11. Clint Barton
—Debo irme —anunció, levantándose del sofá mientras tecleaba su respuesta con los pulgares.
Bucky la miró, también levantándose del sillón que habían compartido mientras miraban una película de los años noventa (hasta ahora, su época favorita). Ya estaban por la semana de esa misma década, escuchando toda su música y películas, leyendo los sucesos de la época en los libros de la biblioteca.
Bucky se preguntó a dónde iría. No quería que se fuera, aunque jamás pudiese decirlo en voz alta. Astlyr era una gran compañía, aún cuando se ponía en su actitud infantil y bromista. A veces podía hartarlo con tanta payasada que se le ocurría, pero no cambiaría eso por nada.
—Clint me necesita —explicó—. Parece que es urgente, pero volveré para la cena. Espero.
Después de la última aparición del Soldado del Invierno, habían quedado en sólo mirar una película de los cuarenta, escuchar una canción y leer algo sobre la década una vez a la semana, para no explotar su mente. Ése había sido un buen plan por parte de Astlyr.
Ya recordaba muchas cosas y el Soldado del Invierno no había vuelto a aparecer, ahora que se tomaba todo con más calma. Llevaban un mes y una semana conviviendo, y hasta ahora se llevaban bastante bien.
—No olvides anotar todo lo que recuerdes, soldat —le recordó, mientras guardaba su celular en el bolsillo de su vestido, que era de un tono de azul bebé con holanes en el borde.
Emprendió vuelvo como una paloma blanca y salió por la ventana.
Desde esa última aparición del Soldado del Invierno rompiendo la maceta de con lavandas, Astlyr había comprado casi 20 libretas pequeñas al día siguiente. Bucky recordó con una sonrisa cómo había llegado emocionada y con esperanzas.
—Creo que me adelanté a Navidad, RoboCop, porque te traje un regalo. Bueno, como veinte regalos, para ser exacta.
Bucky salió del baño, secándose las manos con la toalla, preguntándose si habría comprado más películas o más libros.
Astlyr dejó una bolsa de papel sobre la cama y la vació por completo, dejando ver un montón de libretas de tamaño compacto, de pasta blanda y negra.
—Vas a ser mejor que Ana Frank, eso seguro.
Bucky no sabía quién era la tal Ana, pero supuso que era una escritora.
—¿Libretas?
—Sí. Ahora anotarás cada cosa que recuerdes —sentenció, tomando una libreta y tendiéndosela—. Empieza a escribir todo lo que ya has recordado. No importa el orden. El punto es tenerlo registrado. Ninguna cosa es menos importante que otra, no lo olvides. Todo es importante y vale la pena escribirlo.
—¿Quieres que haga diarios?
—Diarios de tus memorias, sí.
Bucky lo consideró. No era mala idea. Si algo le sucedía o HYDRA volvía a capturarlo y escapaba, tener esas libretas le serían de mucha ayuda. Y si olvidaba algo, podría consultar cualquier cosa en sus propias anotaciones.
—¿Y tú... vas a...?
—¿Leerlos? No, son tuyos. Puedes guardarlos en el armario con el resto de tus cosas. Yo tengo mi propio diario también, y creo que te sorprenderías de lo terapéutico que puede ser —añadió, encogiéndose de hombros—. Ah, ¡también te compré una pluma!
Ese día, Astlyr había ido al asilo, donde se daban plumas a cambio de una donación mínima. Lo encontró divertido y no dudó en comprarle una.
—Muy gracioso —dijo Bucky con sarcasmo.
Astlyr sonrió contenta al ver que Bucky había captado muy bien el chiste cuando leyó lo que pluma llevaba escrito: "Alzheimer".
—Tranquilo, amnésico. Pronto recordarás todo y esa pluma ya no tendrá sentido... aunque me seguirá dando risa.
Soldat, RoboCop, sargento, amnésico... Otro apodo para añadir a la lista.
Bucky se quedó pensando el resto del día en Astlyr. No pudo evitarlo. ¿Qué era lo que le sucedía? Apenas llevaba poco más de un mes de estar con ella. Probablemente sólo sentía una estrecha amistad. Por supuesto que le había agarrado cariño. Es decir, ¿cómo no hacerlo? Astlyr era un maldito malvavisco embarrado de chocolate y chispas de colores, un algodón de azúcar en una feria, una malteada de fresa con nieve.
Se rehusó a seguir pensando en ella. No estaba bien. Se obligó a sí mismo a ejercitarse por dos horas ahí mismo, usando únicamente su cuerpo, las escaleras del edificio y el piso del apartamento, para distraer su mente. Sin embargo, en ningún momento pudo sacarse esos ojos plateados de la cabeza.
Astlyr vivió con la familia Barton por aproximadamente tres años. La familia la recibió con los brazos abiertos, lo cual ella les agradecería toda su vida.
Natasha Romanoff y Clint Barton fueron amigos íntimos de Bera Buskerud. Cuando Nick Fury informó a los agentes que Bera había sido asesinada en una misión y sus hijas estaban solas en Oslo, Clint no dudó en ofrecerse a tomarlas bajo su tutela y custodia.
Clint y Natasha tomaron un Quinjet y partieron a Noruega, pero llegaron tarde: Romee Buskerud fue capturada un día antes de que aterrizaran en Oslo, y sólo quedó Astlyr.
El primer mes fue el más horrible de todos. Astlyr lloraba incansablemente todas las noches después de sentir nostalgia por ver a los pequeños Barton jugar en el día. Veía a Laura cocinando o cortando el césped y quería gritar su dolor. Veía la granja y le recordaba que ella alguna vez tuvo una hogar tan lleno de amor y cuidado como ése.
El segundo mes, Laura logró que Astlyr se abriera y se acoplara a su nueva familia. Pronto, sintió un instinto maternal y la trató como si fuera su propia hija.
Natasha constantemente la visitaba, dándole seguimiento al proceso de su curación emocional, siendo la primera en comprenderla. No tardó en confesarle ser su madrina y explicarle lo estrecha que había sido su amistad con Bera. Principalmente, fue Natasha quien la motivó a dejar de llorar y mirar adelante con la cabeza en alto. Se volvió su mentora en SHIELD y en su vida personal. Mientras Laura le daba amor y cariño, ella le enseñaba a no dejarse llevar por la sed de venganza y ser alguien mejor en la vida.
Astlyr había congeniado con Clint desde el principio. Él admiraba cómo ella lograba recuperarse con tanto positivismo, siendo bondadosa y valiente, y terminó por convertirse en el padre que ella siempre soñó tener.
Astlyr prometió proteger a su nueva familia como no pudo hacerlo con la primera. No iba a desaprovechar la oportunidad de volver a ser feliz y llenarse de cariño incondicional. Estaba agradecida con los Barton y Natasha por salvarla, protegerla, amarla y guiarla.
—¿Están todos bien?
—Perfectamente, piojo —asintió Clint, permitiendo que el corazón de Astlyr se calmara—. Pero quería hablarte de algo importante que no podía esperar.
Por un momento, Astlyr se sintió acorralada.
—¿Hice algo malo?
Clint la miró divertido y sospechoso, percibiendo la culpa en su mirada.
—¿Por qué? —preguntó con cautela— ¿Hiciste algo que deba saber?
—No —dudó Astlyr, considerando la opción de hablarle sobre un fugitivo de casi cien años en su apartamento. Luego recordó la promesa de no decirle nada a nadie—. Para nada, pero... me haces creer que hice algo mal.
Clint la miró con una ceja alzada, sin creerle por completo.
—Tú nunca haces nada mal —respondió, acercándose para estrecharla en un abrazo, mirando hacia el mar. Astlyr se dejó abrazar y recargó su cabeza sobre el hombro de Clint, observando el paisaje marítimo—. Por cierto, me gusta tu nuevo corte. No lo has tenido largo desde...
Desde que mamá y Romee murieron, pensó Astlyr, y asintió, comprendiendo por qué no se atrevió a terminar la oración. Clint sonrió de lado con nostalgia. Ninguno lo diría, porque sabían que hacerlo dolía demasiado.
—Lo sé —sonrió, acariciando uno de sus largos mechones platinados—. Lamento no ir a visitarlos este último mes. He estado ocupada con el trabajo, el asilo...
Un amnésico oculto en su apartamento...
—Tranquila, comprendemos... Aunque pudiste haber mandado más que sólo unos mensajes de texto. Laura y los niños te mandan saludos, por cierto. ¿Está todo bien contigo?
Ella asintió. Realmente, todo estaba bien. Ese mes había sido bastante tranquilo, cómodo y relajante para ella. Le gustaba tener a Bucky de compañía. Era alguien muy inteligente e interesante, que además era curioso y aprendía rápido. Le encantaba todas las anécdotas de las que se acordaba de cuando era más joven y hacía sus travesuras. Incluso le había contado algunos de sus recuerdos oscuros. Le gustaba tener esa confianza con él. Y sobretodo... que la confianza fuera mutua.
—Bien —suspiró, mirándola no muy convencido. Sabía que no le estaba diciendo toda la verdad, pero no quiso presionarla—. Quiero hablarte del equipo.
—¿Los Vengadores? ¿Qué hay con ellos?
—Ayer tuvimos una reunión.
—¿Para qué? ¿Cambiarse el nombre? —bromeó, rodando los ojos. Él la miró inexpresivo y ella alzó las cejas— Oh, es algo serio.
—Bueno, hemos estado revisando los archivos de personas con habilidades especiales que fueron considerados para la iniciativa, pero fueron rechazados. Entre esos archivos... estaba el tuyo.
—Sí, lo sé —concordó, deshaciendo el abrazo para mirarlo cara a cara con el ceño fruncido—. Fury me lo dijo. Fui rechazada por mi edad. Tenía veinte años en ese entonces, ¿recuerdas?
—Sí, lo recuerdo —asintió—. Bueno, el equipo pensó que probablemente necesitaríamos una mano extra para las próximas misiones que tenemos planeadas y... te elegimos a ti. El equipo te quiere.
Astlyr se congeló mental y corporalmente. ¿Los Vengadores querían integrarla a su equipo de superhéroes? Ella no era tan asombrosa como para eso, ¿o sí? Es decir, podía transformarse en cualquier animal o persona existente, pero ¿convertirse en una vengadora?
Cuando escuchó acerca de a iniciativa Vengadores y Natasha y Clint fueron reclutados, Astlyr no podía negar que su autoestima había bajado un poco cuando Fury le dijo que había sido considerada, pero rechazada por su edad, su falta de práctica en la acción y su nivel de agente en SHIELD.
—¿Están seguros? —preguntó dudosa, sin querer hacerse ilusiones.
—¿Por qué no lo estaríamos? Eres la espía perfecta, estás muy bien entrenada, tienes un poder asombroso y no quieres exterminar al mundo... Espera, ¿crees que no llenas los zapatos para estar en el equipo? —preguntó, mirándola confundido.
La conocía bien, se había dado cuenta de lo que sentía con sólo mirarla a los ojos. Esos ojos llenos de nervios e inseguridad.
—Bueno, tienes que admitir que no tengo nada de experiencia comparada con el resto. Soy más una espía que un héroe. Atrapar algunos traficantes y terroristas es una cosa, pero... ¿lo que ustedes hacen? Enfrentarse a alienígenas y dioses es otro nivel.
—Natasha podría entrenarte más. Todo el equipo quiere que te unas. Casi todos te hemos visto en acción. Mereces un espacio entre nosotros. Nos ayudarías a proteger la Tierra. ¿No es eso lo querías y por lo que dejaste SHIELD?
—Claro que sí. Es lo que más he soñado desde que mamá murió —casi jadeó, desesperada—, pero... ¿qué pasa si no cumplo con las expectativas?
—¿Y qué pasa si las superas?
Astlyr se quedó pensando un momento.
¿Tenía tiempo para eso? Bucky era su prioridad ahora, aunque no era algo de tiempo completo. Él podría estar solo por unas horas, pero... ella no quería abandonarlo por tanto rato. Sin embargo, ayudar a proteger el mundo le parecía algo excitante, una oportunidad inigualable que había esperado desde hace varios años.
—De acuerdo —sonrió enormemente, antes de empezar a gritar de emoción.
Clint sonrió satisfecho de verla feliz y dispuesta. Todos estarían felices de recibirla. Eran sólo Stark y Thor los que no la conocían, pero estaba seguro de que les agradaría.
—Bien, en una semana ven a la torre para formalizarlo. Bienvenida a los Vengadores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro