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𝙴𝙽𝙳𝙶𝙰𝙼𝙴

"¿A dónde vamos, ahora que no están?" Astlyr leía tantas veces ese cartel en las calles, que lo repetía en su cabeza una y otra vez, incluso en momento en que ni se daba cuenta. Lo decía en su mente cuando manejaba desde las Instalaciones hasta el supermercado, o cuando salía a caminar para "tomar aire fresco", como decía Natasha, o cuando iba a ese pequeño sótano-salón donde Steve tenía un grupo de apoyo que dirigía, habiéndose inspirado en Sam con el grupo de exmilitares.

Antes de bajarse del auto, bajó la visera y se miró en el espejo. No sabía si alegrarse o molestarse porque se veía mejor. Realmente lo hacía. Su piel lucía radiante y blanca, como siempre, sus ojos grises atrapantes, sus rasgos de muñeca y sin ningún signo de cansancio. Lo único diferente en ella seguía siendo la mirada vacía y triste, y su cabello morado. Hace un año, cuando Thor decapitó a Thanos y toda esperanza de recuperar a los caídos, tardó seis meses en reformar su rutina.

En lugar de quedarse todo el día en cama, retomó su entrenamiento, con Natasha instruyéndola. Sin embargo, seguía sin comunicarse con más que simples monosílabos o una oración de tres palabras. Seis meses después de eso, finalmente aceptó ir al grupo de apoyo de Steve, quien desde un principio la invitó a asistir y participar.

Hace cuatro semanas se metió al coche, pero ni siquiera pudo encenderlo. La siguiente semana, manejó hasta ahí, pero no pudo bajarse del auto, regresó a las Instalaciones y lloró el resto del día en su habitación. La segunda semana, consiguió entrar al salón, pero se retractó y salió corriendo de regreso hasta el Audi. Steve nunca le llamó ni le insistió, y eso ella lo agradeció muchísimo. Y la semana pasada logró juntar el valor para tomar un asiento en el círculo, y aceptó presentarse cuando Steve la invitó a hacerlo.

Recordando lo que habían dicho otros al presentarse por su nueva integración, repitió el mismo orden.

—Mi nombre es Astlyr Buskerud, tengo veintisiete años, soy noruega y estoy aquí porque perdí a familia, amigos y mi esposo.

—Hola, Astlyr.

Steve no le preguntó si la gustaría compartir más con el grupo, pues él sabía que ella lo haría cuando se sintiera lista. Y así fue, pues tras haber escuchado a los demás, encontró la confianza y comodidad, y ahora estaba decidida a compartir su historia.

Finalmente se había cansado de sentirse vacía y sin vida, como un cuerpo sin alma vagando por la vida, aislándose y alejando a todos los que le quedaban. Estaba harta. Quería avanzar, quería dejar de sentirse miserable, o al menos quería aprender a contenerlo y fingir, poder tener un día sin soltar una sola y deprimente lágrima.

Entonces, supo que era momento de otra etapa y cambió su largo cabello por uno a los hombros, y lo platinado por lo morado con luces azules y raíces azabaches.

Cuando entró al salón y tomó asiento en una de las sillas que formaban el círculo, frente a Steve, sintió calidez en su pecho cuando éste le dirigió una ligera sonrisa orgullosa. Se le veía distinta, no por el cabello, sino por la determinación que cargaba. Había dado el segundo paso: las ganas de seguir adelante.

Después de los saludos y la bienvenida, Steve invitó a que hablara el que quisiera, pero ese día ninguno alzó la mano, excepto Astlyr.

Tragó saliva con dificultad antes de hablar, se acomodó en el asiento, inhaló y exhaló. Entonces miró al suelo, evitando los ojos de los demás.

—Llegué de Noruega en dos mil ocho, días después de que mi madre y mi hermana menor fueron capturadas y asesinadas por HYDRA. Los mejores amigos de mi madre, Natasha Romanoff y Clint Barton, me salvaron del mismo destino y me llevaron a Missouri. Clint me tomó bajo su tutela y me recibió en su familia. Así encontré a mi nueva familia.

»No quería ir a la universidad, estudiar nunca ha sido lo mío. Así que entré a la Academia de SHIELD. Pero al conseguir ser agente de nivel cinco, decidí renunciar. No sentía que estuviera ayudando al mundo, así que empecé a trabajar en una clínica y e hice trabajo voluntario en un orfanato y en un asilo.

»Cuatro meses después, Fury me pidió ayuda y participé en una misión más. Ahí conocí a Steve —sonrió, y sus ojos se cristalizaron ante el recuerdo de dos personas más, pero ahuyentó las lágrimas con varios parpadeos—, a Sam Wilson y a mi esposo, Bucky Barnes.

»Él... él necesitaba ayuda, y yo se la ofrecí, porque pasó por el mismo sufrimiento por el que HYDRA quería que mi madre, mi hermana y yo pasáramos —relató.

Steve, ajeno a aquella información, la miró sorprendido.

»Empezamos a conocernos. Le ayudé a recuperar sus recuerdos y a integrarse al siglo veintiuno. Pero... sin darme cuenta, en realidad fue él quien me ayudó.

»Volví a sonreír como antes, a cantar, a bailar y a reír, pero no de forma fingida como lo hacía antes de conocerlo, sino sincera. Me ayudó de muchas formas, y me di cuenta de que era el amor de mi vida. Nos enamoramos, y vivimos juntos por mucho tiempo.

»En dos mil quince me uní a los Vengadores, y formé parte de otra familia. Lo tenía todo. Luego ocurrió lo de Ultrón, y conocí a dos grandes amigos, los Maximoff. Nunca había tenido amigos de mi edad, así que les agarré mucho cariño rápidamente. Ayudé a Steve y Nat a entrenar a los nuevos vengadores. Todo estaba bien.

»Hasta que Sam empezó a tener más y más pistas de Bucky. Tuvimos que irnos, huir. Nos fuimos a otro continente, pero nos duró poco. Ocurrió lo que todos saben, la Guerra Civil —resumió, a lo que todos asintieron.

»Éramos fugitivos. No estábamos a salvo en ningún lado, pero en Wakanda nos recibieron los brazos abiertos. Ahí lo curaron, sacaron toda la programación que HYDRA había puesto en su cabeza. Entonces, me propuso matrimonio, y dije que sí —sonrió al revivir el recuerdo en su cabeza. Una lágrima se le escapó, pero alcanzó a limpiársela antes de que cruzara por toda su mejilla.

»Meses después llegó Thanos. Bucky... Él se desvaneció frente a mis ojos. Sam, Wanda, Fury, Hill, Shuri, T'Challa, mi familia... Creí que no podría sentir nada peor, pensé que ese era le peor dolor que sufriría en mi vida, pero me equivoqué.

»Quince días después desperté encamada en un cuarto clínico. Me dijeron que tuve un aborto espontáneo, porque no me mantuve saludable y pasé por demasiado estrés. Así que sí, maté a mi propio bebé porque ni siquiera sabía que lo tenía y me descuidé —giró hacia su izquierda cuando escuchó un ligero sollozo, y vio a una señora de la tercera edad con los ojos lagrimosos, escuchando su historia.

»Y el apoyo que más he sentido que necesito es el del único padre que he tenido, pero ni siquiera me devuelve las llamadas. Rhodey lo está buscando por ahí; Tony tuvo la fortuna de no perder a Pepper y acaban de tener a una niña; Natasha formó un pequeño Consejo, lo que la mantiene ocupada; Steve dirige un grupo de apoyo; Thor creó Nuevo Asgard y Bruce tuvo éxito en un nuevo experimento...

»Odio sentir que todos han podido hacer algo, pero yo no logro ni moverme. No puedo seguir adelante. He estado estancada desde el chasquido y el aborto, y ni tengo ni la más pequeña idea de cómo salir de este pozo que me he excavado yo sola. Sé que Bucky nunca va a volver, mi bebé tampoco, y estoy luchando con todas mis fuerzas para estar bien con eso.

Hubo un largo momento de silencio en el que Astlyr vio a varios sollozando en silencio. No sabía si su historia los había conmovido, o había tocado algunas heridas. De cualquier manera, se resistió y no lloró. Steve dejó que todos se calmaran antes de hablar.

—Lo importante es intentarlo. El resto se irá dando poco a poco. Hace un mes no podías ni decir sus nombres o salir a la calle porque ver a un niño te destrozaba —le recordó cruzado de brazos, mirándola con unos enternecidos y orgullosos ojos.

Entonces, Astlyr se quebró. No pudo aguantarse y empezó a lagrimear. Asintió, bajando la mirada a sus manos, que jugaban con su anillo de bodas.

—Has dado un enorme paso, sólo debes asegurarte de seguir dando más, aunque sean muy pequeños —continuó Steve—. Con el tiempo, avanzarás más de lo que te puedas imaginar. Y de eso se trata, en eso consiste seguir adelante.

"¿Adónde vamos, ahora que no están?"

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