Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

June

<<Vamos June, creo que ya va siendo hora de que te levantes de la cama y vuelvas a tu vida>> la constante voz de Accalia no se acallaba en mi cabeza.

<<No creo estar preparada para verlos>> le contesté mientras me daba la vuelta en la cama y me cubría por completo con las mantas.

No entendía porque me había despertado a las siete y media si ni siquiera había programado una alarma. Llevaba toda la semana sin aparecer por la universidad y ya estábamos a viernes. De seguro estas faltas injustificadas no le harían ningún bien a mi expediente, pero eso era lo último de mis problemas.

<<Claro que lo estas. Lo único que te ocurre es que no quieres admitir que fuiste demasiado dura con ellos cuando sabes que todo lo hicieron por protegerte>>

Sí, tal vez las duras palabras de Accalia tenían más razón de la que me gustaría que tuviesen. Después de haberme pasado estos días en mi casa, prácticamente casi sin salir de mi cama nada más que para ir a buscar comida o ir al baño, había tenido tiempo de reflexionar sobre todo lo ocurrido.

Había tenido también tiempo para hablar con Accalia y llegar a conocerla un poco más. Ella había sido la encargada de ponerme al día sobre lo que significaba que ahora era mujer loba. Sinceramente, ambas palabras todavía me sonaban extrañas si las dirigía hacía a mí, pero, suponía, que solo necesitaba algo de tiempo para acostumbrarme a que esta era ahora la nueva yo.

<<Está bien. Tú ganas. Iré a la universidad>> podía escuchar como Accalia lo celebraba y casi consiguió que me riera debido a su actitud infantil. Se suponía que ella tenía la misma edad que yo, pero su forma de actuar me recordaba demasiado a Innie quien, en ocasiones, actuaba como un niño pequeño y a mí me encantaba seguirle la corriente.

Me levanté de la cama, viendo como la luz del sol entraba a través de la descubierta ventana. Encaminé mis pasos hacía el armario y agarré unos vaqueros, una camisa térmica y una sudadera azul celeste. Con todo en mis manos, me metí en mi baño privado.

Extraje mi camisa del pijama por la cabeza, quedando desnuda de cintura para arriba frente al espejo.

Mi mirada descendió por mi rostro hasta mi cuello.

Me acerqué más al lavamanos, tratando de observar mi reflejo de más cerca. Alcé mi mano, reposándola sobre el lado izquierdo de mi cuello. Dos puntos blanquecinos, uno encima del otro, se encontraban marcados sobre mi blanca piel. Parecían dos pequeñas cicatrices de los colmillos de algún animal.

En mi mente se reprodujo el momento en que aquello ocurrió. El hombre tras de mí mientras paseaba su lengua por mi cuello mientras yo me ahogaba en el dolor que el lobo bajo su mando me había ocasionado con sus zarpas, cuando sentí como algo se incrustaba en mi piel, tratando de arrancármela. Aquel tipo había sido el culpable de estas dos pequeñas heridas.

Descendí la mirada de mi cuello hasta el lugar donde se unía este con el hombro. Justo sobre mi clavícula izquierda había cuatro grandes cicatrices de un color cecina. Las grandes heridas estaban cerradas y no parecían haber necesitado de hilo para coserlas, era como si se hubiesen cerrado solas. Si lo que Accalia me había contado estos días, mi muerte y todos aquellos acontecimientos habían ocurrido nueve días atrás.

Y, el hombre que respondía al nombre de Richard, aquel lobo gigante de pelaje negro y grandes ojos azules brillantes, era el responsable de las horribles cicatrices que ahora decoraban mi piel.

Después de que Accalia esclareciera algunas de lagunas que tenía en mi cerebro, tenía claro que odiaba a esa manada de lobos. Odiaba lo que me habían hecho tanto a mí como a mis amigos y ambas, Accalia y yo, teníamos claro que los miembros restantes de esa manada endemoniada iban a pagar por ello.

Pero, a pesar de que mi nueva amiga lobuna me había puesto al día sobre muchos de los acontecimientos ocurridos, todavía había muchas preguntas rondando mi mente y solo había seis personas que podrían aclarármelas.

Terminé de desvestirme y cambié mi pijama por la ropa que había elegido. Luego me arreglé la larga mata de pelo negra. Y, una vez arreglada, salí del baño para preparar la mochila con lo necesario para el día de hoy. Introduje dentro de ella mi estuche, una botella de agua que tenía sobre el escritorio y la carpeta con hojas que utilizaba para coger notas en todas las asignaturas.

Comprobé de nuevo la hora en mi teléfono y vi que ya eran pasadas las ocho. En mi pantalla bloqueada se mostraron la cantidad de mensajes que los chicos me habían enviado, tanto por privado como en nuestro grupo. No me había molestado en abrirlos ni atender las innumerables llamada que me habían llegado a lo largo de estos días y a las que simplemente había reaccionado apagando el móvil.

No me había visto capaz de hablar con ellos, hasta hoy.

Con la mochila y mi móvil en cada mano, bajé las escaleras para hacerme algo de desayuno.

Dejé las cosas que llevaba en mis manos sobre la gran isla de la cocina y me acerqué a la nevera a por algo de leche. Agarré un bol, una cuchara y los cereales. Me senté con todo ello en uno de los taburetes y me dispuse a desayunar tratando de pensar que les diría a los chicos cuando los viera.

🌕🌗🌑🌓🌕

Aparqué el monovolumen negro de mi padre en la primera plaza vacía del parking que divisé. Utilicé por última vez los limpiaparabrisas para eliminar la nieve que caía. Desabroché mi cinturón de seguridad, agarré mi mochila y bajé del coche, cerrándolo con la llave.

Coloqué una de las asas de la mochila sobre mi hombro y me encaminé por el camino despejado, hasta las escaleras de la entrada del edificio. Anduve mirando el suelo, enfocada en mis botas negras con pelo blanco de borrego que mantenían calientes mis pies recubiertos con calcetines de lana.

Alcé la vista cuando divisé el primer escalón y me detuve en seco cuando mi mirada se encontró con la de mis seis amigos.

Mis pies se detuvieron antes de poder seguir subiendo las escaleras. No me había esperado verlos allí plantados como si me estuvieran esperando. Aunque, teniendo en cuenta que siempre nos solíamos reunir allí para esperar a que todos llegáramos, había sido estúpido de mi parte no habérmelo esperado.

—June —susurró Innie.

Todos los chicos me observaban como si yo no fuera más que una simple aparición fantasmagórica. Estaba claro que ninguno de nosotros se esperaba encontrarnos de esta manera.

Inspiré hondo y me armé de valor para subir todos los escalones y acercarme a ellos.

—Hola —dije débilmente, enfocando la vista en cada uno de mis amigos.

—¿Cómo te encuentras? —cómo siempre Minho preocupándose por mi salud.

Mi madre no tenía que preocuparse por nada, pues Minho parecía estar ocupando su puesto en su ausencia.

—Tratando de adaptarme a mi nueva yo —les contesté sinceramente, tratando de formar una sonrisa en mi boca—. Accalia me está ayudando bastante con eso —esperaba que la nueva habitante de mi cuerpo hubiera escuchado lo que había dicho.

Obviamente, aunque tratara afrontar esta nueva yo, todavía me iba a costar asumirlo. Las nuevas que poseía habilidades, tener que aprender todo lo que desconocía sobre este nuevo mundo y entender que se suponía que debía de hacer ahora con Accalia dentro de mí.

El timbre sobre nuestras cabeza empezó a sonar estruendosamente y tuve que taparme las orejas para que este no me rompiera los tímpanos. Podía escuchar todo con mucha más intensidad y no sabía si eso se podía considerar una ventaja o una maldición.

—Sí, ya veo que estás tratando de adaptarte —pude escuchar la risa de Changbin cuando terminó de pronunciar las palabras.

—Tu como siempre tan gracioso Changbin —le dije una vez sentí que mis tímpanos dejaban de vibrar.

—No le hagas ni caso June —Felix siempre saliendo en mi defensa—. Estamos felices de que hayas venido —me sonrió ampliamente.

No. Esa sonrisa no. Así era difícil seguir manteniendo mi faceta de enfadada con ellos por haberme ocultado sus secretos.

Felix sabía bien como ablandar mi corazón.

—Supongo que ya es hora de ir a clase. Antes de que los profesores nos echen la bronca por llegar tarde —Hyunjin siendo el único responsable de entre todos nosotros.

Asentí con la cabeza, dándole la razón, y los chicos me imitaron.

Los chicos se agacharon para recoger sus mochilas que habían dejado en el suelo entre sus piernas, pero, antes de poder entrar por las puertas pude escuchar el sonido de muchas pisas encaminándose hasta nosotros.

Me di la vuelta sobre mi misma, antes de preguntar a los chicos si estaban escuchando lo mismo que yo. Casi me asusté cuando vi una tropa de más de veinte estudiantes corriendo hasta donde nos encontrábamos.

Un brazo protector asomó por delante de mí y me rodeó la cintura, apartándome del camino de todos aquellos estudiantes que llegaban tarde a sus clases.

Pasaron por delante de nosotros, abriendo las puertas y adentrándose a la carrera en el edificio. Suspiré agradecida de que alguno de mis amigos me hubiera apartado del camino de nuestros compañeros por uno de mis amigos y así no ser aplastada. Inspiré hondo, sabiendo que podríamos entrar detrás de ellos.

Un montón de diversos olores penetraron en mis fosas nasales, haciendo que me mareara. Café molido, rosas, menta, fresas, palomitas de maíz. Algunos de ellos pude identificarlos al momento. Otros, simplemente, se quedaron incrustados en mi nariz, haciendo imposible que pudiera respirar algo que no fuera eso.

—Ya podemos entrar —declaró la voz de Minho.

El brazo alrededor de mi cintura empezó a alejarse, dejándome libre para poder caminar. Pero no podía. Empecé a ver puntos negros en mi visión. Me aferré al brazo de alguno de mis amigos, sabiendo que en cuanto tratara de dar un paso terminaría derrumbándome en el suelo.

—¿June? —la voz de Hyunjin junto a mí, desvelándome que el brazo era suyo, hizo terminara por recostar todo el peso de mi cuerpo contra el suyo.

—He percibido demasiados olores al mismo tiempo. Todavía sigo oliéndolos y estoy mareada.

Me alejé del cuerpo de Hyunjin para caminar un poco y así tratar de eliminar las manchas en mi visión y los olores en mi nariz. Di varios pasos en dirección a las puertas de cristal para adentrarme en el edificio y así no retrasarme más en llegar a clase.

Mis pies quisieron jugármela en ese momento y me tropecé con ellos, sintiendo como todo mi cuerpo se precipitaba hacía detrás. Quise cubrirme la cabeza para evitar un golpe fatal, pero unos fuertes brazos evitaron el impacto.

—¿Estás bien? —la voz de Changbin junto a mí, me indicó que era él quien me había salvado de la inminente caída.

—Sí, se me pasará en unos minutos. Espero —susurré la última palabra para mí, pero se me olvidaba que mis amigos eran hombres lobo y podían escuchar lo que decía aunque susurrara.

Mis pies dejaron de tocar el suelo cuando sentí a Changbin cargándome entre sus brazos, conduciéndome a quien sabía dónde. Me agarré con las manos a su cuello, ante el susto por el repentino movimiento.

Mister músculos empezó a caminar a Dios sabía dónde, puesto que todavía seguía mareada y no conseguía ver todavía demasiado.

—¿Sabes que esto podría considerarse un secuestro? —quise hacerle saber como broma a mi amigo.

—Que pena que nadie vaya a pedir un rescate por ti —me contestó de vuelta.

Le habría pegado un puñetazo en el pecho si no fuera porque me estaba cargando y sabría que Changbin no dudaría en soltarme para que terminara, como debería haberlo hecho hacía unos segundos, en el suelo.

Mis pies volvieron a tocar superficie y Changbin me liberó de sus brazos. Mi vista empezó a aclararse y me vi a todos los chicos frente a mí, observándome atentamente. Inspiré profundamente, sintiendo menos aromas a mi alrededor.

—¿Mejor ahora? —me preguntó Minho, relajando su gesto.

—Sí, pero todavía puedo captar todos vuestros olores. Oléis de maneras muy diferentes —dije.

Observé todo a mi alrededor, dándome cuenta de que estábamos junto a al campo de futbol americano, las pistas de atletismo y las gradas donde se sentaba la gente cuando había partidos. Todo estaba cubierto por la blanca nieve.

Detrás de mi había un gran pino cubierto enteramente por nieve. Me encantaba ver todo cubierto por esta capa helada, era un paisaje maravilloso.

Apoyé mi espalda sobre el tronco del árbol, tratando de eliminar los olores de mi alrededor.

—Bien. Vamos a tratar de ayudarte con lo de los olores —respondió Hyunjin—. Chicos, formad una línea y dejad un brazo de distancia.

Los cinco chicos hicieron lo que Hyunjin les dijo y todos formaron una fila delante de mí. Casi parecían soldados formando ante su coronel.

—Ahora June, trata de enfocarte solo en el olor de solo uno de nosotros.

Cerré los ojos e hice lo que Hyunjin había dicho. Inspiré hondo, captando seis aromas diferentes provenientes de ellos. Pino, cítricos, chocolate, vainilla, lavanda, masa de galletas.

Creía saber a quién le pertenecían dos de ellos.

Innie era el dueño del aroma a chocolate. Al pequeño le encantaba comer este dulce después de sus comidas y, en alguna ocasión, lo había visto en la universidad sacando un envoltorio de aluminio, dentro del cual había varios pedazos de chocolate.

Por otra parte, el olor a masa de galletas tenía que ser sin ninguna duda de Felix. El pollito era el único de nosotros que amaba la repostería y pasaba algún fin de semana cocinándonos postres que luego nos entregaba en la universidad. Hacía mucho que no nos cocinaba algo y echaba de menos su sabroso brownie de chocolate. A este paso, dentro de poco empezaríamos a llamarlo brownie boy.

Descartando esos dos aromas, sentía curiosidad por los otros cuatro, concretamente por el de cítricos. Era curioso que alguno de mis amigos oliera así. Inspiré de nuevo profundamente, sintiendo como ahora solo conseguía captar ese olor. Todo mi cuerpo parecía embragado por él, incluso borracho. Sentía que necesitaba más y más de él.

Abrí los ojos, sintiendo que todo a mi alrededor se volvía más claro. Podía captar hasta los copos de nieve cayendo a nuestro alrededor.

—¿June? ¿Por qué has activado los ojos de la manada? —preguntó sorprendido Han.

—¿Yo? —miré a mi alrededor, recordando que Accalia me había explicado algo sobre eso—. Yo no he activado nada. No sé ni siquiera como hacerlo.

—Entonces ha debido de ser tu loba por algún estimulo —concluyó Minho, observándome atentamente—. Cierra tus ojos June y ordena a tu cerebro desconectar la mirada y volver a la normalidad. No queremos que nadie nos vea tampoco.

Hice como Minho me indicó. Cerré mis ojos y, antes de ordenarme mentalmente volver a mi visión normal, quise hablar con Accalia.

<<¿Has sido tu la que ha activado la visión?>>

<<>> contestó simplemente.

<<¿Por qué?>> necesitaba una razón. No era como que ella hubiese hecho nada mal, tan solo quería entender que la había llevado activarlos.

<<Ese aroma a cítricos tiene algo que me llama. Es cómo si necesitara respirarlo continuamente para vivir>>

La contestación de Accalia me habría resultado cursi y demasiado intensa si no fuera porque yo mismo había sentido eso. No era un simple olor a cítricos, tenía algo más. Y mi cuerpo me demandaba obtener más de él.

<<¿Podrías, por favor, hacer que volvamos a la normalidad?>> le pedí.

<<Está bien>> accedió.

Cuando abrí los ojos de nuevo, los chicos parecían satisfechos por lo que intuí que todo había vuelto a la normalidad.

—Bien, a parte del pequeño incidente de la visión de la manada, ¿cómo te encuentras ahora? ¿Todavía captas todos nuestros olores? —quiso saber Changbin.

—No. Pero ahora tengo curiosidad de a quién le corresponde cada uno. Creo que he acertado con dos de vosotros, pero del resto no tengo la menor idea —y no diría que también deseaba saber quién era el portador del olor a cítricos. Necesitaba entender porque me atraía tanto su olor.

—Veamos —sonrió Felix con suficiencia.

—El olor a masa de galletas tengo clarísimo que es tuyo —su sonrisa se intensificó y asintió complacido—. El chocolate es de Innie —el menor sonrió feliz. Hasta ahí había acertado. Ahora el problema venía con los otros cuatro chicos—. Y del resto no lo sé. ¿Serías tan amables de alumbrar a vuestra querida amiga?

—El olor a pino es mío —habló Han—. El de lavanda es de Minho. La vainilla es el olor característico de Changbin. Y los cítricos...

—Es mi olor —mis ojos se quedaron fijos en mi amigo rubio de pelo largo.

Ahora que había descubierto a quien le pertenecía ese aroma tan embriagador y que me atraía como una mala droga, no sabía que hacer con esa información. Suponía que debería hablar con Accalia para saber que significaba aquello.

Por el momento, solo me tenía que preocupar el motivo de que ninguno de nosotros había asistido a clases.

Entonces, pude escuchar como a lo lejos, en el interior del edificio, sonaba la campana. ¿Ya habían terminado las dos primeras de clase? ¿Cuánto tiempo llevábamos aquí fuera tratando de ayudarme con mis nuevas habilidades?

Saqué el teléfono del bolsillo de mi pantalón y comprobé la hora. Vaya, ya eran las once. Sí que se me había pasado rápido este momento con los chicos. Suspiré, quitándole importancia. Ya no podíamos hacer nada y no habían inventado una maquina del tiempo que nos permitiera volver al pasado para poder asistir a clases.

—Bueno, supongo que ninguno querrá perderse la comida. Así que vamos chicos. Nuestra próxima parada: la cafetería. Y nuestro objetivo: llenar nuestras tripas —le dije con una sonrisa, encabezando la marcha.

Los chicos siguieron mis pasos y se colocaron a mis costados.

Este momento me trajo a la memoria un recuerdo similar. Yo siendo custodiada por mis seis amigos mientras caminábamos por los pasillos de la universidad en camino a mi taquilla.

Me daba gusto ver que al menos estos momentos con ellos no iban a cambiar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro