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28. Visión


El lugar al que estaban entrando era oscuro, rocoso y húmedo. Astlyr se aferró al brazo de Thor con miedo, casi enterrando sus uñas en su piel dorada. Se puso a rezar en su cabeza por no encontrarse un bicho del tamaño de un zapato. Si hallaba algo así, no dudaría en salir corriendo y gritando. Por ahora, usaría a su amigo como escudo humano.

—Aquí está —dijo Selvig, adentrándose más a la cueva con la caja de madera en mano—. La Fuente de la Visión.

—Más bien la Fuente del Terror —corrigió Astlyr, sin dejar de vigilar su entorno—. Dime otra vez por qué estamos aquí.

—En cada reino hay un reflejo —comenzó a explicar Thor—. Si los espíritus del agua me aceptan, puedo volver a mi sueño y encontrar lo que perdí.

—Según la leyenda, los hombres que se sumergen aquí terminan mal —advirtió Selvig.

—Qué motivador. No diga más o querré echarme un clavado —comentó con sarcasmo, aunque sin borrar la sonrisa amable y torcida por los nervios del lugar.

—Hay que ser honestos —le dijo con una sonrisa suave—. Quiero saber que Thor está seguro de lo que hace.

—Lo estoy —dijo Thor.

Astlyr cerró los ojos, como si estuviera presenciando a un hermano desnudo, cuando Thor se desvistió y le dio sus ropas para que las cuidara del agua. Le tendió su martillo también, y ella lo dejó colgando de su muñeca con la correa de piel. El doctor Selvig no pasó por alto el hecho de que ella podía levantar el Mjölnir. Volvió a preguntarse quién era esa joven de acento extranjero.

Thor se sumergió en el estanque, y luego volvió a salir a la superficie con el cabello goteando. Comenzó a temblar unos segundos después y unos relámpagos serpentearon alrededor de su cuerpo, enredándolo con su luz y su poder.

Astlyr no pudo evitar sentirse nerviosa y preocupada al verlo temblar y retorcerse. Intentó acercarse a él, pero Selvig la detuvo y negó con la cabeza. Temió que los espíritus lo hubieran rechazado y fuera a enloquecer. Era un dios, no un hombre simple, pero eso no lo hacía invencible.

Sus gritos y convulsiones se volvieron más fuertes hasta que el último rayo cayó con más potencia y terminó dejándolo en paz. Thor se apresuró a salir de las aguas y explicarle todo a Astlyr, evitando olvidar algún detalle. Especificó su visión. Ahora comprendía lo que debía hacer, y ella tendría que ayudarlo. El plan era simple: ir a la Torre de los Vengadores y ayudarle a Stark a crear su visión.

Dejaron a Selvig en sano y salvo y volaron de vuelta a Nueva York. Cuando entraron, todo era un caos. Wanda acababa de empujar a Bruce con sus poderes escarlata, Pietro estaba en el suelo con el pie de Clint en su pecho, Tony estaba a la defensiva con su guante de Iron Man y Steve tenía el escudo en alto. Thor soltó a Astlyr rápido y con cuidado. Ella se mantuvo de pie y vio a Thor dar un gran salto. Cayó sobre la Cuna e invocó rayos de su martillo.

—¡Espera! —gritó Banner, pensando que destruiría al androide, pero Thor ni siquiera lo escuchó y lanzó los truenos a la Cuna.

Cuando los rayos se detuvieron, por un momento no ocurrió nada. Luego, la Cuna fue rota y desprendió un humo blanquecino. Aquello que había estallado desde adentro era un ser rojo brillante con detalles plateados. Era el androide que Ultrón había creado, pero Tony había terminado de desarrollar y Thor le había dado vida.

Astlyr miró expectante al androide, esperando a su reacción, pero él sólo miraba los miraba confuso y aturdido, en silencio. De repente, fue como si se hubiera abrumado demasiado y voló sin control, rompiendo una ventana en el camino. Se detuvo frente al cristal que daba vista a la ciudad desde lo más alto de la Torre. Admiró su reflejo con curiosidad, analizándose a sí mismo. Thor voló hacia él y Steve lo siguió, pero no se movió, pues el hijo de Odín lo detuvo con una señal.

El androide cubrió su cuerpo desnudo con un traje plateado, torneando su cuerpo todavía más. Poco a poco, todos se fueron acercando con cautela y cuidado, esperando no alterar al androide.

—Lo siento, eso fue... extraño.

Mentalmente, Astlyr grababa todas las voces que escuchaba para luego copiarlas. Por lo tanto, fue la primera en reconocer que el androide tenía la voz de Jarvis.

—Gracias —le dijo el androide a Thor, con un asentimiento de cabeza apenas perceptible.

Thor sólo respondió con un suspiro. El androide lo miró de arriba abajo e imitó su capa, en una versión dorada.

—Thor, Astlyr, ¿ayudaron a crearlo? —interrogó Steve, entre atónito y molesto.

Astlyr miró a Capitán América y señaló a Thor con el dedo pulgar, usando expresión facial inocente.

—Tuvo una visión —se explicó con simpleza.

—En mi visión, un remolino absorbía toda esperanza. En el centro, estaba eso —les dijo Thor, señalando la piedra de color ámbar que decoraba la frente del androide y antes estuvo en el cetro de Loki.

—¿La gema?

—Es la Gema de la Mente. Una de las seis Gemas del Infinito. Es la más poderosa del Universo, la de mayor fuerza destructiva.

—Entonces, ¿por qué traerías...?

—Porque Stark tiene razón.

—Oh, sin duda es el fin del mundo —bromeó Banner.

Astlyr fue la única en reír por el comentario.

—Los Vengadores no pueden con Ultrón.

—No solos —añadió el androide.

—¿Por qué tu visión suena como Jarvis? —preguntó Steve, frunciendo el ceño.

—Reconfiguramos la matriz de Jarvis para crear algo nuevo.

—Crees que soy hijo de Ultrón —comprendió Visión.

—¿No lo eres? —inquirió Steve, desconfiado.

—No soy Ultrón —aclaró Visión—. No soy Jarvis. Soy... yo.

—Entré a tu mente, y vi aniquilación —habló Wanda, acercándose a él con ojos acusadores.

—Vuelve a entrar —la invitó con amabilidad y seguridad.

—Bueno, su aprobación no significa nada para mí —rió Clint con amargura, sin olvidar lo que los Maximoff le habían hecho a Natasha y Astlyr.

—Sus poderes —dijo Thor, refiriéndose a los mellizos—, los horrores en nuestras mentes y hasta Ultrón, todo eso vino de la Gema de la Mente. No son nada en comparación con lo que puede desatar, pero de nuestro lado...

—¿Lo está? —interrogó Steve, sonando enfadado. Miró a Visión con las cejas arqueadas— ¿Estás de nuestro lado?

—No creo que sea tan simple —murmuró, pensativo.

Astlyr se puso nerviosa por un segundo. ¿Y si Visión no era bueno?

—Pues simplifícalo —exigió.

—Estoy de lado de la vida —puntualizó—. Ultrón no. Él acabará con todo.

—¿Qué está esperando?

—A ustedes —respondió con calma.

—¿Dónde?

—Sokovia —contestó Clint—. Allí tiene a Nat.

—¿Nat? —exclamó Astlyr, abriendo los ojos con horror. Con toda la emoción del momento, no se había dado cuenta de que su madrina no estaba ahí con ellos— ¿Por qué está en Sokovia? ¿Qué le ocurrió?

—Ultrón la secuestró cuando recuperó la Cuna —resumió Clint con una mueca.

Banner se acercó paso a paso a Visión, mirándolo con duda.

—Si nos equivocamos contigo... Si eres el monstruo que Ultrón quería... —amenazó.

—¿Qué me harás? —cuestionó, con tono retador y a la vez lógico.

Astlyr dudó de que incluso Hulk pudiera contra una Gema del Infinito. Visión observó a los presentes con calma, y ella supo que Thor había hecho lo correcto al darle vida. No era tan simple como definirlo entre bueno y malo. Era mucho más complicado, pero no deseaba la destrucción.

— No quiero matar a Ultrón. Es único y está dolido. Pero ese dolor afectará a la Tierra, así que hay que destruirlo a él y a todas las formas que creó, cada rastro de su presencia en la red. Hay que actuar ya. Y ninguno puede hacerlo sin el otro. Quizá yo sea un monstruo. Creo que no me daría cuenta si lo fuera. No soy como ustedes, no soy lo que querían, y tal vez no haya modo de ganarme su confianza..., pero debemos irnos —sentenció, dándose vuelta rápidamente para tomar el Mjölnir de la mesa y entregárselo a Thor.

Ninguno tuvo palabras para describir el sentimiento de ver aquella escena. El androide, oficialmente llamado Visión, era digno. Astlyr suspiró con fuerza, provocando que todos desviaran su atención de él a ella.

—No sé ustedes, pero yo no necesito más pruebas —comentó con simpleza, encogiéndose de hombros. Visión la observó, sonrió muy suavemente y le dio un asentimiento de cabeza—. Estoy contigo, Visión. ¿Puedo decirte VisVis?

—De acuerdo, andando —la interrumpió Thor, medio sonriente y con el martillo entre sus manos. Palmeó dos veces el hombro de Tony al pasar junto a él—. Bien hecho.

Astlyr miró a Tony, le sonrió y levantó sus dos pulgares en aprobación. Stark seguía un poco en shock.

—Tres minutos —avisó Steve, finalmente reaccionando—. Tomen todo lo que necesiten.

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