|Llegada a la Mansión|
—¡Soy una persona! ¡No pueden venderme como un mueble!. — escandalizo. Mi madre exhala el aire blanco del cigarro y mi padre bebe de su cervesa. —¡¿Me están escuchando?!.
—Alégrate, Kagome. Vivirás entre lujos... Eso creo... La verdad ni me importa. Como si te cogen para lamer sus botas. Lo importarte es que gracias al dinero de tu venta tu padre y yo nos podremos ir de este país de mierda y vivir en otro país mejor. — escupe mi madre.
Estoy que ardo de la furia, del dolor, de la rabia y de la ignorancia de estos dos. Sin evitarlo sollozo y lágrimas recorren mis ojos. Me voy a pasos desganados a mi habitación a recoger las maletas que ya me han preparado mis padres.
—Vienen a recogerte a las 4:00 PM. No lo olvides. Iré a comprar más marihuana. — me avisa mi madre pero antes de decirle algo se va y mi padre entra a la habitación con una sonrisa en el rostro.
—Padre... Te lo suplico. Por favor no lo hagas. — caigo al suelo. Trato de retroceder pero me jala de los tobillos y me pone debajo de él.
—Alégrate, Kagome. Será la última vez que pasará esto. — dicho así me lame la mejilla y destruye mi falda y ropa interior.
Me masturba con fuerza. Siento arder mi clítoris y no de placer. Lloro. Trato de patearle el rostro o los huevos pero no puedo; inmoviliza mis piernas con su cuerpo. Se baja los bermudas y el bóxer medio roto y de una sola estocada se mete en mí interior.
Otra violación para la colección...
Pienso. Lloro aún más fuerte sintiendo como se viene dentro de mí.
¡Joder, soy tu hija!.
Después de correrse como perro dentro de mi se vuelve a colocar la ropa y me deja tirada en el piso. Suspiro. ¿Qué más podría hacer? Ya ni me importa lo que me pase. Lo bueno de todo esto es que ya no tendré que vivir con estos imbéciles que se hacen llamar mis padres.
Me levanto del piso y me dirijo al pequeño baño de mi habitación. Abro la ducha y ¡Genial! no hay agua caliente. Sólo agua fría por tiempo indefinido. Suspiro y me meto bajo el chorro de agua helada.
Tiemblo un poco pero poco después de estar bajo el agua me acostumbro. Termino mi ducha y antes de que se me olvide me tomo una pastilla anticonceptiva. Camino a mi armario a ponerme unos jeans rasgados en las rodillas y una blusa rosa pastel de mangas murciélago. En los pies me coloco mis viejos Converses negros. Peino mi cabello en una coleta alta y volteo para terminar de empacar mis cosas.
3:59 PM
Estoy al frente de mi casa esperando a la supuesta persona que venía a llevarme a la mansión o castillo o el Infierno —si es que también se le puede llamar así—.
A saber lo que me espera en esa casa...
Probablemente me contraten como prostituta...
¿O me usarán para lamer sus botas como dice mamá...?
No... Imagino que me usen como puta por ser débil.
Al salir nuevamente de mi mundo de pensamientos noto una limusina súper lujosa estacionada frente a mí. Primero sale un tipo súper grande y fuerte del asiento del conductor. Imagino que este debe ser un especie de guardaespaldas o algo parecido.
Me mira serio. Obviamente baja la cabeza porque apenas le llego al estómago de lo grandote que es.
Este tipo me intimida...
Y sí que lo hace, joder. Es inmensamente grande y se ve súper fuerte. Voltea y abre la puerta en donde se supone que me debo sentar yo; sin embargo, sale un hombre también grande. El otro hombre es más bajo que el primero pero aún así sigo siendo la enanita frente a él. Trae el cabello blanco atado en una coleta alta y usa un traje de diseñador —imagino que valdrá un montón de dólares el trajecito— y una gigante sonrisa en el rostro.
Parece más amigable. Este debe ser el mayordomo de la familia de vampiros o algo similar. Que cabello más lacio y blanco... ¡Espera! ¡¿Cabello blanco?! ¡Pero si se ve joven aún! ¡¿Y ojos dorados?! ¿Me estaré volviendo ciega o loca?
—Buenas tardes. Usted debe ser la señorita Higurashi, ¿cierto?. — me pregunta el peliblanco que mantiene la sonrisa impecable y radiante. Parece ser del tipo de hombres que tienen un humor increíble y que les da risa todo.
—S-sí. Me llamo Kagome. Por favor, si no es molestia, llámeme así. — digo algo avergonzada. Si este tipo sigue sonriendo así pensaré que se me corrió el delineado.
—Un gusto, Kagome. Soy InuNo Taisho, dueño de la mansión a la que te mudaras. Por favor, entra. — sonríe.
Oh, joder. ¿Este es el vampiro? ¡Parece humano! Ah, no, espera. No noté sus orejas alargadas.
¿Vampiro o elfo? Estoy confundida.
¡Kagome, tienes que entrar al auto! ¡Reacciona, tonta!.
—Ah, sí.
El "gorila" me ayuda a subir y luego cierra la puerta. Al sentarse en el asiento del conductor comienza a conducir hasta la mansión ya mencionada más de dos veces. Veo al señor Taisho sentado frente a mi sirviéndose champán.
—¿Gustas?. — me pregunta. Continúa sonriendo. ¿Lo hará por cortesía o en realidad es así?
—No, muchas gracias.
—Bien. Te hablaré un poco sobre los servicios que nos darás en nuestra casa. — cruza la pierna izquierda sobre la derecha y se acomoda en su asiento. —Serás como una sirvienta. Limpiarás en las habitaciones que se te sean encargadas y ayudaras en la cocina para preparar nuestros alimentos y los de los empleados. Los domingos serán tus días descanso y en la primera semana de cada mes serás pagada con un sueldo de 100.000 yenes o dólares, como prefieras.
—Pero eso es mucho para mí. — digo algo sorprendida.
Tal vez otra persona diría un gracias y por dentro se estaría frotando las manos como mosca y sonriendo. Bueno, yo en este momento no soy así. El señor Taisho me mira levantando una ceja. Extrañado tal vez. Ríe a carcajadas y me sonríe al terminar su diversión.
—Al llegar a mi casa verás por qué te pagaré tanto dinero. — me dice. Alza su copa y sonríe. —Salud. — se bebe el líquido espumoso de un trago y luego exhala extasiado con las mejillas algo sonrosadas.
Miro por la ventana y noto que estamos rodeados de montañas. Observo al frente y veo un portón, aparentemente negro, que protege una mansión inmensa.
Oh, Kami. ¿Esa es la casa de este tipo?.
—¿Puedo hacerle una pregunta?. — digo. Él asiente y yo trago duro. —¿Todos dentro de su casa son vampiros?.
—No. — se apresura a decir. —Muchos de los que sirven son medio-vampiros pero la mayoría son humanos. Los únicos vampiros e sangre pura que hay en la casa son mi familia y yo.
—¿Puedo hacerle otra?. — vuelve a asentir. De seguro piensa que soy una pesada por estar preguntando todo. —¿Hay muchos miembros en su familia?.
—No. De hecho sólo somos cuatro. Aunque en días de celebración la casa suele llenarse de gente importante o simplemente la familia. Pero sólo en días festivos. Mi pequeña familia está conformada por mi mujer, mi hijo mayor y menor y yo. Te van a caer muy bien. — sonrió y mira al frente.
La limusina se detiene frente al portón y el señor Taisho baja la ventanilla para ver al guardia. Ambos hombres sonríen y el otro hombrecito con gafas de sol negras asiente mirando a la pequeña casita en donde están los mandos que abren y cierran el portón. En fin, la puerta se abre y la limusina continúa su camino hasta estacionarse frente a la escalinata que lleva a las puertas grandes de la casa.
Bajo del auto seguida por el señor Taisho. Gimo asombrada por lo inmensa que es esta mansión. El señor Taisho se posiciona a mi lado con las manos colocadas a ambos lados de su cadera. Sonríe y me da un codazo leve en la costilla derecha que me hace reaccionar.
—Entremos. — dice. Damos los primeros pasos para subir y estando casi arriba escuchamos el motor de una moto.
Ambos volteamos a ver. Una moto negra, súper genial y seguramente costosa se dirigía a gran velocidad hacia la casa. El portón negro nuevamente vuelve a abrirse en el momento que el motorista alza la mano en un puño. Parece una señal de ser alguien conocido o algo porque permiten que entre. Sin detenerse; el conductor de la moto negra sigue el camino que recorrió la limusina en la que estaba antes hasta entrar a una especie de túnel subterráneo o algo parecido.
Ese debe ser el estacionamiento subterráneo...
Pienso y miro al señor Taisho con la media sonrisa dibujada en el rostro. Vuelvo a ver el hacia donde entró el motorista y veo a alguien con un casco negro en la cabeza y vestido de un traje del mismo color dirigirse hacia nosotros. Sube pasando por nuestro lado sin siquiera saludar y el hombre a mi lado ríe estrepitoso.
—Me pregunto cual de mis dos hijos será. — lo miro algo confundida. Él lo nota y se rasca la cabeza. —Mi hijo mayor tiene un carácter frío. Siempre anda serio y no habla mucho. El menor es lo contrario. Más conversador y humorístico como yo. Sólo que este momento no se cual de los dos nos pasó por el lado ya que tuve una pequeña discusión con el menor y cuando se enoja actúa como su hermano mayor.
Ah, ya entiendo.
—Si me permite darle un consejo: creo que debía disculparse con su hijo menor. Para mí, no sé si para usted también, que un hijo le pase por el lado a su padre sin saludar al menos es algo cruel y...maleducado. — lo observo. Él ve el cielo anaranjado y sonríe.
—Sin duda nos caerás muy bien a todos. Está bien, le pediré perdón y trataré de llegar a un acuerdo con él sobre lo que quiere. Entremos. — camina y abre las puertas.
Oh, joder. Esta casa si que es grande.
Sin duda ya se a que sé refería cuando decía lo del sueldo y lo demás. Tan sólo limpiar el salón me agotaría por completo.
—No te asustes. Mi esposa y yo hablamos sobre los lugares que te daríamos a tu servicio y llegamos a la conclusión de que nuestra habitación, algunas de invitados, el salón de arriba y la ayuda que darás en la cocina serán suficientes para ti. Si deseas que tu carga sea aminorada puedes decírnoslo. No habrá problema, Kagome.
—Está bien. — digo mirando el suelo.
Por las escaleras baja una mujer con un jeans azul oscuro que se pega a sus piernas como segunda piel. Trae puesta una blusa blanca de mangas acampanadas y un collar de perlas adornando su cuello. Lo que más me gusta de la mujer es su caminar elegante y su pequeña sonrisa. Noto que sus ojos y cabello son iguales a los del señor Taisho. Se detiene frente a nosotros y sonríe abiertamente.
—Tú debes ser Kagome. — dice. Asiento algo tímida. —Me alegro ya hallas venido tan pronto. Espero que mi esposo te halla tratado bien y explicado todo lo que debes saber. ¿Respondiste sus preguntas como te dije?. — miró al señor Taisho algo seria. El hombre sonrió algo nervioso y asintió.
—Todas y cada una, querida. — responde limpiándose las gotas de sudor de la frente con un pañuelo sacado del interior de su saco.
—Eso me alegra. Soy Irazue, esposa de este idiota sonriente. También soy la encargada de las necesidades de la servidumbre y mantiene el orden esta casa. — asiento. Miro hacia un lado y reconozco el casco del muchacho de antes. Al parecer la señora Taisho lo nota y su sonrisa se apaga.
—¿Quién entró antes?. — preguntó el señor Taisho al notar también el casco tirado en el suelo.
—Sesshomaru. Llegó enojado y algo ansioso. Tiró el casco cuando le pregunté que tenía y sin responderme subió a su habitación. — suspira. —Traté de abrir su puerta pero la cerró. De ahí venía cuando me vieron bajar las escaleras.
—Debes dejarlo relajarse. ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?. — Irazue hace un puchero algo enojada y sonrojada. El Taisho que continúa a mi lado cruza de brazos y niega con la cabeza. —Iré a verlo. Muéstrale la casa a Kagome. Lo demás ya debes saberlo. — dicho así sube las escaleras que llevan al segundo piso con rapidez.
—Disculpa que te hallas enterado de esto. Mi hijo mayor suele tener este tipo de ataques ya que aún experimenta los cambios finales en su madurez como vampiro, además de que son muchos parte de su carácter natural. Pero suele ser muy tranquilo y nunca ha lastimado a alguien. — su mano derecha se posa en mi hombro izquierdo. Es como si quisiera trasmitirme confianza o paz. —Ven. Te mostraré la casa.
La señora Irazue me llevó a la cocina y allí conocí a una señora muy buena. Incluso me tomé el atrevimiento de llamarla "abuela Kaede" ya que me trató como su nieta. Kaede es la cocinera principal de la casa y la sirvienta más vieja de la casa. Es una humana igual que yo y eso me tranquiliza más. Por la puerta que conecta el jardín con la cocina entra una joven de cabello castaño, de estatura más pequeña que yo pero aparenta ser de mi edad. Trae una bandeja debajo del brazo y al vernos nos sonríe y hace una educada reverencia.
—Ella es Rin. Es una muchacha muy buena y servicial. Es del tipo de persona que puedes hablar de lo que sea con ella. — la muchacha se sonroja al ser presentada de esa manera tan elegante por la señora Irazue.
—Es un gusto. Me llamo Kagome. Trabajaré aquí apartir de mañana. Espero que los llevemos bien. — Rin sonríe y parece que le brillan los ojos.
—Me alegro de que alguien de mi edad trabaje en esta casa. ¿Ayudaras en la cocina también?. — asiento en respuesta a su pregunta. —¡Qué bien! A nana Kaede le hacía falta otra asistente y a mi una amiga de mi edad. — sonríe feliz y me abraza. —Bienvenida, Kagome.
—Gracias, Rin. — observo a las otras dos mujeres. Sonríen al vernos tan unidas.
Rin se separa de mi y pide disculpas ya que debe retirarse de inmediato a llevarle algo al jardinero que atiende las plantas de la alberca. Se retira con la bandeja con un vaso de jugo y un sándwich. La señora Taisho me toma del brazo y me jala hasta llegar a las escaleras que llevan al segundo piso.
—En el segundo piso están las habitaciones de la servidumbre. Compartirás la habitación con Rin y Kaede. — subimos el primer escalón pero nos interrumpe el sonido de la puerta al ser abierta.
—¡Mamá!. — grita desde la puerta un muchacho muy sonriente. Corre hasta donde está la mencionada de manera materna y la abraza con fuerza.
—Inuyasha, no seas maleducado. Estás ignorando a nuestra nueva trabajadora. — el peliblanco voltea a verme y sonríe. Extiende su mano y toma la mía en modo de saludo de manos.
—Buenas tardes. Me llamo Inuyasha Taisho. Soy el hijo menor de esta familia— se presenta. Sonrió al notar la misma sonrisa que tiene el señor Taisho en su rostro.
—Soy Kagome. — sonrío.
—Un gusto, Kagome. Si me disculpan iré a mi habitación a darme una ducha y luego me iré a la casa de un amigo.
—Mmh, ¿amigo o amiga?. — pregunta Irazue tocándose la barbilla con el dedo índice y mostrando una fina sonrisa.
—Amigo, mamá. No seas mal pensada, señora Irazue. — dice. Sus mejilla están algo rosadas.
—Mmh, sabes por qué lo digo. No vuelvas tarde, querido. Si vas a beber con tu amigo no olvides llamar a un chófer a que te recoja o quédate en la casa de tu amigo.
—Sí, mamá. ¿Papá volvió?. — pregunta estando en mitad de la escalera de caracol blanca.
—Sí. Está hablando con Sesshomaru. Volvió algo enfadado y se encerró en la habitación.
—Sí, lo sé. Su moto aún está desprendiendo humo. Ya ha roto siete vehículos y yo sólo lo he hecho con cuatro. — se queja. La señora Irazue suspira.
Creo que desde hace mucho fui excluida de esta conversación...
—Ya sabes como es tu hermano. — dice e Inuyasha sube corriendo la escalera. —Subamos.
Al subir y llegar al amplio pasillo decorado con adornos florales, retratos y jarrones de alto valor vemos que hay un jarrón rotro frente a una puerta negra. Irazue, algo alarmada, toca la puerta y es abierta de inmediato por el señor Taisho. Trato de ver que hay en el interior de la habitación pero en el momento de ser abierta el señor sale y cierra la puerta.
—¿Está mejor?. — pregunta Irazue algo preocupada.
—Sigue algo molesto. Discutimos, lo obligué a darse una ducha y cuando salió continuó discutiendo conmigo. Inuyasha entró para tratar de calmarlo y obligarlo a que se tome el calmante. A ver si puede... — suspira cansado.
Valla. Este hijo mayor si parece darles muchos problemas. De seguro se mete en drogas y cosas así y los señores deben de cubrir sus metidas de pata con el dinero. Ay, pobres de ellos.
La puerta nuevamente se abre y sale Inuyasha. El peliblanco menor suelta una maldición por debajo y un grito es escuchado en el interior de la habitación.
—¡Lárgate, hijo de puta!. — gritan.
¿Esa es la voz del hijo mayor? Wow, tiene voz de ser mafioso.
—¡Diciéndome así ofendes a nuestra madre, imbécil!. — contraataca Inuyasha. De un momento a otro abre los ojos como platos y esquiva algo que iba directo a su cara. —¡Casi me sacas un ojo, idiota!.
—¡Termina de salir de una vez, retrasado!. — y de un portazo Inuyasha cierra la puerta.
Veo hacia atrás como Irazue recoge lo que fue lanzado y noto que es un libro. Al abrirlo la señora Taisho también noto que es un álbum familiar.
Pudo haber lanzado otra cosa. Ese álbum debe significar mucho para ellos.
Irazue cierra el libro y lo coloca sobre una mesita decorativa en donde seguro estaba colocado el jarrón roto bajo nuestros pies. Los hombres Taisho suspiran e Irazue vuelve a jalarme del brazo.
—¿No vas a entrar, mamá?. — pregunta Inuyasha. Irazue niega y continúa su camino tomándome del brazo.
Llegamos a otro pasillo con varias puertas de color blanco. El pasillo de aquí es un poquito más pequeño que los que pasamos antes de llegar. La señora Taisho abre la tercera puerta de la derecha y me invita a pasar. Al entrar veo una habitación acogedora con una litera y una cama al otro lado. Otra puerta que de seguro es el baño y un televisor pantalla plana colocado en la pared. Entre la cama y la litera hay un tocador con un espejo pegado a la pared. Sobre la mesa de color blanco hay varios productos de belleza.
—Esta es la habitación de la nana Kaede y Rin. Kaede duerme en la cama y Rin duerme en la parte de abajo de la litera. Supongo que dormirás arriba. Estuve hablando con mi esposo sobre colocar otro tocador para ti ya que ese está ocupado por las cosas de Rin y unas cremas de piel de Kaede. Las ropas de camas y toallas son lavadas dos veces a la semana por otra sirvienta. Puedes encontrar los cambios limpios en un pequeño armario en el baño. — señala la puerta que imaginaba que sería el baño. ¡Lo sabía!. —También pediremos dos armarios más para ti y Rin ya que ese está ocupado por las cosas de Kaede y ella misma pero creo que cada una debería tener su ropa en su propio armario, ¿no crees?. — me mira sonriente.
—Sí. — digo.
—Tu horario es de 6:00 AM preparando el desayuno en la cocina. Nosotros tomamos el desayuno a las 8:00 AM aunque hay veces que alguno de mis hijos se levanta más tarde y llega pasadas esa hora. Luego puedes continuar limpiando el salón de este piso y limpiar las tres primeras habitaciones de invitados que te mostré antes. Luego puedes tomarte un descanso y a las 11:00 AM vuelves a la cocina a ayudar a Kaede. Cuando comas tu almuerzo y descances un poco puedes ir a limpiar mi habitación. Te mostraré cual es mañana a medio día. A las 7:00 PM de nuevo vas a la cocina a preparar la cena y cuando termines de hacerlo habrás terminado tu actividad laboral. ¿Alguna duda?.
—Sí. ¿Debo usar el mismo uniforme de Rin?. — la señora Irazue asiente con una sonrisa. —¿Dónde puedo encontrar el mío?.
—Ya le he pedido a Rin que se encargue de eso. Cuando termine su trabajo en la cocina te traerá los dos uniformes de sirvienta para ti. — dice.
—Gracias.
—Relájate y duerme temprano para amanecer mañana fresca como una lechuga. — dicho así se va y yo me dispongo a desempacar mis maletas que ya habían sido traídas a la habitación.
|Continuará|
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