1. Astlyr Buskerud
—Era él —sentenció Steve Rogers, convencido. Estaba cabizbajo y los hombros caídos. Astlyr se preguntó qué lo tendría tan afligido—. Me miró a los ojos como si no me conociera.
—¿Cómo es siquiera posible? —preguntó aquel que iba al lado de Natasha Romanoff. Astlyr los miró con atención, pretendiendo deducir de qué hablaban— Fue hace setenta años.
—Zola —aseguró Steve. Astlyr no tenía idea de quién era Zola, pero el nombre le pareció gracioso, y descifró que era de origen suizo, tal vez alemán—. La unidad de Bucky fue capturada en 1945. Zola experimentó con él. Lo que le hizo probablemente ayudó a Bucky a sobrevivir cuando cayó del tren. Deben haberlo encontrado.
—No es tu culpa, Steve —dijo Natasha.
—Aun cuando no tenía nada —describió Steve, no muy convencido de lo que había dicho Natasha—... tenía a Bucky.
Figuró que Bucky debió ser alguien muy importante para Steve. El hombre que Astlyr desconocía miró a Natasha con preocupación, y entonces notó la herida en su hombro.
—Necesitamos un médico —demandó el hombre, volteando a verla, creyéndola una agente de HYDRA que los custodiaba en el camión durante el camino, todo gracias al disfraz—. Si no presionamos su herida, morirá aquí mismo —presionó.
Reaccionó rápido: lo amenazó encendiendo el taser, advirtiéndole que no se moviera o lo lastimaría con el arma. Después de que él retrocedió asustado, Astlyr empezó a reírse, volviendo a su verdadera persona y observando las caras de impresión y confusión tanto en el hombre desconocido como en Steve Rogers.
—Ugh, esa cosa estaba estrujando mi cerebro —dijo Hill a su lado, retirándose el casco, y suspiró. Miró a todos con escepticismo y dejó su mirada puesta en el extraño—. ¿Quién es él?
—Sam Wilson —aclaró Steve, sin dejar de mirar a Astlyr —. ¿Quién es ella?
—Noruega —la llamó Natasha, saludándola con una sonrisa chueca, ya que el dolor en su hombro se volvía más fuerte—. Creí que habías renunciado.
—Lo hice, pero —se encogió de hombros—... Sólo dejé SHIELD por tres meses y mira lo que pasa en mi ausencia. Obviamente no pueden vivir sin mí.
—¿La conoces? —preguntó Steve a Natasha.
—Agente Astlyr Buskerud. Nivel cinco —la presentó Hill, al ver que Natasha estaba demasiado adolorida como para seguir hablando—. Le dicen Copiadora.
Sam y Steve la apreciaron mejor. Tenía unos ojos grises con el marco de unas pestañas abundantes y negras, debajo de sus perfectas cejas castañas. Su piel perlada casi brillaba. Modelaba una nariz fina y pequeña arriba de sus grandes y gruesos labios. La sonrisa abierta que tenía delataba su dentadura blanca y ordenada. Sus levantados pómulos de modelo le daban una apariencia infantil y adorable. Su cabello platinado y lacio tocaba sus hombros con un corte recto, igual al de Natasha.
—Un gusto conocerlo, Capitán. Gran fan, por cierto. Me gusta su escudo y cómo rompe las leyes de la física. ¿Puedo decirle "Capi"? Es más corto.
—¿Eres una mejorada? —preguntó Steve, ignorando su última petición.
—No —Hill respondió por ella—. Su madre era inhumana y ella heredó el gen inhumano. Vino para ayudarnos.
—Es de confianza —casi gruñó Natasha, haciendo más presión en su herida con ayuda de Sam.
—¿Sabes pelear? —cuestionó Steve.
—Nivel cinco, Capi. Claro que sé pelear —se rió, pero Steve continuó interrogando.
—Tus poderes —puntuó—... ¿qué tanto puedes hacer?
—Además de convertirme en cualquier animal, duplico huellas, retinas, piel, voz, ropa e idioma —se jactó—. Puedo ser la persona que tú quieras —le guiñó el ojo.
Las mejillas de Steve se coloraron, provocando una risa en ella.
—Acostúmbrate, Steve —dijo Natasha, intentando no jadear del dolor—. Es peor que yo.
—Bien, hora de irnos —decidió Hill, dejando el arma de HYDRA en el suelo del camión.
—Puedo quedarme con esta cosa —habló Astlyr, sacudiendo el taser como sonaja, mientras miraba a la agente—, ¿verdad?
—Qué más da —respondió Hill, antes de sacar un pequeño láser que les ayudaría a escapar.
Se agachó hacia el suelo del camión e hizo un hoyo, derritiendo el metal. El hoyo era lo suficientemente grande para que incluso Steve pudiera bajar por ahí.
—¿Quién primero?
—Damas, por favor —le dio el paso Sam, mirando a Astlyr.
—¿Y correr el riesgo de que me vean y me maten? Sí, yo primero —sonrió emocionada.
Se transformó en un ratón blanco y saltó al agujero, quedando en el cemento de la carretera, ahora a unos metros del camión. Natasha fue la siguiente en caer, luego Hill, después Sam y finalmente Steve. Astlyr volvió a su persona, sacudiéndose la ropa. Se había cambiado el conjunto de agente de HYDRA por un vestido verde y casual. Tenía unos raspones en el rostro y sus brazos, y Steve arqueó las cejas con asombro al ver cómo las heridas se curaron en sólo segundos.
Hill hizo una llamada mientras los demás se reunían a su alrededor. A los dos minutos apareció un auto negro y blindado.
—¡Pido adelante! —exclamó Astlyr, corriendo hacia la puerta de copiloto.
Steve miró a Hill con duda.
—¿Segura que esta niña podrá ayudarnos?
—¡Tengo veintidós años, abuelo!
Natasha rió levemente y Sam sonrió divertido. Steve se mostró serio, aunque en el fondo también le dio gracia. En el auto nadie habló, pero no pasó mucho tiempo para que llegaran a un área que parecía abandonada. Hill fue la primera en bajarse y hacer que la siguieran. Maria abrió la reja, llamando a alguien.
Sam ayudaba a Natasha, que comenzaba a debilitarse cada vez más.
—Un disparo. Perdió al menos un litro de sangre.
—Tal vez dos —dijo Sam.
—Yo la llevo —respondió uno de los médicos, corriendo hacia ella.
—Él querrá verla primero —dijo Hill.
Aquello llamó la atención de Steve y Natasha, haciendo que la miraron confundidos.
—Uh, seguro va a decir que nos tardamos.
Luego la miraron a ella, preguntándose qué sabían Hill y Astlyr que ellos no. Al llegar al final del corredor, Hill corrió unas cortinas de plástico que estaban a la derecha. Con eso dejó ver a los agentes lo que había en ese cuarto. Nick Fury reposaba sobre una camilla con los brazos sobre su pecho. Alzó la cabeza para mirar mejor a los agentes.
—Ya era la maldita hora.
—Se los dije —presumió Astlyr.
Después de que Steve y Natasha terminaran con el shock por ver a su antiguo jefe vivo, dejaron que les explicara lo que había sucedido. El médico ahora atendía la herida de Natasha.
—Columna lacerada, esternón quebrado, clavícula hecha trizas, hígado perforado y una gran jaqueca —relató, explicando lo herido que estaba.
—No olvides tu pulmón colapsado —añadió Astlyr, sentándose en una silla cercana a la camilla de Fury.
—No hay que olvidar eso —dijo burlón, mirándola. Ella formó una pequeña sonrisa—. Más allá de eso, estoy bien.
—Te operaron. Tu corazón se detuvo —dijo Natasha, tratando entender todo.
—Tetrodotoxina B —respondió el hombre en cama—. Disminuye el pulso a un latido por minuto. Banner la desarrolló para el estrés. No le sirvió mucho a él, pero nosotros la encontramos útil.
—¿Por qué todo el secreto? ¿Por qué no decirnos? —interrogó Steve.
—El atentado contra el director debía parecer exitoso —respondió Hill.
—No pueden matarte si ya estás muerto —explicó Astlyr divertida.
Steve se preguntó si todo era gracioso para ella.
—Además —añadió Fury—, no sabía en quién confiar. Por eso llamé a Hill y a Buskerud, quien vino desde Brooklyn para ayudarnos.
—Sólo diga que me extrañó, director. No tiene que mentir —respondió Astlyr con sonrisa arrogante, haciendo que Fury soltara una seca carcajada.
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