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55. Nuevos uniformes

Astlyr pasó por el almacén, en el área donde la construcción estaba casi terminada. Según Tony, sólo hacían falta ajustar unas tuercas. Observó la obra maestra de Stark. Era increíble y no podía esperar a que Scott hiciera la primera prueba.

Thor, quien durante la semana no había hecho más que comer y emborracharse, deambulaba por los pasillos con una lata de cerveza, en ropa cómoda y con gafas de sol oscuras.

—Te ladeas a la izquierda —le avisó Tony, pasando junto a Thor con una herramienta en el brazo y una carretilla con más piezas en la mano izquierda—. Sigue tu carril, Lebowski —se burló, haciendo referencia al parecido que tenía con el personaje Jeffrey Lebowski en esa película de 1998. Astlyr sonrió divertida.

—Oye, Roger, ¿cómo vas?

—Me llamo Rocket. Y cálmate, sólo eres un genio en la Tierra, amigo.

—Hellboy, ¿cómo vas tú?

—Terminé de conectar lo que me pediste —respondió Vesta, saliendo del otro lado de la máquina y quitándose unos guantes de mecánico—. ¿Y por qué sigues llamándome Hellboy?

—Es un mal chiste en referencia a un personaje de la Tierra con el que tienes un parecido —le explicó Astlyr—. Ignóralo.

Tony se encogió de hombros.

—¿Por qué no vas a ver si Scott ya está listo? —sugirió Tony a Astlyr— No puede tardarse tanto en ponerse un traje.

—Iré a ver.

—Gracias, Hit-Girl.

Astlyr rodó los ojos.

—De nada, Chappie.

Se alejó del área principal del almacén con paso relajado, dirigiéndose al laboratorio donde Bruce estaría surtiendo a Scott con las partículas Pym. Al entrar, encontró a Scott en el traje para viajar en el tiempo, diseñado y creado por Tony. También tenía el casco y no se movía, luciendo como un maniquí mientras Bruce y Nébula terminaban con los detalles.

—Me encantan los nuevos uniformes —comentó Astlyr, acercándose junto con Rhodey—. No es por presumir, pero... blanco y el rojo me lucen increíbles.

—¡Oye, ten cuidado! —exclamó Scott, deteniendo a Bruce.

—Estoy siendo cuidadoso —contestó Bruce.

—No, estás siendo muy Hulk —le dijo, apartándose y quitándole las partículas de la mano.

—¡Estoy siendo cuidadoso! —insistió, ofendido.

—Son partículas Pym —le dijo, enseñándoselas en alto—. Y como a Hank Pym lo borraron de la existencia, esto es todo. Son todas las que tenemos. No haremos más.

—Cálmate, Scott —pidió Rhodey.

Soctt suspiró.

—Lo siento. Sólo tenemos un viaje de ida y vuelta para cada uno. Es todo. No hay segundas oportunidades. Más... dos pruebas —concedió, relajándose.

Como había intentado hacer Bruce, Scott guardó las partículas Pym en el cinturón del traje, pero en el acto... accidentalmente las activó y se redujo en tamaño y masa, casi desapareciendo a simple vista. Un segundo después, recuperó su altura normal y nos observó apenado.

—Una prueba más —se corrigió.

Rhodey suspiró y negó con la cabeza. Astlyr lo reprochó con la mirada y puso los brazos en jarra.

—Bien. No estoy listo para esto —se lamentó, moviéndose nerviosamente, apretando los ojos y frunciendo el ceño.

—Entonces lo haré yo —decidió Astlyr, dando un paso al frente.

—No, no lo harás.

Al ambiente se volvió instantáneamente tenso. Todos ahí habían presenciado el encuentro entre Astlyr y Clint, y probablemente ya se habrían enterado de la razón de su resentimiento por el arquero que se había vuelto un anti-héroe.

—Oh, oh —murmuró Scott, observando la situación como si fuera el clímax de una película.

—No puedes decirme qué hacer y qué no hacer —le contestó mordaz, dándose media vuelta para encararlo.

Clint estaba parado con los brazos cruzados, luciendo su nuevo tatuaje en el brazo izquierdo, en el marco de la puerta el laboratorio. La miraba decidido a no dejarla ser el sujeto de prueba.

—Es demasiado peligroso.

—No quieras actuar como mi padre ahora —le advirtió—. Perdiste ese derecho hace cinco años.

Clint no se inmutó ante sus palabras, pero tampoco volvió a abrir la boca. Viendo que la discusión estaba terminada, Astlyr se volvió a Bruce. Esta vez no podría sólo copiar el traje, que tenía ciertas funciones, materiales y cualidades para resistir el viaje en el tiempo por el reino cuántico, así que tendría que vestirse como una persona normal.

—Ahora, ¡¿dónde está mi súper traje, mujer?! —exclamó, y sonrió de satisfacción, mientras los demás la veían confundidos— Siempre quise decir eso.

—Entendí la referencia —aprobó Scott, asintiendo.

—Astlyr, te sentirás confundida por el desplazamiento temporal.

Ella parpadeó, saliendo de sus pensamientos al escuchar a Bruce.

—Está bien —respondió.

Había estado pensando muy profundamente en lo que estaba por ocurrir. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa o asustada. ¡Claro que lo estaba! Pero nunca se echaba atrás ni se acobardaba. Ella era casi imprudentemente valiente. Sólo que... bueno, viajar en el tiempo superaba todas sus experiencias. Y entre sus experiencias se encontraba el combate a muerte con alienígenas de brazos grande y dientes filosos.

—Espera. Déjame preguntarte algo —interrumpió Rhodey, mirando a Bruce—. Si podemos hacer esto, ya sabes... volver en el tiempo, ¿por qué no hallar a Thanos de bebé y...

Astlyr suspiró cuando Rhodey dio a entender una estrangulación con ademanes.

—Sí, ojalá fuera tan fácil.

Bruce había arqueado las cejas, impresionado por la sugerencia.

—Primero que nada, eso es horrible.

Rhodey frunció el ceño, restándole importancia.

—Es Thanos —contestó, como si eso explicara su intento de asesinar a un bebé.

—Y en segundo lugar, el tiempo no funciona así. Cambiar el pasado no cambiará el futuro —explicó Bruce.

—Mira, regresamos, conseguimos las gemas antes que Thanos... Thanos no obtiene las gemas y problema resuelto —planeó Soctt.

—Bingo —concordó Clint, todavía en la entrada del laboratorio.

—No funciona así —comentó Nébula, deteniéndose un momento de lo que hacía en la pantalla holográfica para intervenir.

—Bueno, eso es lo que yo oí —dijo Clint.

—¿Quién te lo dijo?

Star Trek, Terminator, Timecop —comenzó a enumerar Rhodey.

Escape del futuro —añadió Scott.

Viajeros en el tiempo, Un viaje en el tiempo...

Un loco viaje al pasado —continuó Scott.

—¡Un loco viaje al pasado! —repitió Rhodey— Las excelentes aventuras de Bill y Ted. Básicamente, todas las películas sobre viajes en el tiempo.

—Exactamente, chicos —dijo Astlyr, asintiendo—. Acaban de decirlo: películas. Lean un poco.

Duro de matar —agregó Scott—. Ah, no. Esa no.

—Todos lo saben —concluyó Rhodey.

—No sé por qué todos lo creen, pero no es cierto. Piénsalo. Si viajas al pasado, el pasado se vuelve tu futuro, y tu presente anterior se convierte en pasado, el que no puede ser cambiado por tu nuevo futuro.

—Exacto —Nébula estuvo de acuerdo.

Astlyr sonrió y le guiñó un ojo a Scott, burlesca.

—Todos los días se aprende algo nuevo, ¿eh?

—¿Así que Volver al futuro son puras mentiras? —lamentó Scott, casi indignado.

—Ni siquiera es tan buena —le dijo Astlyr, pasando a su lado y palmeándole el hombro para dirigirse al área principal del almacén.

—Muy bien, Astlyr —comenzó Bruce, inclinado sobre los controles y moviendo palancas y botones—. ¿A dónde y cuándo quieres ir?

Astlyr inhaló y exhaló, sintiéndose diminuta y solitaria en medio de la enorme máquina que parecía una araña acostada bocarriba. Steve, Tony, Nébula, Rocket, Natasha, Vesta y Thor se mantuvieron alrededor de Bruce, observándola con todas sus esperanzas puestas en ella y en el primer intento.

Estuvo por responderle, cuando Steve la interrumpió.

—Yo elegiré la fecha.

Astlyr lo miró extrañada, preguntándose qué día y lugar elegiría.

—Confía en mí.

Asintió lentamente, procesando el hecho de que no sabía en qué lugar y tiempo aparecería en unos segundos. La expresión de Steve, sin embargo, la llenó de curiosidad y consolación. Activó el casco y miró a través de la pantalla ligeramente azulada. Aunque quisiera moverse, el terror se lo impedía.

—Empezaremos en tres... dos... uno...

Ni siquiera tuvo tiempo de bajar la mirada para entender qué ocurría. Había activado las partículas Pym antes de que quisiera arrepentirse. Se sintió jalada por el ombligo y succionada por un diminuto y angosto tubo mientras el aire la golpeaba. El tubo era de una extraña energía móvil y brillante. No sabía a dónde ir ni cómo moverse, pero el traje se encargó de todo y no hubo necesidad. En la pantalla del casco apareció el objetivo cuántico identificado y desde entonces no volvió a abrir los ojos... hasta que aterrizó.

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