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39. Wakanda


—¿Qué es lo que te han hecho?

—Creo que les agradé mucho —murmuró Astlyr, con voz baja y débil, intentando sonreír con egocentrismo. Dejó de sentir frío al ser levantada del suelo de su celda y estar en los brazos de Steve.

—¿Agradarles? Si con eso te refieres a que te golpeen, te den choques eléctricos y te dejen sin comer, entonces creo que te amaban —respondió Sam, a un lado de Steve, con un tono de reprimenda por dejar que la lastimaran. Su celda estaba justo al lado, por lo que le había tocado escuchar sus gritos y llantos muy de cerca.

—¿Dónde estamos? —preguntó, sin poder alzar sus párpados.

La luz blanca del techo hacía que le dolieran los ojos. Sintió que la movían de unos brazos a otros.

—Te tengo, piojo —dijo Clint, pegándola a su cuerpo para darle un poco más de calor.

Incluso la dejaban con el aire acondicionado aún más frío que a los demás. La dejaban sin comer, la electrocutaban casi todo el tiempo y la castigaban a golpes cuando se pasaba de lista... o cuando sólo lo intentaba. Todas esas condiciones le había impedido a su cuerpo curarse como debería.

—Te dije que dejaras de insultar a los guardias —le recordó Scott—. A ellos no les gusta mucho eso.

Lo único que Astlyr era capaz de ver y comprender era que Steve había vuelto por todos ellos, los había sacado de la Balsa y ahora los ayudaba a escapar de ese lugar perdido en el mar con una nave muy avanzada en tecnología.

No podía ni mover su cabeza para mirar alrededor, le dolía demasiado, sentía que le taladraba, pero alcanzó a ver perfectamente cómo Pietro, nada débil ni magullado, llevaba a Wanda en brazos, quien estaba tan perdida como ella. Las dos habían sufrido montones de electrochoques por el miedo de los guardias a que usaran sus poderes y huyeran.

—Pero fue divertido —respondió a Scott antes de caer dormida.

Durante todo el trayecto en la nave, prestada por el rey de Wakanda, permaneció dormida. Al sentirse a salvo, pudo finalmente relajar su cuerpo y se permitió bajar la guardia, así descansando. En la Balsa había comido y dormido muy poco. Los golpes y electrochoques que había recibido por última vez ocurrieron tan sólo unos minutos antes de que Steve llegara a salvarlos.

Después de varias horas de viaje, sintió que la removían.

—Vamos, piojo. Ya llegamos.

—¿A dónde? —murmuró en un balbuceo.

—Si te lo digo, no me creerías.

Astlyr se levantó poco a poco con la ayuda de Clint, pero éste la vio tan cansada que decidió seguirla llevando en brazos.

—Te quiero, Clint —le dijo, pegando su cara a su pecho, reconfortándose—. A ti, a Natasha, Laura, Lila, Cooper, Nathaniel... Ustedes son mi familia. Lo saben, ¿verdad?

—Nosotros también te queremos —respondió con voz suave, dejándole un casto beso en su frente. Pasó un momento de silencio antes de que volviera a hablar—. Creo que hay alguien impaciente por verte.

Astlyr abrió los ojos, quedando aturdida y cegada por unos segundos al sentir la luz del día tan fuerte. Recibió gustosa el calor abrasador del nuevo lugar en el que se encontraban. Clint la llevaba fuera de la nave, donde fue distinguiendo a las personas de una en una, hasta que reparó en la presencia de aquel que lograba hacerla sonreír de forma especial.

Clint la soltó, dejándola en pie con cuidado.

—¿Soldat?

El corazón de Bucky se detuvo al ver su lindo cuerpo destrozado. Corrió a su lado y le acunó la mejilla al inspeccionar su estado. Su piel ya no era perlada y brillante, sino de un tono amarillo y blanco pálido. Sus labios se veían resecos y sin color. Debajo de sus hermosas pestañas larga y oscuras cargaba unas enormes ojeras negras y moradas; sus mejillas se veían hundidas y toda su cara estaba llena de hematomas. Lo peor era el collar que usaba y la camisa de fuerza desamarrada que aún tenía puesta.

Lo primero que divisó fue el rostro de Bucky, su cabello largo y su barba abundante. Sonrió lo más grande que pudo, pero luego borró el gesto al notar que el brazo biónico ya no estaba en su lugar.

—Lo siento tanto. Es mi culpa que estés así —dijo Bucky, sin darse cuenta de la mirada de Astlyr sobre su brazo ausente.

—Estoy bien, en serio —dijo, pero su voz ronca y débil la delató.

—No, no lo estás. Es mi culpa. Estás así por mi culpa. No pude mantenerte a salvo. Debí...

Habría continuado si no fuera por cómo Astlyr lo calló. Se puso de puntas, se apoyó con las manos sobre sus hombros y colisionó sus labios en un beso quieto, casto y tierno. Bucky la sostuvo, rodeándola con su brazo para mantenerla junto a él.

El entorno de Astlyr se desvaneció, lo único que sabía era que Bucky estaba bien, estaba con ella, estaban a salvo y lo estaba besando como si nada malo hubiera ocurrido en la última semana. Jamás se había sentido tan aliviada y viva, tan feliz de volver a verlo.

Una nube de adrenalina la cubrió, de repente haciéndola sentir mejor. Cuando separaron sus bocas, apenas lo suficiente para tomar un respiro, Bucky juntó pegó sus frentes.

—Estamos a salvo, eso es lo que importa —murmuró ella, con voz apenas audible—. Tranquilo.

Observó su piel volverse blanca poco a poco, sus hematomas disminuyendo de tamaño hasta desaparecer, sus ojeras desvaneciendo y sus pómulos volver a tener su volumen aniñado. Segundos después, alzó sus párpados poco a poco, batiendo sus pestañas.

Bucky sonrió aliviado al verla como siempre, para luego reír entre dientes. Ella sonrió confundida.

—¿Qué?

—Nada, sólo —masculló, sonriendo, como si se estuviera dando cuenta de algo que no creía cómo es que jamás había pensado—... Te amo demasiado.

Era muy raro que fuera Bucky el que lograse hacer que Astlyr se sonrojara, pero esa fue una de esas pocas ocasiones.

—Te amo más, soldat.

o

Habían pasado apenas un par de días desde que Steve rescató a sus aliados de la Balsa, donde estuvieron encerrados por casi cinco días. Astlyr y Wanda habían salido más heridas que cualquiera. Sin embargo, Wanda tomó esos dos días que llevaban en Wakanda para recuperarse, y Astlyr sólo necesitó unos minutos de relajación para permitirle a su cuerpo curarse.

Bucky tuvo que explicarle todos los sucesos ante su insistencia. Astlyr había reaccionado bastante bien, considerando que él esperaba que ella se enojara por no haberle informado del asesinato del señor y la señora Stark cuando estuvo en servicio como el Soldado del Invierno. Ella comprendió perfectamente y le ofreció, una vez más, su apoyo y cariño.

Astlyr y Bucky fueron asignados a una habitación privada en el palacio, que era más bien un edificio, mientras que el resto había tenido sus cuartos individuales. Pasaron juntos todo el tiempo, pues el temor, el sentimiento de pérdida y la preocupación había sido demasiado para ellos después de haber estado como miel y abeja por dos años seguidos.

Sam no desaprovechaba los momentos para molestarla, pero ese día por la tarde no logró que ella sonriera con sus bromas.

—¿Ya vas a decirme qué es lo que tienes? —insistió.

Astlyr ni siquiera podía mirarlo, sólo se dedicaba a perderse en el atardecer frente a sus ojos, a través del enorme ventanal del pasillo. Los colores se combinaban y decoraban el cielo con esperanzas de un nuevo día. Wakanda tenía paisajes hermosos, diferentes a Noruega, pero definitivamente comparables en cuanto a belleza.

—James quiere que lo vuelvan a criogenizar.

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