16. Sospechas
Astlyr se dejó guiar por Tony dentro de la Torre de los Vengadores mientras éste le explicaba cada habitación y dónde se encontraba cada cosa. Su habitación estaría entre la de Steve Rogers y Clint Barton, justo frente a la de Natasha Romanoff.
—Cualquier cosa que busques o necesites, puedes preguntarle a Jarvis. Él te puede escuchar en cualquier parte de la Torre.
Ella asintió, admirando su dormitorio con un claaro brillo en los ojos. Todo era moderno y cómodo. Rió emocionada cuando se aventó a la cama, rió ilusionada por el lugar y toda la tecnología, además del hecho de que oficialmente sería una vengadora.
—Por cierto, copito —interrumpió Tony su festejo—, ¿tienes un traje?
Se puso de pie, dejando la cama con el cobertor arrugado y los cojines fuera de lugar, y miró al millonario con el ceño fruncido.
—¿Traje?
—Todos tenemos un traje para la acción. Ya sabes, un uniforme para las misiones.
Al comprender de lo que hablaba, Astlyr cambió su vestido por el uniforme de SHIELD, que era exactamente el mismo que el de Maria Hill. De una pieza, azul oscuro y con el logo de SHIELD en los costados de sus hombros.
—Bien, eso no va a funcionar —negó Stark con expresión asqueada, mirándola de arriba abajo—. Puedo diseñarte uno y tú sólo lo copias. Pensaré en algo creativo y mucho más seguro que eso. ¿Algún arma en especial?
Ella arqueó sus cejas con esperanza.
—Puedo disparar bien una pistola, pero... Fury prometió darme un látigo láser cuando alcanzara el nivel siete como agente de SHIELD. Era el arma que mi mamá usaba —explicó con una sonrisa.
Realmente, desde que supo la clase de misiones a las que su madre iba, soñó con ser tan asombrosa como ella. Llegar al nivel siete fue su meta durante mucho tiempo, hasta que se cansó de ese estilo de vida en el que no sentía que ayudaba a nadie en realidad... y renunció.
Sin embargo, Astlyr estaba segura de que ayudaría a las personas cientos de veces al ser parte de los Vengadores. Ahora realmente sentía que podría estar enorgulleciendo a su madre si estuviera viva.
—Puedo trabajar en uno —aceptó Stark—. Me tomará un día o dos, pero considéralo hecho —presumió, restándole importancia al tiempo que necesitaría.
—Gracias —sonrió.
—Sígueme, te mostraré la sala de juegos. O como a Bruce le gusta decirle: "laboratorio".
Clint, al haber terminado su entrenamiento, fue a darse una ducha a su cuarto para deshacerse del sudor y la ropa sucia. Se vistió rápido y fue al cuarto que sabía que le pertenecería a Astlyr ahora, pero no la encontró ahí. Salió con el ceño fruncido y miró su alrededor, confundido.
—Jarvis, ¿dónde está Astlyr?
—La señorita Buskerud se encuentra con el señor Stark y el doctor Banner en el laboratorio.
—Oh —dijo, levemente extrañado, antes de dirigirse a presionar el botón del elevador y esperar a que éste llegara. Cuando lo hizo, vio a su compañera pelirroja vestida con ropa de civil—. Nat.
—Menos mal que ya te aseaste —comentó burlesca—. ¿A dónde vas?
—Al último piso. Astlyr está ahí con Stark y Banner.
Natasha alzó las cejas con curiosidad.
—Creí que estaría en su cuarto, venía a buscarla también. Te acompaño —concluyó, y presionó el último botón una vez que Clint se metió al elevador con ella.
Los dos ex agentes de SHIELD se sorprendieron cuando las puertas del elevador se abrieron en el laboratorio. Ahí estaban Tony, Bruce y Astlyr, debatiendo tranquilamente y comiendo unas botanas que Tony llevaba en la mano.
—Tal vez podamos hacerlo a la medida de mi estatura —sugirió Astlyr—. Ya saben, para que no me sea muy pesado y sea más fácil manejarlo.
—Buena idea, copito.
—¿Qué hacen? —preguntó Clint, acercándose con curiosidad.
Natasha se puso a un lado del doctor Banner, quien Astlyr pudo ver que se puso nervioso instantáneamente. Adorable, pensó ella.
—Ayudo a los científicos locos a armarme un juguete. Tony dice que va a brillar —dijo con ilusión y tono despreocupado.
Clint nunca pensó que Astlyr y Tony fueran a llevarse tan bien, pero tampoco le sorprendió mucho. Era difícil que a alguien no le agradara. Era incansablemente agradable y sociable.
—Tengo hambre —comentó Tony, sacando su celular para ver la hora—. Son las dos con cinco. ¿Quieren pedir hamburguesas, tal vez shawarma?
Astlyr saltó en su lugar al escuchar aquello. Tomó su celular y miró la hora para confirmarlo. En efecto, ya había estado ahí demasiado tiempo. Le había prometido a Bucky volver para el almuerzo.
—Debo irme, tengo unos mandados que hacer —anunció, poniéndose de pie.
—¿Mandados? —cuestionó Clint.
—Nada importante. Hacer pagos y esas cosas, no te preocupes —respondió ella sin darle importancia, alejándose a la salida.
—Vendrás mañana, ¿verdad? Ahora que eres una vengadora, lo justo es que sufras tanto como nosotros.
Astlyr miró a Clint sin entender.
—Vas a entrenar con Steve —explicó Natasha con falsa incocencia. Astlyr la miró con la boca y los ojos bien abiertos, desconcertada—. ¿No te lo mencionamos?
—¡Pero...! No sabía que esto era cosa de todos los días —dijo con desánimo. Todos la miraron extrañados—. Es que... Tengo trabajo, y no puedo renunciar. Necesito el dinero.
En realidad, Astlyr sabía que no necesitaba el dinero. La paga ni siquiera era tan buena, y la herencia de su madre le duraría bastante. Pero no podía ausentarse por tanto tiempo todos los días, dejando a Bucky solo en ese pequeño apartamento.
Tony se rió divertido y Bruce sonrió casi enternecido.
—Este trabajo de ser vengadora es pagado —aclaró Natasha.
—Oh —se sorprendió—. Entonces, puedo renunciar a mi empleo de recepcionista. Esto me gusta cada vez más —sonrió, fingiendo alivio.
—Los entrenamientos empiezan a las siete —informó Clint—. Créeme, no quieres llegar tarde. El Capitán es muy estricto.
—Pero...
—No.
—Creo que la palabra que buscar es "sí".
—Eh... No —sentenció Clint.
Ahora veía el lado negativo de ser una vengadora: entrenar. Ella creía que haber entrenado con SHIELD había sido suficiente, pero al parecer todavía le faltaba tomar un poco más de forma para ser parte de los Vengadores.
Astlyr sólo terminó bufando.
—Bien, si no tengo opción...
—No, no la tienes —se burló Tony.
Una vez que se despidió de todos, tomó la forma de una paloma blanca y emprendió vuelo fuera de la torre.
—¡Soldat! —llamó Astlyr al aterrizar sentada en el sillón.
Miró la cama tendida, la cocina recogida y la puerta cerrada. Tocó la puerta del baño, pero no recibió respuesta. La abrió para asegurarse de no estuviera ahí, y volvió a decepcionarse.
—¿James? —barboteó con tono nervioso.
Recordó sus cosas dentro del pequeño armario y corrió a abrirlo. Suspiró aliviada cuando encontró todas sus pertenencias. Si su mochila, ropa y libretas estaban ahí, probablemente sólo había salido a caminar un poco.
Esperó unos minutos y pensó en marcarle a su celular, hasta que recordó que Bucky aún no tenía teléfono. Hizo una nota mental de comprarle uno cuanto antes. Mientras tanto, fue a la cocina para comenzar a preparar la comida, cuando le llegó un mensaje de texto.
Su corazón se saltó un latido al entender que Natasha sospechaba de algo, aunque ni ella misma sabía de qué. Sin embargo, no sabía por cuánto más podría mantenérselo oculto.
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