|Despedidas|
Hace dos horas que la familia Taisho se fue a gran velocidad sin aviso alguno. La nana Kaede y yo los quedamos a cargo de la servidumbre, dictó por última vez el señor Taisho antes de irse. Aún así me pica la curiosidad por saber el motivo de su repentina partida.
—¿Te ayudo con eso?. — le pregunto a la anciana. Ella se distraía cocinando sopa.
—Ya está casi lista. ¿Podrías ir a poner el TV en la sala? Me apetece ver las noticias hoy.
—Claro. — seco mis manos en un paño limpio y voy a la sala. Allí localizo rápidamente el control del gran plasma y enciendo la televisión. De inmediato las noticias comenzaron a reproducirse en la pantalla grande.
No le presté atención a lo que decía la periodista, simplemente estaba acomodando unos adornos en la mesa de centro, hasta que mencionó un nombre que por supuesto me es conocido: Rin.
El reportaje era aterrador. Según el periodista que estaba haciendo el anuncio en el edificio donde vivía ella: fue asesinada por un vampiro. Antes de que le arrancaran todos los órganos fue violada salvajemente. Tanto fue el daño que de su cadáver había muy poco. Sólo las extremidades y la cabeza se mantenía aún conservados. El torso estaba totalmente dañado.
—Por Dios... — susurro.
—¿Quién habrá sido el mal nacido que le habrá hecho eso?. — comenta la nana Kaede detrás de mí. Trae un vaso de agua entre las manos.
—Tal vez lo digan...
El reporte continuó hasta que culminó la noticia. No dijeron quien fue el causante del terrible hecho; sólo se confirmaba que fue un vampiro el causante de todo. Me sentía algo triste por la muerte de Rin. A pesar de lo que había hecho y le estaba causando a Sesshomaru, no puedo evitar sentir un dolor tremendo a su pérdida. Después de todo ella y yo fuimos amigas.
Apagué el televisor luego de que la abuela Kaede me avisó que se iría a dormir un rato. Me dejó a cargo y por ello no pude ir a dormir.
Me senté en el jardín delantero un rato a leer. Había poco sol; seguramente iba a llover. Saqué mi celular del bolsillo y revisé el historial de llamadas y mensajería: nada. Sesshomaru no había contestado mis llamadas o mensajes. De hecho, ni siquiera había oído los buzones de voz o leído los mensajes.
Estaba preocupada. A saber que estará haciendo o donde estará ahora.
Mi teléfono suena repentinamente. Rápidamente reviso y quien me llama es Inuyasha. Contesto.
—Sí, dime.
—Kagome, encontramos a Sesshomaru.
Que alivio...
—¿Está bien? ¿Cuándo vuelven a casa?.
—Nosotros volveremos, él no lo hará.
—¿Qué..?. — las palabras se me atoran en la garganta. —¿A qué te refieres?.
—¿Sabes que Rin fue asesinada por un vampiro?.
—Sí..
—Fue él quien la mató.
Los ojos se me abren como platos ante la noticia. El nudo en mi garganta se ajusta al doble y no me permite hablar tan siquiera. Sólo escucho la respiración de Inuyasha a través del altavoz.
—Se irá a un hospital psiquiátrico hasta que su mente sane por completo, si logra curarse se irá a una cárcel de vampiros en Pensilvania.
—Pero...
—Es lo que dictó el juez. Se salvó de la pena de muerte sólo porque se confirmó que no estaba mentalmente conciente cuando la mató. Pero deberá cumplir al menos 10 años de prisión.
—Es mucho tiempo...
—Lo es... — suspira. —Creo que esto se pudo haber evitado si lo hubieran enviado al hospital mucho antes.
Me quedo callada sin saber si irle a la contraria o aceptar que tiene razón. Porque en cierto sentido tiene la razón: se pudo haber evitado.
—No le digas a nadie aún. Volveremos mañana y daremos la noticia. Aunque tal vez los medios sean más rápidos que nosotros.
—¿Cómo está la señora Irazue?.
—Devastada. No ha parado de llorar agarrada a los barrotes de la jaula de Sesshomaru.
—Entiendo... ¿Cuándo se lo llevarán al hospital?.
—Mañana en la noche. ¿Por qué preguntas?.
—Quisiera despedirme de él.
—Como quieras. Te permito tomarte el día mañana si lo prefieres.
—Gracias. — susurro. Luego de eso cuelgo la llamada.
Mis ojos se llenan de lágrimas y el dolor me consume el alma. De pensar que no lo veré en un gran tiempo y no pude decirle que también lo amaba me duele aún más. Tan sólo podré atesorar esos lindos recuerdos que pasé con él y esperar a que un día regrese.
No siquiera sé si cuando regrese yo seguiré aquí, o al menos estaré viva. Que el destino lo decida.
Cárcel
Sesshomaru
—... Dado que el joven Sesshomaru no estaba en sus cabales antes y durante el suceso; su pena de muerte será descartada.
Oye, no. Mátame mejor. Así no hago daño más nunca en mi vida...
¿No se suponía que el acusado también podía dar su criterio? ¡Yo también quiero hablar! ¡Oigan! ¡Esta mierda de cuero ya me lastima en la boca!.
En irremediable pensar cuando ninguno de estos imbeciles sabe leer mi mente. Suelto un suspiro y miro mis pies descalzos. Desde donde estoy no logro ver a mi familia pero si escucho el llanto de mi madre.
—Su sentencia será pasar sus días en un hospital psiquiátrico hasta que su mente sane por completo. Si se logra ese cometido irá a la prisión de vampiros en Pensilvania; allí pasará 10 años como castigo. La sentencia puede variar dependiendo del comportamiento del joven Sesshomaru. — el juez da un martillazo en la mesa y la Corte se levanta.
Pasaré mi vida de prisión en prisión, eso quisiste decir.
Los guardias me agarran de los brazos y me hacen levantarme. Forcejeo para ir a donde está mi madre y al menos verle el rostro por última vez; pero es en vano.
Camino de pasillo en pasillo hasta que me meten en otra jaula. Una más pequeña y sin ventanas. Sólo una sucia jaula oscura para mi sólo. Me quedo sentado como perrito en medio de todo; saboreando ya mi propia desgracia y lo estúpido que soy al no darme cuenta del daño que causo con sólo respirar.
Así paso mis horas, casi me duermo más de una ocasión ahí sentado. Ya siento que no vale la pena llorar. Pasos de tacón se acercan a los barrotes y frente a mí se arrodilla la mujer que dio la vida: está llorando, sus manos aprietan fuertemente el hierro de los barrotes, sus labios tiemblan, su cuerpo tiembla.
Se está desmoronando. Y yo estoy causando esto.
—Mi amor... — su mano se estira, intentando alcanzar mi rostro. Gateo un poco hasta donde las cadenas me permiten y el calor de sus dedos calienta y ser y rompe más mi alma. —Todo estará bien. Iré a verte todos los días, te lo prometo. Y cuando te cures y cumplas todo saldremos a dar vueltas en bici. Como cuando eras niño. ¿Recuerdas?.
Asiento. Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas y comienzo a llorar sin evitarlo. El cuerpo me tiembla y mi mente sólo ruega a gritos ir a abrazarla. Es lo único que quiero ahora.
—Te amo... No olvides eso. Yo te perdono todo lo que has hecho, mi niño. Yo siempre estaré a tu favor. Nunca lo olvides... — acaricia mis mejillas. Sus manos quitan la venda de mi boca y ella sonríe. La sonrisa le tiembla. —Te amo, Sesshomaru...
—Te amo, mamá... — digo entre sollozos. Los guardias la separan de mí y uno de ellos vuelve a colocarme la venda.
Mi padre e Inuyasha me miran sin decir una sola palabra. Inuyasha se arrodilla y suelta un par de lágrimas. Mi padre no hace nada pero noto sus ojos brillosos.
—Te veré pronto, hermano. No cometas ninguna locura por favor. Y sé fuerte, por ti, por mi, por mamá y por papá. Sé fuerte por todos. — se va a abrazar a nuestra madre.
—Hagas lo que hagas, siempre te voy a amar. Eres mi primer hijo y él que más coraje me ha demostrado. — suelta una sonrisa. —Nos veremos muy pronto. Ya verás.
Los tres son acompañados por una chica con traje y un guardia. Mis ojos por fin se han secado y los rostros de ellos tres no dejan de pasar por mi cabeza.
Perdón...
Susurro para mi mismo. El adolescente que soñador que vivía dentro de mí lo visualizo desvaneciéndose en mi mente, y da paso a una figura pequeña que no creo reconocer.
Kanna...
Ella sonríe. Susurra algo que no entiendo y luego se desvanece. Nuevamente estoy yo, parado frente a un espejo, viéndome atentamente en el monstruo que me he convertido.
Soy un vampiro, una clase de vampiro diferente al resto. Mi sangre es legítima y pura. En cada parte de mi cuerpo han muestras de lo que soy: un monstruo que no se sabe controlar. Mis antepasados estarían muy decepcionados de mí, o tal vez orgullosos. Ni yo mismo sé.
Salgo de ese viaje mental y vuelvo a mi propia realidad. Ni siquiera me había dado cuenta de qué estuve todo el tiempo durmiendo en el suelo. Tal vez me cesaron ya que traigo un traje completamente blanco, sólo tengo finas esposas, ya no traigo grilletes en los pies y esta jaula es de cristal.
Está iluminada. Con una cama al Fondo y una mesa y sillas para sentarme. En el panel de cristal frente a mí hay una pequeña ventana que sólo puede ser abierta por el exterior. Respiro gracias a unos menudos círculos tallados en el vidrio a varios metros sobre mi cabeza.
Suelto un suspiro y me siento en el suelo. Miro todo mi alrededor y ya creo saberme de memoria la habitación.
Un aroma dulce y unos pasos se acercan a mí. Frente a mí se sienta una joven con una capucha cubriéndole la cabeza. La miro atentamente como ella se retira el gorro y me deja ver quien es.
—Hola, Sessh. — su sonrisa me hace termina tranquilizando algo en mi interior. —Hablemos hasta que sea momento que te vallas.
—No merezco tu tiempo... — arrastro una silla hasta estar cerca de esa ventanita. Ella la abre. —Gracias por venirme a ver, Kagome.
—Quería decirte algo.
—¿Ahora qué?. — ladeo mi cabeza y le sonrío.
—¿Sabes qué? Será mucho más divertido que te lo diga cuando nos volvamos a ver dentro de unos años.
—Mucho tiempo... ¿Podrías darme alguna pista de lo que es?.
—Son.... Emociones. — sonríe.
—Eso no resuelve mis dudas.
—Que mal..
Continuará...
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