|La rueda de la fortuna|
Estuvimos andando por la carretera vacía un par de minutos; tal vez media hora. Sentía como los párpados me eran más pesados y bostezaba a cada minutos; claramente cansada y aburrida. Miré al frente y noté unas luces de colores por el horizonte esparciéndose por el firmamento negro. Mi curiosidad en ese instante despertó, el sueño se esfumó y yo pude observar una gran rueda de la fortuna a lo lejos. A los minutos de seguir sobre ruedas pude verificar que nos acercábamos a donde me tenía imaginado desde que vi la gigantesca atracción: una feria.
Sesshomaru estacionó la moto y se sacó el casco. Lo imité quitándome el mío y dejándolo sobre uno de los espejos. Al bajar por accidente tropecé con el asiento y caí con la cara metida en el pecho de Sesshomaru.
-Mira que eres torpe, Kagome. - se burla él ayudándome a incorporarme en una postura recta.
-Tropecé. No es mi culpa que la moto sea tan alta y yo una enana. - cruzo de brazos sobre mi pecho e inflo las mejillas. Sesshomaru se ríe de mi y me aparta un poco, se agacha frente a la moto y hace algo que no presto atención.
Me dedico a observar el lugar. La feria está cargada de atracciones divertidas, hay muchos puestos de comida y tiendas de las que juegas un juego y si ganas te dan algo. Las voces de todas las multitudes se encuchan felices. Hay gritos por allá, risas por ahí y muchos comentarios sobre las atracciones.
-Listo.
-¿Eh?. - volteo a verlo; él se sacude las manos y agarra los dos cascos. En el bolsillo trasero se mete una llave.
Veo el lugar en donde antes estaba agachado y noto que la rueda delantera de la moto está asegurada con una cadena gruesa a un poste frente a ella.
-¿Qué? No me veas así. Además de que es carísima si la roban nos tendremos que ir caminando y siendo sincero contigo no se me dan las caminatas largas. - me dice él.
En ese momento unas incontrolables ganas de reírme surgieron en mi interior. Sin evitarlo comencé a carcajear estrepitosamente y Sesshomaru bufaba.
-Sería una gran idea comenzar con el túnel del terror. - dice poniéndose un dedo en la barbilla y sonriéndome.
-No, por favor. Lo odio. - digo entrelazando mis manos en forma de suplica.
-Ya es tarde. Ahora sentirás las consecuencias por reírte de mí. - dicho así me agarra de la mano y comienza a llevarme al interior de la feria.
Se detiene frente a una tienda en donde compra un montón de tikets para las atracciones y el circo. Sesshomaru agarra un mapa y lo abre. Lo veo escanear todo el papel cargado de direcciones de toda la feria y luego mira al frente con una sonrisa siniestra.
-Más adelante está tu peor pesadilla, Ka-go-me. - dice separando el sílabas mi nombre.
-No, por favor. Te lo suplico. Si me orino encima vas a tener que darme tus pantalones y se lo diré a tu mamá. - le advierto. Él se lo piensa un momento.
-Vale. - suspiro calmada. -Pasemos primero por la tienda de ropa y luego vamos al túnel. Si te orinas te cambias y no pasa nada. Te vas a subir a ese maldito trencito de juguete las veces que sean necesarias para que aprendas a no burlarte de mí. - vuelve a sonreírme siniestro y agarra mi mano nuevamente.
-Noooo. Ayuda, por favor. Está medio del coco. Me quiere meter al túnel del terror. - empiezo a forcejear.
Ok. Creo que estoy siendo demasiado dramática...
-¡Si me subes al tren te juro que te haré subirte al carrusel!. - él se detiene. Cuando creo que lo he vencido se voltea a verme y sus labios forman una fina sonrisa.
-No me da miedo el carrusel. Al contrario; me gusta. Y, además, no puedes con mi peso, ¿vas a poder obligarme a subir a alguna atracción? Creo que la que está medio del coco eres tú, Kagome.
Mi yo interior llora desconsolada. Por fuera estoy sorprendida y a la vez le doy la razón a él. Ni siquiera puedo cargarlo; hacerlo subir a una atracción que no le guste sería misión imposible para mí.
Y para ti sería tan sencillo... Ay, Sesshomaru...
Llegamos a la tienda de ropas y vamos caminando y viendo todas las prendas. Sesshomaru ha comprado una mochila negra en la cual ha guardado los cascos. Yo sigo caminando hasta llegar a una sección con ropas de pareja. Me detengo a ver una pareja de camisa y blusa corta a juego con unos pantalones cargo de ambos géneros.
La camisa es de color azul y en ella está plasmada la imagen de un conejo negro con gafas en forma de corazón rosas; la blusa es rosa con un conejo blanco con gafas en forma de corazón en color azul. Ambos pantalones son del color de los conejos y sus bolsillos son de color rosa para el de hombre y azul para el de mujer. Sonrío. Se me ocurrió algo que Sesshomaru no me podrá negar y lo hará verse algo ridículo.
-¡Sessh!.
-¿Para que gritas si estoy a unos metros de ti?. - me contesta poniéndose unos lentes de sol negros. -¿Ya te has decidido?.
Saco los percheros con las ropas y se las muestro con una gran sonrisa. Él se saca las gafas y me mira con duda en los ojos.
-Usemos esto. - le digo aumentando mi sonrisa.
-No. Usarás eso. No pienso ponerme algo tan bobo como eso. - señala las prendas de hombre y luego me mira.
-Porfis. ¿Sí?. Vayamos a juego por toda la feria.
-Es ropa de pareja y nosotros somos amigos.
-Hay amigos que se ponen ropas a juego. - le digo señalándolo con el dedo. La chica encargada de la caja registradora se ríe bajito ante nuestro pequeño show. -¿Por favor?.
-No pongas... ¡Kagome, no pongas esos ojos de perro mojado!. - se voltea. Yo sigo con mi carita de cachorro y él suspira derrotado. -Vale. Lo haré.
-¡Yeii!. - chillo dando saltitos. -Toma. - le doy el perchero con ropa de hombre y volteo para correr al vestidor.
-Esta no es mi talla.
-Ah. Pide la tuya. Enseguida regreso.
-Ach. - lo oigo suspirar. Sin embargo no me volteo y me meto al vestidor para cambiarme.
¡Toma esa! ¡Gane, yeii!
Luego de quitarme el traje comencé con ponerme los pantalones. Al terminar la labor noté lo geniales que me quedaban. Me puse la blusa y sonreí. Ya quiero ver a Sesshomaru con su ropa puesta. Agarró el traje negro y salgo del vestidor. Sentado en un sofá rojo a un costado del vestidor estaba Sesshomaru. Lo que más me molesto fue que aún no se ponía la ropa que seleccioné. Enfurecí aún más cuando me sonrió y se colocó los lentes negros de antes y cruzó de piernas y brazos. Como si estuviera burlándose de mí.
Apreté los puños, fruncí las cejas en un claro gesto de estar enojada y di zancadas hasta estar parada frente a él. Sesshomaru me vio sobre el borde de las gafas y volvió a sonreír; se acomodó en el respaldo del sillón y abrió las piernas.
¡Te voy a matar!.
-¿Pasa algo, Ka-go-me?. - me pregunta.
Yo sólo carcajeo bajito y levanto un puño con una venita marcada en la mano. Le sonreí de manera macabra.
-Te voy a matar, Se-ssho-ma-ru. - dicho así le lanzo las ropas negras que apreso en mi puño al rostro y luego me tiro sobre él para darle unos cuantos madrazos.
Sin pensarlo le pego el puño en las bolas y él se retuerse. Admito que al pegarle sentí algo en los nudillos que puso mi mente en blanco total. Me dejo caer al otro lado mientras Sesshomaru se incorpora con las manos cubriendo su entrepierna.
-Mala.
Lo veo con el cejo fruncido. Se lleva las manos al flequillo y lo peina hasta levantarse y dar unos pasos, trastabillando al mover ambos pies. De seguro el golpe lo ha dejado viendo pajaritos, las nubes y las estrellas. Pienso al verlo subirse el pantalón.
-Me voy a cambiar. No te vallas.
Lo vi meterse en el vestidor y a los segundos volver a salir para recoger la mochila negra sobre el sofá. Subí las piernas sobre el mueble y las crucé; aún tenía ese tacto en mi puño. La puede tener grande pero no tanto... O eso creo yo.
Los vampiros la tendrán grande...
Miro a las luces que recubren el techo de la tienda. Niego con la cabeza. En todas las violaciones que me hizo mi padre nunca se la vi tan grande. Ni siquiera cuando se le paraba que parecía una caña de pescar.
¿Se guardará un consolador ahí dentro...?
Otra razón del tamaño se cruza por mi cabeza. Lo vería bastante razonable sabiéndose un cuento que me hizo antes una tía y, aunque mi abuela y madre insistieron de que era una mentira, ella afirmó que la primera vez que mi tío y ella se conocieron él se guardaba un aparato de esos en los calzones.
No... Sesshomaru no es tan pervertido... Es que creo que no lo es...
-Ya está. Vamos. - sin levantar la vista Sesshomaru me toma de la mano y me lleva a rastras hasta la caja registradora.
Lo observo detenidamente mientras estoy a sus espaldas. El pantalón cargo le queda muy bien y la camisa es bastante holgada de su cuerpo superior. Se ha amarrado el cabello en una coleta alta con una especie de soga negra o algo parecido. Sólo sé que lo que sostiene su peinado es negro, fino y tiene adornos de ¿flores, tal vez?. Los lentes negros los lleva sobre la cabeza acomodando las puntas de su cerquillo para que no le molesten sobre los párpados.
-Gracias por su compra. Disfrute su estadía en la feria. - la chica nos sonríe a ambos.
Agarra nuevamente mi mano y me saca de esa tienda rápidamente. Al estar fuera se sienta en una banca frente al lugar y se tapa los ojos con ambas manos.
-¿Ocurre algo?. - le digo acercándome a él. Respira ondo y se frota las sienes.
-A veces me pongo algo claustrofóbico. No me dijiste que el espacio del vestidor fuese tan pequeño.
-Olvidé ese pequeño detalle. - le digo sentándome a su lado y le froto la espalda.
-Casi me da algo cuando el cierre de la puerta se trabó. Pudiste ayudarme. - me dice viéndome con los ojos entrecerrados.
-¿Te quedaste encerrado? Disculpa, estaba pensando en algo.
-¿Pensando en qué? ¿En como desvestirme?. - hace movimientos de arriba hacia abajo con las cejas y me sonríe acercando un poco su rostro al mío.
-No. Otra cosa. - dicho así me levanto de la banca y lo levantó agarrándole de las manos. -¿Mejor?.
-Sí.
-¿Como piensas entrar al túnel del terror si eres claustrofóbico?. - él me vuelve a sonreír y esta vez con malicia dibujada en el rostro.
-Simple: me tomo un calmante y listo.
-¿Y donde vas a conseguir ese calmante?.
-En una farmacia.
-Esto es una feria; no el centro de la ciudad, bebé Taisho. - me agarro del puente de la nariz y cierro los ojos.
-Bueno, si no hay farmacia, me subo así mismo al tren. Hoy siento que podré liberarme de una fobia.
-Jódete.
-Vamos al túnel y luego por algodón de azúcar.
Salto de alegría. Admito que lo tercero que me gusta de las ferias es el algodón de azúcar. Mucho más si la gran nube de hilos azucarados es grande y en forma de algo que me guste mucho. Lo tomo de la mano y corro.
-No estabas tan ansiosa antes. ¿Qué cambio?. - me dijo detrás de mí Sesshomaru.
-El algodón de azúcar es mi tercera cosa favorita de una feria. - respondo.
De repente soy jalada hacia atrás y me detengo. Sesshomaru me obliga a verlo a los ojos y sonrío con las mejillas calurosas.
-¿Y qué es lo segundo y primero que te gusta de una feria?.
-Lo segundo la montaña rusa y lo primero... - me relamo los labios. Junto mis palmas y me remuevo algo nerviosa, tal vez feliz de responderle. -La rueda de la fortuna.
-Hagamos esto: después de pasar por el túnel del terror vamos a comer algodón, luego al carrucel, la montaña rusa, los carros chocones y al final la rueda de la fortuna. ¿Te parece bien?.
-Todo ok hasta excepto la parte del túnel del terror.
-Olvídalo. Debo vengarme por burlarte de mi.
Me obstengo de hacer berrinche y asiento. A fin de cuentas, si me quejo o no, a él no le va a importar en lo absoluto. Sesshomaru comienza a caminar con su mano apresando la mía; obligándome también a caminar a su lado. Al rato de estar caminando llegamos a la corta fila para mi mayor miedo en una feria: el maldito túnel del terror.
-Nada más me suba a ese trencito me voy a cagar en los pantalones.
-Mmm... Espero que no hallas comido algo que haga eso maloliente. - se burla él. Levanto la mano y le jalo del flequillo; haciendo que él pierda su postura recta y yo despeinarlo por completo. -Eres una pesada.
-Y tu un idiota. - cruzo de brazos y doy unos pasos hacia adelante. Le doy la espalda sin importarme lo que hace detrás de mí.
Llegó nuestro turno de subir al tren. Sesshomaru le da dos tikets a la chica vestida de esqueleto y nos deja pasar para subirnos a la atracción. Para mi mala suerte las personas que subieron antes prefirieron ocupar los asientos de atrás y nos dejaron los primeros puestos a nosotros dos.
Me siento en mi sitio y la muchacha de antes se asegura de que todos tengan puesto el cinturón de seguridad. Veo la expresión de Sesshomaru: muy calmada, como si no sintiera un poco de adrenalina o algo por el estilo. El maldito trencito se pone en movimiento y entramos a la cueva que da paso al túnel escalofriante.
-Bien. - lo veo y él saca su celular. Abre la app de cámara y presiona el icono para realizar el vídeo. Mueve el aparato hacia mi cara y la cámara trasera me comienza a grabar. -¿Lista para morir, Kagome?. Me dijeron que hay actuación real de la muerte esta noche.
Tragué seco. ¿Qué cosa acaba de decir?. De repente aparecen unas cabezas de payasos horribles frente a nosotros que hacen que suelte un grito de miedo. Me aferro al brazo de Sesshomaru. Él sólo se ríe y sigue grabándome.
-No me digas sádico pero estoy disfrutando de tu miedo. - continúa riéndose de mí.
-¡¿Qué no eras claustrofóbico?! ¡¿Acaso el diminuto espacio del túnel no te da pavor?!.
Vuelvo a pegar otro chillido al ver cucarachas gigantes, aparentemente reales, estar sobre el tren. Sesshomaru suelta una sonora carcajada que deja perplejos a los demás pasajeros detrás de nosotros.
-¡Se me olvidó eso! ¡Ahora sólo disfruto de tu miedo!. - grita.
Los bichos sobre el tren desaparecen volando sobre nuestras cabezas. De repente el tren se detiene frente a un trono, creo que hecho de ramitas, y veo algo sentado sobre el. Al posarse las luces sobre el asiento veo que quien anda sentado sobre el trono es La Muerte.
Todos, excepto mi acompañante, soltamos un grito de terror al ver como el enmascarado de ropas negras levanta su arma y señala algo. Con temor miro hacia atrás y veo un payaso sangriento.
-Solo falta que venga La Llorona. - dice Sesshomaru con un toque de gracia. Teclea algo en el celular y luego pone el aparato frente a nosotros. Ha activado la cámara frontal para grabarnos a nosotros. -Sonríe, Kagome.
-Vete a la mierda, desquiciado. - le digo temblando de miedo.
-Y por decir eso daremos otra vuelta. ¿Divertido, no?.
-No, no. Si vuelvo a subirme aquí no voy a poder dormir.
-Eso se resuelve con una noche conmigo. - me dice en un tono seductor que me hace pensármelo. -¿Que me dices? Tú, yo y mi amante, por supuesto.
-Estás soltero.
-No por mucho tiempo. - me guiña el ojo y vuelve a poner la cámara trasera en acción.
El acto del payaso y La Muerte nos siguen atemorizando a todos. Si estuviera sola aquí ya me hubiera bajado del estúpido tren e ido corriendo por las vías hasta salir.
Los personajes aterradores se van en el momento que las luces se apagan y vuelven a encender. El tren de juguete continúa su camino hasta salir por fin del túnel. Me bajo de la atracción y suspiro por fin aliviada. Sesshomaru camina detrás de mi viendo su celular.
-Mmm... Esto no es un buen material para mi canal de YouTube. - dice haciendo una mueca con los labios.
-¡Te mato si subes eso al internet!.
-¿Ni siquiera al WhatsApp?.
-Ni siquiera al WhatsApp.
-Es tarde para eso. Ya lo he subido a mi estado. Incluso Inuyasha y mi madre han hecho un comentario, ¿los leo?.
-Me dan ganas de ahorcarte con algo que deje ese lindo cuellito marcado. - le saco el dedo del medio y él le resta importancia a mi comentario con sus hombros.
-Vallamos a por el algodón de azúcar. - dice guardando el aparato móvil en un bolsillo del pantalón.
-Que mono te ves con esas prendas puestas. Pareces más sociable y amigable.
-¿Te subo al tren de nuevo?.
-¿Dónde está el puesto del algodón de azúcar? Muero de hambre.
-Tomaré eso como un no. Está a unos cuantos metros. - me dice verificando sus palabras en el mapa.
-Perfecto. Andando. - le agarro de la mano y lo hago caminar.
-No podemos demorar si queremos subirnos a la rueda de la fortuna. La atracción cierra a las 11:30 PM y son las 9:32 PM. - me avisa.
-Sí, sí. No vamos a demorar mucho. - le sonríe. A unos metros veo un puesto donde hay algunas personas formadas. Al acercarnos más veo que venden algodón de azúcar. -¡Ahí está! ¡Ahí está!.
-Ya lo vi, Kagome. Ni que estuviera ciego. - contesta. Lo veo sobre mi hombro y le sonrío.
Dando unos pasos llegamos a la formación. Afortunadamente la fila avanza bastante rápido y en pocos minutos ya es nuestro turno de pedir. Para mayor de las suertes nadie está formado detrás de nosotros y hay una rebaja en los precios.
-¿De qué sabor pediras?. - me pregunta él mientras saca su billetera de uno de los bolsillos del pantalón.
-¡Fresa!. - inmediatamente el hombre de aproximadamente unos cuarenta años asiente y se pone a preparar la nube azucarada. -¡Y que tenga forma de conejito, por favor!.
-Pareces una niña. - Sesshomaru niega con la cabeza. -Uno de naranja para mi con forma de nube y otro de fresa para la señorita. Siento que con uno no te vas a conformar. - me dice eso ultimo último viéndome.
El chico cuarentón me entrega el primer algodón de azúcar. Inmediatamente noto la tierna forma de un conejito rosa. Siento que mis ojos desprenden chispas de la emoción y mis mejillas se tiñen de colores cálidos. A un lado mío está Sesshomaru agarrando los otros dos dulces con una mano y entregándole el dinero al tipo del puesto.
-Sólo te cobraré el tuyo, muchacho. - le dice a Sesshomaru. Río bajito ante la mirada confusa de mi acompañante.
-Bueno, si así usted lo prefiere... - Sesshomaru retira unos billetes y le entrega lo restante al dependiente. -Tome. Gracias por todo.
-De nada. Disfruta de las atracciones con tu chica.
-No es mi novia. - recalca él.
-¿Ah? Pensé que lo eran. Discúlpenme. - el hombre se rasca la cabeza apenado.
-No importa. Vámonos al carrusel. - doy saltitos y me termino el primer rollo de hilos rosas en forma de conejo.
-Guarda este para después. - dice él.
-No. Nos haremos fotos con los algodones de azúcar en el carrusel. No te comas el tuyo. - lo señalo con el dedo.
A unos metros de nosotros está la atracción de caballos y carruajes que suben y bajan mientras dan vueltas. Ocupamos nuevamente la fila y luego de dos vueltas de carrusel nos llegó nuestro turno. Al subirme preferí subirme a un unicornio celeste que remolcaba una carroza dorada. Sesshomaru se subió en ella y sacó el celular. El carrusel comenzó a moverse en círculos lentamente.
-¡Arre!. - chillé muy entusiasmada.
-Kagome, no es un caballo de verdad. - detrás de mí me dice Sesshomaru. Veo hacia atrás y él está filmándome con el teléfono en mano. -Di carrusel, Kagome. - el activa la cámara frontal y se acerca a mí con la intención de hacernos una foto.
-¡Carrusel!. - de inmediato el flash de la cámara los envuelve a ambos.
Después de cinco minutos dando vueltas y estar cambiando de caballos y carrozas nos tocó bajarnos. A lo lejos estaba los carros chocones y la rueda de la fortuna más adelante. La mano de Sesshomaru sin aviso se abraza a la mía y me guía hasta la cola de los carros.
-Demoraremos un poco aquí. - suspira él.
Ciertamente tiene razón: la fila es inmensa. Al parecer a muchos les encanta estar riendo y chocar con las demás personas sobre estos carritos de juguete. Sesshomaru ve a los lados y al frente.
A saber que busca...
-Bingo. - lo escucho decir. -Hey, Tanjiro.
A unas cuantas personas delante de nosotros se voltea un pelirrojo de la mano de una chica pelinegra. El muchacho sonríe y se nos acerca. Inmediatamente Sesshomaru lo saluda a él y a la acompañante del chico.
-Hace mucho que no te veo. ¿Vienes sólo?. - inquiere el pelirrojo.
-No, con una amiga. - me señala. -Ella es Kagome.
-Mucho gusto. - le alzo la mano y él no duda en agarrarla y hacer un saludo.
-El gusto es mío. Me llamo Tanjiro Kamado. Ella es mi hermana menor Nezuko. - la pequeña a su lado asiente. -No habla mucho así que no esperes mucho más que eso.
-Es adorable. - digo. Con confianza acaricio los cabellos negros de la niña. Ella sonríe feliz.
-Oye, Tanjiro. Te dije que no te salieras de la fila. - un chico rubio se nos acerca. Detrás de él viene otro de cabello azul hasta el cuello con los ojos puestos en el celular. -Inosuke casi se desmaya en el baño.
-¡Tsk! ¡¿Quién se iba a desmayar en el baño?! ¡En ningún momento me iba a desmayar!. - escandaliza el peliazul.
-¿Ah, no? Casi dejas el estómago en el baño público. Que manera de cagar y vomitar, tío.
-¡Ya cállate, Zenitsu!
-Ustedes nunca paran de gritar. - comenta Sesshomaru.
-Y nunca lo harán. - ante el comentario de Tanjiro; él y Sesshomaru comienzan a reír. -Hagamos fila juntos. Así también podemos chocarnos todos y será más divertido.
-Buena idea. Posiciónate, Kagome.
Él coloca una mano en mi espalda baja y me empuja hasta estar al lado de Tanjiro y su hermana menor. En media hora ya nos daban paso para subirnos a los coches. Zenitsu e Inosuke hicieron pareja, Tanjiro y Nezuko hicieron la otra pareja; yo y Sesshomaru decidimos escoger carros individuales. Seleccioné un coche verde con estrellitas rosas. Me pareció súper tierno. El de Sesshomaru tenía una imagen similar al Rayo Mc'Queen.
El juego de chocarnos unos a los otros comenzó. Tanjiro, junto a Nezuko, se esforzaba en chocar al rubio y al de cabellos azules; mientras que Sesshomaru hacía lo mismo conmigo. Yo me esmeraba en acertarle algún choque al albino, lamentablemente no lograba golpearlo tan fuerte como él lograba hacerlo, puesto que yo nunca conduje uno de estos y soy pésima conductora.
El tiempo de estar divirtiéndonos de acabó. Sesshomaru se despidió de los chicos y volvió conmigo. En el trayecto hacia la rueda de la fortuna me compró unas palomitas de maíz dulces y un pequeño peluche de dragón de color violeta. Él se compró un tonto llavero de una palmera; según él le parecía muy original y lindo. Por supuesto que yo lo contradije diciéndole lo tontas que se verían sus llaves en ese llavero.
Llegamos a la gran rueda de la fortuna luego de unos 15 minutos. Hicimos una corta fila y en pocos minutos ya nos sabíamos a la gran atracción. Estando en la pequeña cabina, comiendo de los restos de mis palomitas, veía la hermosa vista de la ciudad. De niña, una vez mi abuelo me trajo y subimos a una rueda de la fortuna, ese día fue el mejor del mundo: admirar el panorama de la ciudad a oscuras, iluminada por las luces y las estrellas, siempre me pareció hermoso.
Un flash me hizo voltear y ver a Sesshomaru viendo la foto que me acababa de hacer. Me senté junto a él y ví la imagen: no lo niego, estoy hermosa, sonriéndole a la ciudad. Guardó su celular nuevamente y me miró. Pude observar mucho más de cerca sus dorados ojos. Se veían como el oro líquido brillando en la oscuridad. Su respiración la sentía en mis labios y mejilla; incontrolablemente me sonrojé. Él soltó una pequeña risita.
Unos minutos después ya nos estábamos bajando de la rueda y volviendo al parqueo en donde Sesshomaru estacionó su moto.
Dos horas después
Mansión Taisho
-Llegamos. - exhala quitándose el casco y apagando la moto seguidamente.
Me bajé con cuidado del transporte y dejé mi casco sobre sus piernas. Acomodé mi ropa: aún teníamos las prendas "tontas" puestas. Lo miré con una sonrisa sincera.
-Fue genial hoy.
-Sin duda... - llevó una de sus manos a la coleta caída y soltó su cabello largo y platinado. Me quedé embobada viéndolo sacudir su cabeza hasta que volvió a verme. -Iré a guardar la moto. ¿Irás a dormir ahora?. - asentí con mi cabeza. -Dulces sueños. - nuevamente encendió la moto y condujo a una velocidad muy suave hasta el túnel subterráneo del aparcamiento.
Entré a la mansión. Todo estaba tranquilo; todos seguramente ya estarían dormidos. Subí las escaleras hasta el segundo piso, pasando por la puerta negra y, a punto de abrir la puerta de mi habitación compartida, alguien me toma de las manos y me pega a la pared.
-¿Llegaron ahora?. Fue rápido.
-¿Qué..? ¿Y tú que haces despierto? Ve a dormir.
-Ven a dormir conmigo. Hay pesadillas que no me dejan soñar.
-No digas tonterías, Bankotsu. - me safo de su agarre y entró rápidamente a mi habitación. -Ese si está loco de verdad... - susurro suavemente.
Veo a la nana Kaede dormir plácidamente. Me saco los zapatos y los pantalones y luego me lanzo a mi cama. Inmediatamente el sueño me abraza cariñosamente y duermo tranquila.
Continuará...
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