Capítulo 44: Una galleta
Ko
—¡Te voy a escabechar! —grita Lu persiguiendo a Kai con la escoba mientras está blanca como la nieve— ¡Maldito perro!
Van por toda la casa corriendo en lo que ella trata de darle con el objeto. Estamos haciendo limpieza general, ella estaba en la alacena donde guarda todos los víveres. Y él estaba un poco apartado, con su cara de malicia amarrando algo a un delgado palo por medio de un hilo, haciendo una improvisada y figurativa caña de pescar, la cual luego colgó sobre ella hasta que posó el extremo en su cabeza. Era una araña falsa, pero claro que para la pequeña no hay mucha diferencia.
El resto fue caos, chillidos, desastre, una bolsa de harina siendo golpeada esparciendo el polvo como un ataque tóxico, maldiciones, proyectiles de latas de frijoles, y así llegamos a este punto en el que Kai ríe a carcajadas como loco mientras Lu corre y ruge (literalmente) con la escoba en las manos, empeñada en encajársela por la broma.
Pasan por mi lado mientras limpio el desastre junto al angelito, en cambio la duendita observa la escena con una divertida sonrisa infantil por la gracia que le da.
El tiempo que he pasado aquí ha sido, por alguna manera de decirlo, curioso. Mi hermano no es precisamente la persona más soportable del mundo, ama las bromas, hacerlas y presenciarlas, es un desastre cuando de la cocina se trata, ridículo a más no poder, un puto miedoso que cuando contaban historias de terror, él se creía que el coco vendría a llevárselo por comerse las galletas que papá guardaba. No ha cambiado mucho, excepto que ya no está tan deprimido como hace siglos cuando perdió a su mejor amigo.
—¡A morir! —ella está sobre Kai, trata de asfixiarlo poniéndole el palo de la escoba en el cogote.
—¡Aiuda! —dice raro por la presión en la tráquea, le miro con desagrado y decepción haciendo una mueca de arrugar la nariz— Hermano… —una mano trata de que no lo maten mientras que la otra la extiende implorando mi intervención.
Se está poniendo azul, lo observo fijamente, estiro la mano y él sonríe con brillo en los ojos.
Pero en realidad mi extremidad fue a alcanzar un paquete de galletas que me ha llamado la atención.
Creo que escuché algo rompiéndose que cambió el rostro de mi hermano a uno de dolor traicionado, pero yo sigo viendo el producto de envoltorio rosa y unas golosinas redondas color rosa con cremita verde.
—Lady Gaga —leí en parte del nombre.
—Es una línea de sabores de la marca —la voz de la chica me llamó, la miré que ya había dejado a mi hermano medio muerto—. ¿Quieres?
No respondí. Me quedé mirando a esas golosinas en mi mano deseando tomar una, pero que no lo haré porque tengo dignidad para soportar…
—Está bien, luego compro más —me la quitó, abrió y entregó una en mi mano—. Pruébalas.
—Si quieres saber qué pasó con tu hermano, pregunta, no necesitas ser amable conmigo —dije cortante notando la mirada triste en su rostro, y percibiendo los ojos molestos del angelito y mi hermano.
—Lo siento —se sentó frente a mí comiendo una galleta—. ¿Cómo está?
—Muerto no, eso te lo aseguro. Sufriendo, un poco, pero no lo matará —no despego la vista del dulce.
—¿Qué pasará con él? ¿A dónde lo llevaron?
—¿Quieres verlo? —ella asintió— Espera un poco más. Esas preguntas que hiciste se te responderán.
—Gracias —colocó todo el paquete en el suelo frente a mí—, pero tampoco te trato bien por conveniencia —se levantó dando palmaditas, usó una voz autoritaria—. Bien, a terminar el trabajo. Kai, tú limpiarás el piso y cada rincón en el que haya harina.
—¿Por qué yo? —intenta tomar el paquete de galletas, pero su mano es aplastada por el pie de la enana— Ay, ay, ay, duele Lu.
—No lo sé, tú dímelo —dice con una sonrisa maléfica y sus ojos iluminados, dan un toque más mágico de lo que ya parecen.
—Lu, no puedo respirar… —ahora lo jala del cuello de su sudadera por detrás.
Todos se han ido a hacer más quehaceres, pero me dejaron ahí sentado en el suelo mirando a esa galleta que aún está en mi mano.
—Si no te la vas a comer… —alejé mi extremidad de la de Kai, que volvió con una fregona y balde para seguramente limpiar el desastre que ocasionó, luego se paró y empezó el aseo— Me confundes. Has ido por los años cazando y matando a su familia, pero ahora estás con ella teniendo muchas oportunidades de hacer lo mismo que con los demás, pero no lo haces —frunzo el ceño por sus palabras, sintiendo la punzada con que son dirigidas—. Aunque merecieras el karma por parte de ella, Lu no es así, por lo que no dudes de que puedes disfrutar de sus dulces.
Igual no digo nada, sigo mirando a la golosina sintiéndome relajado. Captando la sensación que hay en este lugar, uno en el que no presiento algo negativo, y eso es lo que me descoloca. Estoy tan acostumbrado a estar alerta, a no recibir hospitalidad, que un lugar demasiado puro me es sospechoso.
Nadie muestra sus verdaderos monstruos a no ser que ya haya sacado todo lo que necesitaba de ti.
Es lo que ella siempre profesa, lo que expresa de sí misma y que infunda en los demás.
Sonrío. Uno sincero, antes de probar la galleta, luego como las del empaque.
—¿Me das? —pregunta sonriente.
—No.
×~×~×~×~×
La noche no es diferente a las tantas que he pasado en lugares solitarios, como templos o bosques, siempre hay algo que se puede captar por el excesivo silencio, en este caso, los putos ronquidos de mi hermano, los cuales estaría sufriendo otra vez si estuviera a su lado.
Pero ahora estoy viendo a Lu durmiendo pesadamente en su cama, abrazada a su almohada con una línea de saliva escurriendo por la comisura de su boca, las sábanas tapan solo su cintura, lo que me permite ver que trae puesta una blusa de tirantes delgados con dibujo de unicornio saltando sobre un arcoíris, no tiene puesto sujetador, y para rematar, bragas de gato.
Debo darme prisa y llevármela antes de que Kai y Luke se den cuenta.
Así que eso hago.
×~×~×~×~×
Holis.
Las galletas que comió Ko son las Oreo versión Lady Gaga. ¿Las conocían? ¿Las han probado? ¿Cómo saben?
Las oreo tienen un chingo de sabores. Yo solo conocía muy pocas la verdad.
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