Capítulo 1 , La curiosidad de Copi
Hola a todos, soy Copi, el presidente del Club del Conejo 🐰 Rosa, y hoy quiero contarles sobre el fin de semana más loco que he tenido en mi vida. Seguramente se estarán preguntando: ¿qué cosa tan extraordinaria podría sorprender a un niño brujo como yo?
Bueno, todo comenzó un jueves durante la hora del almuerzo. Estaba sentado con mi grupo de amigos, como siempre, disfrutando de un sándwich vegano de garbanzos que había preparado mi papá Jason. Mientras comíamos, no podía dejar de pensar en algo que nuestro club recién formado todavía no había hecho.
—Aún no hemos tenido una reunión de verdad —dije en voz alta, justo cuando terminé de masticar.
María, que estaba frente a mí, se me quedó mirando un momento antes de hablar.
—¿Neta, Copi? —dijo, levantando una ceja—. Tenemos reuniones en el club todos los días durante el almuerzo.
—Sí, lo sé —contesté un poco decaído—, pero nunca hemos tenido una reunión verdadera, es decir, una reunión oficial, en la casa de uno de nosotros, con bocadillos, televisión, conversaciones profundas... ya saben, como una pijamada.
Pandora se removió en su asiento, siempre cuidadosa con lo que decía en público.
—Yo no podría hacer eso —dijo con una pequeña sonrisa—. Mis papás nunca me dejarían ir a una pijamada con niños.
Yael, que estaba sentada a su lado, asintió suavemente antes de hablar.
—A mí me parece una buena idea —dijo, dándole una mirada a Pandora como si estuviera pensando en algo más.
—Entonces debemos organizarnos —dije con entusiasmo—. Podríamos hacerla este viernes, justo al salir del colegio.
Pandora negó rápidamente con la cabeza.
—No puedo —respondió con tono tranquilo—. Ese día es sagrado para mi familia. Después de la oración de la tarde, nos reunimos en casa para leer el Corán, y luego tenemos una cena especial. Como musulmana, el viernes es un día para acercarme más a Dios, y usamos este tiempo para reflexionar y estar juntos como familia.
—Oh, entiendo —contesté, aunque realmente no lo entendía del todo. Pero traté de no mostrarlo. Entonces me volví hacia los demás—. ¿Qué tal el sábado?
—Yo tampoco puedo —dijo Yael—. El sábado es Shabbat, el día de descanso para los judíos. No podemos usar tecnología ni trabajar, y pasamos el tiempo en familia, yendo a la sinagoga y descansando de cualquier actividad. Es un día de conexión espiritual.
—¡Ah! —dije, tratando de asimilarlo—. Entonces, ¿qué tal el domingo?
Christian, que hasta ahora había estado callado, intervino.
—No puedo —dijo—. El domingo es mi día más ocupado en la iglesia. Ayudo a mi papá con los sermones, y además es un dia muy importante para mi familia.
María, quien había estado escuchando atentamente, también negó con la cabeza.
—Yo tampoco puedo el domingo —dijo con una sonrisa nerviosa—. Ese día es la misa en mi iglesia católica, y además, Mis mamás ya le prometieron al padre que íbamos a ir.
En ese momento, me quedé callado, sintiendo una mezcla de tristeza y confusión. Era frustrante no poder encontrar un día en común para estar juntos, pero lo que más me desconcertaba era no entender del todo por qué mis amigos estaban tan comprometidos con esos eventos religiosos. Quería comprenderlo, pero no sabía por dónde empezar. Y entonces, se me ocurrió una idea.
—Déjenme acompañarlos este fin de semana a todos sus eventos —exclamé de repente, entusiasmado—. Así podré entender mejor sus costumbres y lo que significan para ustedes.
Yael me miró con sorpresa.
—¿Estás seguro, Copi? —preguntó—. Algunas de nuestras costumbres podrían parecerte raras...
Pandora asintió, mirándome con preocupación.
—Sí, Copi, tal vez nuestras tradiciones no sean lo que esperas.
Pero yo negué con la cabeza, decidido.
—Nunca pensaría eso de ustedes —dije con convicción—. Son mis amigos, y sé lo que se siente que los demás te miren como si fueras raro. No quiero que ustedes se sientan así. Solo quiero entenderlos mejor.
Christian sonrió y se inclinó hacia adelante.
—Creo que es una excelente idea, Copi. Sería genial que vinieras. Además, eres mi mejor amigo, ¡y me encantaría que conocieras a mi papá y mi iglesia!
Así fue como tomamos la decisión de hacer el fin de semana más inolvidable de nuestras vidas. El plan era que el viernes iría a la casa de Pandora, luego el sábado temprano a la casa de Yael, y finalmente el domingo acompañaría a Christian a su iglesia por la mañana y luego a la misa de María más tarde. Como niño wiccano, sería mi primera vez experimentando estas tradiciones religiosas, y no podía esperar para aprender más sobre ellos y, tal vez, ayudarlos a ver que, a pesar de nuestras diferencias, nuestras creencias nos unen más de lo que pensamos.
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