Confusión
El juzgado de guardia estaba abierto, pero no tenían los papeles necesarios para realizar la boda sorpresa. Así pues, una desilusionada Lauren, una contrariada Jade, una decepcionada Tori, una despreocupada Dove, una borracha Megan, y una… bueno… Shego, salieron tal y como entraron del lugar: compuestas y sin boda.
- Mira que son estirados estos tipos…- Shego también iba un poco achispada, lo que significaba que tenía una mayor desvergüenza, si cabía.
- ¡Eso! ¡Deberían habernos dejado celebrar la boda! – Jade también había bebido un poco demás para envalentonarse y decir el "sí quiero".
- ¡Ferpectamente! – Megan ya casi no se tenía en pie.
- ¡Ahora, a por los laureles del césar! ¡Jijijiji! – Dijo Jade. Le encantaban los tebeos de Astérix y Obélix.
- ¡Ferpectamente! – Megan apoyaba la moción.
– ¡Jijijiji! – A Jade le entró la risa tonta.
- ¿A qué viene esa risa? ¿Acaso estás pensando en hacerme cositas? – Tori también quería divertirse.
Jade paró de reír, y se sonrojó, para deleite de la castaña.
- Parece que la cachorra quiere divertirse esta noche con su prometida… Será mejor que las dejemos a solas… -Shego no perdía oportunidad para incomodar a Jade.
- ¡Nada de eso! – Dijo una indignada ojigris.
- Entonces, ¿a qué viene ese sonrojo? – Shego volvía a la carga.
- Es que… bueno… ¡he bebido demasiado! ¡Sí! ¡Eso es! – Dijo Jade vehementemente, aunque nadie la creía.
- Creo que lo mejor es que nos volvamos a casa. Ya es tarde… -Dove era la única sensata del grupo.
- ¡De eso nada! ¡La noche no ha hecho nada más que empezar! – Dijo Megan, que estaba ya un poco más sobria.
- ¡Ferpectamente! – Dijo Shego, imitando a Megan.
- ¡Nada de tonterías! ¡Todas a casa! ¡Ya hemos hecho bastante el tonto por hoy! – Cuando Lauren se ponía en plan madre, no había quien le rechistara.
Así, después de una noche un tanto alocada, y tras una larga discusión, las amigas se despidieron hasta otro día.
- ¿No me invitas a tu casa? – Dijo Tori con sonrisa picarona cuando llegaron al apartamento de Jade. Estaban las dos solas en el taxi, ya que las otras se habían ido en otro.
- N-no… creo que es mejor que vayamos a dormir… ¡pero cada una en su casa! - contestó Jade con toda la dignidad que tenía.
- ¡ho! ¡Mi Jade no me encuentra atractiva! – Tori probó su táctica de hacerse la víctima.
- Ya te he dicho que no me engañas más con esos trucos… - Dijo Jade, para luego escapársele un bostezo.
- Está bien. – Dijo Tori rindiéndose. Ella también estaba cansada. – Muchas gracias por invitarme al karaoke. Siento que se frustrara lo de la boda rápida.
- Sí, bueno… siempre podemos venir mañana con los papeles en regla… - Jade quería librarse de una boda demasiado pública.
- Me lo pensaré. – Fue toda la respuesta que dio Tori. - ¿Un besito de despedida? – Tori quería probar de nuevo los labios de Jade. Ahora que conocía las intenciones de su prometida, empezaba a atraerle más.
- ¡De eso nada! ¡Adiós! - Abrió corriendo la puerta del taxi y salió como alma que se la lleva el diablo.
- Bueno, parece que es un poco tímida… - se quedó diciendo Tori. – Será cuestión de insistir…
A la mañana siguiente, una preocupada Lauren llamaba por teléfono a una resacosa Jade.
- Jadey, sé que somos amigas, pero también eres mi empleada. Ya deberías estar aquí. – Lauren estaba regañando a la ojigris.
- Lo siento, Lolo. Pero es que anoche una amiga se empeñó en ir al karaoke. Ya sabes cómo son esas cosas… te lías, te lías… - dijo Jade con ironía.
- ¡Ya mismo te quiero aquí! – Lauren no se podía creer la cara que tenía su amiga.
- ¡Sí, mi sargento! – Dijo Jade colgando enseguida. Sabía que a Lauren no le gustaba que le dijeran sargento.
Cuando llegó al Dios Gato,Lauren la estaba esperando con los brazos en jarras.
- ¡No vuelvas a llamarme sargento! – Dijo con el dedo índice levantado.
- ¡Señor, sí, señor! – Dijo Jade saludando a lo militar.
- Parece que estamos de buen humor… ¿será que anoche hiciste esto y aquello con Tori? – Lauren también sabía meter cizaña cuando quería.
- ¡Pues claro que no! ¿Por quién me tomas? – Dijo una más que indignada Jade.
- Bueno, basta de tonterías. ¿Te importaría que fuéramos a tu despacho para hablar sobre la inauguración del nuevo restaurante? – Dijo Lauren en plan profesional.
- Sí, claro. Vamos. – Jade dio un bostezo.
- Será mejor que nos llevemos un café negro súper grande y cargado… - Dijo Lauren, dirigiéndose a la zona de cafetería para coger dos cafés.
Una vez sentadas, se dispusieron a discutir el asunto.
- Verás, Jade. Me gustaría darle toda la publicidad posible al nuevo restaurante. – Empezó a decir Lauren.
- Claro, claro. Yo también. – Se apresuró a decir Jade. – La campaña publicitaria ha sido todo un éxito. El otro día en el supermercado oí a una niña cantando la canción del anuncio que pusimos: "Dios Gato, Dios Gato, Dios Gato, el restaurante con los mejores platos" – Cantó Jade.
- Sí, sí… pero a lo que iba. Dentro de una semana es la inauguración, y va a venir la televisión y la prensa…
- Sí. Está todo preparado. Megan y yo estuvimos trabajando en todos los detalles.
- Sí. Pues verás, se me ha ocurrido que podrías invitar a Tori. Ella es muy famosa, y así se promocionará mejor. – Se aventuró a decir Lauren.
- Sí, bueno… es que… no sé… - Jade empezó a rascarse la nuca.
- ¡Por los dioses, Jade! ¡Anoche casi te casas con ella! ¡Tampoco es que sea una desconocida! – Lauren se exasperaba con la actitud de Jade. Desde su punto de vista, tenía una suerte inmensa. Tori, además de toda la fama y la riqueza, era una mujer muy bella y muy agradable. No sabía a qué venía la indecisión de su amiga de ojos grises.
- Ya lo sé… pero… es que me pone nerviosa, ¿sabes? – Dijo Jade muy bajito y mirando a los lados por si acaso alguien la había oído, aparte de Lauren.
- ¿Te pone nerviosa? – Lauren estaba sorprendida ante la declaración de su amiga.
- Sí. Se pone a hacerme bromas y a tontear conmigo… ¡le encanta ponerme colorada! – Jade se estaba mesando los cabellos del nerviosismo.
- Mira, Jade. Yo creo que vas a tener que acostumbrarte. – Empezó a decir Lauren. – Al fin y al cabo, se van a casar…
- Sí, pero me sigue poniendo nerviosa… - dijo Jade a modo de secreto.
- Te pone nerviosa… ¿te sudan las manos cuando la ves?- Inquirió Lauren.
- ¡Exacto! – Jade respondió.
- ¿Se te hace un nudo en el estómago cuando estás cerca? – Siguió pregutando.
- ¡Sí, sí! ¿Crees que me pasa algo malo? – Jade no entendía por qué le afectaba tanto la presencia de Tori.
- No es nada, no te preocupes. En fin. Resumiendo: que la llames para invitarla el lunes que viene. A ver si no tiene algún otro compromiso. – Lauren era todo negocios ahora. Además, no quería asustar a su amiga diciéndole que seguramente se había enamorado de la castaña. No creía que Jade fuera capaz de asimilarlo. Debería darse cuenta por ella misma. Jade era una de esas personas que descubrían sus sentimientos en eras geológicas, no en el tiempo normal humano. Debería digerirlo ella sola.
- ¿Quieres que la llame ahora? – Dijo Jade.
- ¿Por qué no? – Lauren no quería que Jade se echara para atrás.
- ¿Hola? ¿Jade? – Respondió Tori al otro lado del teléfono. - ¿No puedes vivir sin mí? – Preguntó con una sonrisa en los labios, sabiendo el resultado en la cara de su prometida, aunque no lo viera.
- ¡Déjate de bromas! Este… - Jade empezó a dudar.
- ¿Sí? – Dijo Tori con expectación.
- Verás… ya sabes que Lauren inaugura su nuevo restaurante el lunes… - empezó a balbucear Jade.
- ¿El de los mejores platos? – Al parecer, ella también se acordaba del anuncio. - Sí, ya lo sé. Me lo dijiste. ¿Pasa algo?
- Es que… hemos pensado… ¿podrías venir tú también? Para darle publicidad y eso… - se aventuró Jade.
- ¡Pues claro! ¡Me encantará! – Dijo Rori muy alegre, sabiendo que tendría la oportunidad de ver a su prometida de nuevo.
- ¡Genial!- La sonrisa de Jade era de oreja a oreja. – Entonces, nos vemos el lunes.
- ¿No nos vamos a ver antes? – Dijo Tori con tono de pena. – Después de todo, casi nos casamos anoche.
- Sí, ya… es que… tendré mucho trabajo… - a Jade se le estaba comenzando a hacer un nudo en el estómago, ante la posibilidad de ver nuevamente a Tori.
- ¿Mi Jadey sólo me quiere para utilizarme? – Tori sabía que estaba jugando con los sentimientos de la ojigris.
- ¡No! ¡Por supuesto que no! – Jade había tragado el anzuelo.
- Además. Debemos preparar lo de la boda. – Tori tiraba del sedal. – He hablado con mi padre, y le alivió mucho que no nos casáramos a escondidas. Dice que quiere tener el honor de llevar a su hija del brazo hasta su futura esposa. – Tori le había contado toda la historia a su padre, incluso lo de las razones por las que Jade se casaba. Al saber que no era ni por su dinero ni por su fama, empezó a albergar buenos sentimientos por la prometida de su hija.
- Vaya… - dijo Jade toda decepcionada.
- En fin… ¿te gustaría cenar esta noche con nosotros? – Dijo Tori a Jade.
- Este… - de nuevo, Jade rascándose la nuca.
- Di que sí. Mi padre quiere hablar contigo. – Tori era insistente.
- Está bien. Esta noche cenaremos juntas. ¿Dónde quedamos? – Preguntó Jade.
- En casa. Será mucho más cómodo. – Dijo la castaña triunfalmente.
- Está bien. Después del trabajo iré. – Dijo Jade contenta aunque nerviosa.
- Te esperaré, dulce diablo… - Tori sabía que ahora Jade estaría como un tomate.
- S-sí. Ha-hasta luego. – Tartamudeó Jade.
Lauren había visto los cambios en la cara de su amiga.
Definitivamente, Jade sentía algo por la actriz. Pero no sería ella la que se lo insinuara. Quizás hablaría con Shego.
Shego parecía tener tendencias suicidas y seguramente no se cortaría en molestar a la pobre Jade.
Lauren se sonrió para sí misma. Algunas veces podía llegar a ser muy malvada.
En otro lado de la ciudad, planes más siniestros se desarrollaban.
- Éste es el hombre. Se llama David Vega. - Dijo Lindsay señalando a David en una foto. – Ya saben. Que parezca un accidente.
- David Vega… va a ser difícil, con tanta seguridad que tiene. Es uno de los hombres más importantes de todo L.A.… ¿Y el efectivo? – Dijo uno de los hombres.
- La mitad ahora y lo que falta después de que lo hayan hecho. – Dijo Lindsay adelantándole una suma más que sustanciosa.
- ¿Alguna petición especial? – Dijo otro de ellos.
- No. Sólo que no fallen. ¡Ah! Y a mí no me habéis visto jamás.
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