La noche había empezado bien. Jade se presentó puntual, algo muy inusual en ella.

Pero quería acabar cuanto antes el suplicio. Así que, cuanto antes empezaran, antes acabarían.

Aún así, Tori había llegado antes. Cuando Jade entró en el restaurante, Tori ya estaba sentada a la mesa esperándola.

La actriz lucía un hermoso vestido rojo, que resaltaba todas sus hermosas curvas.

Por su parte, Jade iba en vaqueros y camiseta negra, sin importarle lo elegante que fuera el restaurante.

Aún así, Tori pudo observar el escultural cuerpo que lucía la pelinegra.

Se intercambiaron saludos de cortesía y comenzaron a hablar.

Tori fue la primera en decir algo. Había pensado en ir directa al grano, pero las imágenes por televisión de un pingüino conduciendo una moto (con casco incluido, por supuesto) le vinieron a la cabeza.

- ¿Así que te gusta disfrazarte? – Preguntó una divertida Tori.

- No.- Dijo Jade tajantemente, poniéndose toda colorada. Esto aumentó la sonrisa de Tori. Una sonrisa sincera, no falsa, como lo eran la mayoría de sus sonrisas. Jade se dio cuenta de esto, pero prefirió no comentar. - ¿Por qué no vamos al grano? – Dijo Jade con impaciencia.

- Sí, claro. – Dijo Tori todavía sonriendo. – Pero primero pidamos la comida. Prefiero que no nos interrumpan.

- Mmm, de acuerdo. – Jade cogió la carta y empezó a mirar lo que había en ella.

Jade tenía cara de concentración, con el ceño fruncido, mientras miraba el menú. Parecía que se lo estaba aprendiendo de memoria. Tori la miró brevemente, y se sonrió para sí misma. De todos modos, no debía olvidar que parte de su imagen se había ido por los suelos precisamente gracias a la chica que se sentaba delante de ella. No le gustaba la situación y, desde luego, debería llevarla lo más diplomáticamente posible. Quizás pudiera manipularla fácilmente.

En todo caso, la chica le desconcertaba. Vestía y se comportaba de forma casual, con cara de disgusto. Cualquiera hubiera dicho que no quería estar allí. Eso intrigó a Tori, pues creía que su sola presencia despertaría el interés en la pelinegra Al fin y al cabo, era admirada por la mayoría de la gente.

Aún habiendo ido a parar su historia a la prensa tan rápido, Jade parecía enfadada por la situación. Como si también le incomodara el estar en el centro de mira de todos los medios. Esto le parecía contradictorio. Se supone que alguien que vende su historia tan rápidamente a la prensa querría aún más audiencia. El hecho de que le pidiera que la entrevista fuera en un sitio reservado y sin cámaras le pareció muy extraño. Antes de llegar al restaurante pensó que seguramente ya había vendido la exclusiva y seguramente no quería que otros medios retransmitieran su "cena romántica". Pero no vio a nadie con cámara, ni micrófono ni nada de eso. Sin duda, era desconcertante. Decidió comentarlo de forma casual.

- Parece que no hay reporteros cerca. ¿Acaso te has cansado ya de la atención?

Jade la miró de mal humor.

- Yo no tengo nada que ver con eso. Fue mi madre quien dio la noticia. – La ojigris se concentró de nuevo en el estudio de su menú.

- ¡Oh! – Fue toda la respuesta de Tori. La verdad es que la contestación de Jade la sorprendió mucho. No se la esperaba.

Tori iba a comentar algo más, pero el camarero eligió ese momento para presentarse a tomar nota de la cena. Jade esperó a que la castaña pidiera.

- Yo quiero una ensalada de la casa y salmón a la menière.

- Y yo quiero chuletón de buey con mucha mayonesa. – Dijo Jade, para horror de su acompañante.

Tras pedir las bebidas, un espumoso para Tori y Café Negro Hirviendo para la pelinegra, pues Jade no quiso beber alcohol, reanudaron su conversación.

- ¿No te preocupa el colesterol? – Se aventuró a decir Tori. No se resistió a comentar la elección de plato de su futura esposa.

- No.- Y ésa fue toda la respuesta de Jade sobre el tema.

- Muy bien. Parece que es mejor que nos centremos en nuestro problema. – Dijo Tori, tomando el control de la conversación.

- Me parece bien. – Contestó Jade.

- Perfecto. – Siguió la castaña antes de que Jade pudiera abrir la boca. – La cuestión es ésta: debido a una apuesta entre nuestros padres, estoy obligada a casarme contigo. Por supuesto, si tú no quisieras cumplir el acuerdo, no pasaría nada. Todos a casa y tan contentos. – Se aventuró a decir Tori.

- Ésa no es una posibilidad. – Dijo Jade.

- Supongo que dinero y poder, y una esposa como yo es demasiado como para decir que no... – dijo Tori con ironía.

- No seas tan vanidosa. Nada de eso me importa.

- Entonces, ¿por qué quieres casarte conmigo?

- Tengo mis razones.

- Sí, claro. Ya veo. – Contestó la castaña con desdén. Jade se imaginó lo que la otra pensaba.

- Mira, niña de papá. No me importa el dinero ni nada de eso. Tengo un trabajo que me da de sobra para vivir. Casarme contigo sólo me traería dolor de cabeza.

- Sí, ya. Y seguro que yo tampoco te gusto.

- No me interesas. No eres mi tipo.

- ¿Ah, no? Entonces, ¿podría su alteza serenísima decirme por qué te casas?

- Eso es algo entre mi madre y yo. – Dijo Jade tajantemente, sin dar lugar a mayor comentario.

Al parecer, Jade se dejaba llevar por lo que su madre le decía. Por lo que su padre le había dicho, la madre de Jade no iba a cambiar de idea sobre el matrimonio, ni siquiera por todo el oro del mundo. Así que librarse de la boda no era una opción. Tori lo había intentado. Así pues, se centró en minimizar los daños. Esta chica arrogante le ponía las cosas difíciles.

- Muy bien. Entonces tenemos que manejar nuestra imagen a la prensa. – Prosiguió la castaña.

- ¿Qué pasa con nuestra imagen? – Dijo Jade a la defensiva.

En este momento fueron interrumpidas por el camarero, que les sirvió los platos.

- Este... ¿podría traerme un bote de mayonesa? – Inquirió Jade.

- Por supuesto. – El camarero reprimió su cara de asco, no así Tori.

- ¿No te han echado bastante? – Preguntó Tori.

- Nunca hay bastante mayonesa. – Respondió Jade con convicción.

Después de recibir el condimento por parte del camarero, Tori decidió reanudar su conversación.

- Mira. Yo dependo de mi imagen en gran medida.

- Desde luego, con lo mala actriz que eres... – dijo la pelinegra por lo bajo. No había visto ninguna de sus películas, pero suponía que todo lo debía a sus contactos y a su físico, que, por otro lado, era bastante atrayente.

- Perdona... ¿decías? – Tori no oyó lo que la otra había dicho.

- Nada, nada... sigue...- Jade estaba engullendo su chuletón con su preciosa mayonesa, para disgusto de Tori.

- Bien. He hablado con mi manager y mi publicista y creemos que es importante que se diga que estábamos prometidas, pero que, al conocernos poco a poco, realmente nos casamos porque nos hemos enamorado... así que deberemos hacer una rueda de prensa conjunta...

- Lo siento.- La cortó Jade.- No quiero nada que ver con la prensa.

A Tori empezaba a dolerle la cabeza.

- Mira. Si hacemos una rueda de prensa, los medios se quedarán tranquilos. Ahora sólo tienen información contradictoria, y por eso buscan la verdad. Si nosotras les proporcionamos una "verdad", nos dejarán tranquilas. Además, no querrás salir más con traje de pingüino.

Jade se lo pensó un poco, poniéndose colorada al recordar lo del disfraz. Ciertamente, había algo de verdad en lo que decía Tori.

- Bien. Pero una entrevista corta. – Cedió la ojigris.

- Perfecto. – Contestó la castaña con una sonrisa contenida. Desde luego, le resultaba bastante difícil manejar a Jade. – Por supuesto, tendremos que actuar como una pareja normal. Es decir, salir juntas de vez en cuando...

- ¡Nada de besos! – Exclamó Jade poniéndose toda colorada. El detalle no le pasó desapercibido a la castaña.

- ¿Ni siquiera un piquito de vez en cuando? – Bromeó Tori.

- ¡Ni hablar! – El rojo de Jade cada vez era más intenso.

- Bueno, pero tendremos que salir de vez en cuando juntas.

- Mmm, bien. ¡Pero nada de besos! – Jade había cedido rápidamente. Al parecer, cuando se ponía nerviosa era fácil de manejar. Tori se dio cuenta de que había encontrado un arma maravillosa para utilizar en contra de la pelinegra. Además, era muy divertido.