Introducción
Los rayos del sol que pasan a través de la línea que quedó entre las cortinas blancas, el cantar de los pajaritos en el árbol, las risas de los niños jugando en el vecindario tranquilo, todo una gran calma, una paz tan dulce y encantadora que me hace dormir con deleite… Y una explosión en mi cocina…
«¡¿Qué carajos?!» Me levanté de golpe apartando mis sábanas verde pistaches de estrellas amarillas con caras, puse los pies en el suelo de madera clara y traté de correr, pero me resbalé y caí de sentón al suelo, me quejé con un leve chillido frotando mi cadera por detrás a la vez que me levanté para ahora sí empezar a correr bajando las escaleras.
–¡Por un demonio, Kai?! –grité al verlo parado frente a mi microondas en llamas, tomé el extintor y empecé a apagar el fuego– ¿Qué pasó?
–Tus tenis no se habían secado.
–¿Qué? –abrí un poco más la puerta del aparato destrozado y esta se cayó, miré dentro y una bola de tela y plástico derretido estaba ahí– No me jodas Kai…
Suspiré profundo y puse el extintor en la mesa mirándolo con el ceño fruncido, pero él me miraba sonriente, este chico con apariencia de 25 años, cabello corto y negro, sonrisa risueña, ojos rojos, dos pares de colmillos caninos un poco largos, usando jeans marrón, botas negras estilo militar, una sudadera también oscura con la capucha puesta y su cola negra con pelaje corto y una melena en la punta, es mi demonio personal. No me pregunten cómo rayos terminé con uno viviendo conmigo, sólo sucedió y ya.
–¿Cómo es que se te ocurrió que el microondas iba a secar mis zapatos?
–Pues echa calor. –su cola se movía de un lado al otro con lentitud.
–Carajo –musité masajeando mi entrecejo–. Vas a matarme un día de estos.
–No, si te mueres definitivamente va a ser tu culpa, nadie necesita mover un dedo porque para eso te pintas sola. –dijo con esa cara de inocencia.
–Vete al diablo.
–Ya soy uno~
–Suélteme.
Él me había abrazado por detrás y recostado su cabeza en mi hombro. Kai, es muy empalagoso en cierta forma, y cualquiera que pasara tiempo con él diría que es un tonto, parece más un duendecillo travieso que un demonio. Decidió que se quedaría conmigo porque según él, mi vida es muy graciosa y quiere divertirse observándola como si estuviera en unas vacaciones, ya lleva viviendo conmigo desde los 16, y ahora tengo 20.
Ah sí, soy Luar Blake, una chica de cabello castaño y largo hasta la cintura y ojos con heterocromía, el derecho tiene una mezcla de verde y ámbar, el izquierdo es azul y gris.
–Lu~ Tengo hambre.
–Pues destruiste con lo que íbamos a preparar nuestra comida.
–¡Ya no quiero sopa instantánea! Cocina algo.
–¿Y por qué no aprendes a cocinar?
–¿Quieres que lo intente de nuevo? –y su sonrisa burlona apareció.
–No, ya no voy a llamar a los bomberos otra vez y explicar porque mierda había una puta regla transportador dentro del horno.
–Entonces no te quejes y hazme unos hotcakes. –me soltó yendo a tomar un plato limpio junto a cuchillo y tenedor sentándose en la mesa sonriendo como casi siempre está.
Suspiré irritada y procedí a preparar dicho desayuno para nosotros y luego ir a arreglarme con un pantalón entubado negro, tenis Converse y una blusa morada de mangas cortas, mi cabello lo amarre en una coleta y tomé mi bolso de tira larga para salir a trabajar.
–Esfuérzate y trae mucho dinero. –me dijo en la puerta.
–Limpia el desastre que hiciste con mis otros zapatos.
–Claro.
Empecé a caminar despacio dado que tengo tiempo de sobra porque Kai me despertó temprano. Llegué a un restaurante familiar estilo ochentero, saludé a las camareras que usan un vestido corto rosa pastel con encaje negro a las orillas y dos bolsillos en la falda y uno más en el lado izquierdo del pecho, junto a zapatillas de piso color rosa, que limpiaban las mesas y el piso antes de abrir al público. Pasé al cuarto de cambio designado para nosotras, abrí mi casillero y saqué mi uniforme para vestir igual que las otras y ahora recogiendo mi cabello en un chongo.
Salí del cuarto y empecé a bajar las sillas acomodándolas en sus lugares y a poner sobre las mesas las cartas de alimentos. Nueve en punto y las puertas se abrieron, no tardó mucho para que nuestro cliente habitual pasara la entrada de cristal sonando la campanita dorada, un hombre mayor bastante simpático en su forma de hablar y sus buenas propinas, las cuales, en su mayoría iban para mí por ser quien más le atiende. Come huevos revueltos los lunes, miércoles y viernes acompañado de jugo de naranja, los martes y jueves pueden variar entre alguna ensalada y carne, pero siempre acompañado con café, y los fines de semanas se presenta a cenar, siempre se sienta en la barra.
–Buenos días Eric. ¿Qué le sirvo hoy? –mencioné divertida y en juego sirviendo un vaso de jugo de naranja, pues es viernes y ya sé el ritual, así que el anciano sólo rió– Ahora te lo traigo.
–Gracias Luar.
Puse el desayuno del mayor y me dediqué a atender a las demás personas que iban llegando, algunas de ellas eran familias con niños que no son precisamente educados y limpios. Debo respirar profundo y poner una sonrisa amigable aunque quiera darle un sape en la cabeza a los críos estos, otros clientes son más respetuosos, pero de vez en cuando puede tocarnos un imbécil que cree que esto es alguna clase de bar donde puede tocar a las camareras.
–¡¿Qué te pasa?! –ladró el tipo al que le acabo de soltar una bofetada por nalguear a mi compañera que le atendía.
–Paga tu comida y lárgate, aquí no toleramos esta clase de comportamientos. Fuera, ahora.
–A mí no me hablas así.
–I mi ni mi hiblis isi –dije sonando lo más infantil que podía–. Ah, cállate y jálale. –él pagó de mala gana y se fue refunfuñando mientras que yo estaba sonriendo con malicia y otros se reían por lo sucedido.
–Gracias Luar, pero cielos, eres muy impulsiva. –Margot rió bajo mientras recogía el dinero y regresábamos al trabajo, conmigo guiñándole un ojo.
Fui a la caja a meter el resto del dinero que yo tenía cuando el viejo Eric me felicitó por mi osadía pagando su comida y dándome una propina. El resto de mi turno fue normal, de dos a tres de la tarde es mi hora de comida y regreso a mis labores de cuatro a seis, esto de lunes a viernes, los sábados trabajo de seis a diez y los domingos son mis días libres. No me quejo por la paga, pues es buena y me da para vivir bien, mi jefe, aunque algo gruñón, no es mala persona, siempre nos defiende y felicita por nuestro trabajo, lástima que hoy no estuvo presente.
×~×~×~×~×
–¿Entonces lo golpeaste? –preguntó con su enorme sonrisa mostrando sus colmillos y moviendo felizmente su cola mientras comíamos la cena que traje del restaurante– Dime que fue en las bolas.
–Sólo lo abofeteé.
–¡Buh! ¡Aburrida! –me abucheaba con pulgares abajo.
–Si lo veo por la calle molestando, entonces lo golpearé ahí.
–Buena chica –rodé mis ojos mientras que él metía a su boca un trozo de carne–. Uhm~ está buena~ –sonreí orgullosa, pues eso lo preparé yo.
Una vez terminamos yo me dispuse a lavar mis dientes y Kai se puso a ver un programa de comediantes, su risa se podía escuchar por toda la casa, aunque no me molesta, él es ruidoso. Tomé mi vaso de agua para enjuagar la espuma y justo cuando levanté la cabeza haciendo gárgaras, vi una araña en la esquina del baño haciendo que gritara aún con el agua en mi boca empezando a ahogarme.
–¿Lu? ¿Qué pasó? –Kai subió viéndome toser y con falta de aire, luego vio la araña en la esquina y empezó a reírse de mí– Pero si es linda, la llamaré Micky– la tomó entre sus manos… –Dile hola a Micky.
–¡Aleja esa cosa de mí! –salí con prisa del baño habiendo emitido un chillido.
–Cuidado…
Tropecé con un pequeño banquito que el idiota de Kai dejó cerca de las escaleras, caí por ellas golpeando mi cabeza repetidas veces a la vez que escuchaba algunos ruidos de algo que se rompía en mi interior, y terminando en una posición como si fuera contorsionista por dejar mi espalda en arco y luego mi cuerpo cayó de lado quedando tumbada bocabajo con un brazo doblado.
–Ay Lu… –él bajaba las escaleras y se sentó en el último escalón comiendo esa araña– Te dije que para morir te pintas sola.
–Fue tu culpa, imbécil.
Me reincorporé a quedar sentada de rodillas mientras mi cuerpo emitía el crujido de mis huesos rotos y dislocados acomodándose en sus lugares y sanando de nuevo, mi brazo volvió a la normalidad y tronaba mi cuello mientras lo miraba enojada viendo como terminaba de comerse esa araña para luego poner su sonrisa inocente.
¿Qué? ¿No les había dicho? Soy como una especie de semi-mortal, cuando conocí a Kai fue porque se supone que yo debía de estar muerta, pero él no me dejó morir, podrían decir que parezco más zombie que humana, pero eso no es del todo cierto, pues no ando por ahí pudriéndome o deseando comerme a los vivos, y hablando de vivir, pues mi corazón late y mis órganos funcionan como cualquier ser vivo, sólo no puedo morir fácil ya que me regenero. Así de loca es mi vida ahora como una No Muerta junto al demonio con el que vivo.
×~×~×~×~×
Hola~ Bien, un par de cosas:
1. Ya sé que la portada hay que mejorarla, por el momento estará así. XD
2. Se supone que esto va de humor, pero conociéndome es posible que no me funcione y termine con drama, pero veamos qué sale. :v
Weno, ¿qué les pareció la introducción? ( ꈍᴗꈍ)
Tengan un lindo día, tarde, noche o madrugada. (。•̀ᴗ-)✧
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro