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Maratón (2/4)
Habían pasado seis meses desde que copito de nieve desapareció una mañana.
Ese día Yoongi despertó, esperando ver a su pequeño frente a él. Pero no fue así, lloró durante días, lo buscó incansablemente, lo llamó, gritó su nombre una y otra vez, pero nunca obtuvo respuesta alguna.
El pequeño Yoongi, paso días y noches enteros, durante semanas, pegado a la ventana de su habitación, esperando por su regreso. Todos los días a la misma hora, iba a la banca del parque, se sentaba ahí, esperando que copito apareciera de la nada, sin embargo eso jamás sucedió.
La escuela dió inició, Yoongi regresó a su monótona vida, con un toque diferente... Ya no tenía el rostro serio e inexpresivo, ahora cargaba con una mirada profunda que demostraba el dolor que sentía, el brilló en sus ojitos había desaparecido, sus notas bajaron considerablemente.
Seokjin había estado preocupado por su pequeño. Los primeros días y semanas, comprendió que aquel pequeño que jamás pudo ver, había marcado la vida de su hijo, lo había hecho reír como nunca nadie lo había logrado, ni siquiera él, sacó todo lo bueno que el pequeño corazón de Yoongi tiene. Ahora le dolía ver qué ya ni siquiera sus respuestas sarcásticas sacaba a relucir, le dolía ver apagado a su pequeño gatito.
El mayor pensó más de una vez en llevar a su hijo a un psicólogo, que lo tratarán, pero se sintió estúpido de sólo pensarlo, pues él mismo sintió una vibra diferente, todo el mes que el amigo de su hijo estuvo en su casa.
El mismo Seokjin pudo sentir una pequeña y diferente presencia en su hogar, que no fuera sólo su pequeño y él.
Las cosas no habían mejorado, durante todos esos seis meses, Yoongi ya no era el mismo de antes. Dormía poco, tenía pesadillas, soñaba constantemente que a Copito le había sucedido algo grave, comía poco, no estudiaba y se dormía en clases. Seokjin pensó que eso debía parar, pues su hijo aún es un niño y no quiere verlo en aquel estado tan depresivo, puede afectar sus salud, más de lo que ya lo ya hecho.
Yoongi estaba hecho bolita en una silla que lo dejaba ver directamente al parque, justo a la banca donde vio por primera vez a su pequeño copito de nieve, tenía la mirada fija en aquel punto. Seokjin entró y soltó un sonoro suspiró al verlo en la misma posición de siempre, se acercó cauteloso, evitando emitir ruido alguno.
Se posicionó detrás de su hijo y observó el mismo lugar al que el veía constantemente. Después dirigió su vista a su pequeño, quien parecía un pequeño fantasma, tenía la piel más pálida de lo normal, su cabello enmarañado, su pijama arrugada y desarreglado. El mayor posicionó sus manos sobre la maraña de cabello y empezó acomodar las hebras negras en su lugar, en ningún momento Yoongi reaccionó, no se asustó, no dijo absolutamente nada, sólo se dejó hacer.
— ¿Cuándo dejarás de ver ese mismo sitio Gigi? — Preguntó un preocupado Jin.
— Hasta que él regresé — Esa era siempre la misma respuesta que el menor daba.
Hasta que él regresé.
Seokjin ya no estaba tan seguro de que aquello fuera a suceder, habían pasado largos seis meses y nunca hubo señal alguna, al menos él nunca presenció nada.
— ¿Y si no...? — Fue interrumpirlp abruptamente.
— Si regresará, deja de decir siempre lo mismo, él regresará, él vendrá y dormirá conmigo, comerá conmigo, jugará conmigo y... R-eirá conmigo — Las lágrimas asomaron por los gatunos y negros ojitos del pequeño, destrozando una vez más el corazón de su padre.
— No... Llores Gigi, si tú crees que si regresará, pues bien, lo hará, pero... ¿Dejarás que te encuentre en este estado? — La pregunta del mayor hizo reaccionar al pequeño.
Yoongi se observó inmediatamente, notando que sus ropas olían mal, por traerlas puestas desde hace dos días, no se había ni duchado por pasar pegado a la ventana.
No comía, más que un vaso con leche que su padre siempre le llevaba, pero rechazaba el resto de la merienda. Yoongi notó que era casi huesos, sentía sus propias costillas al tocarse, se asustó al caer en cuenta que estaba hecho un desastre.
— ¿Crees que regresé pronto? — Preguntó, colocándose de pie y encaminándose al baño.
— Eso espero, así que debes ponerte guapo, así como él te conoció, ¿No crees?
Yoongi solo asintió efusivo, estaba más entusiasmado que antes, la idea de que posiblemente su pequeño copito regresé lo tenía más encimado, eufórico y con ansias, a que el día en que copito regresé, sea más pronto de lo imaginado.
Así pasaron cinco meses más, donde Yoongi volvió a ser el mismo de antes, pero siempre con un brillo apagado y neutro, esperaba ansioso todos los días, a que su pequeño copito regresará.
Jin se alegró al ver que su hijo se iba recuperando poco a poco, volvía a tener su piel Nivea y calidad, suave y reluciente, sus mejillas habían aumentado, ya tenía 11 años, se notaba el crecimiento que había tenido en un año. La sonrisa y respuestas sarcásticas volvieron a su lugar.
Yoongi había mejorado en sus notas nuevamente, había logrado obtener excelente promedios, aunque los primeros afectaron a su boleta de notas, dejándolo así en tercer lugar ese año, pero estaba satisfecho, pues era mejor que nada.
— ¡Gigi! ¡Baja, la comida está lista! — Gritó Seokjin a su hijo. El pequeño estaba ensimismado en terminar un dibujo, uno que sería para su pequeño copito cuando esté por fin regresará.
Yoongi de estaba haciendo a la idea, de que no importaba si pasaban, días, semanas, meses... Incluso años, él estaba dispuesto a esperar lo que sea, con tal de volver a ver a su copito, su pequeño y tierno copito.
Yoongi bajó hasta el comedor, donde su padre estaba sirviendo el almuerzo.
El clima empezaba a cambiar, el frío calaba los huesos de las personas, las casas empezaban a prender sus fogatas, la calefacción, los juegos bajo los pocos copos de nieve iniciaban nuevamente.
Las calles empezaron a cerrarse, las carreteras a crear inundarse de grandes cantidades de viene, las casas siendo ocultadas por la esencia blanquecina, los árboles habían perdido sus ojos hace unas semanas atrás, para cubrirse de capas y capas de nieve.
Yoongi observaba nuevamente por su ventana, a los niños correr, jugar y saltar sobre la nieve, las risas eran contagiosas y la felicidad creaba envidia en quienes no podían salir.
El parque quedó totalmente vacío, ni una sola persona por ningún lado. Yoongi largo un suspiró, recordando aquel día, justo hace un año, conoció a su pequeño, justo hace un año, vio por primera vez al niño de mejillas regordetas que se había convertido en su inseparable, durante un mes completo.
Yoongi cerró sus ojitos sólo un segundo, un segundo que logró cambiar su vida nuevamente.
Al abrirlos y observar aquella banca que estaba llena de hermosos recuerdos. Pudo ver a un pequeño, de cabellera castaña, parado al lado de aquel asiento cubierto por la nieve, traía un abrigo felpudo, un pantalón de chándal y sus pies descalzos. Observaba fijamente hacía la ventana, con su hermoso eyesmile.
El pequeño de ojos gatunos, abrió desmesuradamente sus orbes, su boquita se abría y cerraba. No sabía si lo que estaba viendo era real o no, tallo sus ojitos con sus puñitos, para asegurarse de que lo que estaba viendo era real.
No esperó un segundo más, corrió escaleras abajo, para abrir rápidamente la puerta principal. El pequeño niño seguía ahí, de pie, con su bella sonrisa y observando a su gatito.
— Gigi... — Susurró el pequeño de labios abultados.
— Copito...
El encuentro fue conmovedor... Ambos corrieron para reencontrarse, chocaron, cayeron sobre la fría nieve y se fundieron en un cálido y tierno abrazo, a pesar de la cantidad enorme de nieve.
— Te extrañe Gigi — Susurró el pequeño castaño.
— También te extrañe mi pequeño... Mi pequeño Copito de nieve.
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¿Qué les pareció este capítulo amigos?
La verdad me sentí muy triste al escribirlo :c espero les haya gustado, pues trato de poner mucho empeño en esta obra❄️
¡Nos seguimos leyendo chiquillos!
No olviden dejar su estrellita si les gustó el capítulo ⭐
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