44. Gemas del Infinito
—La guardia del rey y las Dora Milaje están enterados —avisó Okoye caminando al lado de T'Challa, quien venía con el semblante serio y las manos en la espalda.
—¿Y la Tribu Fronteriza?
—Los que quedan.
—Deberías enviar un aviso a los Jabari también —comentó M'Bwana con una media sonrisa, ganándose una mirada divertida por parte de T'Challa y Okoye—. A M'Baku le gusta una buena pelea.
—Bien —dijo Okoye—. ¿Y qué hay sobre ellos?
—Tal vez estén cansados de la guerra —explicó T'Challa—, pero los Lobos Blancos han descansado lo suficiente.
La carcajada de Astlyr resonó cuando Bucky no logró esquivar el puño de paja que le lanzó al cabello, desmoronándose sobre él y cubriéndolo como espanta pájaros, pero cesó cuando vio que Bucky agarró otro puño de paja y se lo lanzó a la cara. A diferencia de él, ella logró hacerse a un lado justo a tiempo.
—¡Já! —se burló triunfante.
Bucky sólo puso los ojos en blanco y siguió apilando la paja, hasta que notó la presencia de otras personas en el lugar. Lanzó un último bloque al montón y frunció el ceño. Astlyr siguió la dirección de su mirada, confundida por su repentino cambio de expresión. T'Challa venía hacia ellos, acompañado de Okoye, algunos guardias y, por supuesto, M'Bwana. Ninguno parecía traer buenas noticias.
Sin decir nada, los guardias dejaron dos maletines metálicos sobre la paja que Bucky había añadido al montón. Astlyr se levantó de donde estaba sentada, se puso a su lado..., y sintió que se le cortaba la respiración. Él había dicho claramente que no necesitaba un brazo biónico y estaba contento así. Ella lo había apoyado porque comprendía que el recuerdo del otro brazo con la estrella roja era más que suficiente.
Supo que la llegada del brazo de vibranio, decorado especialmente con brillantes toques plateados para combinar con el látigo láser que había en el segundo maletín, significaba un problema. Les estaban trayendo sus armas, aunque en una versión mucho más avanzada y mejorada, casi indestructible.
—Pero... —vaciló, negando.
—Lo sabemos —respondió M'Bwana, anticipando sus palabras, con verdadero dolor en su expresión, y comprendiendo el sentimiento de Astlyr—, pero el Capitán Rogers ha llamado.
Astlyr nunca ignoraría el llamado de su Capitán. Levantó la mirada de los maletines y miró al rey casi con temor por la respuesta a su duda.
—¿Qué dijo?
—Alguien está reuniendo las Gemas del Infinito —empezó a explicar T'Challa.
—¿Las qué? —preguntó Bucky.
—Tuvo una visión —se explicó con simpleza.
—En mi visión, un remolino absorbía toda esperanza. En el centro, estaba eso —les dijo Thor, señalando la piedra de color ámbar que decoraba la frente del androide y antes estuvo en el cetro de Loki.
—¿La gema?
—Es la Gema de la Mente. Una de las seis Gemas del Infinito. Es la más poderosa del Universo, la de mayor fuerza destructiva.
Astlyr parpadeó un par de veces, aturdida por la noticia y el recuerdo. Miró a Bucky a los ojos y él arqueó las cejas hacia ella, sin entender qué sucedía.
—Antes de que Thor se fuera de la Tierra, habló conmigo al respecto, ¿recuerdas? Por eso no pudo quedarse más tiempo y enseñarme a manejar el Mjölnir. Fue en busca de las gemas. Son seis piedras con poderes. Visión tiene la Gema de la Mente.
Después de un momento de silencio, Bucky se acercó más al brazo y lo observó, entendiendo lo que les esperaba.
—¿Dónde es la pelea?
—Está en camino —respondió T'Challa.
Astlyr se dejó caer sentada sobre uno de los montones de paja, sin saber qué decir. Algo en su interior le decía que esta no sería una guerra fácil. Se sentía insegura al no tener idea de a qué se enfrentaría.
Bucky se puso de cuclillas frente a ella y tomó su mano.
—Oye —la llamó con voz más baja de lo que esperó—. ¿Sabes cuántas cosas hemos enfrentado? ¿Y sabes cuántas de ellas hemos superado?
Astlyr no levantó la mirada de sus manos.
—Esta no será la excepción —le prometió, llevándose su mano a la boca para darle un beso rápido y tierno en los nudillos, muy cerca de su anillo de bodas—. Sólo... no te separes de mí. ¿De acuerdo? No voy a dejarte sola. No de nuevo.
Ella asintió, mirándolo por fin, y le sonrió. Acarició su barba.
—De acuerdo, Jesús.
Bucky rodó los ojos ante la broma que tenía un mes haciéndole, por su cabello largo y su barba abundante. No era una queja, de hecho Astlyr lo disfrutaba porque, cuando se aburría, le hacía toda clase de peinados, y él se dejaba porque eso la hacía sonreír.
—Prepárense —les pidió T'Challa antes de dar media vuelta con M'Bwana, Okoye y los guardias para subirse a la nave, donde los esperarían.
Bucky cerró ambos maletines y los llevó con su mano. Astlyr lo siguió de vuelta a su hogar. Abrió el maletín, tomó su nuevo látigo láser y al levantarlo encontró el dibujo de un traje de combate diferente. Era similar al que usaba cuando formaba parte de los Vengadores, pero completamente blanco y con más correas y bolsillos en el cinturón para una mayor capacidad de armas y balas.
Enfundó el látigo en la correa de su pierna derecha y luego una pistola y dagas que Bucky le alcanzó. Él también ya estaba vestido y armado, con el brazo de vibranio. Se acercó para ayudarle a terminar de abrochar su chaleco antibalas, y él la dejó. Siempre la dejaba hacerlo porque sabía que eso a ella le daba una sensación de seguridad.
—Estaremos bien, soldat.
—Siempre y cuando estemos juntos —prometió Bucky—. Funcionamos mejor así.
Astlyr sonrió.
—Cierto —concordó, dejando su chaleco. Nerviosa, se acomodó la larga trenza que colgaba por su espalda hasta el inicio de su trasero. Le gustaba pelear con una trenza para evitar el estorbo de su pelo—. ¿Crees que deberíamos decirles? —preguntó, mostrándole su mano izquierda y sacudiendo el dedo anular para enfatizar el sencillo accesorio de vibranio que representaba su unión matrimonial.
Bucky entrelazó sus dedos con los suyos, haciendo que los anillos se tocaran.
—Yo no tengo ningún problema.
—Es sólo que... no puedo mentirle a Natasha —admitió—. Me conoce demasiado. Le he ocultado esto por tres meses, a ella y a Clint, en realidad, y no sé cuánto tiempo más aguante así. Pero no sé si sea buena idea decirles hoy.
—¿Crees que lo desaprueben?
Astrly se quedó callada. No sabía qué esperar. Natasha era muy impredecible, aunque jamás le había dado la espalda por alguna elección. Clint siempre la había apoyado y respetado, nunca faltaba cuando lo necesitaba. Por consecuencia, no soportaría decepcionarlos o recibir una desaprobación de su parte. Ellos la habían ayudado a ser quien era hoy, a defenderse, a pelear y a no dejarse vencer ni intimidar por nadie.
Se mantuvieron en silencio en el camino al palacio real, donde pronto llegaría el resto, aunque T'Challa aún no había especificado quiénes vendrían. Astlyr estaba nerviosa y ansiosa por escuchar una explicación de por qué iba a estar en una guerra contra alienígenas. El asunto de las gemas no dejaba de rondar por su cabeza.
Una vez que la nave se detuvo y aterrizó, Astlyr se adentró al palacio con Bucky a su lado para saludar a Shuri. Escuchó cómo T'Challa hablaba seriamente con M'Bwana sobre cómo no quería que dejara el palacio y protegiera a su madre y a Shuri, protegiéndose también a ella misma. Astlyr lo comprendió. Si pudiera, también mantendría alejado a Bucky. No soportaba la idea de perderlo, prefería que él sobreviviera, ella daría la vida por él sin dudarlo. Si alguno de los dos tenía que morir, se aseguraría de ser ella.
Astlyr miró por encima del hombro cuando escuchó el motor de una nave acercarse. Codeó a Bucky y él le sonrió, asintiendo. Salieron del palacio para llegar a donde había aterrizado la nave frente a T'Challa, M'Bwana y las Dora Milaje.
—Tendrán a la guardia del rey —le respondió T'Challa a Steve—, las Dora Milaje y...
—A un hombre de cien años medio estable —continuó Bucky, al acercarse con una media sonrisa hacia Steve.
—Y a una inhumana buscada en cien países —completó, llegando a su lado y sonriendo abiertamente con las manos en la cadera.
—Ciento diecisiete —le corrigió Bucky, divertido.
—Ah, cierto.
Steve les sonrió a ambos y abrazó a cada uno rápidamente.
—¿Cómo has estado, Buck?
Estaba contento de encontrar a su mejor amigo en un mejor estado. Era la primera vez que lo veía desde la criogenización, y podía ver que estaba mejor que nunca.
—Nada mal —sonrió. De hecho, había estado perfectamente. Intercambió una rápida mirada con Astlyr, acto que nadie pasó por alto—... para ser el fin del mundo.
Astlyr los dejó un momento y se acercó a Natasha. La abrazó con fuerza y le sonrió.
—Hola, Nat.
—Te ves mejor —la halagó Natasha después de abrazarla—. ¿Hay algo que me quieras contar? Tal vez... lo que tu novio ya delató.
—Después —decidió, sonriendo de lado—. Así me aseguro de que te esfuerces por sobrevivir.
—Oh, sabes que no puedo morir sin saber qué es lo que me oculta mi ahijada.
—Por cierto, Wanda, me encanta tu nuevo cabello —halagó Astlyr, acercándose para estrecharla en sus brazos. Wanda sonreía débilmente, sin embargo—. El rey T'Challa ya me puso al tanto de la situación con Visión. No tienes que preocuparte. Si hay alguien en este mundo que puede quitarle la gema y dejarlo con vida, es la princesa Shuri. Es una genio. Visión está en las mejores manos.
—Gracias, Astlyr —Wanda sonrió con más ánimo, sintiendo más tranquilidad—. Necesitaba oír eso.
—¡Printsessa!
—No otra vez —masculló Bucky, sólo lo suficientemente alto para que Steve lo escuchara, quien sonrió con gracia, pues nunca se hubiera imaginado a su mejor amigo sintiendo celos.
—¡Correcaminos! —Astlyr sonrió en grande y se lanzó a sus brazos. Pietro la levantó y la hizo girar antes de dejarla otra vez en el suelo, con su clásica sonrisa.
—Me alegra verte, printsessa.
—A mí también. Después de esto, si salimos con vida, espero que me platiques todo sobre cómo ha ido la renovación de Sokovia.
Después de los Acuerdos de Sokovia, Pietro había regresado a su país natal para ayudar a reparar los daños. Había construido tantas casas que ya había perdido la cuenta.
—Tenlo por seguro —prometió, antes de seguir a su melliza y Visión, quien estaba siendo escoltado al laboratorio de la princesa.
—¿Astlyr?
Aquella voz le puso la piel de gallina. Parpadeó, sin poder creerse lo que había escuchado. Pero cuando giró y observó atentamente a aquel que le había hablado, pegó un grito en el cielo que llamó la atención de todos los presentes.
—¡Doctor Banner!
Nunca había sido muy unida a Bruce, pero siempre le había tenido mucho respeto. En ese momento no le importó que él no estuviera acostumbrado a las muestras de afecto y se lanzó a abrazarlo con todas sus fuerzas. Todo ese tiempo, después de Ultrón, había quedado con la idea de que no volvería a verlo, que se había quedado en alguna parte del mundo o había muerto. Y ahora estaba ahí, perfectamente sano.
—Doctor Banner, creí que jamás volvería a verlo —admitió cuando se separó, para mirarlo mejor.
Sonrojado y un poco retraído debido a su timidez y constante incomodidad natural de su personalidad, Bruce asintió.
—La verdad es que el tiempo ha pasado de distinta manera para mí. Pero es una historia para otro momento —explicó.
Astlyr asintió, comprendiendo que probablemente sería un cuento largo y no muy agradable de expresar, así que se guardó sus preguntas. El doctor Banner pasó por su lado, siguiendo a Steve y Natasha hacia el laboratorio.
—Tal vez Natasha no se haya dado cuenta, pero yo sí —se burló Sam, negando con la cabeza mientras llegaba sorpresivamente por un lado. Astlyr lo miró con las cejas arqueadas, confundida de lo que le hablaba—. ¿Ese anillo que él trae en el pulgar y tú en el índice? ¡Já! Buen intento de disfrazar el asunto, pero los atrapé.
—Cállate, pollo de metal —le dijo, aunque no pudo ni siquiera contener un poco la sonrisa que se le escapó.
No iba a negar que esos tres meses de matrimonio con Bucky habían sido los más fantásticos de toda su vida.
—Ya, en serio, en serio —dejó de lado la broma con un ademán, antes de acercarse y abrazarla fuerte y brevemente—, felicidades —le dijo apenas la soltó, y Astrly le agradeció en silencio—. No estás embarazada, ¿verdad?
La sonrisa se le desvaneció entonces.
—Ugh, ¡Sam! —exclamó, golpeándole el hombro.
—¡Sólo quería estar seguro! —se excusó, alzando las manos al aire en muestra de rendición. Luego, dirigió su mirada a Bucky. Ya sólo quedaban ellos tres y Rhodey— Y tú, cuídala, ¿de acuerdo? O tendré que matarte, sólo digo.
Bucky sonrió de lado, pero asintió, aceptando la advertencia con gracia. Astlyr rodó los ojos y agradeció que Rhodey se encontrara hablando con uno de los guardias wakandianos en ese momento, por lo que no había escuchado su plática.
—Ahora —pidió silencio Astlyr, adquiriendo seriedad y mirando a Sam—. ¿Se puede saber quién está reuniendo las gemas y qué rayos quiere?
—Por lo que tengo entendido, se llama Thanos, y piensa que mediante el uso de las Gemas del Infinito eliminará directamente y de manera aleatoria a la mitad de la vida en el universo.
—Así que... enfrentaremos a un loco alienígena genocida —concluyó Astlyr.
Entonces, escuchó un extraño estruendo que nunca había oído antes. Un disparo de algún punto desconocido cayó sobre sus cabezas, muchísimos metros por encima, pero se esparció y desapareció al chocar contra el campo de fuerza hecho de vibranio que rodeaba la ciudad de Wakanda.
—Cap, tenemos una situación aquí —avisó Sam por el comunicador.
—Dios, amo este lugar —confesó Bucky, admirando cómo aquel intento de ataque fue como un fuego artificial contra el campo de fuerza.
—No celebren aún —advirtió Rhodey—. Hay más acercándose fuera del domo.
—Necesitamos acercarnos lo más posible al domo —consideró Astlyr—. La mejor manera de pelear será en un campo abierto, lejos de la gente.
—Y es precisamente eso es lo que haremos —confirmó T'Challa, llegando en compañía de varias naves que flotaban un par de metros arriba del suelo, unas llenas de su ejército y otras vacías para ellos.
Astlyr ni siquiera lo pensó: inmediatamente se fue con Bucky, entrelazó sus manos y se subieron a la misma nave que los había traído desde la Tribu Fronteriza para dirigirse al campo de batalla.
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