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Parte Única

No era un secreto que Hoseok y Yoongi habían terminado su relación hace más de un mes. Fue decisión de Hoseok terminarla después de más de cuatro años de relación.

Las peleas se habían vuelto constantes. Hoseok se quejaba de la pésima actitud que había tomado Yoongi recientemente. Según él solo pensaba en sí mismo y había comenzado a dejar de pensar en él. Para Hoseok, Yoongi sonaba como un yoyo. Se sentía el mejor entre los dos y eso había terminado por hartarlo.

Hoseok aún recordaba la expresión en el rostro de Yoongi el día que se marchó de la casa que ambos solían compartir. Notó y sintió la tristeza en su rostro. En su mente se instaló el pensamiento de que si él hubiera actuado de una manera diferente, menos creido, eso definitivamente no hubiera sucedido. Fue su culpa.

Hoseok se prometió a si mismo borrar las fotos donde él y Yoongi aparecían juntos, tomados de la mano, sonriéndose mutuamente llenos de amor, pero no pudo hacerlo. También prometió eliminar su número de teléfono. Lo cual tampoco pudo hacer.

Y ahí estaba Hoseok con su poca tolerancia al alcohol sentando en la barra del bar mirando como su amigo Jimin bailaba con un gran chico: musculoso y que parecía un conejo. Un conejo feo. Sí, fue grosero tener ese pensamiento, pero entiéndanlo, Hoseok estaba despechado. Jimin había conocido al chico justo después de que él estuviera hecho mierda por su rompimiento. Su amigo sonreía, estaba feliz mientras bailaba lentamente con su acompañante ajeno a que estaba provocando el asco de Hoseok.

Bufó celoso.

Un chico alto se sentó junto a él preguntándole si estaba disponible. Hoseok le hizo una seña con la mano, dando a entender que por favor se fuera. Ciertamente Hoseok no estaba de humor para soportar un coqueteo, de hecho, hace más de un mes, no había podido coquetear con nadie y no tenía ganas de hacerlo.

El alcohol en su sangre nublaba la poca cordura que tenía. Dejó el dinero sobre la barra y abandonó el lugar, importándole poco si su amigo Jimin se iba o se quedaba. Él solo quería ir a casa y dormir o quizá llorar y hundirse un poco más en su penosa miseria.

Tomó un taxi todavía lo suficientemente no ebrio para no dejarse secuestrar por el taxista ni darle dinero demás. Al llegar a su destino pagó, se bajó del auto y caminó hasta la recepción del edificio de departamentos donde ahora vivía.

Una vez llegó se lanzó de espaldas contra el sofá clavando la vista en el techo y pensando en qué estaría haciendo Yoongi en ese momento. Se preguntó si ya lo había superado y estaba revolcándose con alguien más. Su sangre hirvió y fue rápidamente hacia la nevera sacando un six de cerveza.

Tomó una a una y cuando ya iba en la cuarta lata (sin contar las dos copas de más que se tomó en el bar, que en realidad eran seis copas de más) tomó su celular. Le fue imposible no mirar las fotos de su galería.

Todas eran de él y Yoongi sonriendo.

Comenzaba a extrañar a Yoongi. Comenzaba a extrañar su cara, su risa, cada parte de él. Esas copas de más lo habían guiado a un torbellino de recuerdos, donde él y Yoongi eran felices. Donde Yoongi le había compuesto una canción y la había tocado para su primer aniversario. Donde Yoongi lo había hecho el tipo más feliz del planeta al darle su primer beso a los 16 años.

En ese momento Hoseok comenzó a llorar. Jamás pensó que extrañaría incluso las estúpidas palabras de autosuficiencia que a veces salían de la boca del mayor. Estaba extrañando lo que tanto había odiado. ¿Qué le había hecho Yoongi?

El recuerdo de Yoongi lo estaba haciendo dudar. Hoseok sabía que debía dejar de recordar a Yoongi, las cosas buenas y las malas. Todo. Debía superarlo de una vez por todas. Debía dejar de dudar. Debía dejar de sentirse mal. Él mismo fue quien tiró por la borda la relación, Hoseok se había rendido primero. Él se había rendido en tratar de salvar la relación.

Trató de repetirse eso mil veces, mientras el grado de alcohol en su sangre aumentaba.

Debes dejar de pensar en Min Yoongi. Él no es bueno para ti y tú te rendiste primero. Tú arrojaste la primera piedra. En la soledad lo malo sabe bueno, pero mejor solo que mal acompañado.

Reacciona Jung Hoseok.

Al diablo con rendirse primero, extrañaba a Yoongi. Extrañaba dormir a su lado, extrañaba su calidez, extrañaba sentirlo cada día de su maldita vida. Prefería a Yoongi que esa realidad llena de soledad, esa realidad de llegar a casa y encontrarse completamente solo. Hoseok omó nuevamente su celular marcando en la agenda el número de Yoongi.

Sabía que después se arrepentiría, pero el alcohol en su sangre no le permitía pensar o quizá le permitía hacer lo que tanto había ansiado.

El teléfono sonó. Sabía que Yoongi aceptaría su propuesta, al fin y al cabo, él le había mandado varios mensajes, fue él quien los había ignorado. Solo estaba seguro que su orgullo iba estar muy herido después de todo.

Yoongi respondió al tercer timbre.

— ¿Hoseokie?

Su voz sonaba llena de alegría y duda a la vez.

La sobriedad atacó a Hoseok.

La había jodido, pero era lo que quería. Quizá debería agradecer al alcohol, después de todo los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.



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