Capítulo 42: De regreso III
Ferocidad es la mejor palabra para describir el incesante ataque que la chica en su fase de bestia muestra, sin tregua se lanza para atacar a su hermano por la ferviente ira de sus recuerdos. Las tres criaturas con sangre de demonio se imponen con vehemencia ante el fulgor de la batalla contra su amiga. ¿Cómo pelear sin herir a quien se quiere cuando esta lucha con destreza? A pesar de que ella tampoco busca herirles, sólo desea llegar a la persona causante de una de sus desgracias.
Kai intenta golpearla en el estómago con la parte sin filo de su arma, Luar se echa de rodillas deslizándose por debajo de la hoja como si de un palo de limbo de tratase, y llega hasta Ko que corría detrás de su hermano mayor. La muchacha en un impulso se levantó saltando la katana oscilada, tensó su puño y golpeó el costado del chico que cayó arrodillado al sentir que un par de costillas se rompieron haciendo que tosiera sangre.
—Peleas bien, perra —alabó burlón intentado rajar su rostro, sólo un rasguño en la mejilla femenina logró.
No tuvo tiempo de hacer más cuando una patada le fue lanzada a la cara, no pudo esquivarla pero sí alcanzó a cubrirse con los brazos, aún así fue impulsado a golpear su espalda contra la pared para así caer al piso adolorido.
Luke también pelea, aunque se contiene lo mejor que puede para no lastimarla, intenta mantenerla entretenida mientras espera a que el alba arribe. Kai le apoya, ambos lanzan acometidos buscando el tiempo a que todo termine, falta poco, es cuando más deben de concentrarse y resistir.
Con rabia la joven castaña ruge, pone sus manos en el suelo simulando parecer un animal, sus garras dejan rasgaduras en la madera, sus iris están más verticales que nunca y, el gruñir deja en claro que ahora dará todo de sí tal vez en un último intento. Tensa sus músculos y pega el salto al techo, luego a las paredes, al suelo, a todos lados brinca y brinca con velocidad difícil de seguir con la vista.
Kai y Luke juntan sus espaldas, no saben de dónde llegará el ataque. Están exhaustos, desean parar, el rubio de ojos azules implora por que todo pare, no desea ver a su amada culpándose por lastimar a alguien, aunque ese alguien sea malo, menos si es su familia.
Entonces lo sabe, por lo que corre soltando su espada y protege con su cuerpo al de Zack, su pensar acierta a que Luar va de frente a su hermano con toda intención de atacar.
—Por favor Lu —las manos femeninas se esfuerzan por alcanzar a la persona de atrás, su cuerpo fue capturado en un abrazo por el joven de alas negras—, reacciona —ella sigue intentando llegar como si fuera una niña deseando tomar algo fuera de su alcance—. Luar —susurró a su oído con dulzura, movió su mano a acariciar sus cabellos, ella dejó de moverse sintiendo la calidez y suavidad de plumas rodearle.
Kai y Ko le miran absortos, sus adentros se calman cuando el sol entra lentamente iluminando todo, tocándola a ella anunciando el fin de la noche. La chica cierra sus ojos y su cuerpo desploma el peso en los brazos del muchacho que la ama, caen de rodillas pero no la suelta, la mantiene aferrada a él con fuerza y delicadeza.
Todo vuelve a la continuidad, las mentes de los humanos creen que están en el día siguiente sin saber que pasaron toda la noche ahí.
—¡Tengo miedo porque sé que yo la maté sin querer! —bramó alterado el hijo, esas palabras eran algo que estaba confesando a su padre antes de que la Luna Púrpura hiciera su efecto.
Padre e hijo notaron de inmediato a quienes están en sus presencias, están confusos y desconcertados, sus mentes no procesan cómo es que un chico con alas está ahí en medio de ellos, pero poco les importó cuando notaron a la chica entre sus brazos.
—¡Luar! —espetó el padre alterado arrodillándose, obligando a que ese extraño le diera a su hija para aferrarla a él— ¿Qué te hicieron? —nota las orejas puntiagudas al igual que sus colmillos largos por su boca entreabierta —¡¿Qué le hicieron?!
El padre temblaba con impotencia y terror de no saber qué fue lo que ocurrió con su hija, la aferra a él para protegerla. En medio de esa confusión recibe la explicación por parte de los seres sobrenaturales que están con ellos. Máximo siente que está loco y que ha perdido completamente la cordura, no sabe qué creer o tan siquiera confiar en lo que demonios, si es lo que son, dicen. Mirando a su hija inconsciente en cama mientras toma su mano con fuerza, niega todo no queriendo entender la verdad.
—¿Está muerta? —susurró consternado acariciando su mejilla.
Kai rasca su nuca con sonrisa inocente. —Técnicamente sí —Máximo le mira con rencor, está molesto más con él que con el otro par a quienes tampoco ha dejado de verles mal.
Ko por su parte permanece deductivo a todo, mientras tiene su costado herido sostenido, mira en especial a muchacho humano apartado con las manos en sus bolsillos y la vista baja, que disimuladamente dirige de forma culposa a su hermana menor.
—¿Por qué no te sorprende esto? —cuestiona entrecerrando los ojos. Zack se cohíbe ante la sencilla pregunta deseando evadir la repuesta— Entiendo.
—¿Qué entiendes? —preguntó Kai con actitud infantil acercando su cara a su hermano, quien con un tic en el ojo empujó al contrario haciéndole quejarse.
Ko jaló a Kai para apartarle hablando entre ellos, de vez en cuando dando un vistazo al humano y él, al igual que los otros dos varones en el espacio, le miran a ellos.
—Yo me haré cargo de él —sentenció el hermano menor sorprendiendo a todos, sin embargo, Kai no se quejó tampoco cuando Ko dictó que se llevaría al muchacho.
Zack estaba asustado, no sabe a dónde se lo llevará un demonio, supone que al infierno, después de todo no ha hecho más que crímenes, y eso él lo acepta.
—¿Qué harás con mi hijo? —Máximo lo encara con temor.
—Ya te has preocupado demasiado por él, es momento de que te enfoques en la hija que te ha necesitado desde hace años —abogó con irritación Ko tomando el hombro de Zack—. Tranquilo, te regresaré a tu rata en una pieza. Claro, si él coopera —agregó con maliciosa sonrisa palideciendo a los humanos.
—¡Es mi hijo! —exclamó asustado, sin embargo su atención fue captada por la muchacha que comenzó a sollozar entre sueños.
Máximo se sintió dividido, era como si le pidieran elegir a uno de sus hijos. Zack rio bajo con la mirada al suelo. —Deja ya de ponerle atención a un hijo que no lo merece —Máximo le miró dolido, no entendía esas palabras que se le dijeron con aflicción—. Tu monstruita te necesito más que yo.
Luke, que se acercó a Kai para preguntar con voz baja si estaba seguro en dejar que se llevaran al hermano de Luar, él asintió sin problemas confundiendo al joven ángel, quien aceptó aunque no entendiera.
—Hijo —musitó viendo que el demonio desapareció con el muchacho.
—Estará bien —comentó encantador el otro demonio, causando enfado en el hombre.
—¡No me digas que estará bien cuando son los hijos de Satanás!
—Tendrás que confiar —sonríe, señala con la cabeza a Luar que derrama lágrimas, luego pone en su estómago ese pequeño peluche de conejito que Máximo se asombra de ver, rápidamente busca el suyo percatándose de que ese es el mismo, pues se le había caído cuando cargo a su hija en brazos—. Ella te necesita ahora, no la dejes otra vez, al menos ya no finjas que lo haces.
—¿Qué?
—Soy un demonio, sé algunas cosas y tengo contacto con otros. ¿Nunca te preguntaste cómo es que el señor Torner era tan minucioso con sus reportes?
—¿Lo sabes?
—Él no es humano, y es un viejo amigo que tengo desde hace mucho tiempo, así que te da sus reportes pero excluye los puntos que no son normales —simuló hacer comillas en el aire—. Tranquilo Máximo, sé que tratas de ser un padre, aunque tu forma es de la mierda, la verdad —Luke le miró mal y le golpeó con el codo en el brazo—. ¿Qué? Las cosas como son.
El rubio negó rendido a su actitud, fue entonces que Máximo se sintió frustrado y caminó hasta su hija para besarle la frente y acariciar su cabeza, sonríe derramando lágrimas con ella, se disculpa prometiendo ser mejor, ya no oculto, sino que estará a su vista, demostrándoselo. Luar dejó de sollozar, ella se siente aliviada y su rostro más sereno lo dice.
Ahora pasaron una barrera que es el comienzo de un nuevo camino, y también fue el cierre de su puerta.
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