|La habitación del supuesto loco|
Después de que los tres familiares Taisho tomaran su desayuno me dirijo a comenzar a limpiar el salón de arriba. Tengo unas inmensas ganas de que el maldito de Sesshomaru salga de su habitación para por fin verle la jodida cara. El salón que limpiaré está a un lado del pasillo que lleva a su habitación.
Subo por las escaleras blancas con cubo, trapeador, plumero, aromatizantes y trapos para realizar la limpieza. Rin me ha dicho podía encontrar la aspiradora en un pequeño cuarto al final del salón y podía rellenar el cubo con el agua de la pequeña fuente artificial que hay en el mismo salón.
Antes de entrar al lugar que limpiaré miro hacia el pasillo. Sin movimiento y mucho menos está abierta la puerta negra. Suspiro y me dirijo a limpiar.
11:16 AM
¡Por estar de demorona me tardé 16 minutos!
Corro escaleras abajo mordiéndome el labio inferior. ¡Maldición! Por estar limpiando tan minuciosamente me tardé en mis labores en la cocina. Llegó hasta la cocina y veo a Kaede sentada en un taburete conversando junto a Rin. La castaña le muestra algo en su celular que hace feliz a la anciana. Me acerco con las mejillas algo rojas.
—Disculpen mi tardanza. — digo. Ambas me sonríen.
—No hay problema. ¿Estaba muy sucio el salón?. — me pregunta Kaede. Sonrío y asiento en respuesta. Me siento al lado de Rin.
—Había mucho polvo. — digo.
—Mira esto. — Rin me muestra una foto de un uniforme en su celular. Enarco una ceja. —El señor Taisho me ha preguntado si este nuevo tipo de uniforme para el verano está bien. Se lo he preguntado a todas y me han dicho que se ve bien y cómodo. Sólo falta que me digas tú, Kagome.
Veo el traje de sirvienta. Tiene los mismos colores que el que uso. Sólo se diferencian en dos cosas: el nuevo uniforme es más corto y su diseño es diferente. Al menos eso pienso ya que el delantal que se usa es más pequeño.
—Se ve perfecto para mi gusto. — afirmo. Rin aplaude feliz.
—Le diré ya mismo que todas estuvieron de acuerdo en el cambio de uniforme para la semana que viene. — dice.
—¿Se cambiará la semana que viene?. — pregunto. La castaña asiente.
—Veré como van los macarrones. — Kaede se levanta y destapa una olla sobre la llama del fogón.
Aspiro el aire. Sin duda ese olor a pasta hirviendo me encanta. A un lado de la olla hay una sartén en donde Kaede prepara el puré con algunas cebollas blancas, cebollino y algo de tocino. La veo revolver el espeso contenido rojo con una gran sonrisa.
—Se nota que te encanta cocinar, abuela Kaede. — digo. Ella me ve con una gran sonrisa.
—Siempre fue mi sueño ser chef. Lamentablemente no logré entrar en una escuela para prepararme debido a que era pobre pero tiempo después me enteré que la familia Taisho buscaba una chef y aquí estoy. Hace 15 años llegué a esta mansión a prestar mis servicios culinarios. — nos dice ya que Rin había comenzado a prestar atención a la conversación.
—Valla. — digo asombrada.
—¡¿Entonces usted estaba aquí cuando el señor Sesshomaru era un niño?!. — Rin se levanta de su asiento asombrada y algo sonrojada.
Mmmh, me parece que está media enamoradita de Sessho-loco-maru...
—Sí. Cuándo llegué Sesshomaru tenía unos adorables 10 años e Inuyasha tenía 5. Cuándo les preparé a ambos mis famosas galletas de chocolate Sesshomaru se negó a comerlas ya que no le gustaban de ese sabor y para complacerlo le preparé sólo a él de vainilla. Desde entonces sólo le gustan de ese sabor. Recuerdo como se le ponían las mejillas rosas y sonreía cuando las comía escondido de su hermano en la cocina. — la abuela Kaede mira al techo; tal vez recordado esos viejos tiempos. Veo a Rin quien está un poco más colorada.
—De seguro se veía adorable... Igual que Inuyasha, claro. — dice la dulce castaña.
Mmmh, niña a mi no me engañas. Andas colada por Sesshomaru, ya no hace falta que me lo ocultes.
Pienso. Cruzo de brazos y suspiro. El almuerzo estará listo pronto y podré darme un pequeño descanso para luego limpiar las habitaciones que me faltan.
Sólo espero que ha la señora Taisho no se le halla olvidado que me iba a mostrar su habitación para realizar la limpieza...
Las puertas de la cocina se abren y por ellas pasa la señora Irazue. ¡La invoqué! Exclamo mentalmente y la veo disimuladamente de arriba hacia abajo.
Trae puesta una falda de tubo por la mitad de los muslos de color blanco y una blusa de tirantes amarilla. Usa tacones del mismo color de la blusa y su cabello está peinado en dos coletas altas. Parece una niña de primaria. ¡Se ve tan tierna!.
—Buenas tardes, chicas. — la veo oler el aire con los ojos cerrados. —Mmh. ¿Eso que huelo es lo que creo que es, Kaede?.
—En efecto, señora Irazue. Estoy preparando mis famosos macarrones.
—Que delicia. Es una pena que Inuyasha no vendrá a almorzar con nosotros. — tuerce la boca en una clara mueca de poca importancia. —Encárgate de guardarle su porción en la nevera sino cuando se entere formará un escándalo. — todas ellas ríen, excepto yo porque no sé el motivo de Inuyasha en formar su escándalo por una simple pasta. —Kagome, necesito hablar contigo de algo. Te espero en el salón. — sale de la cocina y veo a Kaede. Ella asiente y corro detrás de la señora Irazue.
—¿Para qué me necesita?. — digo formando una sonrisa.
—Verás, la sirvienta que se encargaba de limpiar la habitación de Sesshomaru ha pedido su dimisión ya que se va del país. Se lo he pedido a las pocas muchachas que tienen pequeños huecos en sus horarios pero ninguna puede y también tienen un poco de miedo de molestar a mi hijo. Se lo pediría a Rin pero la pobre está hasta el tope con todo lo que tiene que hacer así que he pensado en ti.
¡Yupiiii! Pídamelo que acepto de inmediato...
—¿Tu podrías encargarte de limpiar su habitación? Sólo sería una vez a la semana.
—¿Pero quien limpiará la suya?. — Oh, joder. ¿Por qué mierda dije eso?.
—No te preocupes por eso. Se lo pediré a otra o lo haré yo misma si es necesario. ¿Qué me dices? ¿Puedes hacerlo?.
—Claro. No hay problema. ¿Cuándo lo hago?. — pregunto. Ella se toca la barbilla con el dedo índice como si estuviera pensándolo.
—Puedes hacerlo a las 3:30 PM. Hablé antes con él y ha aceptado salir conmigo para hacer ciclismo. Puedes aprovechar ese tiempo para limpiar su habitación. — me sonríe.
—¿Y por qué todas temen molestarlo?. — pregunto.
—A mi hijo no le gusta que nadie entre a su habitación. Apenas nos soporta que nosotros dentro y deja que Rin entre para dejarle sus alimentos. Le gusta que su pequeño santuario dentro del hogar este deshabitado mientras no está; pero es tan vago que si dejo que la limpie él llega a viejo y no lo hace. — reímos un poco ante el comentario. —La antigua sirvienta lo hacía cuando lo llevábamos a terapia o se iba a pasear por la ciudad. Un día la encontró limpiando y se enojó. No hizo más que gritar pero aún así asustó a la muchacha.
—Mientras no me lastime todo estará bien para mí. — coloco mi mano en su hombro para trasmitirle mis mejores emociones. Ella sonríe abiertamente.
—Gracias, querida. Por cierto, mañana es la fiesta del ritual de sangre.
—¿Qué es?.
—Como somos vampiros debemos tomar sangre cada cierto tiempo. — la veo espantada. Ya me extrañaba tanta amabilidad. Me estaban preparando para devorarme. —No te asustes. Bebemos sangre de animales del mercado. Hay una ley que le prohíbe a los vampiros beber sangre humana. Sólo en casos de emergencia es permitido eso.
—Ah, ya entiendo. Me asusté un poco.
—En fin, celebramos un poco en la noche y a media noche los vampiros puros y medio-vampiros bebemos de esa sangre bajo la luz de la luna llena. — me explica. Es extraño que me diga eso ya que mis padres nunca celebraron esa fiesta.
—¿Y qué tengo que ver en eso?. — digo confundida.
—Serás una invitada de honor. — suelta con una gran sonrisa.
WTF!!!! ¡¿Anda media loca o qué?! ¡¿Cómo que invitada de honor?!
—Compartirás mesa con mi familia. El año pasado lo hicimos cuando Rin llegó y cuando llegó Kaede, hace muchos años, también lo hicimos así. — la veo inhalar mucho aire. ¿Es difícil de explicar o qué?. —Lo hacemos con los sirvientes nuevos como bienvenida. ¿Aceptarías acompañarnos?.
Me quedo pensando un rato. Si me siento en esa mesa tal vez me gane unas cuantas miradas despectivas de los demás sirvientes y comience a caer mal. Niego internamente la cabeza: eso nunca pasaría. Me ha confirmado que todos los sirvientes nuevos se han sentado junto a ellos en esa mesa. No hay motivo de desprecio u odio.
Le muestro mi más sincera sonrisa y asiento con la cabeza. Ella aplaude y me abraza con fuerza; me susurra muchos gracias en el oído mientras me continúa abrazando demasiado fuerte. Se separa y me acomoda el flequillo en mi frente.
—Gracias, Kag. Por favor que no se te olvide limpiar la habitación de mi hijo después. Confío en ti. — asiento y ella sube las escaleras corriendo como si fuera una niña.
Creo que debería tener cuidado de subir así las escaleras. Sus tacones son muy altos...
Aunque no lo muestre por fuera; por dentro le tengo un gran cariño a esa mujer. Me ha tratado como una hija desde que me conoció y nunca me ha tratado con indiferencia o superioridad.
A ver si me coje "chucho el loco" mientras limpio su habitación...
Pienso con una tonta sonrisa en la cara. Apodando así a Sesshomaru me hace sentir mejor ya que no me he enterado de cosas muy buenas de él. Y mucho menos ha hecho acciones que lo muestren...
Vuelvo a la cocina y la nana Kaede ya está colocando los macarrones sin el puré dentro de un cuenco grande para colocar la pasta. Veo a Rin salir con cuatro platos al comedor, seguida por otra sirvienta con copas y cubiertos.
—¿Qué puedo llevar yo?. — le pregunto a la abuela chef.
—Puedes llevar el jugo de fresa y el vino que están dentro de la nevera. Llévalos con cuidado, Kagome. — me advierte y vuelve a lo que hace.
Con cuidado, Kagome...
Con cuidado, Kagome...
Con cuidado, Kagome...
No te vallas a caer, Kagome...
Mira para abajo, Kagome...
Llego a la mesa grande y rectangular del comedor en donde Rin me señala en donde dejar las bebidas. Suspiro tranquila al saber que no hice un desastre desastroso del cual me iba a avergonzar toda la vida. Rin se ríe de mí debido a mi tensión. Hago un puchero.
¡No te rías! ¡Casi se me sale el corazón caminando de la cocina hasta aquí como tortuga!
Me da unas palmaditas en la espalda y me lleva del brazo hasta la cocina. En la cocina, sobre el mostrador, nos esperan dos platos de la famosa pasta de Kaede. A Rin se le notan brillitos en los ojos. Aún no entiendo el motivo por el cual todos se emocionan en mención de los macarrones.
—Prueba. Vas a ver como querrás pedir más. — me dice Rin llevándose el tenedor a la boca cargado de macarrones con puré.
No lo pienso mucho y hago lo mismo. Siento mis mejillas sonrojarse por el sabor tan exquisito que tienen.
¡Qué rico! ¡Está delicioso!.
—¿Qué te parece?. — Kaede me ve con los brazo cruzados y una confiada de mi respuesta.
—No están buenos... — digo. Las otras dos se espantan. —¡Estás exquisitos! ¡Merecen un premio!.
Las otras dos ríen y yo sigo atragantándome de macarrones. Irazue entra corriendo a la cocina, revisa en los cajones y se pone más nerviosa todavía al no encontrar lo que quiere.
—¿Qué busca, señora?
—Sesshomaru se acaba de tomar el último calmante y si no tengo otro cuando salgamos en bicicleta puede darle una crisis.
—Espere... Creo que vi uno en un cajón de la mesa centro de la sala... — dice Rin.
Todas corremos al lugar e Irazue encuentra lo que buscaba. Sonríe más calmada y coloca una mano sobre su pecho para calmar su corazón.
—Perdón por alarmarlas, señoritas. Creo que yo también necesito tomarme unos cuantos calmantes. — bromea y ríe. Le seguimos el juego aunque creo que a nosotras tres no nos ha dado mucha gracia. —¿Ya está el almuerzo?
—Lo serviremos enseguida. — dice Kaede.
—Perfecto. Muero de hambre y Toga llamó diciendo lo mismo. — sonríe. —Rin, llévale la pasta a mi hijo. No va a bajar a comer con nosotros.
—¡Sí, señora!. — chilla la castaña. Rin corre a la cocina y coloca el plato de Sesshomaru en una charola junto con un vaso de jugo y otro de agua.
—Cuando termine de almorzar y se vallan iré a limpiar su "santuario". — le digo a la señora Irazue. Ella sonríe y se va siguiendo a Rin con la bandeja del albino mayor.
—Vamos. Ayúdame a colocar la pasta sobre la mesa. — Kaede me llama y yo obedezco.
2:40 PM
Misión: limpieza de la habitación de Sesshomaru, el supuesto loco; comienza... En cuanto salgan de la casa...
Suspiro con pesadez. ¿Qué no se supone que lo había convencido ya para salir? ¡¿Por qué la demora?!. Dejó todos los objetos para limpiar en una esquina y volteo a la nevera para tomar una botella de agua y bebérmela hasta la mitad. Escucho la puerta de la entrada abrirse y cuando iba a voltear entra la señora Taisho con una gran sonrisa.
—Listo. Ya nos vamos. Escogí un atuendo para montar cómoda. ¿Te gusta?. — me dice modelándome un poco.
Se veía muy hermosa. Traía puestos unos short por la mitad de sus muslos y una blusa blanca holgada de tirantes. En los pies llevaba unas sandalias blancas con adornos de flores en negro y dorado. El cabello lo llevaba suelto.
—Se ve hermosa. — le alago. —¿Ya puedo entrar?.
—No. Cuando escuches el sonido del timbre de la bici puedes comenzar. Así te avisaré que ya nos vamos. — me dice.
—Ok.
—Me voy. Trata de hacerlo rápido por si se le ocurre volver pronto. — se va corriendo.
Al poco rato escucho muchas risas afuera. Quisiera asomarme pero la ventana queda muy arriba y no quiero caerme por tratar de estar en el chisme. Escucho el ring-ring de la bicicleta y me voy subiendo hasta la habitación con puerta negra.
Al llegar mi mano tiembla sobre el picaporte. Doy una gran exhalación y abro, encontrádome con un "santuario" completamente negro.
Oh, joder. La habitación tenía que ser negra. Con lo que odio ese color...
Ruedo los ojos y camino. Tal vez sólo sea así a simple vista. A lo mejor el baño o el balcón sean de otro color.
La habitación es bastante grande. Creo que la más grande de las pocas que he visto. En el centro hay una cama perfectamente arropada con sábanas negras, al frente una mesa negra en la cual está apollado el televisor y en sus cajoncitos hay muchos CD's de...¿videojuegos? Eso es extraño. Al lado de la puerta corrediza que lleva al balcón hay una mesa del mismo color de la habitación con todos los equipos de una computadora súper cara y súper buenísima para mis ojos. Sobre la mesa hay un pequeño retrato que dice: Do More.
Bueno... Le deseo suerte dando más...
Veo dos puertas en las esquinas. Una debe ser el baño pero...¿y la otra? ¿una oficina secreta o qué?. Niego con la cabeza y entro al baño; bastante amplio, lujoso, moderno y...negro. Todo igual que la habitación. Bufo por debajo y me dirijo a la otra puerta. Me sorprendo un poco al ver lo que era en realidad.
Ah... Así que era un Walk in closet. Está un poco más iluminado y es menos negro...aunque hay muchas prendas de ese color...
Niego con la cabeza, cerrando detrás de mí la puerta de la habitación-closet. Corro las cortinas negras y me encuentro un balcón pintado de negro con algunos sillones que cuelgan del techo, una mesa pequeña y dos sillas. Todos los muebles del mismo color negro. A una esquina veo unos cuantos cactus verdes con pequeñas florecillas blancas.
Bueno...al menos es algo de color...
Asiento algo tranquila de que el señorito Taisho puede ver en colores y no sólo en negro o gris.
Tomo el plumero y comienzo la labor de limpieza.
Media hora después.
—Ach. Casi termino. Sólo falta limpiar un poco el balcón y listo. — limpio con mi antebrazo el sudor que recorre mi frente.
La puerta de entrada detrás de mí se abre; dando un fuerte portazo. Mi cerebro manda la señal de ¡Alerta! ¡Peligro!. Volteo. Casi estoy temblando. Tengo la mirada puesta en el piso y mientras me voy girando veo unos pies descalzos. Subo mi mirada lentamente hasta verle la cara a ese ser que me está causando tantos escalofríos.
Oh, mierda. Este es el que no conozco...
—¿Qué haces en mi habitación?. — pregunta.
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