38. La Balsa
—¡Vamos! —ordenó Steve al ver a Bucky, Sam y Astlyr uniéndose al área abierta del aeropuerto, donde estaba el cargamento y los aviones.
Los Maximoff, Clint, Sam, Bucky, Astlyr, Steve y Scott corrían hacia donde encontrarían el quinjet, pero Visión los detuvo al disparar una especie de láser desde su gema.
—¡Capitán Rogers! —dijo desde el cielo, levitando— Sé que cree firmemente que hace lo correcto —admitió con calma—, pero por el bien colectivo, debe rendirse ahora.
Entonces se acercó el resto frente a Visión: Natasha, Tony, Rhodey, T'Challa y el Hombre-Araña. Todos alineados y preparados para detenerlos.
—Tú das la orden, Capi —dijo Astlyr, sonriendo de lado hacia los que estaban frente a ella, dispuestos a detenerla y llevarse a Bucky. Ella sabía perfectamente la orden que daría—. ¿Qué haremos?
El intercambio de miradas que tuvo con Natasha le provocó un dolor en el pecho. No quería pelear con ella, era su familia. Pero lo que estaba haciendo no sólo era por su novio, para ella eso era lo correcto. El enemigo estaba allá afuera, no eran ellos los malos como todos creían. No podía dejar que el psiquiatra liberara a los otros Soldados del Invierno.
—Pelear —contestó, avanzando decidido.
El equipo lo siguió, pero lo que empezó caminando, terminó corriendo y en pelea. Astlyr notó cómo el Hombre-Araña fijaba su mirada en ella como objetivo. Sonrió petulante. Ya lo había vencido una vez, y al chico todavía le faltaba bastante experiencia.
El Hombre-Araña dio el primer golpe y Astlyr lo evitó. Él se frustró al apenas ser capaz de tocarla. Peleaban cuerpo a cuerpo, y por más que Astlyr lo derrotaba, él no se rindió. Cansada de lidiar con él, sacó el látigo de su cinturón, pero el chico se lo quitó de las manos con una telaraña y lo lanzó lejos. Ella lo miró horrorizada. Se había atrevido a quitarle su látigo.
—Lo siento, pero la última vez hiciste que me desmayara.
—Ahora entiendo por qué dicen que es frustrante cuando me pongo parlanchina en las peleas —admitió, rodando los ojos.
Se inclinó y alzó su pierna, golpeándole con su pie justo bajo el mentón, lo que provocó que cayera de espaldas. Se lanzó sobre él, tomó una de sus manos y presionó en su muñeca, disparando una telaraña a su otra mano y atrapándola contra el suelo, dejándolo tal y como él había dejado a Sam y Bucky.
El chico gritó cuando ella alzó la mano hecha puño para noquearlo, pero el golpe no llegó. Astlyr escuchó el rayo de Tony tan cerca que se echó a un lado y huyó como una paloma, evadiendo el disparo.
—Niño, te dije que con ella no, es muy tramposa para ti. Busca otro oponente —recomendó Tony, volviendo a su pelea con Steve.
—¡Yo sólo quería su autógrafo!
Astlyr vio a Bucky forcejeando con T'Challa, pero no pudo ver mucho porque en un movimiento rápido y brusco, logró tomarlo por el cuello y asfixiarlo contra una pila de cajas.
—¡Astlyr, no! —gritó Steve por el comunicador, al ver la aumentar de músculo y altura, con la piel verde y el rostro desfigurado en uno masculino.
—¿Por qué no dijeron que venía Hulk? —gritó Scott, asombrado— Sí está de nuestro lado, ¿verdad?
Tomó a T'Challa con la mano, alzándolo con la misa facilidad con la que hubiera levantado un trapo de tela, y lo lanzó por el aire hacia el campo verde que había frente al aeropuerto.
Astlyr no quería permanecer en la forma de Hulk, era peligroso y muy riesgoso. Ella no quería matar a nadie, y con ese cuerpo lo haría con un golpe. En el momento en que volvió a su forma, Bucky la jaló del brazo para proteger a ambos de una explosión, poniéndose detrás de un cargamento.
Sonrió victoriosa y aliviada cuando ubicó justo ahí su látigo, tirado en el suelo. Steve se les unió al segundo de que recogió su preciada arma y la enfundó en su cinturón.
—Tenemos que irnos —apresuró Bucky—. El doctor ya debe estar en Siberia.
—Primero debemos terminar con los voladores —planeó Steve—. Yo me encargo de Visión, ustedes vayan al jet.
—No. Ustedes suben al jet. El resto de nosotros no saldremos de aquí.
Astlyr se quedó callada. Ella no quería separarse de Bucky otra vez.
—De verdad odio admitirlo —habló Clint—, pero si queremos ganar esto, algunos de nosotros tendremos que perder.
Sin embargo, tendría que dejarlo ir para detener al psiquiatra, antes de que despertara a los otros soldados. Si iban a detenerlo a él y a cinco Soldados del Invierno, Bucky necesitaría a Steve. Era más fuerte y mejor combatiente.
—Esta no es la verdadera pelea, Steve —le recordó Sam.
Steve miró a Astlyr, como si esperara su opinión. Ella sólo miraba perdida algún punto, hasta que notó los ojos fijos de Steve y reaccionó.
—Tienen razón. Tú serás más útil que yo para pelear contra los soldados, si ya los ha despertado —admitió.
Miró a Bucky, que tenía una mueca en su cara, y le tomó la mano. No estaba contento con el plan, no quería abandonarla, dejarla sola en una pelea. Era verdad que en Siberia estaría en mayor peligro, pero al menos estaría ahí para protegerla. Estando separados no podría cuidarla.
—Estaré bien —le prometió—. Te veré cuando esto acabe.
Bucky asintió, sin tener más opción que aceptar separarse.
—De acuerdo —concordó Steve por el comunicador—. ¿Cuál es el plan?
—Yo tengo uno —dijo Astyr alzando la mano, aunque el resto del equipo no pudiera verla. Steve la miró expectante—. Involucra fuego.
—Definitivamente no —negó Steve—. ¿Otro plan?
—Necesitamos una distracción —dijo Sam—. Algo grande.
—Yo tengo algo grande, pero no puedo mantenerlo por mucho tiempo —avisó Lang—. A mi señal, corran como el infierno. Y si me parto en dos, no vuelvan por mí.
—¿Se va a partir en dos? —preguntó Bucky, mirando a Astlyr confundido, quien se encogió de hombros, tan perdida como él.
—¿Estás seguro sobre esto, Scott?
—Lo hago todo el tiempo —aseguró—. Bueno, una vez. En un laboratorio. Y me desmayé.
—Creo que mi plan es menos riesgoso, Capi. Si le prendemos fuego a un avión y...
—No —sentenció, callándola.
—Soy el jefe, soy el jefe, soy el jefe. ¡Soy el... jefe!
Poco después, algo llamó su atención y Steve se asomó por las cajas donde se escondía, haciendo que Bucky y Astlyr también salieran de su otro escondite para ver lo que sucedía.
—Bueno, ésa sí es una distracción —admitió, sorprendida.
El Hombre-Hormiga ahora era enorme y sostenía a Máquina de Guerra como si fuera una mosca a punto de escapar. Astlyr echó una mirada a Bucky, y una idea cruzó por su mente.
—Creo que ésa es la señal.
Inhaló y exhaló. Bucky la vio extrañado, y gritó "¡No!" cuando Astlyr reflejó su rostro. Steve frunció el ceño al ver a dos Soldados del Invierno viéndose a los ojos.
—Ellos no me harán daño severo. No dispararán si no saben cuál es el verdadero —explicó Astlyr—. ¡No está a discusión! ¡Andando!
—¡Bien hecho, Tic-Tac!
Astlyr corrió antes de que ambos se negaran a su plan, por lo que no tuvieron más opción que seguirla, a la vez en que Pietro y Wanda cubrían sus flancos, atacando a todo el que intentara acercarse a ellos.
Cuando estuvieron a sólo unos metros de la entrada donde se encontraba el quinjet, la torre de control fue cortada a la mitad por la gema de Visión, tratando de que los escombros taparan la entrada. Sin embargo, Wanda sostuvo la torre con sus poderes el tiempo suficiente. Aceleraron el paso y la torre finalmente cayó a sus espaldas.
De repente tuvieron que frenar al encontrarse con Natasha, apuntándoles con sus disparadores de electrochoques.
—No van a parar —comprendió Natasha, suspirando.
—Sabes que no podemos.
Natasha alzó su puño y le apuntó directamente a ambos Soldados, insegura de cuál era el verdadero. Dudó, pues lo último que quería era herir a su ahijada, pero al fin y al cabo sólo eran pequeños discos que se adherían a la piel y electrocutaban, sin llegar al punto de matar. Astlyr se repondría en segundos, el Soldado no.
—Nat, espera —le pidió. Natasha miró al Bucky de en medio, que al segundo se perdió, dando lugar a la forma de Astlyr—. Por favor, tienes que creerme. Él no hizo nada.
—¿Por qué lo defiendes, para empezar? —cuestionó, arqueando su ceja con curiosidad y bajando el puño que la apuntaba, y sin mover el que tenía al verdadero Bucky como objetivo— ¿Tengo que recordarte lo que hizo con SHIELD?
—Porque estoy con él.
—Ya sé que estás con él. Que te estés arriesgando a que te disparen al hacerte pasar por él y lo estés cubriéndolo es más que evi...
—No —la calló, tomando aire y finalmente exhalando con pesadez. La miró a los ojos, tratando de mostrarle que le hablaba con la mayor seriedad—. Yo estoy con él.
Natasha titubeó y boqueó, buscando las palabras adecuadas, pero, por primera vez, no estaba segura de qué decir. Estaban juntos. Por tanto tiempo creyó que Astlyr nunca estaría con nadie por estar tan metida en su idea de ayudar y salvar al mundo como su madre solía hacerlo, y ahora la veía enamorada de un hombre... tan enamorada como para luchar a su lado y defenderlo de sus propios amigos y familia. Su pechó recibió una oleada cálida de orgullo y ternura.
—Lo que hago por ti —suspiró y bajó el puño.
—Corran —les ordenó Astlyr, sin contener una sonrisa de agradecimiento al ver a su madrina rendirse por ella.
Steve corrió a la nave, pero Bucky no se movió. Astlyr lo miró desesperada. No faltaba mucho para que los alcanzaran. No tenían tiempo para perder.
—Vamos, no voy a dejarte aquí —declaró, tomándole la mano y tratando de llevarla con él.
—No, ustedes vayan —negó—. Yo los cubro. Esto aún no termina.
—Pero...
—¡Debemos irnos, Buck!
Steve subió a la nave, pero Bucky siguió mirándola con duda.
—Vamos, soldat —lo empujó suavemente, sin lograr moverlo un centímetro—. Siempre encuentro la forma de volver a ti. Ésta no será la excepción.
—Prométemelo.
—Lo prometo —le dijo sin titubear—. Mantente a salvo.
—Tú también.
Bucky finalmente cedió, convenciéndose de que volvería a verla pronto, y subió a la nave. Ella siempre volvía a él. Hallarían la manera de volver a estar juntos, sin importar cuántas cosas les pusieran en el camino.
Astlyr formó la apariencia de Bucky otra vez, y esperó junto a Natasha. La nave se encendió.
—Me debes muchas explicaciones —le dijo Natasha, y Astlyr asintió, regalándole una sonrisa—. No me sonrías con su cara. Es raro.
—Sólo túmbate y aparenta que te noqueé. Será mejor que no sepan que nos ayudaste.
Justo en el momento en que Natasha hizo lo planeado, la Pantera Negra saltó por encima de los escombros y se lanzó directamente sobre Astlyr. Se dejó atrapar contra el suelo, sintiendo la falta de aire cuando T'Challa la asfixió con la mano. Cuando vio el quinjet salir a salvo, dejó caer la apariencia de Bucky y el rey de Wakanda la soltó como si su tacto le quemara.
—Te lo dije, Kit Kat —se burló con una media sonrisa socarrona—: no mientras yo viva.
o
—¿Qué necesitas? ¿Ya te alimentaron?
—¿Alimentarnos? —exclamó Astlyr, y bufó con gracia. Tony se alejó de la celda de Sam para mirar la de Astlyr, que estaba justo a un lado— ¡Qué lindo, hojalata! ¡Ahora te preocupas!
—Siempre me he preocupado, copito —se excusó Tony, sin cambiar su semblante—. No es mi culpa que rompieras la ley.
—¿No lo harías tú por Pepper?
Tony se quedó callado, observándola detenidamente. Él era consciente de que Astlyr tenía una curación acelerada, así que ¿por qué tenía todavía hematomas y heridas ensangrentadas en su rostro después de la pelea del aeropuerto?
—¿Qué me ves, Tony? ¿No te gusta cómo me combina el morado? Resalta con mi piel, ¿no crees? Fueron obsequios de los guardias.
Seguramente estaba llena de hematomas así por todo el cuerpo, pero jamás podría saberlo porque la camisa de fuerza que tenía como la de Wanda se lo impedía. Su cabello yacía húmedo por su frente gracias al sudor. Estaba de pie en el medio de su celda, mirándolo con desprecio.
—Yo no sabía que los tratarían así.
—¿Y cómo diablos crees que los guardias tratan a los criminales enjaulados? —gritó Astlyr, saliéndose de sus casillas y acercándose.
Su brusco movimiento provocó que el collar la electrocutara y la hiciera caer al suelo, que estaba cubierto por colchonetas. Era el mismo collar que le habían puesto a Wanda y a Pietro por ser los únicos con armas imposibles de confiscar.
—Astlyr...
—Cállate —dijo entre dientes, cerrando sus ojos y tratando de controlar su respiración, aún en el suelo—. Mira lo que tu falta de confianza en nosotros provocó.
—Esto no es mi culpa. Debiste firmar los Acuerdos, pero, como acabas de decir, tu enamoramiento por Steve cegó tu juicio.
—¿Steve? —murmuró, levantándose hasta quedar sentada para mirarlo confundida— Creo que malentendiste, hojalata. Bucky es mi Pepper, no Steve.
—¿Barnes?
Tony se quedó congelado en ese mismo lugar y en ese mismo instante. ¿En qué momento había ocurrido esa relación?
—Y te juro que si lo veo aquí encerrado algún día... —le advirtió.
Tony sintió un escalofrío por su nuca al recibir la mirada amenazante llena de locura de Astlyr. ¿Cómo podía pasar de ser una dulce joven a parecer una psicópata asesina? Era igual a ver a una enferma en un manicomio, con el cuerpo débil y magullado, amenazándolo.
—¡No pasé dos años ayudándolo para que lleguen tú y ciento diecisiete países a arruinarlo todo!
—Tú tomaste la decisión.
—Tal vez —cedió, encogiéndose de hombros—, pero mi decisión no me volvió una traidora, incapaz de creerle a sus propios amigos.
Tony no respondió. Simplemente suspiró, sacó un papel del bolsillo de su pantalón y lo pasó por una de las delgadas rejillas que tenía la celda. El papel cayó al suelo, pero Astlyr continuó mirándolo inexpresiva, sin inmutarse ante su acción.
—Sólo eso pude recuperar —fue lo único que dijo antes de volver a la celda de Sam.
Astlyr dejó de prestar atención al tomar ese papel y darle vuelta. Era la fotografía de Bera y Romee. Lo único que le quedaba de su familia. Escuchó los gritos de Wanda al ser electrocutada como fondo, cuando empezó a derramar lágrimas, mirando la fotografía de la familia que alguna vez tuvo.
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