2.
Madison aparcó el coche en la Strip, la avenida más importante de Las Vegas, sin saber muy bien a dónde iba. Pagó la tarifa del aparcamiento público por un par de horas y caminó intentando pasar desapercibida, soltándose el pelo y peinándolo con los dedos, como si eso fuera a mejorar el estado deplorable en el que se encontraba. Estaba desorientada, cansada, y le dolía la cabeza a causa de las luces resplandecientes y cegadoras de los letreros que parpadeaban a su alrededor. Se sentía como una polilla atrapada en una gran y nauseabunda bola de discoteca con olor a naftalina, solo que allí, el olor era una mezcla de humo de cigarrillos, comida rápida y perfume caro.
A su derecha tenía el Bellagio, un hotel y casino de lujo con una fachada color crema claro, inspirada en la arquitectura italiana. Lo más destacado del hotel no eran sus treinta y seis plantas, ni la cúpula redondeada que coronaba el edificio, si no el lago artificial de fuentes danzantes ubicado justo delante. Conforme se aproximaba, pudo reparar en que los chorros de agua que se elevaban a 459 pies, estaban sincronizados al ritmo de la música clásica proveniente de altavoces que pasaban desapercibidos a simple vista. La gente se aglomeraba a los alrededores, móvil en mano, para grabar el espectáculo al compás de Chopin, sin disfrutarlo realmente, solo capturándolo en una pantalla y no en la memoria. Ella no se permitió detenerse a contemplar la danza hipnótica del agua, ni maravillarse por la exuberancia que la rodeaba, llena de réplicas de los monumentos más icónicos del planeta, como la Torre Eiffel del Paris Las Vegas en el horizonte y la Estatua de la Libertad frente al New York-New York Hotel. Aún así, Madison parecía ajena a todo lo que la rodeaba, su mente solo saltaba de una fecha a otra, rememorando cada conversación con su hermana como si fuera a sacar de aquellas escasas palabras algo de información.
Contempló justo a la izquierda del Bellagio, forzando la vista en exceso y aproximándose al lugar. Si la búsqueda rápida en internet no fallaba, se debía encontrar allí, y efectivamente. El Dice & Craps Corporation, que carecía de letreros luminosos y carteles llamativos, se erguía de manera discreta, pasando inadvertida al rededor de los neones de la ciudad. El rascacielos, con una estructura de vidrio oscuro y opaco, parecía absorber toda la luz a su alrededor, sin reflejarla.
Madison se detuvo frente a la entrada, a una distancia prudente, observando cómo la gente, vestida de manera impecable y formal, pasaba sin detenerse. Sabía que ese era el lugar donde debía comenzar su investigación privada, pero también sabía que tenía que empezar al día siguiente. Quedaba poco menos de media hora para que su ticket en el aparcamiento expirara, y tampoco iba vestida para la ocasión. Unos pantalones vaqueros desteñidos por el uso, una sudadera con manchas de café desparramado y unas deportivas desgastadas no cumplían el código de vestimenta del hotel, por lo que se dispuso a dar media vuelta, no sin antes observar a los dos hombres corpulentos con pinganillos de la entrada, los cuales estaban anclados a ambos lados de la puerta. La miraron con desdén y cierta desconfianza, típico de un lugar en el que las miradas curiosas no estaban permitidas, lo que la hizo tragar con fuerza y girar sobre sus talones, esta vez sí, decidida a marcharse a paso ligero antes de que tuviera que pagar otra hora más del parking.
Sin embargo, mientras cruzaba la calle hacia el aparcamiento, notó como la figura autoritaria de un hombre se aproximaba al edificio. Era un hombre alto que casi rozaba los dos metros, vestido con un traje oscuro que se ceñía perfectamente a su cuerpo bien trabajado y atlético, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Su cabello oscuro, aunque cuidado y bien peinado, caía en mechones desordenados sobre su frente, y una ligera barba de varios días, perfectamente recortada, resaltaba su mandíbula marcada y sus pómulos altos. Su presencia era imponente, con una postura erguida y una confianza evidente, haciendo que las personas que se interponían en su camino se apartaran, agachando la cabeza o mirando a cualquier lado que no fuese el hombre de profundos ojos grises y piel clara. Su mirada era como el hielo, y Madison, la cual lo reconoció al instante, se preguntó como una mirada de un color tan hermoso, era capaz de no trasmitir absolutamente nada. Noah Swan, el joven dueño del Dice & Craps Corporation, el hotel y casino más sofisticado y privado de Las Vegas, caminaba como si el resto de gente que aguantaba hasta la respiración, no existiese, con una expresión tan vacía y dura en el rostro que te helaba cada hueso del cuerpo, acompañado de un escalofrío que empezaba en la espina dorsal y se dispersaba hacia el resto de extremidades, entumeciéndote y desprogramándote las funciones primitivas del cerebro.
Cuando llegó a la altura de los seguratas, estos se apartaron casi de inmediato, perfectamente sincronizados, atemorizados e incapaces de mantenerle la mirada al hombre que pasaba justo al lado de ellos. Madison se quedó petrificada, observando desde la lejanía cómo la puerta se cerraba detrás de él. El murmullo, que había cesado con la llegada de Noah, volvió a la normalidad, los guardas recuperaron la compostura, y las luces volvieron a centellear de esa manera abrumadora que solo Las Vegas poseía.
Madison se dio cuenta de que, cuando Noah hacía acto de presencia, la ciudad se desvanecía absorbida por la intensidad de su persona, casi de la misma manera en que lo hacía el edificio oscuro que se elevaba hasta rozar el cielo.
Miró el reloj de su teléfono y corrió como si el cansancio no fuese a acabar con ella. Le quedaban diez minutos para que su estacionamiento caducara y no pretendía pagar una multa. Al llegar al audi naranja de los 80 heredado de su padre, se apoyó en el capó, cerciorándose de que aún le sobraban un par de minutos, tratando de recuperar el aliento y haciendo caso omiso al dolor en las piernas y al malestar general que sentía. Se limpió el sudor de la frente y se subió al coche, quitándose el abrigo y dejándolo en el asiento del copiloto. Se abrochó el cinturón y empezó a conducir hacia la salida de la Strip, con el Panda Residence Hall en el maps. Solo esperaba que Olive, su compañera de habitación en la residencia, se hubiese ido unos días, así como ella había hecho.
Estaba agotada, y no tenía ganas de un interrogatorio a esas horas de la noche. Solo quería una ducha caliente que la ayudase a planear su próximo movimiento y un descanso que le renovara las fuerzas que en ese momento creía extintas. Sabía que al día siguiente tendría que cambiar el armario y conseguir la forma de entrar al Dice & Craps sin levantar sospechas. Tenía que convertirse en una más, y por ende, debía investigar qué clase de gente entraba en el hotel privado.
Al llegar a la residencia, Madison estacionó su coche en el pequeño aparcamiento frente al edificio, lo suficientemente cerca para acceder a la entrada sin mucho esfuerzo; sentía que si movía solo un músculo más de su cuerpo, acabaría colapsando. Se dirigió hacia la puerta principal, buscando la tarjeta de acceso dentro de su bolso, y cuando dio con ella abrió, caminando por el vestíbulo a cámara lenta, arrastrando los pies, y, atravesando el pasillo de máquinas expendedoras, se metió en el ascensor, dando al segundo piso y recostándose en una de las paredes.
Cuando entró, echó un vistazo rápido a la habitación, comprobando qué, efectivamente, Olive no se encontraba allí, y esperaba que así fuese durante unos cuantos días. Se desvistió con dificultades, echando después la ropa al cesto de la ropa sucia y se metió en el baño. Miró su rostro más pálido de lo normal, sus labios finos llenos de heridas molestas, y sus ojos oscuros, hinchados y rojos. Tenía el cabello enmarañado y sucio. Necesitaba un baño con urgencia.
La ducha rápida fue reconfortante. El agua caliente ayudó a relajar sus músculos tensos y a despejar su mente. Sabía que el cansancio y las horas inexistentes de sueño no la ayudarían a encontrar a su hermana, pero cuando salió del baño, envuelta en su albornoz de unicornios, en vez de tirarse a la cama y caer rendida, se sentó en el escritorio, encendiendo el portátil y abriendo su libreta. Mordisqueó la tapa del bolígrafo, volviendo a releer el mismo artículo de Noah Swan. Ignoró el dolor de cabeza palpitante que tenía, frotándose los ojos molestos a causa de la luz de la pantalla, intentando averiguar algo nuevo, alguna pista entre esas letras que la llevaran a su hermana:
"Noah Swan: el joven heredero a la fuerza del Dice & Craps Corporation".
Las primeras lineas de la noticia contaban la historia más bien pobre que todos en Alaska conocían. Noah, hijo único del mayor y más relevante magnate hotelero, había tomado las riendas del negocio familiar, casi por obligación, tras la muerte repentina de su padre, Richard Swan. Aunque oficialmente había sido catalogada como una muerte natural, después de una investigación exhaustiva por parte de la policía de Las Vegas, que no llegó a nada concluyente, las circunstancias que rodearon su fallecimiento eran todo un misterio.
A pesar de los varios testimonios de los empleados de la Mansión sobre el comportamiento paranoico que presentaba el hombre, que las cámaras de seguridad dejaran de funcionar inexplicablemente esa noche, o que algunos expertos forenses indicaran que podrían haber existido signos de asfixia y violencia, los resultados fueron inconclusos, y la causa oficial fue registrada como un ataque al corazón, nada normal para alguien de cuarenta y siete años.
El artículo continuaba con los estudios de Noah en la Harvard Business School, donde obtuvo un máster en administración de empresas, y detallaba su éxito y la forma en que había gestionado el negocio desde que comenzó a hacerse cargo con solo veinticinco años. No se mencionaba nada sobre su vida personal, destacando que llevaba una vida discreta y reservada, a diferencia de su padre, y que no había concedido ninguna entrevista en los dos años que llevaba al mando. Aunque se le había asociado con varias figuras controversiales vinculadas a la mafia y al blanqueo de dinero, entre otras, el portavoz de la familia indicaba que el hotel no podía hacerse responsable de quién entraba a sus instalaciones, y que, si algunos de ellos estaban involucrados en actividades cuestionables, eso no era culpa del negocio ni de la gestión impoluta de Noah. Las teorías conspiratorias que rodeaban al apellido Swan con conexiones directas con mafiosos, redes de blanqueo de dinero, contactos en América Latina, crimen organizado o trata de blancas, eran meras especulaciones sin fundamento, y hasta la fecha el Dice & Craps Corporation había mantenido una postura firme en contra de cualquier actividad ilegal. El portavoz subrayó que la empresa operaba de manera transparente y estaba sujeta a rigurosas auditorías y controles internos. A pesar de los rumores, no se habían presentado pruebas concretas que vincularan a la compañía con actividades ilícitas, y pedía respeto hacia una familia que aún mantenía el luto por la muerte de un hombre muy querido en la ciudad.
Madison revisó el artículo sobre Noah Swan por enésima vez antes de inclinarse sobre su libreta, llena de notas desordenadas y garabatos que seguramente solo ella era capaz de entender. Encendió la lámpara de escritorio que a penas otorgaba luz, y comenzó a escribir, apretando el bolígrafo contra el papel con excesiva fuerza, en un intento de organizar sus pensamientos.
—Noah Swan —murmuró para sí misma conforme iba escribiendo—. Joven heredero, comenzó a gestionar el Dice & Craps a los veinticinco años. Sin entrevistas en dos años. ¿Por qué tan reservado? ¿Qué oculta?
Dejó el bolígrafo y se frotó los ojos, intentando mitigar el picor y el escozor, mirando lo que había escrito con temor.
—Se le ha asociado con figuras controvertidas. ¿Coincidencia o algo más? La familia dice que el hotel no es responsable de los clientes. Pero, ¿qué tipo de clientes frecuentan el Dice & Craps?
Se levantó y empezó a caminar por la habitación, sintiendo su cabeza como un engranaje atascado que no conseguía girar. "Las teorías sobre la mafia, el blanqueo de dinero... Todo eso pueden ser las típicas teorías de los casinos de Las vegas, pero no puedo ignorarlo. ¿Cuál era el puesto de Loren en el hotel?"
Regresó a su asiento y abrió el archivo de su portátil con la información recopilada sobre el Dice & Craps Corporation. Hizo una lista de lo que sabía hasta el momento, marcando los puntos clave y las lagunas en la información.
Noah Swan - Harvard Business School, toma el mando a los 25, sin vida personal pública. Hotel discreto, sin letreros llamativos. Clientes del hotel cuestionables, rumores de actividades ilegales, muerte del padre en circunstancias extrañas.
"¿Alguna conexión directa? ¿O solo especulación?"
Pensó en la escena frente al Dice & Craps. El edificio oscuro, los guardias que la miraban con desconfianza y muy poca gente que entrara en el hotel como para que encajaran las palabras señaladas por el portavoz sobre los clientes. Además añadió el detalle de cómo la gente actuaba en presencia de Noah.
Se levantó y fue hacia el armario de Olive, sacando de él un vestido azul eléctrico muy ceñido al cuerpo y con demasiado escote, pensando dónde podría conseguir un carnet falso que le permitiera la entrada directa al hotel. Dejó el vestido en el respaldo de la silla y se detuvo un momento para reflexionar antes de echarse en la cama, mirando la libreta llena de notas y tachones.
"Mi hermana está en algún lugar, y cada minuto es primordial. Si Noah Swan tiene algo que ver con su desaparición, voy a encontrar la verdad, cueste lo que cueste."
Cerró la libreta, frustrada, y la dejó sobre la mesita de noche antes de apagar la lampara y abrazar la almohada.
—No puedo permitirme más errores.
Intentaba relajarse y dejar de pensar, forzándose a mantener los ojos cerrados. Sabía que se estaba metiendo en un terreno pantanoso y que seguramente no le gustaría nada de lo que pudiera averiguar, pero era su hermana lo que estaba en juego, y la debía todo. Loren se había hecho cargo de ella desde muy temprana edad, dejando de lado sus sueños y aspiraciones para asegurar que Madison tuviera una vida decente y un futuro mejor.
La noche era especialmente larga para alguien que se encontraba en medio de una investigación tan delicada. Madison era estudiante de criminología, lo que le había proporcionado las herramientas para analizar y descifrar casos complejos, sabiendo que hasta los detalles más insignificantes y que se mantenían a simple vista, podían ser cruciales para alcanzar la verdad. Pero también le había enseñado lo cruel y despiadado que podía ser el mundo del crimen. Los conceptos de motivación, oportunidad y método se mezclaban con sus temores personales y el dolor por la desaparición de un familiar, razón por la cual no se permitía la participación directa de alguien conectado con la víctima en las investigaciones. La imparcialidad era esencial para mantener la integridad de cualquier caso, y su propia implicación emocional podría nublar su juicio y llevarla a cometer errores.
Finalmente, el cansancio la venció, llevándola a un sueño perturbador. Se vio atrapada en una pesadilla donde las imágenes borrosas de su hermana bailando en ropa interior en el Dice & Craps, con las pupilas dilatadas y sangre goteando a borbotones de su nariz, se mezclaban con la mirada inexpresiva de Noah Swan, que la observaba desde todos los ángulos, como si estuviera atrapada en uno de esos laberintos de espejos de los circos, sin escapatoria.
NOTA DE AUTORA:
Gracias por leer. Si te gusta recuerda que tu voto y comentario me ayudan mucho. ¡Nos vemos pronto mis villanos favoritos!
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