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Esa manaña, Namjoon había llegado nuevamente temprano al café para ayudar un poco a meter las cajas con frutas y vegetales. Jin se sorprendió de verlo de nuevo temprano y simplemente lo saludó con la cabeza e hizo todo lo que debía mirando hacia abajo para no chocar la mirada con el encargado de los cafés.

A Namjoon le parecía adorable su timidez, pero... se preguntaba si él era así con todas las personas. Por lo que le había dicho Jimin, era probable que no fuese así con todos. Tal vez era así con personas que no conocía bien. Por eso le dieron ganas de hacerse más su amigo para ver ese otro lado de su personalidad.

Namjoon ya estaba cambiado y arreglando las tazas en la barra cerca de las cafeteras, cuando ya era hora de abrir y Jimin no había aparecido. En ese momento vibró su móvil y revisó el mensaje de su jefe.

-Nam, llegaré tarde. Te dejo a cargo.

Era la primera vez que algo así pasaba en el café. Nam se preocupó un poco, pero el mensaje no decía nada que lo pudiera alertar así que se puso manos a la obra.

Encendió la radio con música de jazz para darle el ambiente que siempre había tenido y sacó la pizarra con los especiales del día a la calle, donde una fila de clientes ya se armaba cerca de la puerta. Saludó a los primeros y haciéndoles una venia, los invitó a pasar.

El café cobraba vida un día más. Los muchachos nuevos, Soobin y Beomgyu caminaban rápido anotando las órdenes de los clientes y sonriendo amablemente a cada uno de ellos. En la cocina, el pastelero Hoseok y el jefe de cocina JIn se encargaban de preparar todas las órdenes con el mayor gusto junto al demás personal a su cargo.

Pasada una hora más o menos. Jimin llegó y saludó a todo el personal que se encontraba en su camino. Agradeció a Namjoon con una seña y entró en su oficina. Tenía un sinfín de cosas que hacer. Había recibido el día anterior una solicitud de servicio de cátering para una fiesta de cumpleaños y debía organizarlo todo desde cero. Así que no planeaba atender a los clientes ese día.

El mediodía llegó pronto y Jin entró en su oficina llevando el almuerzo.

-Hola, Jimin. Acá tienes. Come rápido la sopa porque se enfriará –le dijo Jin sonriendo.

-Gracias, amigo –sonrió Jimin, más alegremente que de costumbre, mirándolo.

-Que de buenas estamos, ¿eh? –Jin dijo en tono bromista -¿A qué se debe esa felicidad y tu primer atraso de la vida a tu propio negocio? –preguntó sentándose en la esquina del escritorio.

-Bueno –empezó Jimin sintiendo el sonrojo en sus mejillas –tal vez... he conocido a alguien muy interesante.

-Woooow! –exageró su exclamación el jefe de cocina -¡pero es cierto que el amor está en el aire!, ¿eh?

-La verdad es que lo siento también rondando por la cocina y la barra de café, Jin... -sacó el tema Jimin –hazte un favor y habla más con Namjoon... harían una pareja tan hermosa.

-¡Ay, jefe! –Jin se tapó el rostro con las manos ante la idea de ser pareja con el muchacho de los cafés –sabes cómo soy... pero ayer tuve un avance. Bueno, aparte de que nos chocamos las cabezas y casi nos da un derrame cerebral, pues... le enseñé a hacer zumo de naranja... ¡y tomé sus manos! –Jin subía el tono de su voz a cada palabra que decía.

-¡Eso es genial, Jin! –Jimin se alegró sinceramente.

-¡Sí! A pesar de verse rudo, es.. es tan suave, algo como un koala... -Jin suspiró.

Jimin carcajeó.

-Bueno... sigue así y algo saldrá ¿eh? Ánimo, amigo.

Jin le agradeció y salió de la oficina. Al pasar por detrás de la barra, vio como Namjoon estaba concentrado en preparar un par de cafés. No supo de dónde sacó el valor, pero se acercó.

-Ehmmm... -dijo despacito a su lado.

-Ah, hola Jin, ¿te ayudo en algo? –le respondió Namjoon con una sonrisa que dejaba ver sus encantadores hoyuelos.

-Yo... pues, ¿Me invitarías una taza de café, por favor? –fue lo primero que se le ocurrió a Jin.

-¿Café? Pensé que no te gustaba... pero claro, enseguida te hago uno. ¿Cómo lo quieres? –consultó mientras sacaba las tazas de la máquina y las posaba sobre una bandeja que Beomgyu recogió en ese momento.

-Bueno... yo no sé mucho sobre cafés... sólo... invítame el que mejor te salga –dijo Jin haciendo un esfuerzo por sonreír lo más naturalmente que podía.

Sin duda, su esfuerzo tuvo frutos, porque Namjoon se le quedó mirando. Muy rara vez veía a Jin sonreír... o por lo menos no sonreía nunca con él, así que era como ver un raro acontecimiento de la naturaleza, algo así como la aurora boreal.

-Sí... sí... ya te lo preparo –contestó saliendo de su ensueño.

-Gracias y... tu almuerzo también ya está listo –avisó Jin antes de ir a la cocina.

Como ya no tenía más pedidos de café, Namjoon se dedicó a preparar el café para Jin. Al no conocerlo bien todavía, no sabía qué tipo de personalidad tenía o qué cosas le gustarían, así que se aventuró a prepararle un capuchino con extra de chocolate encima.

Una vez terminado de prepararlo, dejó a uno de los meseros a cargo de la cafetera mientras él iba a la cocina a almorzar. Llegó con la taza para Jin y se la pasó sobre la barra cerca de donde él estaba de pie almorzando.

-Acá tienes. Espero que te guste –sonrió Namjoon, haciendo poner las orejas de Jin rojas.

Jin agradeció y miró la taza con tanto cariño, como si hubiese recibido el mejor regalo de toda su vida.

Namjoon recogió el plato de almuerzo que era para él y se acercó una silla a donde estaba Jin que ya terminaba de almorzar. Quería ver su reacción ante el café que había preparado.

Jin puso sus platos en el lavaplatos y suspiró preparándose mentalmente para lo que iría a probar. No sabía por qué le había pedido a Namjoon un café, porque el café le sentaba muy mal y por eso jamás lo tomaba.

Pero las cosas que nos hace hacer el amor son tan misteriosas que tomó la taza y la llevó a sus labios dándole un sorbo al contenido.

El líquido espumoso y dulce cubrió sus papilas gustativas haciendo que una calidez extraña se extendiera en todo su ser.

-Wow... -dijo al separar sus labios de la taza.

-¿Qué tal está? ¿Te gustó? –preguntó Namjoon aún con la cuchara de sopa en la boca.

-Está... delicioso... muchas gracias –Jin le agradeció sonriendo.

-Me alegra tanto. Cada que tú quieras, puedo prepararte más –propuso Namjoon.

-¡Hey, tortolitos! Permiso –los interrumpió Hoseok que llevaba dos charolas llenas de pastelillos y justo debía pasar por donde estaban Jin y Namjoon para llegar a la barra delantera.

Namjoon y Jin se sonrojaron, le dieron paso a Hoseok y sonrieron a la par. Se quedaron un momento juntos sin decir nada y simplemente se dedicaron a disfrutar del producto hecho por las manos del otro, una sopa y un café.

Cuando Hoseok llegó a la barra delantera y dejó las bandejas de pastelillos, Soobin se acercó a él.

-Hyung... alguien quiere felicitarte por tus pastelillos, ¿tienes tiempo?

-¡Oh, claro que sí! –sonrió alegremente el pastelero y acompañó a Soobin hasta una mesa cercana a la puerta.

Sentada ahí comiendo un pastelillo que había hecho Hoseok estaba Becky. Hobi se sorprendió muchísimo de verla nuevamente.

-Becky... -dijo al llegar a la mesa –viniste.

-¡Oh, Hoseok! –lo saludó ella sonriendo –Sí, quería también visitarte y probar otra vez tus pastelillos. Realmente son muy deliciosos. Felicidades. Siento haberme ido anoche tan de repente –se disculpó.

-No, no te preocupes, pero... ¿no te enfermaste con la lluvia?

-No, para nada. ¿Y tú? –consultó ella posando sus ojos sobre la sonrisa que se dibujaba en Hobi en respuesta a la suya.

De pronto, alguien detrás de Hoseok lo apartó con el brazó de donde estaba.

-¡Rebeca! ¿Qué estás haciendo acá? ¿Quién es él? –dijo enojado un tipo que también parecía latino, pero tenía muy mala pinta, con la barba crecida al igual que su panza.

-Pablo... yo... yo me tomé la hora del almuerzo para venir acá, yo –Becky se disculpaba muy nerviosa.

-Nos vamos ahora mismo. Tienes que trabajar. No olvides que tenemos una deuda con el banco. No puedes estar perdiendo tu tiempo y dinero en lugares así –empezó a regañarla –además cuántas veces te he dicho que no me gusta que hables con otros hombres.

-Yo... yo... -la pobre muchacha estaba al borde del llanto y miraba afligida a Hoseok que no podía salir del asombro. La gente en el café se volteaba a ver la escena.

En ese momento justo salió Jimin de su oficina y sin necesitar más explicaciones, entendió lo que estaba ocurriendo. Fue rápidamente a la mesa donde estaban los tres.

-Disculpe, ¿señor? –habló con la mejor de las voces amables que tenía.

-¿Quién es usted? ¿Qué quiere? –soltó el hombre malhumorado.

-Mi nombre es Jimin. Mucho gusto. Soy el dueño de este café –Jimin le extendió la mano estrechándosela –Le comento que invité personalmente a Becky a que pasara por acá hoy porque quiero ofrecerle un puesto en el café. Justo estaba yo a punto de reunirme con ella –sonrió elegantemente.

-¿Un puesto en esta cara cafetería? –abrió los ojos grandemente el hombre -¡Pues bueno! ¡Más vale que paguen más que en Mary's porque ya no nos alcanza el dinero! –dijo bruscamente y tomó a Becky fuertemente del brazo empujándola hacia Jimin –Ve, ve, a ver qué te dicen. Te esperaré acá –se sentó a la mesa que ella ocupaba antes y se llevó el resto del pastelillo que ella estaba comiendo a la boca, cubriéndola grotescamente de crema.

Jimin tomó delicadamente a Becky del brazo y la guió junto con Hoseok a su oficina. Una vez que hubieron entrado y cerrado la puerta. Becky se puso a llorar desconsoladamente tapándose el rostro.

-Oh, por Dios –saltó Hobi y la abrazó -¿quién es ese monstruo?

-Es mi novio –dijo entre llantos.

-¿Tu... tu novio? –Hoseok sintió cómo su corazón se rompía en pedacitos al escuchar esa palabra. Becky tenía novio... y era el peor ser humano que se había cruzado delante.

Jimin la llevó a que se sentara en su silla y le invitó un vaso de agua para que se calmara. Entonces Becky les contó que habían llegado con su novio hace unos años a Corea para echar suerte. Ellos estaban muy enamorados, pero sólo ella pudo encontrar trabajo debido a su gran talento, y él se había acostumbrado a vivir del trabajo de ella. Las cosas habían cambiado y él se había vuelto muy violento, y ella no podía salir de esa relación porque no conocía a nadie.

-Ahora nos tienes a nosotros –dijo Hoseok sintiendo que le dolía el alma con lo que ella contaba –tienes que deshacerte de él, debes irte –le pidió.

-No podría. Lo intenté una vez y me fue muy mal. Me encontró y... -Becky volvió a llorar.

-¿Y la policía? –preguntó Jimin.

-No es una opción, porque estamos ambos de inmigrantes.

-OK –dijo Jimin tras pensar –dile que conseguiste el empleo. No importan los términos, Becky. Quiero que trabajes con nosotros para que estés constantemente cuidada, hasta que encontremos una solución.

Becky miró a Jimin con las lágrimas aún en los ojos y sonrió.

-¿En serio?

-¡Sí! ¡Trabajarás conmigo! –se entusiasmó Hoseok también, dándole ánimos.

En ese momento, Namjoon tocó la puerta.

-Jefe, el señor que acompañaba a la señorita ya se ha comido todos los pastelillos de la barra y ahora exige que ella salga. ¿Qué hago?

-Ya vamos, Namjoon, gracias –respondió Jimin consternado ante la idea de lo que la pobre muchacha debía estar viviendo.

Los tres salieron y fueron a la mesa donde estaba el novio de Becky, que ya estaba cubierta de platos vacíos de pastelillos.

-¿Por qué tardaste tanto? ¿Te dieron el empleo? –exigió sin reparar en Jimin.

-Entonces te esperamos mañana mismo para que conozcas a todos y puedas empezar con tu entrenamiento –Jimin le estrechó elegantemente la mano a Becky.

-Gracias, jefe... -sonrió ella con algo de alivio

-¡Muy bien! Entonces ahora ya no tienes que trabajar en esa mugre de pastelería. Vámonos a casa que tengo hambre. ¡Quiero que cocines los fideos negros! –le dijo él tomándola a la fuerza por el brazo y llevándosela casi a rastras del lugar sin despedirse ni dejar que se despidiera de nadie.

Hoseok se sintió tan impotente al ver eso. Qué más no quería él que ir y partirle la cara a ese tipo. Pero había que hacer las cosas más inteligentemente.

Jimin le dio un golpecito en el hombro como apoyo.

-No te aflijas. Ya veremos cómo ayudarla

Entró nuevamente en su oficina y se sentó pensando en las opciones que tenían.

De pronto recibió un mensaje y era de ShupD. Era un mensaje de voz.

-Hola Jimin. Estoy en mi descanso del almuerzo y... estoy comiendo un sundae y ya sabes a qué me hizo recuerdo ¿eh? –rió despacito –bueno, que sólo quería saludarte. Cuídate y... hablamos en la noche. Bye.

Jimin sonrió. Ese día estaba lleno de emociones... tal como una montaña rusa.

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Un capítulo que tiene un poquito de todo. 

Aún no quiero contar la sorpresa... pero algo pasará que será sorprendente. 

No me odien. 

Gracias por leer.



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