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Capítulo 11

Will

16 de diciembre.

Navidad se acercaba poco a poco. Las clases habían cesado temporalmente debido a las vacaciones navideñas y todos estaban más que felices con eso, no había tareas, no maestros, no levantarse temprano.

Era el paraíso.

Estaba a punto de ir con Bill a hacer las compras navideñas, teníamos varios regalos que comprar.

—Vamos Will —gritó Bill desde afuera—, tengo que encontrar el regalo perfecto para Pino.

—Ya voy —grité bajando las escaleras y saliendo de la casa.

—Al fin —refunfuño subiéndose a su auto—, a este paso no vamos a alcanzar nada.

—Bill aún falta una semana para Navidad, tienes tiempo —reí, Bill le sacó la lengua.

Cuando llegamos al centro comercial no estaba tan ajetreado como creí, a decir verdad, estaba bastante tranquilo, supongo que a la gente le gusta dejar todo para último momento.

—Bien nos vemos aquí en tres horas —le dije a Bill antes de que salga corriendo como un loco, para ser el mayor, realmente se comportaba cómo un niño.

Mi meta era encontrar 4 regalos lo suficientemente buenos para Pacifica, Bill, Charlotte y Dipper; y comprar otro par de regalos más sencillos para Gideon y Mabel. Al principio todo iba de maravilla, logré encontrar algo para Gideon, un libro de misterios; a Mabel le conseguí un collar con un pequeño dije de una estrella azul; a Charlotte le había comprado un brazalete dorado con algunas piezas de pedrería; a Pacifica le había conseguido un suéter con colores psicodélicos y un gran símbolo de amor y paz negro en el centro; y finalmente a Bill le había conseguido un telescopio dorado porque el suyo lo había roto en uno de sus berrinches y le habían prohibido comprarse otro, pero no me habían prohibido a mí comprarle uno, sólo esperaba que ese no lo rompiera.

Pero ahora venía lo más difícil. No tenía ni idea de que regalarle a Dipper, quería que fuera algo no tan sencillo, pero tampoco quería que piense que me esforcé demasiado en su regalo, aunque sí lo estuviera haciendo.

***

Ya habían pasado las tres horas y aún no tenía nada, tendría que buscar otro día.

—Will —dijo mi hermano cuando llego al punto de encuentro—, ¿ya nos vamos?

—Seguro —respondí.

Nos fuimos a casa, por el resto de la tarde me encerré en mi habitación, ¿qué podría darle a Dipper Gleeful? Tomé mi teléfono y llamé a mi número de emergencias.

—William, ¿ahora que paso con Gleeful? —preguntó Pacifica al otro lado de la línea.

—¿Cómo sabías que tendría que ver con Gleeful? —pregunté.

—Porque ahora sólo me hablas de eso, bobito —respondió divertida—, desde que comenzaron a llevarse bien, no paras de hablar de él, así que ¿en que necesitas mis servicios ahora?

—No tengo nada para regalarle en Navidad —dije—, es el único que me falta.

—Mmm... igual a mí me falta comprar un regalo ¿qué te parece si mañana voy a tu casa y pensamos en algo? Podríamos hacer un regalo casero —comenzó a emocionarse—, ponerle algo de nosotros ya sabes o podemos ordenar algo por internet, o puedo acompañarte a alguna tienda a ver más opciones, yo que sé, será divertido.

—Perfecto —dije—, ¿a qué hora puedes?

***

La noche llegó y Bill salió de nuevo, desde que había empezado a salir con "Pino" hace un par de meses casi nunca estaba en la casa, lo cuál había sido bueno a la hora de traer a Dipper a estudiar, o para tocar el piano, ya que últimamente sólo podía tocar la canción de mamá... y a Bill no le gustaba oírla, le traía demasiados recuerdos.

Y sólo le retentaba sus problemas con el alcohol, aunque desde que salía con Pino los había controlado un poco, aún estaba sensible con el tema de mamá...

Desde que mamá había muerto, Bill había dejado el piano por completo, definitivamente le había pegado fuerte, aún no lo superaba. Yo ya había aceptado la idea, es decir, aunque habían muchas veces en las que aún me dolía demasiado la ausencia de mi madre en mi vida especialmente en fiestas cómo la que se aproximaba, pero sabía que no había anda que pudiera hacer, así que yo vivía en su memoria, tocaba el piano porque sabía que a ella le hubiera gustado que yo siguiera haciéndolo, seguía regando las plantas de su estudio porque ella solía decir que esas eran especiales y que deberían ser regadas con el amor de quien las tiene, no con el deber de los empleados, así que yo me tomé la tarea de hacerlo diariamente.

Todos manejábamos el dolor de diferente manera, y debo admitir que de los tres, yo lo estaba manejando mejor.

Estuve casi una hora tocando la misma pieza, esa era mi manera de manejarlo, cuando me cansé y me fui a dormir, necesitaba todas las energías del mundo para encontrar el regalo adecuado para Dipper.

¿Por qué era tan difícil todo lo que estuviera relacionado a él? Me estaba volviendo loco, es decir, su sonrisa y todo de él me traían de cabeza, había algo en aquellos ojos azules... que simplemente me hacían perder la cordura, especialmente ahora. Era simplemente, él.

Y no podía encontrarle un regalo lo suficientemente decente, no podía no darle nada... en el último mes nos habíamos hecho buenos amigos y yo quería darle algo.

17 de diciembre.

Pacifica llegó a la hora acordada con una sonrisa en el rostro y muchos materiales para hacer manualidades... estaba loca.

—Estás loca —dije cuando puso todo en mesa—, no le voy a hacer un regalo.

—¿Por qué? No deberías apoyar a las grandes corporaciones —respondió cruzándose de brazos—, además algo hecho por ti es más personal y especial.

—Por lo mismo Pacifica —me sonrojé—, no puedo darle algo así, va a pensar que estoy enamorado de él o algo así.

—¿Y no lo estás? —alzó ­una ceja.

—Sí, pero él no tiene porqué saberlo —le saqué la lengua—, quiero darle algo elegante e impersonal.

—Acabas de matar toda la diversión de la tarde.

—No es cierto, aún podemos hacer el regalo que te falta a ti —respondí—, ¿para quién es?

—Mmm... —por un momento podría haber jurado que la vi sonrojarse—, me falta el regalo de Mabel.

—¿¡Mabel!? —pregunté sorprendió—, ¿le vas a dar un regalo a Mabel?

—Pues fíjate que no es tan mala como creímos, hasta es algo graciosa —comentó la rubia—, en los últimos días he estado saliendo con ella ajá ya sabes me pidió ayuda para salir con Gideon.

—No le creo nada eso —continúo hablando ignorando mi comentario.

—Y no es tan mala cómo cuando está lejos del público ni tan caramelo como con Gideon o conmigo en público, cuando estamos solas... es distinta, no sé por qué cambia tanto de comportamiento.

—¿En serio alguien sabe por qué los Gleeful hacen las cosas? —murmuré.

—Buen punto —sonrió—, realmente no sé qué voy a darle, pero a diferencia de ti yo si planeo darle hecho por mí.

—¡Will! Ya llegué —gritó Bill dejando sus llaves en la mesa—. Hola Paz, no sabía que estarías aquí.

—Hola Billy —la rubia le sonrió.

—¿Qué es todo esto? —preguntó señalando todos los materiales en la mesa.

—Son para hacer regalos de Navidad —contestó la rubia.

—¡Oh! Yo quiero hacerle algo a mi Pine tree —canturreó Bill.

—¿Ves William? —me recriminó Pacifica—, hacer algo por ti mismo es el mejor regalo.

—¿Entonces qué haré con el brazalete de oro que te compré? —le dijo Bill a Pacifica.

—Se pueden hacer sus excepciones —respondió la rubia, sonriendo de oreja a oreja.

—Ambos son unos bobos —comenté y uno de los empleados entro a la sala.

—Llegó algo en el correo —dijo el empleado.

—Qué raro —comentó—, gracias puedes retirarte —Bill sujeto el correo y el empleado se retiró—. Es una invitación.

—¿Invitación? ¿Invitación para qué? —pregunté extrañado.

—Para la fiesta anual de los Gleeful.

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