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|Un beso|


Día Siguiente

La servidumbre, como estaba planificado, había vuelto a sus labores domésticas dentro de la casa. También estaba planeando en contratar más empleadas domésticas ya que sentía que las cuatro que habían no eran suficientes para limpiar toda la casa. Tal vez una o dos más no haría daño.

Como es mi costumbre me levanto temprano y bajo a la cocina a comer el desayuno después de bañarme. Las chicas de la cocina junto con el señor Lee me reciben amablemente con una sonrisa. El señor Lee, encargado de la cocina y chef principal, me obsequia unas flores caramelizadas que recién había preparado para mí. Degusto su manjar sentada en la mesa de la cocina mientras lo escucho hablar a él sobre sus vacaciones en China junto a sus hijas.

—Nunca he ido. Debería ampliarme un poco más hacia el continente asiático.

—China es un país hermoso. A lo igual que Japón. Ambos países le recomiendo que visite un día, señorita Taisho. — recomienda el viejo de mediana estatura.

La puerta de la cocina se abre y unos grandes brazos de inmediato me envuelven. Esta mañana no lo había visto a mi lado. Suponía que se había ido a trabajar; pero lo noto algo sudado en estos momentos. Seguramente se fue a correr o a algún gimnasio cercano.

—Buenos días, cariño. — el personal de la cocina está perplejo viendo la escena. —Supongo que es el chef. ¿O me equivoco?.

—Está en lo correcto, señor. Lee Yen'xi. ¿Usted es?.

—Sesshomaru Taisho. Hijo mayor de la casa Taisho.

El viejo Lee se queda boquiabierto. Él conoce a los señores Taisho, yo se los presenté una vez, pero no conocía a Sesshomaru y mucho menos a Inuyasha. Le había hablado un poco de ambos; después de todo ellos son los verdaderos herederos de la fortuna.

Sesshomaru se pasea por la cocina hasta llegar a la nevera y de ahí sacar una botella de agua, se la bebe hasta la mitad más o menos y la vuelve a dejar dentro de la nevera. Ignora completamente las miradas de las chicas y el cocinero y me da un pequeño beso en la frente.

—Iré a bañarme. ¿Me vas a acompañar al hotel principal?.

—¿Debería?.

—No. Pero igualmente quiero que me acompañes. Tengo que mostrarte algo. — acaricia mi mejilla con su pulgar y luego de eso se va. —Un gusto en conocerlo, señor Lee. — murmura de último.

Observo a Lee y ya me hago una idea de lo que me va a decir. Dejo el pequeño plato donde me sirvió las flores y le doy unas pequeñas palmadas en el hombro. Antes de irme les deseo un buen día y subo las escaleras hasta la habitación de Sesshomaru. Lo veo rápido tratando de escoger entre una camisa blanca y otra gris perla en medio de la habitación, sin camisa.

—Oye, Kag. ¿Cuál es mejor?.

—Gris perla. Más serio y perfecto para lo que sea que quieras hacer hoy.

—Osea, aburrido pero sexy. Me gusta tú punto de vista. — deduce. En realidad el gris no es uno de mis colores preferidos, pero a Sesshomaru cualquier color oscuro le queda bien. Tal vez porque estoy mucho más acostumbrada verlo vestido de negro que de otro color. —¿Dormiste bien anoche?. — pregunta metiéndose al baño.

Le sigo los pasos. Conociéndolo va a dejar todo mal acomodado y cuándo me refiero a todo también incluyo la camisa. Afortunadamente la ha dejado colgada en un pequeño perchero donde también acomoda las batas de algodón. Abre la regadera y el vapor de agua comienza a inundar la habitación.

—Nada mal. Sólo que mi colchón no paró de roncar en toda la noche.

Él suelta una pequeña risa. Prepara su cepillo de dientes y se lo mete en la boca. Cierra la llave de la regadera y se apoya contra el cristal de la misma.

—Lo siento. Algo malo tenía que tener, ¿no?.

—Estoy segura que antes no lo hacías.

—Tal vez. No recuerdo que ninguna amante o novia se quejara de algún ronquido mío. Eres la primera. — escupe. —Dormir de lado seguro ayuda.

—O que use tapones en mis oídos. Quien sabe cuánto tiempo tus padres estén aquí de visita.

—Ah, sí. Sobre eso. — deja el cepillo de dientes a un lado y comienza a quitarse los pequeños shorts que tiene junto con la ropa interior. Se mete bajo la ducha y vuelve a abrir la llave para poder bañarse. —Dijeron que se quedarán un tiempo aquí. ¿No te molesta?.

—¿Por qué debería molestarme? Ellos son mis superiores, lo verdaderos dueños de esta casa.

—A veces no me gusta cuando hablas así pero de cierta manera tienes razón. — limpia un poco el cristal y me mira. —Estaba pensando en alquilar algún departamento para nosotros dos. Ya sabes, para tener un poquito de privacidad cuando la necesitemos. No puedo cumplir cualquiera de mis fetiches en esta casa. — eso me ha hecho reír un poco. El suelta un resoplido y noto claramente como se coloca las manos alrededor de la cadera. —¡Demonios! ¡Ni siquiera puedo follar ahora que hay personal en la casa!.

—Relájate. No es tan malo como crees.

—Buscaré un apartamento pequeño para los dos. Que sea cómodo y bueno; tú sabes que me es difícil olvidarme de las comodidades ahora que volví. En fin, estaré revisando.

—Has lo que quieras. — murmuro. Tomo su toalla y se la ofrezco luego de que sale de su ducha. —Así que... ¿fetiches, dijiste?.

—Puedes llamarlo: "Planes sexuales con mi amor". — reafirma de una manera algo graciosa. —Incluye juguetes sexuales. Aunque eso está dentro de las necesidades y límites de cada uno.

—Si quieres hacemos un contrato como lo hizo Christian Grey con Anastasia. — suelto en broma cruzando mis brazos.

—Y podemos crear un cuarto rojo. ¿No era ese tu color favorito?.

—Es el azul. — rectifico. Le ayudo a colocarse la camisa.

—Azul y rojo. Son lindos colores pero sigo prefiriendo el negro.

—Lo sé.

—Si mi futuro hijo dice que su color favorito es el negro, ya sabes de quién será la culpa.

—¿Y quién se supone que te dará ese hijo?. — pregunto saliendo del baño. Ahora que lo pienso yo también debería ponerme algo más adecuado para ir con él a ese hotel.

—Tú, por supuesto. Uno está bien pero si llegan tres o cuatro más a mi no me molesta limpiar traseros y escuchar llantos y quejas en plena madrugada. — me abraza por detrás y me besa el cuello con ternura. —Y si tengo la dicha de tener una niña hermosa igual a su madre, sería el hombre más feliz de todos.

—¿Sesshomaru, eres tú?. Creo que eres un impostor.

—Me ofendes.

—Que cursi sonaste pero me ha gustado la idea. Siempre y cuando cumplas tu palabra de limpiar traseros.

—Eso podría... — le tapo la boca antes de que siga.

—¡Lo dijiste, lo dijiste! ¡Y eso va a pasar!. — aparto mis manos y él sonríe derrotado.

—Está bien. Toda acción tiene un precio, ¿no?.

—Follar rico y después tener un bebé me parece muy buen precio. — le guiño el ojo. Me dirijo hacia el walking closet de la habitación y me pongo a rebuscar algo más perfecto para la ocasión.

—A mí se me antojan un par de gemelos, la verdad. — lo miro de mala gana y él se empieza a reír. Busca el secador de pelo y lo conecta a la corriente. —Serían lindos igual que su padre. — dice y enciende el aparato.

Decido no refutar nada de lo que dice. Sólo me dedico a buscar algo para mí y prepararme lo más rápido posible. Él parece entretenerse bastante bien secando su cabello y peinándolo a la misma vez. Después de un momento me decido de un vestido negro, largo y de escote abierto. Se lo muestro a Sesshomaru y él levanta un pulgar en aprobación. Me cambio frente a él sin pena alguna y modelo un poco frente al espejo. De calzado selecciono unos zapatos plataforma en negro brillante. Joyería de perlas, principalmente, y un bolso de mano negro.

Agarro mi perfume y rocío buenas cantidades por todo mi cuerpo hasta sentirme asqueada de mi propio perfume. Peino un poco mi cabello y ya me siento lista. Reviso mi figura en el espejo y hago una suave mueca rara.

—Siento que es demasiado llamativo.

—Así debería ser. Eres una Taisho y lo más importante... — retira cuidadosamente el collar de perlas que me había puesto antes y en su lugar coloca un fino collar de oro con una K en forma de dije. —Mi novia.

—¿Cuándo lo...?.

—Lo encargué hace unos días, ayer me llegó. Iba a dártelo en el hotel pero creo que te vez mejor con el puesto desde ahora.

—Es hermoso... — sonrío. —Te has lucido con el regalo muy bien.

—Que novio tan tierno y bello soy. Cualquier mujer podría envidiarte, Kagome. — se retira de la habitación-armario. Le sigo los pasos hasta mitad de la habitación. —Vámonos ya. Cuánto más pronto acabe con el tema del hotel, más rápido nos iremos a almorzar.

—¿Almorzaremos fuera?. — inquiero. Sesshomaru no dice ni una sola palabra en todo el camino hasta dejarme con las dudas frente al auto. —¿Sesshomaru?.

—Que sí. Ya sube.

—Ven a abrirme la puerta. Si vas a hacer el papel de novio tierno cúmplelo como tal.

—Me estaba ahorrando ese as para cuando estuviéramos frente al hotel. — se da la vuelta sobre sus pasos y me abre la puerta del copiloto. —Ahora tengo que hacerlo por segunda vez.

—Así vas practicando. — le digo. Me acomodo en el asiento y ajusto el cinturón de seguridad a mi lado. —Andando.

—¿Quieres comer algo dulce antes? Me apetecen unas magdalenas. — dice a la misma vez que pone en marcha el auto.

—Unos donuts estarán bien.

—Que sencilla.

—Silencio. Pondré Olivia Rodrigo.

—Tú y tus raras canciones de esa mujer. Yo prefiero Rihanna. — comenta.

Conecto mi teléfono al Bluetooth de la reproductora del auto. Busco entre todas las canciones que tengo de la cantante y escojo una que la verdad adoro. Sesshomaru suspira al escuchar la intro de "Dèjá Vu". Yo suelto una pequeña risa y me dejo llevar por la suave canción. La canción dice muchas cosas, una indirecta seguramente, pero para mí es algo especial. La escuchaba mucho cuando estaba sola o me sentía presionada. Las canciones de Olivia me han aliviado muchas veces el estrés.

—Prométeme que después de esta pondrás una de Rihanna.

—Pondré una de Eminem.

—Mejor todavía. — se silencia él solito.

Horas después.


Llegamos dos horas después al hotel por culpa del tráfico. Sesshomaru estuvo con un poco de mal humor durante esos momentos de espera, pero ya se le ha pasado.

Me abre la puerta del auto y tanto el personal del hotel como los transeúntes y huéspedes se quedan embobados viendo la escena que seguramente es linda o eso me imagino yo. Me toma de la mano y me acarrea junto a él hasta recepción. Allí pide hablar con el encargado del hotel y después de unos minutos ya estábamos en una sala de reuniones especial.

—Señores Taisho, es un honor tenerlos aquí.

—Ojalá diría lo mismo pero escuché sobre algunos inconvenientes. — dice Sesshomaru. Se sienta en una de las tantas sillas organizadas alrededor de la mesa rectangular. El hombre de unos cuarenta y tantos lo imita y se sienta frente a él con sus manos cruzadas sobre la mesa.

Relajo un poco mi cuerpo y también me siento. Tomo lugar al lado de Sesshomaru y cruzo mis piernas bajo la mesa. Noto el descaro disimulado del viejo viendo mis piernas a través del cristal de la mesa y me hace retroceder un poco. Sesshomaru se tensa y carraspea un poco, captando la atención del otro.

—Estuve revisando los registros del hotel y ví que hay una pequeña pérdida, comenzando desde hace 7 años atrás o menos. Me gustaría saber la razón.

—La razón, señor Taisho, está junto a usted. — sus ojos marrones me reflejan lo asqueado que se siente de mí. —No sé si ha escuchado que las mujeres no son muy buenas en cosas de empresas y muchos papeles. Es que eso son: mujeres. Su principal labor es estar en el hogar haciendo labores domésticas, cuidando niños y esperar al marido. Nada más.

Ardo en cólera inmediatamente. Su comentario machista se ha colado en cada lugar de mi cerebro y taladra con un odio tremendo. ¿Solamente servimos para estar en el hogar? Eso es incorrecto. Hay cientos de mujeres que sin ellas no tendríamos nada de lo que tenemos ahora; muchas de esas mujeres son grandes empresarias y reconocidas a nivel mundial. Tengo múltiples figuras para soltar mi comentario y cerrarle el hocico de una vez, pero Sesshomaru se me adelanta.

—Se equivoca. Una mujer y mucho menos a la que tengo a mi lado es culpable de cualquier cosa que pase en este hotel. Usted es el encargado, a quien mi padre le confío su hotel, y usted debería saber cómo llevar esto a su máximo esplendor como lo dice su nombre. El apellido Taisho es sinónimo de grandeza y belleza; si personas como usted se dignan a manchar el gran logro de mi familia, no veo motivos por los cuales deba seguir aquí.

—¿Qué me está queriendo decir? He llevado este hotel por años y nunca he fallado. No le veo sentido a lo que me dice.

—Su primer error fue permitir el tráfico de drogas aquí. — el hombre calla y traga grueso. —Su segundo error fue abrir el cabaret que mi padre estaba tan en contra, principalmente por el entretenimiento que estaba planeado y que se realiza actualmente. — Sesshomaru agarra una carpeta que había traído todo este tiempo con él mismo y se la muestra. —Su tercer y último error fue ofender a las mujeres frente a mí, peor si se dirigía directa o indirectamente hacia mi mujer.

—Yo no..

—Me da igual. Si no la ofendiste a ella, lo hiciste con mi madre, con mi abuela, mi bisabuela y toda mujer que tenga el apellido Taisho. — agarra un bolígrafo y firma algo sobre la hoja. —A partir de hoy tomaré legalmente la línea hotelera de Taisho Moon Palace y seré el dueño oficial de cada uno de esos hotel es, empezando por este: Blue Moon Palace. Y como yo soy el dueño hereditario y poseo el apellido, remarco mi autoridad y le exijo a usted que se largue de mi hotel lo más pronto posible. Ya no es miembro del personal del hotel a partir de este momento.

—Señor Taisho, por favor reconsidere lo que dice. Yo... — Sesshomaru se levanta abruptamente y cierra la carpeta frente a él. —Señor...

—Mañana volveré aquí. Quiero mi oficina directiva lo más impecable posible. — me toma la mano suavemente y me lleva junto a él hasta el ascensor. —Fue una buena reunión.

—Estuvo algo ardiente.

—¿Ardiente?.

—Sí. En el sentido que le callaste la boca muy fácilmente y le mostraste autoridad. Yo jamás logré hacer tanto. — agacho la cabeza y suspiro.

—Porque no querías, Kagome. — su mano atrapa mi barbilla suavemente y me obliga a verlo. —Tenías un apellido a tu favor. Pudiste acabar con todo mi linaje y mancharlo que te generaría mucha más fortuna de la que tenemos actualmente; pero preferiste no hacerlo y seguiste adelante con el honor de un Taisho. No te culpes por nada. Conozco sobre tus esfuerzos para alcanzar el nivel de mi padre como directora y todo lo demás, pero tú no estabas lo suficientemente preparada para todo. O tal vez sí, pero no te prepararon para las malas quejas y los comentarios desagradables.

—¿Qué me quieres decir?.

—Tú no naciste para hacer esta clase de cosas.

—Lo sé. Por ese mismo motivo me esforcé el cuádruple.

—Y estoy muy orgulloso de lo que has conseguido. Poquito pero has conseguido algo. Y es digno de celebrar, ¿verdad?. — asiento. —Por eso nos vamos a cenar también fuera.

—¿Hoy?.

—Sí, hoy. Pero ahora se me antoja almorzar. ¿Pedimos una pizza enorme en el restaurante de Totosai?.

—¡Sí!. — chillo abrazando su brazo izquierdo. Escucho su suave risa y vuelve a levantarme la cabeza para rápidamente darme un beso en los labios. —¿Qué ha sido eso?.

—Un beso. ¿Te gustó?.

—Sí... — sonrío. —Por cierto, has perdido la apuesta.

—Igualmente la iba a perder. No me iba a aguantar pasar el día entero sin besar esos labios hermosos.

—Ya sabes lo que me debes.

—El fin de semana empezamos con las clases. Ve comprando ropa adecuada.

—Yei... — celebro.

Bajamos del ascensor y nos dirigimos directamente al auto. Como se lo prometí: pongo el típico rap de Eminem y Sesshomaru se emociona mucho. Tanto que algunas veces se puso a cantar junto conmigo.

Continuará...

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