◖ ❄️ ،، Tres
Iluminación blanca y triste, despertando a las pequeñas cabezas del creciente pueblo, los pinos lanzaban nieve sin ser concientes de ello, las aves cantaban al mando del frío viento, invierno se llamó el monstruo que congeló las manzanas.
El pequeño reino de SeongHwa se estaba convirtiendo cada vez más y más moderno, las espadas ahora estaban creadas con un mejor material y las casas formadas de piedra ahora se veían más estéticas y ordenadas, ahora los animales estaban en una sección completamente diferente y extensa, había una gran cantidad de caballos y monturas. La forma de vida cambió cuando la inteligencia creció y creció, ahora las personas se preocupan más por su bienestar y por el de los demás, eso los convertía en una extensa comunidad unida.
Mientras que Yeosang crecía, el dolor sobre un recuerdo le atormentaba más y más, la capa de ése alfa mantenía su aroma, tan vivo como lo recordaba su pequeño lobo, él también estaba triste y chillaba, esa escena de los lobos siguiéndole y gruñéndole no le dejaba dormir en ciertas noches. Aunque a veces la luna le ayudaba a dormir y evitaba todo contacto con sus recuerdos. Esa capa era su única compañía, claro, además de mamá Ji-Won, que siempre se encargó de cuidarlo y de enseñarle todo lo que sabía, ella era quien le enseñaba a los pequeños cachorros del pueblo, eso la hacía un mujer feliz.
Ahora el pequeño Yeosang se había convertido en un lobo joven, sano y con fuerzas, al cumplir sus catorce años creció más de lo que alguna vez pensaron, pensaba de manera positiva pero no dejaba de ser un niño tranquilo, no le gustaba jugar con los demás omegas, prefería recolectar piedras y pintarlas, le gustaba decorar las esquinas de la casa con ello y era bueno haciéndolo.
— SeongHwa. — Llamó Soojin desde atrás de la puerta. Con la aprobación de SeongHwa, ella entró con una taza encima de una charola de plata. — ¿Darás aprobación?, están listos para recibirte.
El pelinegro negó moviendo la cabeza. — Estoy demasiado cansado.
Soojin le miró con una sonrisa que demostraba ternura. — Quizás podamos ver a los nuevos caballos. Podemos ir juntos...
SeongHwa volvió a negar. — No, tengo trabajo que hacer.
— dijiste que estabas cansado. — agregó Soojin con un poco de disgusto.
— No dije que me iría a descansar.
Taemin entró con su capa en su antebrazo. — SeongHwa, abajo están Hyuk y Dongwoo, desean hablar contigo para resolver la división de cargos.
El líder no tardó en asentir, Soojin se resignó, así que sólo esperó a que SeongHwa saliera para retirarse después con la charola en sus manos y el té completo.
Las cabezas de ambos alfas se alzaron ante la mirada llena de preguntas de SeongHwa, hicieron reverencia de forma educada. — Hemos venido por la división de cargos, al crecer el pueblo; crece la población, haces un buen trabajo, SeongHwa.
SeongHwa hizo una reverencia. — Agradezco sus halagos, aunque sin su ayuda...
— Nada, nada — habló Dongwoo sin aceptar halagos de vuelta. — Tu padre estaría muy orgulloso de ti, esto se convirtió en un palacio gracias a ti. — dijo mientras abría los brazos para exhibir al interior de la casa.
— Las nuevas técnicas de construcción han creado un ambiente bastante moderno sin perder el toque clásico, ése toque que tanto adoraba papá.
Hyuk asintió. — Eso es verdad, tu padre siempre supo admirar el arte de la creación material.
Los cuatro alfas fueron saliendo del palacio conforme su conversación avanzaba, SeongHwa mantenía su mano en la espalda de Taemin en forma amistosa. En cuando pusieron un pie en la nieve, Ji-Won corrió para avisar a los betas que se encargan de llevar los caballos a sus respectivos dueños. Seguramente darían una vuelta por el pueblo.
Los caballos llegaron con sus monturas puestas. SeongHwa agradeció con la cabeza, Ji-Won regreso con Yeosang, mirando de lejos a los líderes. — Salieron del palacio. — Dijo Yeosang con una pizca de entusiasmo.
— Quieren ver que todo esté en orden.
— Él nunca sale del palacio.
Ji-Won lo miró. — Lo hace todos los días, tú siempre estás metido en la granja de fresas.
SeongHwa, Taemin, Dongwoo y Hyuk se subieron a su propio caballo con elegancia perfecta, o eso creía Yeosang.
— Mamá Ji-Won.
— ¿hm?
— Tengo que regresar a casa.
— ¿Por qué?
— Olvidé mi capa.
Ji-Won pareció entender, esa capa se ganaba más cariño que la propia Ji-won. — Anda ve.
Yeosang salió disparado por detrás del palacio. Las voces junto con el particular ruido de las patas de los caballos, le dirigieron al callejón de la enorme propiedad en donde terminaba y comenzaba el pueblo. SeongHwa reía superior a los demás, aunque en realidad era alguien muy humilde y que se esforzaba en que todo le saliera bien.
SeongHwa llevaba con él un aroma único y llamativo; tierra húmeda y un suave aroma extra a café, Yeosang sacaba corazones imaginarios. Le admiraba tanto a pesar de que lo ignoraba o a veces le miraba mal. Dejó tratarle mal, ahora sencillamente no lo miraba, hablaba o notaba, era como si Yeosang fuese invisible para SeongHwa. Los caballos se detuvieron justo delante de la casita de Ji-Won y Yeosang.
— Esta es la casa de Ji-Won. — Dijo SeongHwa. — Ella es profesora de los cachorros de la manada.
Hyuk notó las piedras de colores que decoraban la casa y a los planos adornos que simulaban cuadros artísticos. — Eso no estaba la última vez que visité el pueblo.
— Por cierto. — Agregó Taemin. — Aquí vive el omega al que rescataste, ¿no?
— Sí, Ji-Won lo adoptó prácticamente, él hizo esto. — añadió SeongHwa señalando los adornos coloridos y adorables de Yeosang y hechos por Yeosang . — desarrolló un gusto por las manualidades, ayuda a Ji-Won con los cachorros.
Yeosang sintió caer. ¿Cómo era posible que supiera todas esas cosas?. Los caballos andaron de nuevo, SeongHwa les mostraba cada vivienda y a quién pertenecía, lo hacía con orgullo y se notaba feliz de lo que hacía.
— ¿Qué haces aquí?
El pequeño omega dio un brinco al escuchar una voz femenina detrás de él, era Soojin. Los dos sonrieron. — Estaba viendo los caballos.
— Vale, te creo. — Soojin le alborotó el cabello con gracia, le tomó de los hombros y lo impulsó hacia al frente para sacarlo de su escondite. — Anda, ayúdame a llevar las provisiones al palacio.
Yeosang le detuvo. — Quisiera quedarme un poco más, quiero ver a los caballos.
— Ya tendrás tiempo para verlos, anda ayúdame.
— Anoche, la manada del norte estuvo demasiado cerca.
— Fue una confusión — justificó Dongwoo.
— Nada es una confusión, mi padre murió, lo recuerdo.
Hyuk asintió. — No creo que nadie aún lo haya olvidado, a pesar de los años...las personas evitan tocar ése tema.
Dongwoo aclaró su garganta. — ¿Qué pasará si el lobo que mató a tu padre reaparece?
SeongHwa se tensó. — Si eso pasa, lo voy a matar.
— No creo que se atrevan a atacar...saben que estaremos alerta.
— Han pasado muchos años...pongo en duda la posibilidad.
— Hay que considerarla. — retomó SeongHwa con seriedad, los caballos continuaron avanzando, las personas parecían más tranquilas y conformes con todo el avance.
La amenaza actual ahora ya no era estar rodeados de lobos salvajes, las manadas habían crecido y se extendían, extendían sus terrenos y peleaban por ellos.
— De prisa. —
Yeosang se negó a continuar llevando canastas con comida hacia el palacio, se sentía débil y estaba seguro de que sus brazos estaban sufriendo de una mala circulación, tenía esa extraña sensación; como si millones de hormigas estuvieran caminando por su cuerpo. — Soojin...
— ¿hm?
— No puedo, ya no puedo. — se quejó mientras jadeaba. Soojin lo miró con gracia.
— ¿Qué te pasa?, ¿estás cansado?, llevamos ocho canastas a penas.
— Parece que...— Yeosang puso sus manos en sus propias rodillas, jadeaba y jadeaba. — creo que enfermaré...no me siento bien.
La chica dejó la canasta en el piso, se acercó a Yeosang para poder observar su rostro. — Vaya...— se detuvo para tocar sus mejillas, parecía tener una temperatura normal. — ¿podrías caminar tú sólo hasta Ji-Won?, ella sabrá que hacer.
Yeosang asintió. — Lo siento, Soojin.
— No te preocupes, puedo yo sola. Anda ve, ve.
Ji-Won quizás estaba demasiado ocupada aconsejando al agradable cocinero del palacio, Ji-Won prestó atención a Yeosang cuando notó su presencia detrás de ella. — ¿A ti qué te pasa?
— No me siento del todo bien...
— Un momento. — se disculpó Ji-Won, llevándose a Yeosang fuera de la casa. — ¿Qué tienes?
— Estoy muy cansado y mi cabeza...
— ¿Qué tiene tu cabeza?
— Siento como si fuera a explotar...
Ji-Won estaba concentrada en el comportamiento de Yeosang al tenerlo quieto delante de ella, de pronto se desvaneció, sus blancas rodillas tocaron la nieve bruscamente. — Oye, oye, te llevaré a casa, ¿Vale?.— sobó su espalda. — Avisaré...espera aquí.
Y justo cuando la señora Won se dirigía de regreso a la casa principal, SeongHwa llegó con su caballo sin al parecer notar la presencia de Yeosang, no fue su culpa y no fue intencional, Yeosang era tan delgadito y pequeño, que a penas y se veían sus blancos cabellos. — Oh, joven SeongHwa, gracias al cielo.
El alfa bajó de su caballo. — Ji-Won, ¿pasa algo?
— Sí, sabe...olvidé terminar una compra en la panadería...necesito harina y...
SeongHwa le interrumpió moviendo los brazos. — Bien, está bien, vaya a donde tenga que ir. — él se fue, subiendo los escalones con su espada dentro del cinturón y su capa en el antebrazo. Won suspiró con alivio, regresó con Yeosang. — Cielo, intenta levantarte.
— No puedo...— estaba cansado que parecía que se quedaría dormido en cualquier segundo del día.
— Vamos, venga, te ayudo. — Ji-Won se encargó de casi cargarlo, se balanceaban intentando llegar al final de la propiedad de SeongHwa, bajar los escalones de la casa principal fue un problema, eran tantas que al menos cinco veces estuvieron a punto de caer. Lograron bajar, algunos alfas miraban la escena con ojos extraños.
Afortunadamente la casa de Ji-Won quedaba relativamente cerca de la principal. — Entra, entra ya. — Yeosang entró con dificultad, ahora sentía demasiado calor, automáticamente se dirigió a su cama para olfatear a su tan consentida capa, retregaba su cara en la prenda.
— Iré con Soojin, no te muevas de aquí. — la mujer salió corriendo de su casa, asegurando la puerta para que nadie entrara, en esos momentos nadie era de confianza.
La blanca piel del rostro de Yeosang se convirtió en roja, sus mejillas parecían cerezas, sus labios ahora estaban húmedos, temblaba sin parar y él no comprendía nada, no comió nada malo, ni siquiera comió de los pastelitos que Soojin le había ofrecido.
Sentía tanto calor que se desnudó con prisa, sus piernas estaban empapadas.
Su lobo estaba chillando agudo y fuerte, Yeosang estaba chillando, chillando como si llamara a alguien.
Entonces; el dolor apareció.
Mientras que los minutos avanzaban, el dolor se volvía intenso, incluso jadear dolía, dolía tanto que arañó sus propios hombros en busca de consuelo, el aroma de esa capa se volvió insignificante.
¿Por qué ya no funcionaba?.
Soojin y Ji-Won llegaron finalmente, al abrir la puerta un profundo aroma a fresas y chocolate les hizo marearse. Era Yeosang.
Algunos alfas gruñeron detrás de ellas, mirando por la casa con curiosidad desde afuera, Soojin tomó la iniciativa para entrar y jalar a la señora Won, cerraron la puerta. — Es su celo. — Soojin mordió su labio con angustia al oírlo gritar, los chillidos de su lobo estaban inquietando a los alfas.
— Iré por SeongHwa.— Dijo Soojin a punto de abrir la puerta para irse. Ji-Won se lo impidió bruscamente.
— ¿Qué haces, niña tonta?, SeongHwa menos que nadie debe de venir aquí.
— ¡Pero él es el líder, ¡él sabrá que hacer! — Soojin se jaló con insistencia. — Iré rápido.
— ¡No! — La jaló. — ¡Te he dicho que no!, ven, ven conmigo, iremos a la cocina del palacio.
Ji-Won se apresuró para buscar algunas hierbas que tenía reservadas en uno de los muebles de su hogareña cocina.
— ¿A la cocina del palacio? — preguntó Soojin con un signo de interrogación en la frente. — ¿Para qué iremos a la cocina del palacio?
Yeosang continuaba llorando de forma escandalosa.
Soojin se sintió triste al escuchar a Yeosang de esa forma. — Mamá Won... Yeosang sufre mucho, no podemos dejarlo solo.
Won parecía no oírla, estaba más concentrada haciendo cálculos entre susurros. — Ven, ven, rápido, niña, rápido.
Las dos salieron corriendo de la casa, aseguraron la puerta nuevamente.
Ji-Won no esperaba a Soojin, sencillamente corrió hasta la cocina, al no ver a nadie, pateó un mueble haciendo que algunos platos cayeran y se rompieran. — ¿¡Qué hace!? — cuestionó Soojin con asombro.
— ¡Joven SeongHwa, ¡Joven SeongHwa ! — gritó tanto como su vieja garganta se lo permitía.
Tardó unos segundos en llegar, pero cuando entró a la cocina, Ji-Won suspiró. — ¿Qué pasó?, que susto me has metido, mujer.
— Ha entrado un animal grande, muy grande. — Dijo Soojin siguiendo el juego, Ji-Won se las arregló para salir de la cocina.
SeongHwa se adentró más a la cocina para inspeccionar la escena. — ¿Les hizo algo?
— No, pero...estaba dispuesto a atacar, parecía asustado.
— SeongHwa . — Llamó Taemin desde la puerta de la cocina. — Hyuk está afuera, quiere verte.
— En cuanto vuelva solucionaré esto. — señaló intentando tranquilizar al falso temor de Soojin. Ella salió de la cocina casi a la par. Ji-Won corría escaleras abajo con una canasta de paja llena de cosas. El olfato de Soojin captó.
— ¿Eso es de SeongHwa?, ¿por qué quieres cosas de SeongHwa?
— Créeme, niña, soy vieja y sé lo que hago.
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