
20. Celebración.
Marcos se encontraba admirando la belleza de la ciudad de Buenos Aires desde la vista que le ofrecía su oficina, se preguntó cuántas veces se detuvo a disfrutar de su alrededor o cuando fue la última vez que disfruto de respirar, de sentir, de simplemente vivir. Sus cabellos llenos de rulos se enredaban al contacto con el viento, ya no les ponía gel para ocultar la naturaleza divertida de los mismos.
Y la mañana se hizo mejor cuando unos brazos rodearon su cintura y un cálido beso fue dejado en su espalda, sonrío como algo que siempre hubiera hecho, y se dio la media vuelta para abrazar el cuerpo que buscaba su calor, aquella piel morena le encantaba, al igual que sus hermosos ojos verdes que le recordaban a los bosques patagónicos que tanto extrañaba algunas veces.
—¿Ya te dije que me encantas, manzanita paraguaya mía? — Daniel se mordió el labio inferior con fuerza, no podía aún creer lo que vivía, a veces temía escuchar el sonido de su despertador y al abrir sus ojos se diera cuenta que todo aquello no había sido más que un sueño, un muy bonito sueño.
—Me lo dijiste, pero decimelo de nuevo. —Pidió como un niño caprichoso, Marcos se sonrió y no pudo negarse al pedido, así que abrazó su cintura para pegarlo a su cuerpo y se inclinó para llegar a sus labios tan suaves como la masa de esas tartas de manzana que adoraba comer cada tanto, pero a los cerezos del paraguayo adoraba comerlos siempre.
Los brazos de Daniel pasaron por los hombros de su jefe para abrazarse a su cuello, buscaba darle la comodidad absoluta al rubio para que devorara sus labios cuanto quisiera, al fin y al cabo, era su subordinado y disfrutaba de estar bajo sus órdenes, aunque también disfrutaba de ver como se encontraba siendo adorado en la mirada y en las manos del ríonegrino, podía afirmar que era una persona amada.
Y cuando las cosas estaban tomado el rumbo que más deseaba Daniel, alguien llamó a la puerta de la oficina, Marcos le dedicó una mirada de disculpas y dejó un último beso sus labios, el paraguayo acomodó sus ropas y salió detrás de su jefe para acompañarlo como buen secretario, aunque se estaba arrepintiendo al ver que se trataba de Manuel, aunque se lo veía más serio de lo normal, así que se abstuvo de hacer cualquier clase de comentario.
—¿Ocurrió algo para qué vinieras sin avisar? —Cuestionó Marcos ofreciéndole sentarse en uno de los sillones de su oficina, Daniel prefirió retirarse antes de que por los celos hiciera algo muy infantil de lo que luego se arrepentiría.
—Se trata del hijo de Martín, no sabía a quién recurrir, no estoy seguro de contarlo esto a Martín. —Le explicó, Manuel tratando de mantener la calma, su corazón no se encontraba tranquilo ocultado semejante cosa de su marido.
—Parece algo bastante serio e importante, por favor continua. —El rubio sacó su teléfono celular y marcó a Jeremías que eran quien se encargaba del caso de la custodia del sobrino segundo de ambos.
—La ex suegra de Martín esta muerta, su hija mayor tiene la custodia. —Marcos al oír aquellas palabras del chileno abrió sus ojos lo más grande que pudo, ¿cómo ocultaron algo así de todos los abogados que tenían en el caso, inclusive el juez?
—¿Estas seguro de lo que me decis? ¿Cómo sabes esto? —Cuestionó preocupado.
—Si, porque yo hablé con ella, me encontré en el parque al hijo de Martín, y ella no sabe quien soy. — Bajó su mirada el chileno recordando la preciosa sonrisa del hijo de su esposo.
—Entiendo... vas a tener que volver a ese lugar y a otros cercanos allí, sería bueno que la volvieras a ver y obtengas la mayor cantidad de información posible, todo va a servir en el juicio que se avecina pronto. —El rubio se levantó del sillón en frente del castaño y habló con el pelinegro cordobés para decirle lo que exactamente le había contado Manuel.
El chileno recibió una llamada y tuvo que salir a responder afuera porque se trataba de su suegro, lo estaba buscando para irse a probar su traje, ya que mañana era su cumpleaños y la gran fiesta que le había preparado dicha persona. Cortó la llamada y le avisó a su casi cuñado que debía retirare, pero se vio imposibilitado de hacerlo cuando lo tomó de los hombros.
—¿Qué pasa? —cuestionó bastante incomodo de la cercanía con el rubio.
—Luego debo contarte algo, debo hacerlo, ya te solté. —Le respondió mirado sus brillantes ojos miel, sus propios ojos verde pantano se encontraron más apagaos de lo normal, que hasta Manuel lo notó.
—S—si. —Se quitó las manos ajenas de sus hombros tratando de no ser grosero y se alejó varios pasos hacia atrás.
—Vos... ¿no te acordas de mi? —Le preguntó con voz suave, casi si reprimiera un nostálgico sollozo.
—¿Recordar? ¿Nos conocimos antes? —El chileno estaba sorprendido, pero trató de hacer memoria y con una mueca de tristeza negó con su rostro.
—No importa, anda, no llegues tarde a donde debas ir. —El rubio trató de sonreír, más la mueca expresó con más obviedad que no se encontraba bien, Manuel dudo por un momento, quería recordarlo, pero por otro lado no podía hacer esperar a su suegro y padre de corazón, así que dio la media vuelta y desapareció por la misma puerta por lo que había entrado.
Marcos se quedó largo rato viendo por donde se había ido el chileno, una lágrima se hizo camino por su mejilla izquierda. Alejó de su mente los recuerdos que amenazaban con volver y en su lugar atrajo todos esos buenos momentos que vivía al lado del paraguayo, y la tristeza desapareció tal como hojas que lleva el viento, ahora si una sonrisa pudo aparecerse brillante en sus labios.
...
Martín se encontraba leyendo los archivos que habían encontrado al revisar el departamento administrativo de la empresa, sino estaban equivocados, creyeron haber dado con un esquema de ponzi. Demasiado números sueltos que no encajaban en ninguna parte, al vicepresidente ya le dolía la cabeza de tantos interrogantes que se estaba haciendo, lo único que podía hacer por ahora era alejar a la AFIP de los registros de fondo de la empresa hasta que justificara peso por peso que entraba y salía de ahí.
—Señor, su padre le recuerda que debe ir a probarse una vez el traje para la celebración de mañana. — Le informó, Joaquín, su secretario número cinco de cabellos castaños claros y ojos celeste agua.
—Cierto, vamos acompañame. Necesito que alguien me diga que tal me queda, viste. —Su secretario soltó una ligera risa y asintió, ambos salieron del edificio rumbo a la sastrería donde su padre había mandado hacer su traje.
En el auto el joven castaño revisaba unos archivos en su tablet, de pronto una sonrisa se apareció en sus labios, como quien encuentra un tesoro en una isla desierta, llamó la atención de su jefe y le mostró lo que había hallado, Martín sonrió complacido con el trabajo de su empleado y sonrió aún pensando en lo que haría con la información que ahora tenía entre sus manos.
...
Vestidos caros, trajes elegantes, colonias francesas, sonrisas falsas y brillo de diamantes, así era una fiesta organizada por el presidente de unas las compañías más poderosas de Argentina, y esta era inclusive mejor que la boda de su hijo, ya que en esa no se le había dejado intervenir mucho, pero ahora había tenido total libertad para planear detalle por detalle. Había hecho de aquel evento una fiesta inclusive digna para la mismísima realeza.
Y pensando en príncipes y princesas, Manuel bajó de la limosina frente a un enorme salón de estilo victoriano, estaba colorado, sentía que era demasiado para él, y eso que se crío en lujos, pero jamás habían hecho tanto por él. Su sonrisa no se hizo esperar, y parándose con orgullo como le enseñó su suegro, entró al lugar luciendo aquella ostentosa corona de príncipe que su esposo sugirió que llevara, ya que queda bien con el caro traje que llevaba puesto.
Las puertas se abrieron y su marido se apareció con un traje caro en color gris y un peinado elegante que resaltaba sus ojos esmeraldas, en sus manos tenía el ramo de rosas más hermoso y grande que había visto en su vida, lo tomó aguantando unas lágrimas que se querían escapar de sus ojos que arruinarían su maquillaje.
Tomó suavemente el brazo que le ofrecía su pareja, dieron unos pasos y las personas se comenzaron acercar para saludarlo, no conocía nadie, hasta que apareció Francisco Javier arrastrando a Jeremías, una gran sonrisa iluminó su rostro al verlos, le hacía muy feliz ver a gente conocida en su cumpleaños.
—¡Feliz cumple! Estas hermoso, perri. Eri todo un príncipe esta noche. —Le halago el chileno rubio admirando sus ropas y la corona que decoraba su cabeza. —Y tu también Martín, yo que Manuel te llevó pa' el oscurito. —El cordobés pellizco el trasero de su novio o más bien decir. —Ya po, celoso. Estoy comprometido contigo, no me interesa que otro me folle duro más que tu.
—¿Comprometido? —Cuestionó emocionado el cumpleañero, Martín miró a su primo que asintió alzando su mano para mostrar la alianza, el chileno empresario también la presumió con una gran sonrisa de enamorado.
—Felicidades, che. Vas a saber lo que es mi vida ahora. —Dijo divertido el rubio porteño para molestar al pelinegro cordobés.
—Anda, gil. Yo voy a ser mejor esposo que vo'. —Le respondió empujándolo un poco, el rubio chileno soltó una pequeña risa, pero el chileno castaño abrazó a su esposo como pudo con las rosas en mano.
—Nunca, weón. Él es el mejor esposo de todos, nunca vai ganarle. —Dijo Manuel mostrando en sus ojos lo enamorado que estaba del empresario ambicioso entre sus brazos, y él mismo estaba muriendo de amor entre ellos, sus mejillas estaban coloradas, tomó las rosas y las dejó en mano de su primo para llevarse a su chileno a un lugar más privado.
Se metieron en los baños del salón, cuales eran limpios, amplios y revestido de fino mármol, y sobre el mármol Martín sentó a su esposo, tomó sus labios con gran necesidad, la necesidad de trasmitirle como con cada palabra dulce que decía lo enamoraba más y más, sentía que si quiera se merecía estar casado con alguien como Manuel.
Los besos pasaron de los labios del chileno a su cuello, y el peinado elegante de Martín desapareció por los dedos del cumpleañero que se enredaban en sus mechones, las manos de este mismo comenzaron a desabrochar su camisa, y las manos del rubio se metieron por debajo de sus ropas para tocar su espalda baja desnuda, sin darse cuenta estaban por hacer algo bastante indecente para un lugar lleno de personas de clase alta.
Pero justo en ese instante, escucharon como los llamaban a ambos a través de un micrófono, volvieron en si, y sus mejillas se colorearon furiosamente al notar como habían arruinado sus apariencias que habían arreglado por horas, ambos rieron cómplices, y trataron de arreglarse lo más posible aún tentados de risa, aunque ni una cosa ni otra evitaba que se siguiera robando uno que otro beso.
—Che, para. —Lo detuvo Martín a Manuel tomándole de la mano antes de que saliera del baño. —Te... quiero, pero así mucho, boludo. Es algo loco, no pensé que volvería amar en estos momentos, pero... creo que mi corazón ya no esta en mi pecho sino al lado del tuyo. —Le confesó con las palabras más cursi que encontró en su interior.
Manuel sintió sus mejillas arder y no sabía que responder, solo pudo abrazarse con fuerza a su esposo, pudieron hacerle mucho daño en el paso, pero estaba recibiendo tanto que amor que sentía que todos esos años abusado físicamente por su padre ni siquiera existían, ahora solo tenía que preocuparse en cuidar al hombre maravilloso que la vida le había entregado.
Salieron corriendo del baño al oír al padre de Martín casi gritar al micrófono, subieron al escenario casi a los tropezones, y desde allí arriba el chileno pudo ver a su padre con sus hermanos, y por sus miradas buscaban arruinarle la noche con sus simples presencias, pero Manuel les sonrió elevando la copa de sidra que le había entregado su suegro, eso no pareció caerle nada bien a sus hermanos mayores.
—Buenas noches, espero estén disfrutando la velada. —Inició diciendo el padre Martín también sosteniendo una copa de sidra en la diestra. —No solo hoy festejamos el cumpleaños de mi hermoso nuero, sino que además festejaremos un importarte anunció que hoy haré. —El hombre ser acercó a su hijo y le dio unas fuertes palmadas en el hombro, el rubio no entendía nada, pero sonreía para no quedar mal. —A partir de este momento, sos el presidente de las compañías Hernández.
Todos quedaron sorprendidos, el mismo Manuel estaba boquiabierto por la sorpresa, Martín todavía estaba procesando las palabras de su padre, finalmente racionó y abrazó con fuerza a su progenitor, al separarse este le dijo unas cuantas cosas al oído y elevó su copa para que todos los presentes de igual manera lo hicieran, brindaron en honor al nuevo presidente y su esposo.
—Manuel, eras un príncipe digno del príncipe de mi reino, y ahora ambos son los reyes de mi imperio. Confió en ustedes. —Dijo para finalizar su discurso, Manuel ya no pudo aguantarse las lágrimas y derramó varias en el hombro de su suegro que le había enseñado lo que es tener un padre de verdad.
La fiesta continuó y los esposos bailaban abrazados en el medio de la pista, había sido una noche de ensueño, a criterio del chileno, parecía sacada de un cuento de hadas. Marcos con su secretario los veía de lejos y se alegrara sinceramente de ambos, aunque no pudo observarlos por mucho ya que Daniel lo sacó a bailar, en la pista se chocaron con el cordobés y su prometido que también bailaban demasiado pegados.
...
Pasó alrededor de una hora donde los festejados no hacían más que reír y disfrutar con sus seres queridos, hasta que el padre de Manuel se acercó al padre de Martín, enseguida el rubio se hizo camino entre la gente hasta llegar al lado del ex presidente Hernández, este hizo un gesto de concederle la palabra, ya que de ahora en más era su hijo quien se encargaría de todo negocio dentro de la empresa.
—Buenas noches, señor presidente, felicidades. —Le dijo el hombre de cabellos negros y ojos café oscuro con una copa en la diestra. —Yo quería proponerle hacer...
—¿Proponer? —Le interrumpió con una sonrisa sarcástica. —Vos no me vas proponer nada, pedazo de hijo de puta. —La expresión del empresario chileno se deformó por la ira, pero antes de que si quiera pudiera tocar uno de los cabellos platinados del argentino, sus secretarios lo agarraron de los brazos y lo obligaron arrodillarse de él. Toda la gente presente había formado un circulo alrededor de ellos para observar lo que estaba pasando, Manuel se acercó asustado hasta su esposo.
—No tienes que hacer esto, Martín, por favor. —Le pidió tirando de su camisa, pero el rubio tomó sus manos y las quitó de encima de él, por esta vez no podía cumplir los pedidos del chileno.
—Sabes, me puse boludear en tus archivos públicos y otros no tan públicos para ser sinceros, y además le pide a un amigo que me diera algunas cositas de las que seguro vos le dijiste que se deshaga, que malo para vos que no te haya hecho caso. —Desde entre la multitud un rubio de cejas pobladas se acercó hasta él y le hizo entrega de una tablet. —Gracias, Arthur. —Le dijo prendiendo el aparto para dejarle ver al chileno mayor lo que había en ella.
—Te resumo el contenido, che. Básicamente vas preso, y los políticos de Chile que trabajaron con vos también están metidos en buenos líos, no creo que alguien más quiera volver a trabajar con los González, y por otro lado van a enfrentar tantas multas que están obligados a vender todas sus acciones y mi amigo inglés se encargara de comprarlas, su empresa será inglesa. —Los hermanos de Manuel reaccionaron al escuchar lo último, pero otros empleados de la compañía Hernández los detuvieron a mitad de camino. —Los González están oficialmente acabados, y...
—Ja! Si, nos destruiste un par de pasos, y además estarás feliz de saber que no destruiste el apellido de tu puto, porque ni siquiera tenemos ideas de cual es su apellido. —Dijo el hombre chileno con expresión desquiciada, Manuel quedó helado, y no era él único, los dos rubios perdieron la sonrisa de victoria que hace unos segundos decoraba su rostro.
—Eri un puto bastardo, Manuel, la prostituta de tu madre no recuerda ni el rostro de tu padre, tuve que aceptarte porque no me quedaba de otra, eri cualquier cosa, eri una mierda. —Seguía hablando con aquella expresión vacía y demente, hasta sus hijos no lo reconocían, Martín levantó su puño para callarlo de una vez, pero antes de poder hacerlo, su padre lo había agarrado a trompadas.
—¡Papá! ¡El corazón! ¡Afloja loco! —Lo agarró rápido del torso para llevárselo lejos de allí, Manuel lo siguió preocupado por el estado de su suegro, había salido del shock gracias a él.
—¡Boludo! ¡Dejame que lo suicidio! —Decía completamente alterado, el inglés veía a los lejos lo que pasaba, llamó a los paramédicos por las dudas, la policía hizo su aparición y se llevaron a Matías González detenido en la embajada chilena, en unas horas sería deportado a su país. Los hermanos de Manuel se retiraron por su cuenta jurando una venganza que seguramente no podrían por cumplir por falta de medios, ya que ahora todas sus cuentas estaban congeladas.
...
Manuel se apoyó en uno de los pilares del salón y sosteniendo su corona entre sus manos soltó un largo suspiro, Martín se acercó a él luego de dejar a su padre con los paramédicos que le estaban tomando la tensión, lo abrazó por los hombros y el chileno ocultó su rostro en su pecho abrazando con fuerza su torso.
—¿Sabi que es lo que más me sorprende? —Dijo en un murmuró sobre su rostro, se notaba en su voz un sollozo que deseaba salir. —Que estoy feliz de no ser hijo de él, pero me duele pensar que tal vez tengo un padre que me quiere, tan solo no sabe de mi, pero es tonto, ¿no? Seguro es un cualquiera al que ni le importa tener un hijo.
—No es tonto, mi amor... capaz sea la primera opción... puedo ayudarte a buscar a tu padre. —Manuel alzó su mirada al escuchar aquello, lo pensó por un momento, luego sonrió con unos ojos tan brillantes que hicieron estremecer el corazón del argentino.
—No, ya tengo una familia, no necesito a nadie más. —Tomó el rostro de su esposo y dejó un delicado beso sobre sus labios, él sabía que no era una persona sin apellido, él era un Hernández y nadie podría quitarle aquella identidad.
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Nota: Perdón por tardar tanto! Espero este capitulo les guste, es bien cursi con un toque agrio. Se vienen bien jodidos los siguientes caps, debo decir, tristemente, que estamos no muy lejos de su final. ;; Gracias por todo el apoyo hasta ahora. <3
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