◖ ❄️ ،، Nueve
El cielo había pasado de una eterna tranquilidad a una inquietante guerra contra los mortales en la tierra, las nubes cubrían por completo lo que alguna vez fue un océano azul flotante y tan vivo con una flor en medio de la naciente primavera. Algunas gotas comenzaban a caer y golpear suavemente los techos de las casas que rodeaban el reino de SeongHwa y su propio castillo.
El vivo petricor se paseaba por la superficie inundando las fosas nasales de los expuestos al variado clima. La manada había regresado a casa luego de que la guardia diera la orden, ningún miembro de la manada debía de permanecer fuera de casa después de las nueve. El ataque no daba seguridad de nada, ni siquiera de que no volverían, así que SeongHwa no tuvo otra opción más que encerrarlos el mayor tiempo posible para mantenerles a salvo.
SeongHwa simple y sencillamente se había dejado llevar por el aroma y calidez que Yeosang le había tendido sin tantos rodeos, sin explicaciones previas, sin ningún tipo de justificación, su lobo había chillado con dulzura a pesar de ser el alfa y cada vez sentía mucho más cercano a Yeosang. El beso se dio por concluido en cuanto sus rostros se separaron uno del otro, sus miradas se cruzaron con temor a recibir un gesto de desprecio pero para sorpresa de ambos, ninguno lo hizo, por el contrario solamente recibieron un suspiro mutuo. Ése beso cerró lo que había sido una declaración de naciente confianza, SeongHwa podía sentir y olfatear la sumisión de Yeosang, se estaba mostrando tan vulnerable y atemorizado que a esas alturas le era casi imposible continuar sospechando de él. El alfa logró percatarse del temblor en el cuerpo de Yeosang, su nariz estaba roja y afuera llovía. — Lo siento — dijo Yeosang, con un volumen en la voz a penas sensible hacia SeongHwa.
SeongHwa le miró con sensibilidad. — ¿por qué lo sientes?
— por haberte hecho dudar de mí.
Aquello únicamente provocó un sentimiento latente de culpa en Park, haberle culpado con tanta frialdad sin ningún tipo de prueba física o algún tipo de testigo sin duda alguna había sido lo más irresponsable que el alfa puro de la manada pudo haber hecho. Las anteriores oraciones de Hyuk le pusieron a pensar tanto en las posibilidades pero tan poco en las negaciones que aquello conllevaba, la presión de ser el líder, de llevar toda la responsabilidad de cada una de las cosas que su padre había dejado era sin duda un peso gigantesco colgando de los hombros de SeongHwa. — el error fue mío — aceptó con el ceño fruncido — me dejé llevar por el enfado y por el rencor que he acumulado desde hace mucho, mucho tiempo — Yeosang le oía atentamente, observando poco a poco cómo era que sus labios se separaban para recitar una palabra que mezclaba melodías entre pétalos, pétalos que caían lentamente, meciéndose al vaivén del viento y finalmente aterrizando en la cabeza de Yeosang quien solamente podía sentirse tan ilusionado y acabado con la voz y el tono del alfa que tenía delante de él, mientras que su omega deseaba acurrucarse a su lado y chillarle por todo el tiempo que se mantuvo alejado, tan lejos pero a la misma vez tan cerca.
El omega le estaba arañando, estaba tan hambriento, tan hambriento de su alfa pero tan alejado de lo que deseaba. Le chillaba cada vez más y más fuerte, al punto de pretender gritar para llamarlo, atraerlo lo más pronto posible sin ser la víctima del abandono o el olvido metafórico una vez más. — tú eres de nosotros — dijo SeongHwa una vez más. — dime ¿qué haría Ji-Won sin ti? — le preguntó esperando a que respondiera.
Yeosang bajó la cabeza.
SeongHwa sonrió de lado, después su sonrisa volvió a apagarse. — ¿lo sabes? — Yeosang levantó la cabeza una vez más.
— ¿saber qué? — cuestionó Yeosang.
— ¿Ji-Won no te lo dijo? — volvió a preguntar y Yeosang continuó dudando de la situación. SeongHwa percibió su estado de confusión y prefirió no hablar sobre nada más. — mejor...mejor vuelve a casa antes de que llueva con más intensidad — Yeosang se levantó del piso sin mucha prisa ni seguridad, en cuanto tuvo el paso libre de fue de la celda mirando de vez en cuando detrás de él, solamente para poder apreciar una vez más o por última vez la silueta de SeongHwa. Al salir se dio cuenta de que ya nadie estaba ahí, todos habían vuelto a casa o quizás al palacio. Sin esperar un poco más se marchó hasta su pequeña pero acogedora casa, en donde suponía que estaría Ji-Won, para desgracia no fue así.
Por el contrario, SeongHwa volvió con toda seguridad hasta la casa principal, la herida seguía doliendo pero ahí mismo el dolor sobraba cuando tenía que arreglar un asunto mucho más inquietante. Las gigantescas puertas de madera obscura se abrieron permitiendo que los presentes observaran a su líder, algunos con gesto de desaprobación por haber arriesgado su salud así. Dongwoo fue el primero en ponerse de pie. — Fue muy irresponsable por tu parte salir corriendo así como así, eres conscie- — interrumpió SeongHwa mostrando la palma de su mano.
— Ahora no Dongwoo.
El alfa castaño, con cabello rizado y complexión delgada no hizo más que guardar sus reclamos para otra ocasión, su líder parecía tener otros asuntos más importantes que atender. Suspiró mostrándose resignado. Ji-Won, al notar que SeongHwa había vuelto, se levantó del sofá y pretendió salir de la casa por la puerta de la cocina.
— Ji-Won, tú y yo tenemos algo de qué hablar, acompáñame a mi oficina — sin sumar nada más, SeongHwa se marchó escaleras arriba con un poco menos de dificultad que cuando bajó. Todos observaron a Ji-Won con evidente sorpresa. La mujer siguió a SeongHwa con muchísimo menos miedo del que tendría cualquiera de los presentes luego de ser citado por el líder de esa forma tan fría.
Ji-Won no acababa de entender el por qué del llamado, tampoco estaba asustada, era la primera vez que le llamaban para hablar con el líder de algo aparentemente serio, basándose en la expresión y en el tono que había utilizado SeongHwa. Llegó a la oficina. — pasa y cierra la puerta.
La puerta fue cerrada por la misma Ji-Won en cuanto entró.
— ¿por qué Yeosang no sabe?
— ¿saber qué, señor?
— Ji-Won por favor — suspiró SeongHwa, recargándose en el escritorio con los brazos cruzados y su pie derecho formando un cuatro al cruzarse elegantemente con el otro aún estando de pie. — ¿por qué Yeosang no sabe que soy su alfa?
— ¿y cómo quería que se lo dijera? — habló Ji-Won con seguridad. Después rió con amargura. — lo culpó sin tener ningún tipo de pruebas, lo humilló exponiendolo a las bajas opiniones de la manada.
— nadie tiene derecho a juzgar las decisiones del líder — dijo SeongHwa, levantando la barbilla suponiendo superioridad.
— ¡Yo tengo todo el derecho de juzgarte a ti y de abogar por él! — gritó Ji-Won con la única fuerza que le quedaba en su vieja garganta. — en primer lugar — remarcó con firmeza, elevando su dedo índice y apuntando a SeongHwa. — porque yo te crié desde que eras un cachorro, y en segundo lugar...— inhaló lentamente — porque a ése niño lo cuidé yo desde que lo trajiste hasta acá, lo vi crecer — recalcó con la voz quebrada, la conversación se volvía cada vez más hiriente. — no lo tuve en mi vientre, tú conoces la razón por la que mi cachorro hoy en día no está conmigo.
SeongHwa suavizó su expresión.
— pero a pesar de eso, yo lo vi crecer y dar sus primeros pasos, ¡yo le enseñé a decir sus primeras palabras!, ¡a identificar el primer color del arcoíris! — gritó nuevamente con un par de lagrimas en los ojos. — ¡así que nadie mejor que yo va a saber que Yeosang no sería capaz ni siquiera de pisar una flor! — su pecho ardía pero continuó hablando. — ¿ahora me preguntas por qué no le dije que tú eres su alfa?
— aunque quieras ocultarlo, el destino no se puede evitar, Ji-Won — dijo SeongHwa completamente suavizado por el enfado de Ji-Won.
— desafortunadamente no, porque si yo hubiera podido decidirlo, definitivamente a ti no te hubiera elegido como el alfa de Yeosang — una vez dicho esto, Ji-Won se dio la vuelta con su mano derecha en el pecho, andando lentamente escaleras abajo, había decidido marcharse a casa, saliendo por la puerta de la cocina como había sido originalmente su plan.
SeongHwa gruñó y se culpó mil veces por su propio impulso, su propio maldito impulso. Él salió de la oficina con prisas, visualizó a Dongwoo y de inmediato le llamó.
— busca un caballo y busca a Yeosang — Dongwoo le miró desde abajo.
— ¿A Yeosang?
— No cuestiones y has lo que te digo.
— ¡Mamá! — gritó Yeosang completamente feliz y emocionado de ver y oler a Ji-Won. Ella se giró y sonrió enormemente.
— Dios mío — agradeció Ji-Won con emoción, acariciando las mejillas de Yeosang una y otra vez sin cansancio, verle detrás de esas barras metálicas le había dejado con un infinito amargo sabor en la boca.
— SeongHwa me dejó libre, ¡se disculpó! — gritó Yeosang dulcemente, provocando una sonrisa en Ji-Won.
Ella asintió muchas veces antes de quitarse el suéter de tejido negro que la cubría del frío en el exterior. — cocinaré galletas y pasteles, muchos pasteles para ti — anunció con ilusión, Yeosang celebró a su alrededor como si fuera un cachorro inquieto. Ambos se giraron cuando dos golpes en la puerta les sorprendió.
Won suspiró. — ¿ahora qué? — se preguntó a sí misma. Yeosang abrió la puerta y sonrió.
— ¡Soy Dongwoo! — dijo.
El castaño sonrió mostrando sus adorables hoyuelos. — Yeosang, ¿podrías acompañarme? — habló mientras sus dientes chocaban gracias al temblor que el frío le provocaba, su abrigo negro le cubría pero continuaba helado y sus rizos caían por su frente.
Ji-Won desde adentro habló con firmeza. — Ve — ordenó y Yeosang no se supo negar. Dongwoo movió sus pies con ansiedad.
— es que... — Yeosang se sintió apenado, sin poner más resistencia salió de la casa sin ningún tipo de protección contra la lluvia y aquello alarmó al castaño.
— ¡no, no! — le gritó quitándose el abrigo para seguidamente ponérselo a Yeosang. — toma — Yeosang negó repetidas veces pero Dongwoo se negaba a recibir el abrigo de vuelta. — vamos — dieron un par de pasos y se encontraron con un caballo blanco con manchas negras que esperaba tranquilo. — sube — pidió Dongwoo sin recibir la acción, Yeosang tartamudeó.
— no sé cómo hacerlo, nunca me he subido a uno.
Dongwoo sonrió y tronó la lengua restandole importancia. — Pon tu pie ahí, yo te impulsaré y estarás arriba, no tienes porque sentirte avergonzado — rió el mayor. Yeosang vaciló un poco, después simplemente subió luego de que Dongwoo le impulsara tomándolo por la cintura intentando no herirlo. — ¿ves? , ya estás arriba — aplaudió Dongwoo, haciendo reír a Yeosang por la acción tan infantil del alfa. El mayor tomó la cuerda que dirigía al caballo y comenzó a caminar con el animal detrás de él.
— ¿no vas a subir tú también? — preguntó Yeosang aún más apenado que antes de subirse al bonito caballo. Dongwoo negó.
— Estoy bien, no hace tanto frío — comentó sin ser demasiado realista con lo que decía, su nariz estaba tan roja y sus rizos tan mojados.
Finalmente luego de algunos minutos, llegaron al palacio y Yeosang logró bajar del caballo sin sufrir un accidente trágico. — SeongHwa está en su oficina, sube, quiere hablar contigo — dijo Dongwoo con una sonrisa. Yeosang asintió y subió los primero escalones hacia el interior de la casa.
— Gracias Dongwoo.
Dongwoo movió su mano de un lado a otro para despedirse amigablemente.
Una vez que sus pies tocaron el piso del interior su nerviosismo solamente fue incrementando. Se habían besado, se besó con SeongHwa y esto le ponía de mejor humor del que pretendía aparentar ante sí mismo, estaba tan asustado pero tan emocionado al mismo tiempo que sentia que en cualquier momento iba a explotar de nerviosismo, comenzó a su subir las escaleras y al finalizar su estómago se apretó al verle desde el pasillo, delante del escritorio escribiendo algo en lo que parecía un pergamino. — SeongHwa — llamó pero Park no levantó la vista.
— Entra y cierra la puerta.
Yeosang se adentró en la oficina a paso lento y tímido, cerró la puerta detrás de él lentamente evitando hacer ruido.
Yeosang levantó la vista. SeongHwa dejó el bolígrafo en el escritorio, después se levantó y se recargó nuevamente en el escritorio de frente hacia Yeosang. — ¿aún conservas la capa? — Yeosang vaciló con sus manos en medio de una persistente duda.
— Yeosang — llamó SeongHwa.
— ¿la capa?
— la del lobo, en el bosque, sabes de qué hablo.
Yeosang abrió la boca luego de comprender — sí, la tengo, ¿por qué lo preguntas?
— ¿has estado controlando tu celo con su aroma?
El menor jadeó gracias a la vergüenza que aquella pregunta le había provocado. Sus mejillas se volvieron tan rojas como una brillante cereza. — ¿por qué preguntas eso? — se escandalizó.
— Yeosang, ¿cómo te sientes a mi lado?
Pregunta que dejó a Kang en la punta del barco sin flotador, quedó completamente expuesto a las expresiones de SeongHwa . — SeongHwa...
— Ji-Won quizás no te lo dijo pero te lo diré yo — enderezó su posición mostrándose menos aterrador que en cualquier otro día. — somos destinados — Yeosang mostró sorpresa, quiso sonreír pero la expresión del alfa se lo impidió. La impresión no había sido tan grande como lo pudo haber imaginado, él lo sentía en su pecho y al sentir los latidos de su corazón cada vez que le olía o veía, su aroma sacaba lo peor de su instinto y el celo sin él se volvía cada vez más doloroso e insoportable, los tés que Ji-Won le daba comenzaban a perder el efecto.
— Ya lo sabía — dijo Yeosang, bajando la cabeza y la mirada con cierta melancolía. SeongHwa levantó ambas cejas con sorpresa.
— ¿desde cuándo?
— desde los trece años — dijo Yeosang con voz baja, SeongHwa jadeó.
— ¿¡Qué!? — gritó SeongHwa con evidente enfado. — ¿Ji-Won te lo dijo?, ¿cómo lo supiste?
Yeosang volvió a sonrojarse. — ¡Eso no te lo puedo decir!
— ¿por qué no me lo dijiste? — preguntó SeongHwa con calma.
— porque tenía miedo a que me gritaras o a que me lanzaras fuera del pueblo, desde que llegué te dedicaste a rechazarme.
5/5
Muchas gracias por leer este mini maratón uwu
Espero les haya gustado aaaa
Nos leemos luego, bubus
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