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1.

Hace simplemente cinco años atrás.

***

Iba, venía, iba, venía. Era algo así como un ciclo. No tenía retorno. Inclusive, ya le comenzaban a doler los pies. Su madre permanecía sentada en el sillón, observando con cierta pizca de disgusto que su hijo se mantuviera dando vueltas y vueltas como quien no sabía que existían los sillones. Ella suspiró, dejando en la mesa cerca suyo la taza donde el té se iba enfriando con el tiempo.

—Hijo, sé que estás nervioso, pero siéntate que me pones nerviosa a mi también —esta decidió mirar a otro lado. Las paredes vacías le parecían más interesantes que el incesante sonido de los pasos de YoonGi. Volvió a hablar al ver que no podía quedarse quieto en un sólo lugar—. YoonGi, ¿no que es tu mejor amigo? Vamos, confía en él. La audición va a salir bien y lo van a aceptar. ¿Cómo no lo harían? Ese muchachito derrocha talento con sólo verlo bailar y cantar. Vas a ver que las cosas estarán bien, te preocupas de más en sus cualidades. Él es perfecto, todos lo sabemos.

Su hijo asintió, sentándose en otro de los muebles. Lo sabía, sabía que no debería estar nervioso, pero había visto a JeongGuk estar tan nervioso. La noche anterior mientras conversaban el pobre no había podido siquiera comer bien de los nervios. Le había comentado de que a pesar de que se supiese de arriba hacia abajo la coreografía, le daba miedo de confundirse en medio de su audición.

Le había dicho que no tuviese miedo, puesto a que era excelente bailarín, y había visto su baile. No era que supiese mucho del tema tampoco, pero tenía bien claro que cuando sus vellos en todo el cuerpo se subieron como piel de gallina, y su rostro concentrado al igual que su mente, muy posiblemente, aquello era lo que esa agencia estaba buscando. Un adolescente con ganas de aprender más y lograr tener triunfo en la vida. Asintió, mirando sus manos. Las uñas las tenía hechas un asco. Lamentablemente los nervios no solamente se habían quedado en el castaño, sino que se habían ido con él ahora que ya no sabía nada. Le había dejado en las instalaciones y como habían más personas en el lugar, supo que se iban a tardar. Claro, habían tres pruebas, canto, baile y actuación. JeongGuk no era tan buen actor, eso tenía que admitirlo, pero con un poquito de coraje sabía que también lo haría de forma que estuviese medio decente.

Aún así, sentía que su corazón iba demasiado rápido como para estar bien. Se levantó, mirando a la fémina.

—Iré a buscar un poco de agua, no tardo.

Se fue de allí a la cocina. Abrió la nevera, notando las botellas con agua fría en la parte de abajo. Tomó una, cerrando con cuidado antes de mover la tapa y beber con brusquedad. Con la mano ahora mojada por el agua, sacó su celular. Aún no, se dijo, aún no podía llamarlo. Seguro se tardaría más. Porque quizás con la mala suerte que tenía YoonGi, le llamaba en medio de la audición. Aunque bueno, podría ser que JeongGuk tuviese su celular apagado. La verdad era que no iba a hacer algo como aquello. Debía pensar en lo que le dijo antes de irse.

Él lo llamaría primero.

Guardó su dispositivo en el bolsillo su pantalón, saliendo de la cocina para dirigirse hasta donde se encontraba todavía su madre sentada allí. Al igual que él, estaba esperando a que el chiquillo llamase para dejarles saber la situación. De repente, ella sonrió.

—Deberíamos hacerle algo de comer a ese muchacho, imagínate que quiera celebrar porque pasó la audición y no tener nada listo —recomendó. Su hijo negó, siendo algo pesimista. ¿Y si acaso JeongGuk no lograba pasar la audición?

—Todavía, necesito que me confirme que ha pasado.

—Aún así, si no logra pasar, como quiera es bueno hacerle una buena cena, imagínate. Tiene que tener el estómago revuelco.

La mujer se levantó, caminando hasta la cocina. YoonGi sabía muy bien ese hecho, pudiera ser que JeongGuk viniese con hambre, pero claro, eso solamente si le habían aceptado. Conocía a su mejor amigo, al final de cuentas por algo lo era. Sabía que no querría comer nada si le negaban. Se levantó entonces a ayudar a su madre. Ella dijo que haría algo medio ligero, para no sobrecargar su estómago y que los nervios no le fallaran por si acaso. YoonGi a su lado le ayudaba con lo que ella necesitara.

Con el paso de las horas la tensión subía en el muchacho, quien no dejaba de mirar su teléfono. Sabía bien porqué tenía el pecho encogido. Es que... hacía tiempo JeongGuk le venía gustando. Sus ojos, su boca, su piel, su actitud y su personalidad. Él era su mejor amigo, y sabía que estaba mal, pero es que algunas veces dudaba. Sus otros compañeros le habían dicho que JeongGuk parecía sentir algo similar, ya que habían veces que no dejaba de mirarlo, o que prefería dejar de ir con los demás para caminar a su lado. Además, permanecía mucho tiempo en su casa, en su cuarto, y decía que le gustaba dormir a su lado.

Y bueno, no era de que dos amigos hombres hicieran eso a menudo. Si fuesen chicas, aceptaría un comportamiento así.

Dejó de divagar en sus pensamientos cuando sintió la vibración de su celular a la distancia. Se enfocó en el mundo real, acercándose con rapidez al mismo. Tampoco había podido comer del burbujeo que sentía en su abdomen. Notó con rapidez, al tenerlo en sus manos, que era JeongGuk. Aceptó la llamada, suspirando.

—¿Y bien? —preguntó, con los labios temblorosos. Él, a diferencia de su amigo, no estaba hecho para esas cosas. Ni para el baile, ni para el canto, eso a pesar de que JeongGuk le había dicho que no cantaba tan mal y que podía ir con él a la audición.

YoonGi... Me aceptaron.

De pronto sintió un bajón de intensidad, y el alivio le hizo sonreír. Su corazón pareció poder acostarse ya a dormir, al igual que su estómago, que había dejado de repente de doler tanto. Con suavidad se cayó en la cama, riéndose.

—Eso es bueno, JeongGuk. Felicidades —dijo, haciendo reír al mencionado.

Fue un poco lento, pero estoy contento. Vieron en mi algo que les gustó, hasta me dijeron que tenía futuro en toda esta cosa.

—Es inevitable, ¿a quién no le gustaría verte bailar un poco más?  Dichosa la compañía que decida acogerte, eh.

Se tiró a la cama, mirando el techo. JeongGuk en la otra línea se quedó en silencio, algo que se le hizo extraño. Se suponía que estuviese igual de contento y que no pudiera parar de hablar, bueno, eso haría YoonGi, y sabía que el castaño también era así, hablador. Pero ahora estaba silencioso, como si estuviese esperando a que le dijera algo más.

—¿JeongGuk?

Ah, ah, perdón. Es que estoy algo distraído. Iré a tu casa en dos horas más, tengo algo que hacer por el camino.

—Perfecto, no comas tanto. Acá mi madre y yo te hicimos algo.

El otro se rió, contento.

Bien, no comeré nada que no sea de mi suegra, eh. Te veo luego.

JeongGuk cortó, dejando a YoonGi con una linda sensación a cariño. Se levantó donde su madre, corriendo hasta ella para decirle que el castaño le había comunicado que lo habían aceptado. Ella sonrió, pero le miraba con ojos de te lo dije. Inevitablemente se sintió avergonzado, pero no dijo nada más antes de irse de nuevo a su habitación. Estando allí se dirigió al espejo, deteniéndose justo cuando pensaba arreglarse.

—¿Para qué? —se preguntó. No era como si JeongGuk se diera cuenta de que se arreglaba para verlo. Se alejó de allí, tirándose de nuevo a la cama.

Allí esperó las dos horas que había dicho el otro, hasta que escuchó la voz de él y de su tío, que era con quien se quedaba ya que sus padres estaban en otra parte de Corea. Los nervios comenzaron a hacerse notar al escuchar su linda voz, y salió de su cuarto para encontrarse con su mamá invitándolos a entrar. JeongGuk le agradecía y parecía avergonzado de que ella le felicitara tanto por lo que había hecho, hasta que alzó la mirada, sonriendo al verlo.

Todos comieron en la mesa con felicidad mientras hablaban de cómo podría ser el futuro de JeongGuk. Este sonreía, comunicando lo difícil que había sido todo el proceso de elección y que ante la mirada de los profesionales se había sentido bastante nervioso, pero que lo había hecho bien a pesar de todo. YoonGi le miraba a lo que comía, sintiendo que aunque quisiera disimular, la sonrisita enamorada se le salía por los poros. Al final, la comida fue bastante amena y el tío con su mamá limpiaron los trastes. JeongGuk le dijo que fueran hasta el cuarto de él. Los dos se dirigieron al mismo, en silencio.

YoonGi se sentó en su cama, mirando hacia el otro, que cerraba la puerta. Este le observó, sonriendo.

Se acercó hasta su lado.

—YoonGi, somos amigos, ¿verdad?

El mencionado se quedó extrañado, pero de otra no le quedó mas que asentir. Lo eran, ¿por qué estaba preguntando esas cosas que parecían ser tan obvias? Contempló sus ojos chocolate, alzando una de sus cejas.

—Sí, ¿por?

JeongGuk respiró hondo. Parecía nervioso.

—YoonGi... me lo he estado guardando hace tiempo, la verdad. Si me preguntas, no sé de dónde he sacado las fuerzas, pero creo que hoy es un buen día para hacer lo que he tenido pensado hace más de tres meses. Yo... Yo quisiera... decirte que —se detuvo, secando su frente. De la nada, eso le pareció una declaración, así que el corazón del otro comenzó a acelerarse. Las manos le sudaron, y sintió que la cara se le ponía roja de la emoción, pero quiso calmarse— que... me gustas, mucho.

El muchacho sacó una pequeña cajita de terciopelo color azul royal. La abrió delante suyo, mostrando una pequeña sortija con un diamante. YoonGi sintió que tanto sus manos como sus labios temblaban, y se levantó para verlo mejor.

—No es que haya costado tanto —comentó—. Tenía guardado mucho para comprarte uno más lindo, pero tuve que gastar gran parte en las cosas de la audición y la escuela.

YoonGi sonrió, sintiendo que sus ojos se cristalizaban. Entonces llevó sus manos a su cara, cubriendo los mismos. JeongGuk, quien se sentía tenso y nervioso, se sintió peor al ver que el otro empezaba a llorar. Sus amigos le habían dicho que YoonGi sentía algo por él, y el castaño, quien llevaba enamorado de él hacia tres años, decidió creer, pero... ¿Y si no era así? ¿Había dado el primer y único paso?

El de cabello negro se quitó las manos de la cara justo cuando el otro abrió su boca para hablar, y sonrió de nuevo.

—Gracias, no era necesario —dijo, tomando la cajita para mirarla con amor. Subió sus ojos hasta Jeon, extendiendo su sonrisa—. A mi también me gustas, JeongGuk. Aunque no tenía pensado decírtelo en realidad, tenía miedo de que no me quisieras. Somos hombres al final de cuentas.

JeongGuk sintió alivio, sonriendo. Con cuidado le puso el anillo de apenas cincuenta dólares que había podido costear. Había tenido en un pasado más de cien dólares, casi llegando a doscientos, pero bueno, las cosas de la vida no le permitieron eso. Entonces se alegró. Ese objeto se veía tan lindo en YoonGi.

Este último le observó. Brillaba un poco con la luz de su lámpara.

—¿Por esto te tardaste? —preguntó. El castaño asintió, sentándose en la cama. YoonGi hizo lo mismo—. Bobo, no era necesario. Sólo con la noticia de que habías pasado la audición estaba bien.

—Ya qué, lo tienes como quiera. No es que te haya comprometido, pero quiero que sepas que eso es un poco de todo mi amor, amor que quiero darte a ti, para siempre.

YoonGi sonrió con los ojos brillantes, tomándose el atrevimiento de acercarse a su cuerpo, que siempre había sido tan tibio como ahora. El castaño le abrazó, besando su frente.

El inicio había tardado tanto, pero el final no se iba a tomar tantas molestias para mantenerse en pie.

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