Capítulo 48: Salida al circo II
Con risa a carcajadas exageradas se tambaleaba en el trapecio, sus pies sostenían el cuerpo que se colgaba de la barra de acrobacias. Los trabajadores por supuesto se preguntaron quién era, pero los espectadores lo flipaban porque se emocionaban y aplaudían. Try estaba feliz con ello, Luke lo miró negando y Ko solo parecía indiferente. Kai cada vez se balanceaba más hasta que tomó el impulso suficiente para hacer un salto a la plataforma en la que aterrizó con total gracia como si fuera un participante de los juegos olímpicos, que obtiene una nota perfecta e impecable ganándose la ovación del público. Luego él mismo se lanzó a la red de seguridad y bajó sin ayuda y sin esfuerzo para que con un ridículo baile de lado (como si bailara el Tripaloski) se acercase a mí, que seguía con mi cara pálida e incrédula al recordar que el causante de mi mayor mal es él.
—Oye, ¿quién eres? —cuestionó el payaso con trompeta.
—¿Yo? —fingió con exageración, su sonrisa inocente hizo juego con la burla de un niño travieso.
El payaso ya no tenía tanta gracia como antes, ahora estaba molesto, sus compañeros también porque al parecer, el público se divertía más con su reciente aparición que con los cuarenta minutos que llevaba el espectáculo “original”, lo cual me daría orgullo si no fuera porque estaba más ocupada procesando lo que acababa de desbloquear de mis recuerdos.
—No te hagas el listo, chiquillo. No puedes estar aquí ni hacer esto —amenazó con severidad apuntando con la trompeta.
—No —se burló con voz chillona—, ustedes no pueden hacer esto.
Y de su bolsillo sacó una trompeta más pequeña que la del otro, pero que en vez de tener una bola para apretar y que suene, a esta se le tiene que soplar, haciendo que el payaso se cubriera los oídos con irritación y cerrara los ojos, para luego Kai sacar un atomizador de agua y rociarle agua en la cara, finalizando en risa y bailar como mono, dando saltos, giros e incluso un par de piruetas con todo encanto gustando al público.
—¡Basta! —gritó el payaso con el maquillaje corrido, queriendo atrapar a Kai, pero él se escabullía con tanta agilidad como un gato.
De pronto ya no era solo un payaso, ahora era un grupo de ellos y ninguno lograba siquiera rozarle. Cuando Kai se quedaba quieto un rato hacia algún chiste o truco, como inflar un globo y volverlo una figura de animal, o hacer una broma a alguno de los trabajadores del circo.
—¿Saben cuál es el colmo de un payaso? —se paró en una pierna sobre una pelota grande mientras hace malabares con cinco pelotitas. El público preguntó cuál— Que el chisme sea él.
El chiste fue malo, pero igual daba gracia.
Se empezó a desplazar con la pelota de manera tan fluida y natural, sacó un spray de espuma y roció a todos los payasos, luego una lona dejó caer plumas que se pegó al cuerpo de esos tipos. Todos rieron, yo también, mientras el bufón desconocido seguía danzando.
—¿Tan gracioso, no? —miré atrás, a un grupo de payasas y acróbatas, enfadadas.
—¿Disculpa? —sus miradas de recelo me decían que me veían como la culpable de esto.
—Deténganse y lárguense —me señalaron, y luego señalaron a la salida.
Asentí nerviosa a sus demandas porque no quería más problemas, me volteé para llamar a Kai, que seguía haciendo reír a los demás, incluyendo a Luke y casi a Ko. Le llamé al pelinegro y él me puso atención, pero entonces su pelota se pinchó con algo, esta estalló mandando a Kai al suelo, parte del plástico se fue volando a una máquina de azúcar y las finas líneas de dulce se materializaron enredándose en los clientes cerca, unos chocaron entre sí y otros tropezaron con vendedores cerca y estos vaciaron bebidas en otros, como consecuencia otros chocaron con otros y ahora todo se había hecho una clase de riña hasta que una bengala cayó en una caja con billetes y se prendió fuego.
Ahora Kai y yo estábamos siendo vistos feo por el personal circense. Miré atrás y las mujeres me fulminaban con saña. Alcé las manos en señal de calma, intentando hablar para que se tranquilizaran, pero todo se fue al caño cuando Kai se quiso recargar de un tubo medio caído que terminó cayendo en el aro de fuego y este cayó al suelo cerca de unas cajas de pirotecnia de bajo riesgo, pero estamos de acuerdo que cuando hay cierta cantidad eso puede ser malo. Y pues ahora había bengalas y chispitas saltando. Muchos espectadores comenzaron a huir, y los payasos, acróbatas y algunos otros del circo nos rodearon… ¿Pero por qué a mí?
Y comenzó la caza.
—¡Kai! ¡Desgraciado! —le grité huyendo, yo tenía un grupo de mujeres atrás, mientras que a Kai un par de hombres maduros y musculosos trataban de atraparlo también.
—¡Corre Lu! ¡Corre! —el maldito ríe a carcajadas escapando con agilidad.
—¡Púdrete! —chillé al haber sido bloqueada mi ruta de huida. Estaba rodeada y daba pasos atrás— Oigan, ¿por qué me atacan a mí también?
—Tú lo trajiste.
—Vamos, no pueden culparme…
—Sí podemos.
Ah, malditos. Mi espalda chocó con la estructura de las acrobacias. Tragué en seco para comenzar a subir y Dios me ayude a no ver abajo. Pero lo hice cuando estuve en la plataforma y todo se veía extremadamente lejos.
—¡Luke sálvame! —dije acostada a la orilla.
Lo mencioné sin pensar luego de ver que él corría al centro tratando de convencer a los demás de parar. Sin embargo ahora parecía que trataban de golpearlo, y de pronto vi a Try uniéndose al desmadre, peleando con un monito, miré a Ko y ¡finge dormir! ¡Lo mataré luego!
—No vas a escapar —mencionó alguien atrás.
Yo dibujaba una sonrisa forzada en mi rostro mientras trataba de pararme erguida, aunque no lo lograba por mi miedo a las alturas. Una vez más traté de arreglar las cosas, pero no fue posible seguir cuando sentí que algo rodeó mi cintura y me jaló.
Un tipo, uno de los acróbatas decidió hacer una rutina conmigo. Me soltó haciendo que diera unas vueltas en el aire antes de ser atrapada por otro, y luego se repetía la acción en el aire. Aquí volvimos al punto en el que Kai estaba rodeado por payasos y yo maldiciendo por lo que me hacían.
×~×~×~×~×
Volvimos a casa entre pasos arrastrados (menos Ko que viene comiendo un algodón de azúcar, y Kai pelea porque quiere de la golosina) hasta la sala, en donde nos arrojamos. Tengo paja en el cabello, Try también y unos cuantos aruñones, y el malhumor de Luke se esparce.
—A dormir todos —dije desganada siendo obedecida por todos menos por Kai.
—¡Vete a dormir! —ladró Luke junto a un gruñido, y el demonio se fue regañado— No entiendo cómo es que has vivido con él por tanto tiempo.
Levanté los brazos con desconocimiento. Es un don y una maldición.
—Me voy a dar un baño, y me iré a la cama. Quizá rece para agradecer a abuelito Dios que nos haya salvado esta noche —carcajeé. En una de las lanzadas que me dieron uno de los acróbatas no me atrapó y caí a la red de seguridad, bajé tambaleándome y antes de tener que correr otra vez la luz se apagó quedando todo a oscuras, cosa que aprovechó Luke para sacar sus alas y agarrar a Try y a mí para huir. Kai usó también la oportunidad para seguirnos junto a Ko.
—Me da pena por el circo, perdieron cosas.
—Lo sé —suspiré—. Mañana les daré dinero anónimamente para que se recuperen, y un extra por los problemas. Tengo buena cantidad en la cuenta de banco para ello. Las escamas de víbora son redituables —reí otra vez, creo que no estoy tan enfadada como lo creía.
Miré a Luke y este sonreía con dulzura viéndome fijamente. Sentí mis mejillas arder y decidí escapar de nuevo, pero Luke me frenó pidiendo salir para hablar.
—Sé que es tarde pero necesito decirte algo importante para mí —estaba apenado. Asentí y eso le relajó—. Podemos caminar hasta el parque.
—Está bien si volamos —dije saliendo de la casa por el patio—. Contigo casi el miedo a las alturas no es tanta.
—Bien —creo que soltó un sutil suspiro orgulloso, o quizá fue mi imaginación. Como sea él me cargó como princesa a pesar que yo pensaba abrazarlo por la espalda.
No mentía cuando dije que volar con Luke no me asusta tanto, en parte es porque oler su fragancia me calma, y otras veces (si voy en sus brazos) me entretengo admirando su perfil.
Cuando al fin aterrizamos me di cuenta que no fuimos al parque, sino a un campo amplio y verde, con una casa medio destruida.
—Aquí te traje la noche que nos conocimos —mencionó, dejando que mis pies tocaran el suelo.
—Me secuestraste —reímos.
—Aquí te traje la noche que te secuestré —corrigió burlón y divertido, luego su expresión se puso nostálgica cuando miró la casa—. ¿Quieres pasar?
Extrañada acepté. Una vez más cerca y dentro pude notar que no era que siguiera destruida, más bien estaba siendo reconstruida. Había vigas a un lado, herramientas y estructura que habían puesto hace poco, y muebles arrumbados en una esquina protegidos por plástico. Luke encendió un generador y las lámparas nos iluminaron.
—No tengo café ni té, pero tengo botellas de agua —me dijo ofreciendo una que tomé, pero no la abrí por estar observando minuciosa el alrededor.
—¿Estás arreglando la casa? —él hizo un sonido de afirmación— ¿Por qué?
—¿Recuerdas la historia de mis padres? —asentí. Luke guardaba su botella de agua entre las manos, ansioso— Ellos vinieron aquí, esta era su casa. Yo nací y crecía en este lugar.
Mi boca se entreabrió por lo dicho y sentí una gran pena por ello. Luke supo que quería disculparme y enseguida desechó la intención dejando la botella en una mesita con herramientas.
—No importa, en serio, además no te pedí venir por eso.
—¿Y por qué entonces?
Luke
—Últimamente no me siento bien —le preocupé en cuanto le dije esas palabras. Su mano fue directamente a tomar la mía apretándola para demostrar apoyo y su temor.
Negué. No es algo físico lo que me aqueja, ojalá fuera eso y que se pudiera curar con medicina como un simple resfriado, pero lo mío no se cura tan fácil. A veces tienes que vivir con ello hasta el final.
—Luke, me asustas —su mirada grita miedo.
—Yo lo estoy, Luar, desde que me contagié de esto y ahora, estoy aterrado, porque una vez lo suelte nada será igual —suspiré para tomar valor—. Quiero irme de casa.
—¿P-por qué? —tardó en decirme eso.
—Porque me duele, pero tampoco deseo irme, porque amo estar ahí. En ese lugar siento paz, siento seguridad. En ese lugar me diste lo que creí jamás volvería a sentir y porque me devolviste lo que perdí: Una familia —entrelacé nuestras manos y miraba la unión. El generador se apagó, olvidé rellenarlo de combustible, por lo que quedamos con la poca luz que dejaban las nubes.
—¿Entonces por qué? —su voz tiembla, su cuerpo también— ¿Por qué, Luke? ¿Por qué te quieres ir?
—Descuida, te dije que te cuidaría, y lo haré.
—Luke, ¿por qué me quieres dejar? —la vi sorprendido. Negó— ¿A los demás también? ¿Por qué nos quieres dejar?
Sonreí un poco. —Porque me lastimas, Lu. Estoy faltando a un mandamiento de Dios. El noveno. ¿Sabes qué dice?
Logré ver la leve coloración rojiza en sus mejillas. Lu asintió tragando con dificultad, lo que me hizo sonreír lobuno.
—¿Puedes decirlo? —ella tardó un poco, pero me respondió.
—No consentirás pensamientos ni deseos impuros —mencionó en voz baja.
—Exacto, entre eso está el «No codicies a la mujer de tu prójimo» y Luar —sostuve su mano en mi pecho, en el punto que mi corazón late con rapidez—, tú me vuelves loco. Me has hechizado, y me he enamorado de ti.
Lo dije, con seguridad y sin titubeos cuando pensé que no podría decir nada, pero lo hice y se sintió bien haberlo sacado. No espero ser correspondido, lo tenía claro, así como mi decisión de quedarme a su lado incluso si eso me destrozara, porque la amo.
—No sé qué decir —susurró.
—No tienes que hacerlo, solo quería sacarlo, pero ten por seguro que esto no cambia mi deber. Te protegeré.
Sí, porque mis sentimientos son puros. Fue lo que creí hasta que las nubes se fueron y Lu alzó la vista. La luz se intensificó dando de lleno en su rostro, en sus ojos que brillaron de forma mágica, volviendo a hechizarme, renovando su poder sobre mí.
—Al diablo —dije con un gruñido apresando su rostro entre mis manos e inclinándome a unir nuestros labios.
Ella soltó la botella de agua, sus manos quedaron en mi pecho. Me sentí en el paraíso esperando que Lu me abofeteara o me diera un puñetazo, mientras eso llegara yo disfrutaría del momento pero… No llegó, y contrario a eso las manos de la chica fueron a mi cabello y sus dedos se enredaron, propiciando que su boca diera más acceso a la mía, quedando que nuestros sentimientos se gravaran con fuego que ninguno apagaba.
Y yo estaba feliz de dejar que me consumiera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro