El camino a casa fue más corto de lo que JungKook pensó, y sumamente incómodo.

TaeHyung no decía palabra alguna y mantenía la cabeza abajo, alejándose a veces de Bam cuando esté se le acercaba a buscar más galletas.

El Omega había olfateado el aroma del Alfa durante todo el camino y se sentía mareado, le gustaba mucho, era como tierra mojada y un toque de laureles, quiso hundir la nariz en su cuello.

JungKook por otro lado iba regañando a Bam mentalmente, pues lo había puesto en una situación muy incómoda y ahora no sabía que decirle al pequeño a su lado.

Ambos se detuvieron en la acera de la casa del menor, y se quedaron unos segundos en silencio, JungKook fue el primero en hablar.

— Lamento lo que pasó allá atrás, Bam es muy juguetón.

Mentira, no iba a decirle que siempre buscaba la mínima oportunidad de ladrarle al pobre Omega, no sabía por qué.

— Está bien, es un perro muy bonito — Dijo halagando al can que ya estaba recostado en el suelo.

— Si, es lindo — Sonrió, y el silencio volvió unos segundos, sintió cosquillas en el pecho.

— Bueno... — Habló el Omega — Gracias por no dejar que me comiera — Rio, nervioso.

— Jamás lo dejaría Omega.

TaeHyung sintió un ronroneo interior cuando el Alfa lo llamó así, y JungKook pensó que eso fue estúpido y atrevido.

— Quiero decir... Yo, que bueno verte TaeHyung, te veré luego.

— Si, mejor. Adiós — Se despidió agitando la mano y entró a su casa, JungKook corrió a la suya y soltó a Bam, dejándolo hacer lo que quisiese mientras él se recargaba en la puerta asimilando todo.

Había hablado con él, un poco desastroso, pero era algo a fin de cuentas y estaba feliz.

Jueves por la tarde, había salido agotadísimo de la escuela, no físicamente, pero le dolía la cabeza y quería solo dormir muchas horas sin ser molestado.

Estacionó su auto fuera de su casa y antes de bajar por completo se dio cuenta que su madre hablaba animadamente con la madre de TaeHyung al otro lado de la calle, eso se le hizo un poco extraño, pues ellas igualmente no eran demasiado cercanas fuera de un saludo.

Buscó con su cabeza por todos lados, pero el Omega no se veía rondar por ahí así que se bajó tranquilamente del auto, caminando a paso apresurado hacia su casa, su padre estaba en la sala de estar viendo televisión.

— ¿Desde cuándo son amigas mi mamá y la señora Kim? — Preguntó dejando la mochila en el suelo.

— No lo sé, llegamos a casa y simplemente se pusieron a conversar — Se encogió de hombros — ¿Por qué?

— Solo pregunto.

Iba a subir las escaleras para dormir por fin, pero la puerta de entrada se abrió y su madre entró, sonriente.

— Cachorro — Lo llamó su mamá, él se devolvió unos pasos.

— Ya no soy un cachorro mamá — Se quejó.

— Siempre serás el mío — Se acercó y le besó la mejilla — ¿Cómo te fue hoy?

JungKook asintió dando a entender un bien y luego hizo una mueca.

— Estoy cansado, iré a dormir un poco.

Su madre dio un corto asentimiento y el rubio frunció el ceño cuando la sonrisa en su rostro se hizo más grande.

— ¿Qué te pasa? — Preguntó.

— ¿Cuándo me ibas a decir que saliste con TaeHyung? — JungKook abrió los ojos en grande.

— No salí con el... Bueno, nos encontramos cuando salí con Bam y caminamos a casa es todo — Se sonrojó al recordar lo sucedido hace unos días, pues seguía avergonzado y el día que volvió a ver al Omega fuera de su casa no se atrevió ni a saludarlo, dejándolo un poco triste.

— Ujum — Masculló — ¿Por qué si te gusta no lo invitas a salir?

— Mamá, no me gusta TaeHyung — Afirmó, intentando sonar más seguro de lo que decía, fallando.

— Yo decía lo mismo de tu madre, y después te tuvimos a ti — Gritó su padre desde la sala.

JungKook sintió las orejas calientes y subió a su habitación corriendo, dejando a sus padres riendo.

Entró a su habitación y le hizo cariños a Bam que estaba dormido al lado de su cama, se quitó su ropa y se cambió por algo más cómodo, sentía sus ojos pesados, pero antes de recostarse, se asomó por su ventana, viendo como un auto llegaba a casa de los Kim y de ahí bajaban una mujer y un bebé.

Se acercó un poco más y su vista fue a dar a donde la puerta se abría y salían TaeHyung y su madre, recibiendo a la visita.

Estaba sonriendo inconscientemente cuando vio al Omega cargar al bebé y dar brinquitos, haciendo que el pequeño riera y se aferrara a las hebras de TaeHyung.

Los orbes verdes del Omega se encontraron con los suyos, y por un momento quiso agacharse y fingir que nada había pasado, pero no lo hizo, en cambio se quedó ahí con el corazón latiéndole fuerte.

TaeHyung le dio un saludo con la mano, y le hizo señas al pequeño, el cual también saludó en dirección a JungKook. El ojiazul correspondió en un movimiento de mano más corto, y vio como todos entraban a casa, excepto TaeHyung, que se quedó unos segundos más afuera y le dio un último saludo, acompañado de una sonrisa tímida.

JungKook se quitó de la ventana y suspiró, pensando en que tal vez si debería invitarlo a salir antes de que alguien más lo hiciera.