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64. Sacrificios

—¿Pueden dejar de mirarse y ayudar? —gritó Rocket.

Bucky le dio un intenso pero rápido beso en los labios, y tuvo que soltarla. Astlyr sintió terror en cuanto dejó de sentirlo, pero sabía que era necesario.

—Quédate cerca. Lo digo en serio —le dijo Bucky, con la seriedad que nunca había empleado para hablarle, no desde que lo encontró en ese callejón aquel día hace años.

Aunque era consciente de que Bucky difícilmente podría perdonarla si lo dejeba, la realidad es que muy probablemente iba a tener que alejarse. Tenía una misión que terminar.

Mientras Bucky volvía a la batalla, volviendo a disparar certeramente a cada chituauri a su alrededor, Astlyr levantó la mirada al cielo en busca de Wanda, aquella que podría llamar su ángel guardián por protegerla durante al camino a su reencuentro con Bucky. Se preocupó al no verla sobre ella, disparando con aquella extraña energía escarlata que emanaba de sus manos.

¿Había caído?

Miró de nuevo a su alrededor, tal vez había regresado al combate en tierra..., y estaba en lo correcto.

Pero Wanda no sólo estaba peleando contra un alienígena. Se trataba de Thanos. Lo tenía en el aire, presionándolo con una fuerza que no podía imaginar. Se dio cuenta, en ese exacto momento, que Wanda tenía la posibilidad de terminarlo. Sintió escalofríos subir por la columna hasta la nuca. Wanda era casi invencible. Ahora se daba cuenta de que nadie tenía oportunidad contra Thanos... excepto Wanda.

Y creyó que lo lograría, pero la nave en el aire de la Orden Oscura comenzó a disparar abajo. Miró arriba. No había nada que la cubriera. Estaban expuestos.

Creyó que en cualquier momento les dispararían y quedarían hecho cenizas, pero los hechiceros con las mismas habilidades que el Doctor Strange activaron unos escudos en el aire de suficiente diámetro para cubrir a varias personas y a sí mismos. Era la mejor protección que obtendrían contra los disparos de la nave enemiga, así que procuraron mantenerse alrededor del hechicero más cercano. Pero en un momento, Bucky se salió del escudo al estar combatiendo contra un chitauri y un disparo cayó demasiado cerca de él. Astlyr observó cómo salía volando en al aire y caía casi diez metros lejos de ella. Pero aún se movía. Exhaló aliviada. Estaba por gritarla que volviera debajo del escudo, cuando de repente los disparos se detuvieron.

Miró hacia arriba. La nave ya no apuntaba hacia abajo, sino hacia el cielo. ¿Por qué?

¿Qué diablos es eso? —preguntó Sam.

Nadie supo qué responder, igual de ingnorantes que él a lo que estuviera en el cielo. Pronto, lo que parecía un pequeño punto brillante y rojo se asomó entre las nubes grises, y cada vez que se acercaba se hacía más grande. Era a lo que la nave disparaba, pero a la distancia en que se encontraba, Astlyr no podía distinguir qué era.

Entonces, esa luz que parecía un meteoro cayendo a toda velocidad, atravesó la nave como si fuera de goma, haciéndolo lucir tan fácil. Miró impresionada, con la boca abierta, cómo la luz regresaba al cielo, a la parte superior de la nave después de haberla dejado en un estado irreparable.

—¿Carol?

Por supuesto. ¿Quién más podría hacer algo tan impresionante como eso? Observó maravillada cómo la nave se hundía en el agua, envuelta en humor, fuego y cenizas.

Danvers, necesitamos apoyo aquí —dijo Steve.

El Hombre-Araña tenía posesión del guantelete, lo supo cuando Steve se lo comunicó a Danvers para que lo encontrara y llevara las gemas por el túnel cuántico que Scott estaba preparando. Deseó con todo su corazón no haber mirado alrededor y encontrarlo yaciendo en el suelo, abrazando el guantelete como si su vida dependiera de ello, pero ya no estaba en una buena condición para levantarse y pelear.

Esuchó a Bucky llamarla a través de los disparos, los gruñidos, los gritos y las caídas. Lo miró por encima del hombro..., y odió la expresión en sus ojos.

—¡Astlyr, no!

Había olvidado lo bien que él la conocía.

"Lo siento" artículo sólo con los labios, y comenzó a correr en dirección al Hombre-Araña apenas vio la intención de Bucky de alcanzarla y detenerla.

No llegaría a él lo suficientemente rápido, así que mientras corría se concentró en convertirse en un guepardo, llegando a los 100 kilómetros por hora.

—¡Oh Dios? ¿Qué carajo hace un guepardo aquí? —expresó el Hombre-Araña aterrado, arrastrándose hacia atrás en un intento de alejarse de ella.

Astlyr se quedó asombrada al verlo, incluso habría dicho algo si no fuera porque no era el mejor momento para hacerlo, pero fue inevitable que notara la identidad del Hombre-Araña.

Cuando lo conoció en el aeropuerto en Alemania, supo que se trataba de un chico adolescente, ahora era unos años más grande, pero seguía siendo muy joven. Tenía una cara bonita, aunque estuviera llena de tierra, sangre y ceniza.

—¡Copiadora, eres tú! —exclamó al verla regresar a su forma original, portando su elegante traje negro de combate y sus dos látigos. Él sonrió aliviado de verla— Te cortaste el cabello.

No pudo evitar reírse. Se había olvidado que era tan parlanchín como ella durante las peleas.

—Por fin nos conocemos, Hombre-Araña —le dijo, y le extendió la mano. Él la tomó, dejándose ayudar para ponerse de pie, y al mismo tiempo sintió a alguien llegar a su lado desde arriba.

Astlyr miró a su derecha.

—Danvers.

—Buskerud —saludó Carol con una sonrisa agradable, y miró al Hombre-Araña con una ceja arqueada.

—Hola, soy Peter Parker.

—Hola, Peter Parker. ¿Tienes algo para mí?

El chico asintió, y meintras le extendía el guantelete a Carol, miró a las espaldas de ambas heroínas... cientos de chitauris corrían hacia ellos, en busca de obtener las gemas para su amo.

—No sé cómo cruzarán todo eso.

Carol tomó el guantelete, y otra presencia se acercó desde arriba.

—No te preocupes —dijo Wanda.

—No está sola —completó M'Bwana.

En realidad, no sólo una presencia se acercó a ellas. Preparadas para poner un frente unido y cubrir la espalda de Danvers, Wanda, Okoye, M'Bwana, la Valquiria en el pegaso, Pepper en uno de los trajes de Tony hecho a su medida, una chica con antenas, Vesta, Shuri, una mujer de piel verde, la compañera de Scott y Nébula se reunieron a su alrededor y avanzaron hacia el ejército que se acercaba a toda velocidad.

Astlyr se unió al combate con un látigo en cada mano, pero para mantenerse cerca de Danvers y asegurarse por sí misma de que llegara al túnel cuántico, cambió de forma a la de una de las bestias espaciales, aunque de un color blanco como la cal para distinguirse de entre los demás.

A través del humo, detrás de Danvers, salieron Shuri, Pepper y la compañera de Scott, disparándole a Thanos cuanto éste quiso atacar a Danvers, quien ya estaba increíblemente cerca de llegar al túnel cuántico con el guantelete abrazado a su torso. Y aunque lograron derribarlo y Danvers lo pasó por un lado a una velocidad increíble, Thanos se recuperó demasiado rápido y aún de rodillas lanzó su espada de doble filo, logrando que ésta cayera justo en el centro del túnel cuántico.

La explosión causada por la destrucción del túnel cuántico hizo que todos a su alrededor salieran volando de espaldas, especialmente Danvers y Astlyr, que habían estado más cerca del túnel que cualquier otro.

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