Ꜥꜥֶָ֢⛓️ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O8
El sol brillaba intensamente sobre la ciudad, iluminando las calles y los edificios con un resplandor dorado. TaeHyung, con su cabello brillando bajo la luz del sol, se dirigía al restaurante de su hermano mayor, SeokJin. A sus dieciocho años, había asumido la responsabilidad de ayudar a su hermano en el negocio familiar. El restaurante, un pequeño y acogedor lugar con un aroma constante a comida casera, era su refugio y el lugar donde se sentía más útil.
SeokJin estaba siempre en la cocina, prefiriendo el calor de los fogones al papel de un dueño típico. Su energía y dedicación eran palpables en cada plato que preparaba. A pesar de la diferencia de edad, SeokJin siempre trataba a TaeHyung con un equilibrio perfecto entre autoridad y cariño, entendiendo que su hermano menor necesitaba sentirse valorado y cuidado.
— Tae, asegúrate de que todas las mesas estén limpias y listas para los clientes — Le dijo SeokJin desde la cocina, su voz firme pero afectuosa.
— Claro, Hyung — Respondió, moviéndose con agilidad por el restaurante.
TaeHyung estaba allí para ayudar, aunque SeokJin había insistido en pagarle un salario con la excusa de que así podría comprar lo que quisiera, especialmente cosas que podría sentir vergüenza de pedir. SeokJin siempre hacía comentarios sarcásticos sobre cómo podría gastar el dinero en revistas para adultos, pero TaeHyung realmente no tenía interés en esas cosas. Prefería invertir en peluches suaves y cálidos que le brindaban una sensación de seguridad y consuelo.
Desde que sus padres murieron en un accidente automovilístico hace tres años, SeokJin había asumido el rol de protector y cuidador. A pesar de los desafíos y los momentos difíciles, SeokJin siempre llevaba una sonrisa en el rostro y se aseguraba de que TaeHyung tuviera todo lo que necesitaba. La pérdida de sus padres había sido un golpe devastador, pero lo que realmente había sacudido a SeokJin fue el intento de suicidio de TaeHyung dos años atrás. Desde entonces, había redoblado sus esfuerzos para estar presente y ser un pilar de apoyo constante para su hermano.
— ¡TaeHyung, tenemos clientes! — Le avisó su compañero de trabajo, mientras limpiaba una mesa cercana.
TaeHyung asintió y caminó hacia la mesa donde estaban sentadas dos chicas jóvenes. Llevaba puesto su uniforme, una camisa blanca y un delantal negro, y su expresión era amigable y acogedora.
— Hola, ¿puedo tomar su pedido? — Preguntó, mostrando su mejor sonrisa. Las chicas le devolvieron la sonrisa, aunque había algo en sus miradas que lo puso incómodo.
— ¿Puedes darme tu número? — Preguntó una de ellas, rizándose el cabello con un dedo de manera coqueta.
TaeHyung sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo la calma.
— Lo siento, no puedo — Respondió, aún sonriendo.
— Oh, vamos, eres tan guapo, nos divertiremos un poco — Insistió la otra chica, guiñándole un ojo de manera descarada.
— No quiero darles mi número, así que por favor ordenen — Dijo con un tono más firme, intentando mantener la profesionalidad.
— Dame tu número — Insistió la primera chica, su tono volviéndose más demandante y agresivo.
TaeHyung respiró hondo, tratando de no perder la compostura.
— Me gustan los hombres, así que no — Respondió finalmente, con voz firme. Las chicas abrieron los ojos con sorpresa y pronto adoptaron una expresión de disgusto.
— Qué repugnante, enfermo — Dijo una de ellas con desprecio, sus palabras eran como dagas que se clavaban en el corazón de TaeHyung.
— No es repugnante. El gobierno ha legalizado el matrimonio homosexual — Intervino SeokJin, apareciendo a su lado como un protector inquebrantable.
Las chicas lo miraron con odio.
— Sigue siendo repugnante — Replicó una de ellas con veneno en la voz.
TaeHyung intentó decir algo, pero su voz se atascó en su garganta. Sentía una presión en el pecho y las lágrimas amenazaban con desbordarse.
— Oigan ustedes dos, mejor mírense en un espejo, sus caras son feas al igual que sus almas. Son tan feas que ningún chico se les acerca... Ahora, retírense y no vuelvan a mi restaurante — Dijo SeokJin con firmeza, sus ojos azules ardiendo con una mezcla de furia y protección.
Las chicas, avergonzadas, salieron del restaurante con la cabeza baja, mientras los demás clientes observaban en silencio.
— Una disculpa con lo sucedido, continúen con su comida, por favor — Se disculpó SeokJin frente al resto de los clientes, su voz sonaba serena pero con un tono autoritario que no admitía réplicas. Luego, agarró la muñeca de TaeHyung y lo llevó hacia su pequeña oficina, lejos de las miradas curiosas.
Dentro de la oficina, un espacio reducido pero acogedor lleno de papeles, libros de cocina y fotos familiares, SeokJin se volvió hacia su hermano menor, que tenía los ojos llenos de lágrimas.
— Lo siento, Hyung — Murmuró TaeHyung, su voz temblorosa.
SeokJin se acercó y lo abrazó con fuerza, transmitiéndole todo el cariño y la seguridad que podía ofrecer.
— Oye, mírame. No eres repugnante, no dejes que sus palabras te afecten — Le dijo, sonriendo con ternura y acariciándole la cabeza.
— Gracias, Hyung — Dijo TaeHyung, esbozando una pequeña sonrisa mientras se reía entre dientes. Luego, lo abrazó con fuerza, buscando consuelo en su hermano.
— Recuerda que el género no importa, lo que importa es lo que quiere nuestro corazón. Además, tienes cualidades increíbles y eres mucho mejor que ellas — Le aseguró SeokJin, sus palabras llenas de sinceridad y afecto.
TaeHyung sintió el alivio y la calidez del abrazo de su hermano, y supo que, a pesar de todo, siempre tendría un refugio seguro en su familia.
— Te quiero, Hyung — Dijo, esbozando una sonrisa que iluminaba su rostro juvenil.
— Yo también te quiero. Ahora, muéstrame esa perfecta y única sonrisa cuadrada — Contestó SeokJin con una voz firme y segura, su mirada penetrante reflejando afecto.
TaeHyung se rió nuevamente ante el tono de su hermano, una risa que resonó como un eco cálido en la fría oficina.
— ¡Eso es todo! Ahora vete a casa y descansa porque... — Sonrió con malicia, sus ojos brillando con travesura — ¡Tú, JiMin y yo jugaremos videojuegos y comeremos mucho esta noche!
— Está bien, Hyung, nos vemos en casa — Respondió, agarrando su bolso de cuero desgastado. SeokJin le despeinó el cabello levemente antes de que se despidiera.
TaeHyung saludó a sus compañeros de trabajo con un gesto rápido y salió del lugar. El cielo ya estaba oscureciendo, pintado con tonos anaranjados y púrpuras que anunciaban la noche. El frío se hacía notar con una brisa helada que calaba hasta los huesos. Se metió las manos en los bolsillos, buscando calor en ese clima gélido, mientras caminaba a paso ligero.
Decidió tomar un atajo a través de un callejón solitario para llegar más rápido a casa. Las luces parpadeantes de las farolas proyectaban sombras inquietantes en las paredes de ladrillo.
Pronto se arrepintió de su elección, ya que escuchó ruidos detrás de él, pasos que resonaban en el pavimento. Se dio la vuelta y su corazón comenzó a latir con fuerza, un ritmo frenético que resonaba en sus oídos. Tragó saliva, esperando que no fuera Bunny. Rezando por su seguridad, aceleró el paso, cuando sintió un pequeño golpe en la espalda, como un pinchazo que le hizo detenerse en seco.
Se volvió rápidamente, asustado, y casi al borde de las lágrimas.
— ¿Q-quién es? — Preguntó, con la voz temblorosa y respirando con dificultad, el aliento formándose en pequeñas nubes de vapor en el aire frío.
Nadie respondió.
— ¿Er-eres B-bun...? — Murmuró, sus palabras atrapadas en el nudo de su garganta.
Se detuvo al ver a las dos chicas del restaurante, conocidas por su hostilidad.
— Oye, enfermo, por tu culpa pasamos vergüenza delante de muchas personas — Dijo una de ellas, una joven con cabello teñido de rojo y mirada furiosa, mientras la otra, de cabello negro y ojos llenos de rabia, sostenía una barra de metal oxidada.
— Yo, no-no... — Intentó explicar TaeHyung, pero la chica lo interrumpió bruscamente.
— ¡Cállate, pedazo de mierda! No mereces vivir, eres una basura que está contaminando el mundo — Gritó, acercándose más con pasos decididos.
— ¡Tiene razón! — Añadió la otra chica, levantando la barra de metal en un gesto amenazante.
— Genial, empecemos contigo — Dijo una voz fría y calculadora detrás de las chicas.
Al escuchar esa voz, la chica que hablaba se quedó con la boca abierta. TaeHyung vio a Bunny detrás de ellas, una figura alta y amenazante con la cabeza inclinada hacia un lado. Llevaba su espeluznante máscara blanca que ocultaba su rostro y su habitual camisa cuello alto negro yde manga larga. En su mano, sostenía un arma que apuntaba directamente a las chicas.
TaeHyung jadeó, respirando con dificultad, y miró hacia abajo, deseando que todo terminara de una vez.
— P-por favor, no me dispares — Suplicó, levantando la vista y viendo a Bunny apuntándole con el arma, mientras las lágrimas corrían por su rostro como ríos de desesperación.
Bunny, con una sonrisa oculta tras la máscara, observaba la escena con una fría indiferencia.
— Oh, mira a esta perra homofóbica llorando — Dijo Bunny, riéndose entre dientes, su voz resonando como un eco siniestro en el callejón.
— Por favor, déjame ir... — Suplicó la chica, su voz quebrada por el miedo.
— ¡Cállate! No me interrumpas cuando estoy hablando — Gruñó Bunny, haciendo que las chicas y TaeHyung se estremecieran. La tensión en el aire era palpable — Ahora, dijiste que los homosexuales son repugnantes, ¿eh?
Bunny jugaba con el arma en su mano, disfrutando del miedo reflejado en los ojos de sus víctimas. Los segundos parecían horas mientras todos esperaban su siguiente movimiento, un silencio mortal se apoderó del callejón, roto solo por los jadeos entrecortados de TaeHyung y las chicas.
El rubio sabía que Bunny era impredecible, un ser que no dudaba en imponer su justicia de una manera brutal. Miró a su alrededor, buscando desesperadamente una salida, pero el callejón no ofrecía escapatoria. Su corazón latía desbocado, y solo podía esperar que, de alguna manera, todo esto terminara sin más violencia.
Pero con Bunny, nunca se sabía.
El lugar estaba sumido en un silencio sepulcral, roto solo por el murmullo quebrado de una voz temblorosa.
— N-no... — Murmuró ella, cayendo de rodillas sobre el frío y sucio piso de cemento.
La tenue luz de una farola cercana iluminaba parcialmente el rostro de la chica, mostrando el rastro de lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Los ojos de TaeHyung, inundados de terror, no podían apartarse de la escena.
— No te escuché.
La voz de Bunny resonó en la penumbra, fría y cruel. TaeHyung se quedó paralizado, incapaz de mover un músculo. Su corazón latía con fuerza, casi dolorosamente, en su pecho. Sabía lo que estaba a punto de ocurrir y el miedo lo consumía.
— N-no, no son r-repugnantes... — Dijo ella, su voz quebrándose con cada palabra.
Bunny, avanzó un paso más hacia ellos, sosteniendo el arma con una mano firme.
— Ahora mira a mi bebé y dile que no es repugnante, que es perfecto y hermoso — Ordenó, su voz llena de desprecio.
La chica, con las piernas temblando, se levantó rápidamente y se volvió hacia TaeHyung, sus ojos llenos de pánico y arrepentimiento.
— Lo siento, no eres repugnante. Eres perfecto y hermoso — Dijo, las lágrimas corriendo por su rostro, su voz un susurro quebrado mientras TaeHyung no reaccionaba, incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo.
Bunny asintió lentamente, un brillo de satisfacción en sus ojos oscuros que la máscara no lograba ocultar.
— Muy bien, ahora ve a saludar a tu gente homofóbica en el infierno.
El disparo resonó sordo, el sonido amortiguado por el silenciador. Ambas chicas soltaron un grito desgarrador mientras la sangre comenzaba a brotar de sus espaldas, empapando su ropa. TaeHyung sintió que sus rodillas se debilitaban y cayó al suelo, sus lágrimas mezclándose con la suciedad bajo él. Lo que había temido se había convertido en realidad. Bunny nunca daba otra oportunidad.
— Oh, nene, no llores — Dijo Bunny, acercándose y abrazándolo con fuerza. TaeHyung solo podía temblar en su agarre, su mente nublada por el miedo y el horror — Habla, bebé — Ordenó, con un tono que no admitía desobediencia.
"¿Cómo salgo de esto ahora?", pensó, aterrorizado y sintiéndose completamente impotente.
— Oh, debes estar preguntándote por qué el arma no hizo ningún sonido, ¿verdad? — Bunny soltó una risa ligera, casi divertida, al ver la expresión de confusión y terror en el rostro contrario, el cual asintió rápidamente, desesperado por no enfurecerlo más — Es un silenciador. Lo acabo de comprar. Estoy feliz de usarlo para cuidarte — Su voz era una mezcla de dulzura y amenaza mientras acariciaba la mejilla de TaeHyung.
El perfume de Bunny, un aroma embriagador y familiar, le golpeó la nariz, provocando una oleada de confusión. La voz de Bunny, tan similar a la de JungKook, lo llenaba de dudas. ¿Podría ser él? Pero JungKook era joven y Bunny claramente era mayor. No tenía sentido.
El hombre enmascarado se apartó y se dirigió hacia los cuerpos inertes que yacían en charcos de sangre. Los recogió uno por uno con una facilidad aterradora y los arrojó al contenedor de basura cercano. TaeHyung observaba en silencio, su mente incapaz de comprender completamente la frialdad con la que Bunny actuaba. No sentía pena por esas chicas; sabía que estaban a punto de lastimarlo a él, y quizás a otros.
— Bebé, deja de pensar y ve a casa — Dijo Bunny, empujando el contenedor de basura con una mano y agitando el arma con la otra.
— ¿A dónde vas? — Preguntó sin poder contenerse, su voz apenas un susurro.
Bunny se detuvo en seco, y TaeHyung se maldijo a sí mismo por su imprudencia. "¿Cómo diablos pude preguntar eso?", pensó, lamiéndose los labios nerviosamente mientras él hombre permanecía inmóvil por un momento eterno.
— Pondré la basura donde pertenece — Respondió finalmente, su tono cortante, antes de desaparecer en la oscuridad.
TaeHyung corrió hacia su casa, sus pasos resonando en la quietud de la noche. Cerró la puerta tras de sí y se encerró en su habitación. Se detuvo frente al espejo, su reflejo mostrándole un rostro pálido y desencajado.
— ¿Por qué estoy sonriendo? — Se preguntó en voz alta. Era la primera vez que Bunny respondía algo, y de alguna manera había matado a las personas adecuadas — ¡Esperen! ¿Qué estoy pensando? — Negó con la cabeza y se dirigió hacia la ducha.
El agua caliente golpeó su piel, lavando el sudor y las lágrimas. Necesitaba aclarar sus pensamientos, entender si realmente JungKook podría ser Bunny.
— Debo averiguar si realmente es JungKook — Se dijo a sí mismo, mientras el vapor llenaba el baño y sus pensamientos se arremolinaban en una mezcla de miedo y determinación.
TaeHyung estaba sentado en la mesa de la cocina, disfrutando de un vaso de jugo de naranja recién exprimido. El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, llenando la habitación de una cálida luz dorada. Estaba absorto en sus pensamientos cuando el timbre de la puerta lo sacó de su ensueño. Se levantó y caminó hacia la entrada, su suéter blanco de gran tamaño rozando ligeramente sus piernas.
Al abrir la puerta, se encontró con JiMin, quien tenía un notable moretón en la mejilla. Intentó sonreír, pero la preocupación era evidente en su rostro.
— Fueron ellos de nuevo, ¿verdad? — Preguntó TaeHyung, acariciando con delicadeza la mejilla de su mejor amigo, sus ojos azules llenos de preocupación.
JiMin asintió, tratando de restarle importancia a la situación.
— No te preocupes, no les tengo miedo. Les di una paliza — Sonrió al entrar, intentando mostrar valentía — ¡Me voy a duchar! — Anunció de repente, corriendo hacia el baño antes de que TaeHyung pudiera decir algo más.
Lo observó desaparecer por el pasillo y suspiró. JiMin era el mejor jugador de su equipo de fútbol, y eso había generado envidias y rivalidades entre algunos chicos que no soportaban verlo brillar. Estos enfrentamientos eran frecuentes y a menudo terminaban en peleas.
Con un suspiro resignado, TaeHyung tomó su vaso de jugo y se dirigió al balcón. Vestía unos shorts cortos y un suéter blanco al que había cortado el cuello y las mangas, dándole su propio toque personal, una moda que él mismo había bautizado como "la moda de V". El balcón era su refugio, un pequeño espacio adornado con plantas y luces colgantes que había instalado para crear un ambiente acogedor.
Al salir, vio a JungKook sentado en el balcón contiguo. Estaba con su cabello azabache desarreglado, llevaba auriculares puestos y tenía las manos detrás de la cabeza, disfrutando de la música. Su cuello y brazos estaban adornados con tatuajes intricados, y un piercing brillaba en su labio inferior. TaeHyung lo miró fijamente, perdiéndose en sus pensamientos, hasta que JungKook abrió los ojos de repente. Kim, sorprendido, se atragantó con el jugo y rápidamente desvió la mirada hacia el cielo.
"¿Por qué siempre está aquí cuando yo también lo estoy?", se preguntaba una y otra vez. Una parte de él no quería aceptar que JungKook, su misterioso vecino por el que había empezado a sentir algo, era en realidad Bunny.
De repente, una voz femenina lo sacó de sus pensamientos.
— ¡TaeHyungie! — Gritó la señora Kang.
Miró hacia abajo y vio a la amable vecina con su perro, probablemente regresando de un paseo.
— ¡Señora Kang! — Respondió, sonriendo ampliamente.
— Hice tus galletas favoritas, ven — Dijo la señora Kang, agitando una bolsa en el aire.
— ¿Hiciste crema batida con fresa? — Preguntó con los ojos brillando de emoción.
JungKook, en el otro balcón, observó la escena con una sonrisa. Le intrigaba cómo TaeHyung podía ser tan feliz y despreocupado a pesar de todo lo que había presenciado. Reflexionó sobre los dos asesinatos que habían sacudido el vecindario y cómo TaeHyung parecía no haberse visto afectado. Siguió observandolo correr felizmente hacia su habitación cuando la señora Kang le confirmó que había hecho crema batida con fresa.
TaeHyung se detuvo un momento, recordando la última vez que salió en pantalones cortos y cómo JungKook, o Bunny, se había enojado. Rápidamente se puso un pantalón deportivo y gritó hacia el interior de la casa.
— ¡JiMin, voy a la casa de la señora Kang! — Escuchó un "okay" en respuesta y salió corriendo hacia la casa de al lado, sin preocuparse ya que otros vecinos también estaban fuera.
Tocó a la puerta de la señora Kang y ella lo recibió con una cálida sonrisa. TaeHyung entró, agradecido por la amabilidad de su vecina. Pasaron unos minutos, y ya regresaba a casa con una caja de galletas en la mano. Estaba tan concentrado en degustar las delicias que no se dio cuenta de que había alguien frente a él hasta que chocaron.
A punto de caer, sintió unas manos fuertes sujetarlo por la cintura. Miró hacia arriba y vio a JungKook, quien lo había atrapado justo a tiempo. TaeHyung, aún concentrado en sus galletas, no pudo evitar sonreír.
— ¡Kookie! ¿Quieres de las galletas que me dio la señora Kang? — Preguntó, mostrando su característica sonrisa cuadrada.
JungKook se sorprendió por la reacción. El más joven siempre encontraba una manera de alejarse de él, pero esta vez parecía diferente.
— ¿Kookie? — Preguntó nuevamente JungKook, aún sosteniendo a TaeHyung y mirándolo a los ojos.
— ¡Un apodo para ti! — Exclamó con sus mejillas hinchadas, su expresión una mezcla de inocencia y emoción mientras masticaba sus galletas con entusiasmo.
De repente, se dio cuenta de en qué situación estaba. "¡Mierda! Mezclar crema de fresa y galletas siempre me hace perder la cabeza."
Al ver el cambio en el rostro de TaeHyung, JungKook sonrió, sabiendo que finalmente se daba cuenta de su situación.
— G-galletas... — TaeHyung levantó la mano que sostenía la cajita y trató de mirar hacia otro lado, sintiendo cómo el rubor se extendía por sus mejillas.
— Claro — Dijo JungKook, con una voz suave, capturando la barbilla contraria entre sus dedos y acercando sus labios a los de TaeHyung en un gesto juguetón. La fría perforación del labio de JungKook se conectó con los labios rosados de TaeHyung, cuyos ojos se abrieron como platos ante la inesperada sensación. La cajita cayó de las manos de TaeHyung, olvidado en el torbellino de emociones que surgieron con ese beso.
— ¡Mi pareja favorita se está besando! — Gritó JiMin, su voz resonando con sorpresa y diversión mientras observaba la escena con ojos brillantes.
JungKook soltó a TaeHyung y se humedeció los labios con una sonrisa medio satisfecha, su mirada intensa reflejando el afecto que sentía por su amigo.
— Gracias por la comida — Susurró JungKook, mientras con su dedo limpiaba el rastro de crema de fresa de los labios de TaeHyung.
El menor, aún aturdido por la intensidad del momento, vio a JungKook darse la vuelta y dirigir una mirada significativa a JiMin, quien tragó saliva, sintiéndose momentáneamente abrumado por la tensión.
— Lo siento, Hyung — Se apresuró a disculparse JiMin con JungKook, su tono lleno de arrepentimiento por haber interrumpido un momento tan íntimo.
TaeHyung miró a su mejor amigo, una mezcla de emociones revolviéndose en su interior, antes de girarse y entrar rápidamente en su casa sin mirar a nadie más. JungKook se alejó después de una última mirada a su muñeco, una sensación de añoranza latente en sus ojos.
— La comida es vida — Murmuró Park, tomando la cajita entre sus manos y observando la escena — ¡Tae! Yo sabía...
— ¿P-por qué lo llamaste Hyung? — Preguntó TaeHyung, su voz temblando mientras se acercaba a JiMin, buscando respuestas en su expresión.
— Porque YoonGi me dijo su edad.
— ¿Cuál es su edad? — Respiró hondo, intentando controlar el torrente de emociones que amenazaba con abrumarlo.
— Veinticuatro — Comentó JiMin, su tono suave y comprensivo ante la angustia de su amigo.
Entonces, las lágrimas rodaron por las mejillas de TaeHyung, quien cayó de rodillas, provocando que JiMin lo sostuviera rápidamente en pánico, su corazón apretándose ante la vulnerabilidad de su amigo.
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