29. Pietro Maximoff
—¡Capi, a las seis!
Steve se dio media vuelta y lanzó su escudo al par de robots que volaban hacia él. Astlyr suspiró, tratando de pensar en alguna forma de terminar con más legionarios en menos tiempo, y entonces vio un camión de carga abandonado.
La idea la hizo sonreír. Corrió hacia él y dejó salir un chillido de emoción al ver las llaves pegadas en el contacto. No quería perder el tiempo en hacer un puente. Encendió el motor y empezó a manejar por las calles a toda velocidad, atropellando a todos los robots que se le cruzaban.
—¡Pip, pip! —gritó como un claxon de juguete, y se rió cuando un robot no tuvo tiempo de moverse y quedó hecho tuercas y tornillos bajo las llantas del camión.
—¡Astlyr, deja el camión, ahora! —ordenó Steve por el comunicador.
No dejó de sonreír como niña en feria y siguió manejando peligrosamente, sin importarle el desastre que dejaba atrás. Se sintió como en una pista de autos chocones, sólo que los otros autos chocones eran legionarios. No era secreto que su forma de manejar era brusca y un poco descuidada, aunque nunca había tenido un accidente. Sin duda controlaba el volante mejor que cualquier otro de los vengadores.
—¡Pero es divertido, Capi! ¡Mira! ¡Aquí puedo manejar como quiera! ¡Pip, pip!
Esta vez sí tocó la bocina, justo al pasar junto a Steve. Quitó las manos del volante para saludarlo, pero no desaceleró y otros robots chocaron contra el cofre y la defensa del auto. De repente, sintió que el camión temblaba y frenó de golpe. Miró la vía y se dio cuenta de que el pavimento se estaba agrietando. El suelo se estaba dividiendo, literalmente.
—Oh-oh.
La ciudad tembló como en un terremoto. Los cimientos y los edificios cayeron en cámara lenta para sus ojos. El borde de Sokovia quedó destruido. Astlyr se bajó del camión tan rápido como pudo. El automóvil estaba cayendo junto con la calle.
En el momento en que el camión cayó, ella se lanzó a tierra y Steve la atrapó en brazos. Rodaron por el suelo un par de veces hasta que quedaron lo suficientemente alejados del borde. Steve la soltó y la ayudó a levantarse. Observaron cómo el puente cayó conforme el centro de la ciudad se fue elevando en el aire.
Cuando pensó que las cosas no podían empeorar, un montón de robots llegaron al borde estable del puente y los tumbaron contra el suelo.
—Cap, se te acercan.
—Ya se me acercaron —respondió—. Stark, preocúpate por bajar la ciudad con cuidado. Los demás tenemos una tarea: destruir a los robots. Si los dañan, ustedes también. Si los matan, supérenlo.
—No dejan de sorprenderme tus discursos motivacionales, Capi —comentó Astlyr, jadeante, quitándose el polvo y el sudor de la frente.
—A mí me sorprendes cuando te conviertes en un animal. Inténtalo.
—¿Qué clase de animal crees que podría contra estas cosas? —exclamó horrorizada, señalando un par de legionarios que hacían corto circuito en el suelo. Entonces, sonrió con un toque travieso y Steve arqueó una ceja hacia ella con curiosidad, descifrando la mirada que ponía cada vez que tenía una idea— Bueno, un animal no, pero... ¿qué tal otro Hulk?
En ese instante, la masa corporal de Astlyr empezó a crecer y su piel blanca como la nieve se volvió de verde intenso. Sus facciones cambiaron a unas masculinas y su estatura incrementó. Se miró las manos cuando vio que había funcionado.
Jamás había pensado transformarse en Hulk, pero era una criatura con ADN que conocía y podía imitar. Nunca podría convertirse en un dinosaurio o una criatura mitológica, por la falta de conocimiento de su genética, pero Hulk era accesible y posible.
—Eso ayudará —admitió Steve, sorprendido.
Astlyr sonrió satisfecha y dio un gran salto hacia los robots, destruyéndolos a todos a su paso. Cuando llegó varias calles adelante, vio a Natasha luchar cuerpo a cuerpo con unos robots y corrió para ayudarla, aplastando a los robots como si fueran latas de soda.
—Gracias.
—De nada —habló Hulk, con la voz de Astlyr.
Natasha retrocedió asustada, hasta que comprendió y rodó los ojos.
—Asegúrate de que el otro no te vea, no necesitamos una guerra entre dos Hulk ahora.
Astlyr asintió con la cabeza y la dejó, yendo por otro lado para seguir aplastando a todos los legionarios que encontraba.
—Aquí ya está despejado —avisó Clint.
—Aquí también —respondió Astlyr, mirando las calles vacías.
—¡No está despejado! ¡No está nada despejado! —gritó Steve con desesperación.
—Allá vamos —avisó Clint.
Astlyr regresó al lugar donde vio a Steve por última vez y le quitó un robot que tenía encima. Cuando escuchó el rugido de Hulk, aproximándose, volvió a su persona. Natasha tenía razón. Si la veía así, se confundiría y la atacaría sin dudarlo. Era demasiado primitivo para entenderlo.
Desenfundó su látigo y terminó con otros robots, electrocutándolos y lanzándolos lejos. Vio a los Maximoff acorralados y fue a ayudarlos. Se subió al techo de un auto para quedar a su altura y manejó perfectamente el látigo. Gruñó por el esfuerzo cuando electrocutó a un legionario antes de que alcanzara a Pietro, quien terminó por mirarla desde abajo, con sorpresa y admiración plantada en su rostro.
—Sé mi esposa, printsessa.
Astlyr bajó del auto en un salto y rió ante la mirada penetrante del sokoviano. Lo examinó de pies a cabeza sutilmente, viendo su cuerpo esculpido en el ajustado traje azulado. Nunca negaría que era tremendamente apuesto y encantador, especialmente con ese acento; pero no era Bucky Barnes.
—Lo siento, correcaminos, no estoy disponible —dijo, entre divertida y halagada, y se alejó con el látigo en mano.
—Ya lo veremos —dijo con una sonrisa engreída, viéndola alejarse.
—¿Podrían dejar de coquetear y ayudarnos aquí? —solicitó Natasha.
Astlyr reaccionó y se transformó en una paloma blanca, volando hasta llegar con Natasha y Steve. Estaban parados cerca del borde, mirando el vacío del cielo azul. Volvió a su persona al aterrizar entre ambos.
—¿Cuál es el plan, Stark? —preguntó Steve.
—No es nada especial. Quizá podamos destruir la ciudad. Así no habrá impacto si ustedes logran irse.
—Pedí una solución, no un plan de escape.
—El radio de impacto crece a cada segundo. Tendremos que tomar una decisión.
—Cap, la gente no se va —habló Natasha—. Si Stark hace estallar esa roca...
—No si no están a salvo —sentenció.
—¿Todos los de arriba contra los de abajo? —cuestionó Natasha, con el ceño fruncido— No tiene sentido.
Astlyr se quedó callada, mirando el cielo con los nervios vibrando en las puntas de sus dedos. Empezaba a entenderlo todo: la gente de arriba, o abajo, no iba a salir con vida. Debían hacer una elección.
—No me iré de aquí mientras haya civiles.
—No sugerí que nos fuéramos —contradijo Natasha, diciendo justo lo que Astlyr pensaba.
Steve la miró y luego a Astlyr, que parecía absorta en sus pensamientos. Ella no tendría problemas para sobrevivir, igual que Tony, Thor y Hulk, porque podían volar. El problema era que no tenían cómo salvar al resto de los civiles.
—Hay peores formas de morir —murmuró Natasha, resignada.
—¿En qué otro lado tendré una vista así?
—En Noruega —respondió Astlyr, mirando el paisaje frente a sus ojos. Ya estaban a la altura de las nubes—. Las mejores vistas las tiene Noruega.
—Yo no estaría tan seguro —habló Fury por el comunicador—. Porque la vista está por mejorar.
Frente a ellos, un helicarrier empezó a subir, dejándose ver entre las nubles. Se colocó a la altura de la ciudad y siguió ascendiendo junto con la roca, que no paraba de elevarse.
—Está muy bien, ¿no? Le volvimos a dar uso con algunos amigos. Tiene un poco de polvo, pero funcionará.
—Fury, hijo de perra —murmuró Steve, aliviado y contento.
—Oh, ¿besabas a tu madre con esa boca?
—¿Esto es SHIELD? —preguntó Pietro con una sonrisa, mirando los botes salvavidas acercarse.
—Lo que SHIELD se supone que debe ser —corrigió Astlyr con orgullo, asintiendo.
—No está tan mal —concedió.
Los robots se acercaron volando hacia el helicarrier, pero la nave disparó sus misiles y los destruyó a tiempo. Entonces, una figura surgió en el cielo.
—¡Sí! ¡Esta sí que será una gran anécdota! —exclamó Rhodey por el comunicador, volando cerca del helicarrier y disparando a otros robots.
—Sí, si vives para contarla —añadió Stark.
—Vamos por los civiles —ordenó Steve, dándose vuelta para empezar a correr y guiar el camino.
Astlyr se guardó el látigo en el cinturón, preparada para correr, pero dejó salir un chillido de sorpresa cuando Pietro cargó a Astlyr al estilo nupcial y les sonrió a los otros dos vengadores con una sonrisilla de superioridad, burlándose de su lentitud.
—¡Sigan el paso, ancianos!
Casi no comprendió lo que había sucedido hasta que llegó al lugar donde la mayoría de los civiles estaban concentrados. Pietro la dejó de pie en el suelo con cuidado y le guiñó el ojo cuando ella lo miró todavía sorprendida.
—¿No viste eso venir, printsessa?
Astlyr reaccionó de su shock y arqueó una ceja con desafío y advertencia.
—No vas a conseguir nada, correcaminos.
Pietro no borró su sonrisa. Realmente tenía una sonrisa muy seductora, por la que Astlyr sin duda se derretiría si no estuviera enamorada de alguien más.
—Puedo ser persistente.
Astlyr decidió no responderle y empezó a llamar a los civiles con ayuda de Pietro. Poco después llegaron Natasha y Steve. Llevaron a casi doscientos civiles a los botes salvavidas. Los sokovianos subieron a los botes con ayuda del personal capacitado de SHIELD, quienes se distinguían por chalecos naranjas.
—Vengadores, hora de trabajar.
Stark los citó a todos en la Iglesia y empezaron a luchar contra la gran cantidad de robots que empezaban a amontonarse en el puro centro de la ciudad, alrededor de una máquina que estaba plantada dentro de la Iglesia. La penúltima en unirse fue Natasha.
—¿Cuál es el plan?
Tony señaló el aparato que rodeaban en círculo protector.
—Ése es el plan. Si Ultrón llega al centro, perdemos.
—Igual a un videojuego —animó Astlyr, sacudiéndose los hombros—. Podemos hacerlo.
Hulk fue el último en llegar, aplastando otros robots que tenía molestándolo como moscas.
—¿Eso es lo mejor que tienes? —gritó Thor, al ver a Ultrón volar hacia ellos y mirarlos inexpresivo.
Ultrón no respondió, sólo alzó la mano y el resto de su ejército llegó a su llamado. Unos legionarios venían corriendo, arrastrándose o volando. Todos directamente hacia la Iglesia. Una vez que el ejército se detuvo, posicionándose estratégicamente para atacar a la señal de su amo, Ultrón extendió los brazos en muestra de su verdadero poder.
Astlyr tragó saliva con dureza. Eran demasiados.
—Tenías que preguntar —masculló Steve, mirando mal a Thor.
—Esto es lo mejor que tengo, y esto es justo lo que quería. Todos ustedes contra todos mis yo. ¿Cómo esperan ganarme?
—Como dijo el anciano —contestó Tony—. Juntos.
El enfrentamiento empezó cuando Hulk rugió con todas sus fuerzas. Astlyr empezó a atacar a diestra y siniestra entre Thor y Visión. Ni siquiera era consciente de lo que hacía, sus reflejos la controlaban por completo. Su cuerpo recordaba por sí sólo el arduo entrenamiento de SHIELD y de los Vengadores. Transformarse no le sirvió de mucho, pues el látigo le era más que suficiente para electrocutar a los robots, o enredarlos y lanzarlos contra algún muro.
Poco a poco, la cantidad de legionarios disminuyó hasta que no quedó ninguno dentro de la Iglesia. Ultrón se irritó y atacó a Visión. Empezaron una lucha que llevaron afuera con el apoyo de Thor y Iron Man. Finalmente, fue Hulk quien lo lanzó por los aires con un golpe y los demás robots huyeron temerosos al ver aquello.
—Están escapando de la ciudad —avisó Thor.
—No podemos dejar que ninguno salga —advirtió Tony—. ¿Rhodey?
—En camino.
Máquina de Guerra se encargó de varios, pero quien terminó el trabajo fue Visión, lo que desconcertó mucho Rhodey por no conocerlo.
—Vuelvan a los botes. Veré si falta alguien. Iré detrás de ustedes.
—¿Qué hay del núcleo?
—Yo lo protegeré —se ofreció Wanda, obteniendo la mirada de todos—. Es mi trabajo.
Clint asintió con aprobación.
—Bien. ¿Nat, Astlyr?
Ambas vengadoras lo siguieron. Steve se fue en otra dirección para buscar más civiles. Se subieron a un auto deportivo que aún tenía las llaves pegadas. Astlyr insistió en manejar y Clint la dejó. Aunque manejaba de forma no era muy placentera para los pasajeros, no podía negar era mejor conductora que ellos.
—Ya sé qué debo hacer —anunció Clint en el asiento de copiloto—. El comedor. Si derrumbo el muro que da al Este, sería una buena área de trabajo para Laura. Pondré una placa acústica, y así no oirá a los niños. ¿Qué piensan?
—Igual siempre comíamos en la cocina —respondió Astlyr, derrapando para dar la vuelta.
—Es cierto. Ni siquiera en ocasiones especiales —concordó Natasha—. Parece buena idea. Laura lo apreciará.
Astlyr derrapó una vez más al llegar a los botes. Los gritos de Hulk se escucharon cerca y los tres se miraron entre sí. Antes, Natasha necesitaba despertar a Bruce y llevarlos con ellos.
—No tenemos mucho tiempo —le recordó Clint.
—Apresúrate, los esperaremos aquí —añadió Astlyr.
—Entonces súbanse al bote ya —ordenó, corriendo en busca de Hulk.
Clint y Astlyr ayudaron a los últimos civiles que quedaban y se subieron con ellos al bote.
—¡Costel! —lloró una muchacha, buscando a alguien con la mirada— Estábamos en el mercado. ¡Costel!
Astlyr miró a Clint. No había sido difícil adivinar que se trataba de un niño de quien la mujer hablaba. Ambos supieron qué hacer y corrieron de vuelta a la ciudad para buscar al infante. Clint le insistió en que se quedara, pero Astlyr se rehusó y lo siguió, siendo sus ojos en el cielo al convertirse en una paloma.
Cuando ubicó a un niño que se ocultaba con miedo cerca de un coche, Astlyr desvió su vuelo y Clint la siguió. Al acercarse, Astlyr aterrizó como su persona otra vez. Lo esperó mientras Clint tomaba el niño... cuando escuchó disparos.
—¡Clint! —gritó.
No tenían manera de huir y estaban al aire libre, sin nada que los protegiera. Astlyr recordó cómo había sobrevivido a todo tipo de ataques con el cuerpo de alguien más y rápidamente cumplió su plan. Cubrió a Costel y a Clint con el cuerpo de Hulk, y recibió todas las balas en su espalda. Al abrir los ojos y volver a su verdadera persona, vio a Pietro frente a Clint y Costel.
Lo observó, entre sorprendida y confusa. Pietro reaccionó antes y sonrió burlesco.
—Parece que no necesitas que te salve, printsessa.
—¿Tú...? ¿Tú ibas a...?
—Luego se besan. ¡Andando! —exclamó Clint, llevando al niño en brazos.
—Dame al niño —pidió Pietro.
Clint se lo entregó, y el sokoviano corrió a gran velocidad hasta llevarlo al bote con su familia. Cinco segundos después, en los que Clint y Astlyr apenas habían corrido algunos metros, Pietro volvió y cargó a Astlyr al estilo nupcial otra vez.
—¡Más rápido, anciano! —se burló antes de desaparecer en un borrón.
En sólo dos segundos, Astlyr cayó sentada cuidadosamente en uno de los asientos del bote. Miró a su alrededor, todavía impresionada con el alcance que tenía el poder del mellizo Maximoff. Habían llegado a uno de los botes salvavidas, sanos y salvos.
—Sigo sin estar disponible, correcaminos —le recordó, divertida.
Pietro sonrió de lado, jadeante.
—Y yo sigo persistente, printsessa.
FIN DE LA SEGUNDA PARTE
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