Capítulo 3
Will
27 de septiembre.
Oficialmente estaba por morir. Obviamente lo haría después de matar a Pacifica por arrastrarme a esto.
Todo el camino hacia la plaza había sido verdaderamente incómodo, Dipper estuvo callado todo el trayecto mientras que su hermana hablaba y hablaba con Gideon y Pacifica, haciéndome a un lado actuaba tan dulce que hasta aquí se le notaba lo actuado que era.
Cuando finalmente llegamos a la plaza me sentí aliviado, al menos esperaba encontrar alguna excusa para escapar de la situación en algún momento con Pacifica, pero si las cosas seguían como estaban probablemente terminaría huyendo por mi cuenta.
—Vamos tesoro, tenemos muchas cosas que hacer hoy —Mabel tomó del brazo a Gideon y comenzó a arrastrarlo por media plaza, justo cuando creí que podría escabullirme con Paz, Mabel se volteó y agrego—, no te quedes atrás Pacifica tenemos tanto por ver —le lancé una mirada de terror a Pacifica, ella simplemente se encogió de hombros y movió los labios para formar un "Perdón".
No, no, no, no. Me había quedado atrás con Dipper y realmente temía arruinarlo todo, no tenía ni idea de que hacer, estaba a punto de tener un maldito colapso nervioso... cuando Dipper hablo.
—Lamento el comportamiento de mi hermana —dijo tomándome por sorpresa—, usualmente no es tan patética.
—Oh —contesté—, no te preocupes; estoy acostumbrado a esas cosas —sonreí—, una vez Bill me tiro a la fuente de la plaza y luego salto en ella sólo porque había demasiado calor y "tenía que ir en contra del sistema" —hice comillas con los dedos—, nos vetaron por un mes —soltó una risa.
Demonios, de verdad se estaba riendo...
—Siempre he creído que Bill Cipher es un idiota, pero no sabía que tan idiota en realidad es —me encogí de hombros.
—Podría ser peor —sonreí.
El silencio regreso, no podía perder la oportunidad de hablar con él, aunque sea un poco más.
—Sí te soy honesto... no tengo ni idea de qué va el proyecto —solté nervioso.
—¿Disculpa? —pregunto sorprendido.
—No estaba prestando atención, me perdí en mis pensamientos y no escuché la explicación —tenía miedo que me tachará de idiota, pero en algún momento tendría que enterarse, se quedó en silencio por unos segundos.
—Pensé que eras más aplicado —contesto finalmente.
—Lo soy —respondí de inmediato—, sólo que... últimamente me es algo difícil concentrarme.
—Bueno, si quiero que salga bien el proyecto tendré que explicarte en algún momento —suspiró cansado—, si te explico ahora tendremos más tiempo para hacerlo mañana.
Era un proyecto bastante complicado, a decir verdad, ahora entendía porque había dejado tanto tiempo para entregarlo, y ahora con la mala impresión que había dejado (de un irresponsable y distraído) me esforzaría bastante para que Dipper no piense que soy alguna clase de tonto, tendría que repasar algunos temas.
Después comenzamos a hablar de otras cosas, temas demasiado superficiales, descubrí que teníamos un par de gustos parecidos y otros, no tanto. Pero aun así la estábamos pasando bien, al menos yo sí, ya llevábamos varias horas sin saber en dónde se habían metido los demás y nos habíamos quedado sentados por ahí, una que otra persona se había acercado a saludar a Dipper, después de todo era bastante conocido por el espectáculo de su familia.
—Quiero un helado —dijo.
—Creo que hay una heladería en el piso de arriba —me levanté.
Nos encaminamos hacia la heladería, la verdad tenía más antojo de una crepa, pero un helado no estaba tan mal y si Dipper quería un helado, pues un helado sería. Cuando llegamos no había mucha gente en el puesto, así que rápido nos atendieron.
—¡Will! —escuche a Pacifica llamarme—, por fin logre escabullirme. Perdón, se supone que pasaríamos la tarde juntos.
—No te preocupes, no la pase mal —sonreí y me lanzo una mirada de complicidad.
—¿Dónde están esos dos? —pregunto Dipper.
—Los perdí en la crepería —demonios, mi crepa.
—Ya se está haciendo tarde, será mejor que los encontremos y nos vayamos —dijo el castaño.
—Seguro —contesté.
Tardamos poco en encontrarlos, bueno en realidad ellos nos encontraron a nosotros, Gideon evidentemente tenía una mirada de "Auxilio", Mabel estaba viendo fijamente a Pacifica molesta, ¿qué diablos le pasaba?
—Ya es hora de irnos todos al carro —dijo Dipper.
—Pero yo aún quiero ver algunas cosas —replico Mabel.
—¡NO! —grito Gideon desesperado—, es decir —añadió tratando de disimular—, creo que ya es bastante tarde y todos aún tenemos cosas que hacer, deberíamos ir a nuestras casas y seguir otro día, aparte mañana tenemos clases.
—Es cierto, lo había olvidado —contestó Mabel con "dulzura"—. Tienes razón cielo, mañana tenemos clases.
Nos dirigimos de nuevo a la Cabaña, dónde me quede, no podía dejar que Bill me viera llegar con los Gleeful porque me mataría, además aún tenía que hablar con Pacifica.
—Te detesto —le dije una vez que estuvimos solos de nuevo.
—Sabes que lo hice con amor —respondió riendo—, aparte no puedes decir que no lo disfrutaste, cuando los encontré se veían muy bien juntos.
—Cállate —me sonrojé y escondí mi rostro entre mis manos—, sólo hablamos de cosas estúpidas.
—Pero así se empieza, con pasitos de bebé.
—Tienes razón, pasitos de bebé —contesté algo distraído.
—No me contaste cómo te fue este viernes —dijo, lo había olvidado, con el asunto de la fiesta de Bill, la tarde en la plaza había olvidado contarle sobre mi pequeña excursión a la Tienda de la Telepatía.
—Fue interesante, no cambian mucho semana con semana —respondí algo avergonzado, ya llevaban un par de semana que iba cada viernes sin falta—, es raro; me gusta ir.
—Una de estas veces tenemos que ir juntos —respondió—, lástima que a esa hora los viernes es mi turno en la cabaña, tal vez lo cambié un día con el de Gideon y te acompaño, sería increíble ver cómo te pones viéndolo.
—Calla —me sonroje, otra vez—, no me pongo tan mal.
—Si tú lo dices —ambos reímos, eso era mentira—. ¿No crees que Mabel estuvo muy rara hoy? —preguntó.
—Sí, no dejaba de fulminarme con la mirada y me hacía a un lado a cada rato —me encogí de hombros—, nunca le había hablado como para que se porte así conmigo.
—Sí, a veces no la entiendo un día me habla bien y todo, un día me trata como basura y hay días como hoy que no me deja.
—Creo que Gideon se lleva la peor parte —bromee.
—Créelo —soltamos una risa.
—Aunque no entiendo cómo lo conoce, ¿no él todavía no está en nuestro curso? —pregunté.
—Sí, yo tampoco estoy muy segura de cómo, luego le preguntaré a ver qué me dice, es raro porque él ni siquiera va a ir a la misma escuela que nosotros.
—Cierto, lo había olvidado por completo —conteste.
Íbamos a una de las escuelas más prestigiosas y costosas del estado, para Bill y yo no era problema alguno asistir ya que veníamos de una de las familias más ricas y reconocidas, nuestro padre tenía un par de grandes empresas, por eso estaba constantemente de viaje de negocios o atendiendo alguna Junta de nuestras empresas, al igual que los Gleeful; mientras que la familia de Pacifica era promedio, ella sólo asistía a la misma escuela que nosotros porque había conseguido una beca del programa de artes que ofrecía la escuela, por eso su medio hermano menor no asistiría ahí el próximo año.
—Bueno ya me tengo que ir, ya es de noche y tengo que estudiar para el proyecto con Dipper —dije finalmente.
—Claro, nos vemos mañana en la escuela —sonrió y me retire.
Me fui a mi casa a pie, no estaba tan lejos y tenía varias cosas en la cabeza, Dipper Gleeful más que nada. No entendía lo mucho que se había metido en mi sistema sin conocerlo tanto, y me preocupaba que ahora que pasaría un poco más de tiempo con él... se adentrará aún más.
Todavía tenía mucho que hacer y eran cómo las 10 de la noche, genial sería una noche en vela para estudiar. Mañana sería un día con muchas emociones, no sabía si estaba listo para estar toda la tarde a solas con él, es decir, hoy lo estuvimos, pero en una plaza rodeados de gente, estar solo con él era otra cosa para mí, no estaba seguro de que tanto podría controlarme.
28 de septiembre.
—¿Dónde estuviste toda la jodida tarde William? —pregunto Bill cuando baje a desayunar.
—Fui a la plaza con Pacifica —conteste, no era una total mentira.
—Ya no te conté cómo me fue ayer en mi cita con Pino —dijo.
—¿Pino? —pregunté.
—Sí, el chico que conocí en la fiesta.
—Ah, ese Pino —conteste recogiendo mis cosas y guardándolas en mi mochila—, adelante cuéntame, sé que te estas muriendo por ello.
—Me conoces tan bien —sonrió.
—Pero date prisa que llegaremos tarde para variar, puedes contarme en el camino —y nos dirigimos a la escuela en su auto, por su culpa siempre llegábamos tarde a todas las primeras clases, pero aun no sabía conducir así que tenía que resignarme a él.
Por otro lado, mi estómago estaba revuelto, ya que no sabía que tan listo estaba para el proyecto, sólo esperaba no hacer nada estúpido.
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