquisitas que le recordaban a su tiempo en Corea del Sur. Ahora, con un par de años pasados, la tienda ya no existía. Su dueña se había ido a otra parte, y actualmente vendían ropa de baja costura allí. Una lástima porque hacia tiempo que no probaba de su propia comida de su país natal.
La búsqueda entonces de floristerías comenzó. Las más cercanas eran inútiles por obvias razones, y es que ya habían ido allí al principio y cuando habían tenido más tiempo, pero no, no estaban en ningún lado las dichosas flores. Así que los hermanos decidieron expandir la búsqueda a zonas más alejadas del lugar. Y aunque en las diversas floristerías habían otras, no había ninguna de la que estaban buscando, ni otras que fuesen más bonitas o cuando se llamaba a la novia, esta decía que no le gustaba y que no estaba convencida de esas.
Por lo que se extendió inclusive más lejos y con más tiempo, ya que se tardaban sus buenos minutos en ir y venir de un lado al otro. Las pobres muchachas le decían que no tenían porque además de costosas, traían o pocas o no podían ser cortadas (algo que quería la novia para su ramo, porque ni modo que llevara la planta con las raíces también. Así que, harto de la situación de tener que estar buscando flores de aquí para allá, TaeHyung le dejó en claro que iba a visitar una última floristería, y que si no la tenía, iba a decidirse por otra que hubiese en el lugar sea como sea. Al parecer, la fémina comenzó a pelear, pero al escuchar que estaba tan determinado con la decisión, de otra no le quedó que aceptar el hecho que muy posiblemente se iba a suscitar.
Al llegar al sitio, TaeHyung se detuvo, mirando a JeongGuk.
—Ve tú —mandó, haciendo que el menor le mirara indignado—. ¿Qué? De todos los viajes que hemos hecho, te has bajado solamente a dos, y estoy muy cansado. Anda, que después te compro lo que quieras para comer.
Y si JeongGuk tenía un punto débil, debía admitir que era muy sensible y persuasivo con la comida. Por lo que tomó la tarjeta de crédito del mayor, mirándole con los ojos llenos de molestia antes de bajarse del carro. Seguía haciendo un sol tremendo, por lo que el calor y el asfalto eran mala combinación. Cerró un poco sus ojos. Aquella floristería era de color verde con diversas flores de la distinta gama de colores que solo eran capaces de ver los humanos. Se quedó observando un tanto antes de entrar. La puerta resonó con un débil chasquido que lo produjo una campana en la parte superior.
No había mucha gente, así que sacó su celular y la foto de la flor que quería la chica, acercándose al mostrador. Cuando alzó la mirada, el mundo pareció detenerse delante de si. La voz no le quiso salir, pero sus manos comenzaron a temblar por el sentimiento hondo y cálido que corrió por sus venas.
Finalmente, soltó su nombre.
—Y... YoonGi.
El mencionado dejó de mirar la caja registradora, dándose cuenta de quién era. Aquella sonrisa que en sus labios había permanecido desapareció para ser reemplazada por una más plástica y poco sincera.
—Buenas tardes, señor. ¿Necesita ayuda?
Un frío extraño recorrió su cuerpo cuando supo identificar el tono serio de quien había sido su mejor amigo hacían años. Sus ojos ya no poseían aquella suave calidez que habían tenido casi siempre. Tragó con fuerza el poco de saliva que tenía, asintiendo. YoonGi alzó una de sus cejas.
—Yo... estoy buscando una flor en particular —susurró. El de ahora cabello dorado asintió, dándose la vuelta para buscar algo que no sabía qué era. JeongGuk le observó desde atrás. Había crecido lo suficiente, ahora era solamente un poco más bajo que él, cuando anteriormente JeongGuk no lograba pasar su altura. Sus rasgos se habían definido para darle un toque de adulto, y cuerpo antes permanencía más delgado y pequeño, mientras que ahora era esbelto.
YoonGi regresó con un libro en sus manos, colocándolo en la superficie de la columna.
—¿Cuál es la que está buscando?
Su voz, era un tanto gruesa y rasposa tal cual la recordaba. El otro subió su mirada, sintiéndose incómodo de cómo el otro lo estaba contemplando y el silencio que había hecho cuando le había preguntado. JeongGuk suspiró, nervioso.
—Es... esta.
Le mostró una foto. Era una flor que al parecer el otro reconoció de inmediato. Esta tenía muchos pétalos blancos, delgados y de forma puntiaguda al final. El muchacho torció la boca, algo que no fue bueno, porque mostraba que era evidente que ellos no tenían tampoco la dichosa flor de mierda.
—¿Ha buscado esa flor antes?
—Sí, en otras floristerías también —comunicó, sin querer mirarlo a los ojos. Se sentía débil cuando eso pasaba. Siempre fue débil ante él. Sacudió un poco su cabeza, decidiendo no pensar en ello—, pero no la encuentro.
—Pues no la va a encontrar tampoco, ¿para qué tipo de evento es?
—Una boda —comentó. YoonGi pareció tener curiosidad, un tanto mal disimulada, así que se apresuró a contestar—. TaeHyung se va a casar pronto.
—Oh, eso es bueno. Pues... como le dije, no creo que lo vaya a encontrar. Estas flores son muy raras y frágiles, son demasiado costosas y mueren al instante, por lo que llevarla en un ramo va a ser prácticamente imposible. Seguro se tienen que comunicar con proveedores de otros países para tenerlas.
—No... No, deja hacer una llamada.
El otro asintió, decidiendo hacer otras cosas. JeongGuk marcó el contacto correspondiente, poniendo su celular en su oreja. TaeHyung respondió.
¿Y? Te has tardado mucho.
—No la hay tampoco. Dile a tu novia que escoja otra —le dijo, molesto. TaeHyung pareció enojarse.
¡Le dije que esa jodida planta no estaba! Deja y bajo, tengo que llamarla. Ya voy.
Colgó, sin atreverse a mirar de nuevo a YoonGi, porque sentía que no iba a poder con su frialdad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro