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15

Nabi.

Oh, creo que escuché mal. Era imposible que Hyuno me estuviera pidiendo que me confesara frente a él, en este preciso instante, ¿verdad? Eso no era lo que él estaba esperando, ¿o sí?

Sentí que la sangre abandonó mi cuerpo y que mis piernas temblaban, al igual que mi labio inferior al intentar responder aquella pregunta de la mejor manera posible. Mentir no era una opción, puesto que se me daba fatal y no tenía motivos para hacerlo con Hyuno, si en teoría ya había confesado mi atracción hacia él.

—Eh, sí —aclaré y llevé nuevamente mi vista hacia nuestros pies, que estaban ubicados bastante cerca. Aquello sólo hizo que me pusiera más nerviosa y sentí cómo la sangre volvía a mis mejillas, en donde la izquierda seguía siendo acariciada por Hyuno.

—Hoy no quise responderte ni hablar sobre ello, porque quería hacerlo en persona —volví a alzar mis ojos y el rostro de Hyuno cada vez me parecía más perfecto con cada ojeada que le daba. ¿Aquello era posible? ¿Sentir fascinación por alguien cada vez que lo miras?

—¿Me vas a rechazar? —pensar en aquella posibilidad me hacía querer vomitar y huir de ahí.

En toda mi vida, sólo había vivenciado dos relaciones amorosas, en donde no la había pasado muy bien y me olvidé de mí en el camino. Mi gran error era priorizar el bienestar de los demás en vez del mío y aquello, al transgredir constantemente mis límites, me había dejado devastada y rota.

A raíz de ello, había asistido a terapia de manera constante para lograr mejorar y aprender a ser la mejor versión de mí misma y no dudaba ningún segundo en querer darle aquella versión a Hyuno y a nadie más.

Me sentía preparada, pero si me rechazaba después de haber reunido tanto coraje para volver a abrir mi corazón, probablemente me volvería a hundir y a ahogar entre mis penas y pensamientos destructivos.

Para lo último no estaba preparada en lo absoluto.

—¿Qué te hace creer eso? —inquirió con un leve tono desanimado.

Me encogí de hombros y sonreí de manera triste.

—Puede que no te llame la atención en ese sentido y que no sientas lo mismo que yo —dije después de unos segundos y la sonrisa traviesa de Hyuno me agarró desprevenida.

—Quería decirte en persona lo bien que la paso conversando contigo todos los días —aclaró y el corazón me volvió al cuerpo, como si hubiera despertado después de haber estado inconsciente por días—, que eres muy graciosa, me gusta la manera en la que escribes, cómo me cuentas tus días... Y tú también me gustas, Nabi.

Estoy segura de que palidecí luego de escuchar sus palabras, porque era casi imposible que Hyuno también se sintiera atraído por una persona casi desconocida para él. A pesar de lo loco que sonaba eso, al parecer era lo que estaba sucediendo en este preciso momento.

—¿Me lo estás diciendo en serio? —pregunté con dificultad, escuchando que mi voz era casi imperceptible.

—Claro que sí, Nabi, ¿por qué te mentiría con algo tan serio y delicado? —replicó y me sentí perpleja.

En mis relaciones anteriores la comunicación efectiva y la responsabilidad afectiva brillaban por su ausencia, por lo que el actuar de Hyuno y las palabras que me decía me terminaban por sorprender de sobremanera, pero en el buen sentido. Pocas veces me sentía protegida y buen cuidada en esos contextos, pero con el alto que me miraba con ojos encantadores y ensimismados era totalmente distinto.

Sentía que no me pasaría nada malo junto a él, incluso hasta en los contextos más catastróficos.

—Tienes razón, sólo que no pensé que igual correspondieras mis sentimientos —expliqué y sonreí con naturalidad, sintiéndome cada vez más cómoda con el tacto de Hyuno en mi mejilla y sus ojos analizando constantemente cada rincón de mí.

Mi respiración se entrecortó en cuanto sentí que el agarre de Hyuno se hacía más firme en mi rostro y me invitó a conectar mi mirada con la suya. Sus facciones se habían tensado levemente y sentí ansiedad al notar que ladeaba levemente su rostro, como si me estuviera haciendo una invitación a algo prohibido, pero, a la vez, muy anhelado.

—¿Crees que esté bien lo que estoy pensando en hacer? —murmuró muy cerca de mí, a la altura de mi nariz. A pesar de no ser tan baja y más alta que el promedio de mujeres coreanas, Hyuno seguía siendo mucho más avasallante que yo y debía mirar hacia arriba si quería encontrar sus ojos.

—Depende —respondí con una sonrisa gigante en mis labios—. ¿Tú crees que me guste?

—En realidad, hace mucho que no hago esto ni nada parecido —explicó y muchas preguntas se apoderaron de mi mente—. Pero sí, creo que te gustará.

Asentí levemente con la cabeza sin dejar de sonreír, sintiendo que Hyuno acercaba cada vez más sus labios hacia los míos, inclinándose de manera débil hacia adelante, intentando comparar mi altura y lograr su objetivo.

Cerré mis ojos en cuanto vi que él lo hizo, para después dejarme embelesar con el tacto de sus labios y lo deliciosos que se sentían al tenerlos en contacto con los míos. Seguía sus movimientos que procuraban ser cuidadosos y lentos, deleitándome cada vez más con el sabor dulce y lo húmedos que estaban.

Se separó de mí y me sentí decepcionada, puesto que esperaba que el beso fuera mucho más largo, ojalá infinito.

No dudé en agarrarlo por las mejillas con delicadeza y volver a juntar nuestros labios en otro ansioso y suave beso.

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