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✘T R E I N T A Y U N O✘

"Tenía el aspecto de un asesino puro y duro, del tipo que asesina más por deseo que por necesidad."

Stuart Neville

LEAH

Sentada en el asiento del copiloto, me percato de que mis manos estaban temblando. Las escondo debajo de la mochila sobre mis piernas. No quiero que Erwan se percate de mi estado y comience a preguntar. Recuesto mi cabeza en la ventanilla y veo las edificaciones pasar. Siento como una lágrima se desliza por mi mejilla, pero la hago desaparecer rápidamente.

Luana tiene razón, nadie merece mis lágrimas.

—¿A dónde te llevo? —pregunta.

—¿Puedo quedarme esta noche en tu casa? Prometo que mañana temprano me iré.

—Puedes quedarte el tiempo que necesites. —añade y yo le muestro una sonrisa de agradecimiento. Nos quedamos en silencio.

Puedo sentir los ojos de Erwan puestos en mí a cada rato, pero no me dice nada y es algo que aprecio en el alma. Lo menos que me apetece ahora es hablar.

Un pitido comienza a sonar dentro del auto.

—Mierda. —exclama.

—¿Qué pasa?

—Cómo salí apurado, me estoy quedando sin gasolina. —declara— Pero no te preocupes, hay una gasolinera por aquí cerca.

Tenía razón, el establecimiento se hace visible en apenas unos pocos minutos. Reconozco este lugar. Paso por aquí cada vez que voy al psicólogo.

Dejo que Erwan baje a pedir tique mientras yo me pierdo en mis pensamientos mirando la carretera nocturna a través de la ventanilla del auto. Mi vida se complicó en un abrir y cerrar de ojos. Anoche a esta hora me estaba liando con Kyan y ahora estoy huyendo de él. Es de locos.

Me sentía tan bien entre sus brazos que quisiera odiarme a mí misma por dejarlo que me tocara, pero no me odio por eso, me odio por no ser capaz de detener el latido de mi corazón cada vez que pienso en él.

Siento que pasan varios minutos en los que estoy en completa soledad en el auto. Despego la cabeza del cristal y miro a mi lado en busca de Erwan, pero aún no ha regresado y no lo veo por ningún lado. A punto de bajarme del auto para buscarlo en el establecimiento, me percato de una caja que se encuentra en el asiento del conductor.

Frunzo el ceño, confusa. ¿En qué momento llegó eso ahí?

Esto lo tuvo que haber puesto el pelirrojo aquí porque hasta ese momento, él había estado sentado en ese lugar. Miro a mi alrededor sintiendo una punzada extraña en mi pecho. Me muerdo el labio, indecisa. Acerco mis dedos hasta los lazos que decoran la caja y los desenredo en completa lentitud, como si esperara que alguien me detuviera en el proceso, pero no pasa.

Coloco mi mochila a un lado y me llevo la caja a las piernas.

Quizás no debería abrirla. A lo mejor es un regalo de Erwan para alguien más. Lo más probable es que me esté metiendo en algo que no debo. Pero... ¿Y si es para mí?

Niego con la cabeza. Creo que debería esperar que el pelirrojo me la entregue si es un regalo para mí, y sino, pues ni modo. La levanto para dejarla de nuevo en su lugar, pero me quedo con ella en el aire al notar que un líquido está goteando de ella y manchando mis vaqueros. Es de color rojo y se asemeja mucho a la tonalidad de...

Deja de pensar tonterías, Leah. —me digo a mí misma— ¿Por qué estaría goteando sangre de aquí?

La curiosidad me gana. La bajo de nuevo y posiciono ambas manos a los costados, sosteniendo la tapa. Suelto una bocanada de aire y, acto seguido, la destapo.

—¡AHHHHHHHHHH! —grito desde lo más profundo de mi ser, mientras dejo caer la caja al suelo del auto y subo mis piernas al asiento, aterrorizada.

Me llevo la mano al pecho, sintiendo lo mucho que me cuesta respirar. Intento tomar aire, pero lo único que logro es que se me salten las lágrimas. Las arcadas no tardan en aparecer. Comienzo a temblar. El contenido de la caja, saltó de ella al yo dejarla caer y ahora se encuentra en mi campo de visión.

Percibo como si me estuvieran enterrando astillas de vidrios en mi órgano vital, al observar el corazón desperdigado en el suelo.

<No puede ser...>

—Hola, rubia. —me sobresalto al ver a Erwan del otro lado de la ventana junto a mí— ¿Te gustó mi regalo?

Su sonrisa de oreja a oreja, detiene mi respiración. Mi cabeza comienza a doler y reconozco el por qué: Luana está intentando salir. La sangre es su detonante y hay mucha a mi alrededor ahora mismo.

<Pierde el control.>

—¡NO! —exclamo. Erwan ladea la cabeza y hace un puchero.

—Auch. Eso dolió. Pensaba que luego de lo que habíamos compartido, había sido de tu agrado. —suspira— Como era el corazón de tu profesora, pensé que sería más especial.

Me muevo hacia el otro asiento, retrocediendo y alejándome de él. Las lágrimas no me dejan ver con claridad.

—¿A dónde vas? —inquiere— No tienes escapatoria.

<Pierde el control. Solo tienes que dejar de resistirte. Tú no puedes aguantar esto, no eres tan fuerte como aparentas.>

Luana tiene razón. Yo no soy fuerte, y nunca lo he sido. La creé a ella para eso, para que me defendiera. Porque soy una cobarde.

No lo eres.

Mi mano se introduce en la mochila, consiguiendo sacar la pistola que tomé antes de salir, de la caja escondida debajo de mi cama, y le apunto a Erwan. Esta vez, me dejo de rodeos y aprieto el gatillo al instante, siendo testigo de cómo la bala impacta en él.

Me apresuro a salir del auto por la puerta del conductor con el arma en la mano. Intento buscar ayuda, pero el establecimiento está cerrado. Si hubiera prestado atención antes, me hubiera dado cuenta de lo extraño qué era que Erwan se bajara a buscar gasolina en un lugar que tiene las luces apagadas.

Sin previo aviso, una sombra negra sucumbe dentro de mí y mis ojos se abren como platos con la mirada perdida en un punto sin sentido.

<¿Qué has hecho?>

La puerta se ha abierto.

Los recuerdos de lo que hizo Luana con mi cuerpo comienzan a apoderarse de mi mente, comenzando por lo que pasó entre Erwan y ella esta noche.

La veo hiriendo a Max y a Camila, a Erwan entrando en escena y teniendo una sesión de tocamiento con ella en medio de la sangre y de los cuerpos moribundos de mi ex-novio y ex-mejor amiga. Incluso como ambos obligaron a Camila a que le hiciera sexo oral al pelirrojo. Observo el momento en que Erwan se va con el cuerpo de Camila y Kyan entra en escena.

—Hija de puta. —mascullo rabiosa.— ¡Me mentiste!

<Deja el drama. No es para tanto.>

—¡¿Qué no?! —me llevo las manos a la cabeza— Me hiciste llamar a Erwan porque era tu puto cómplice.

<No era mi cómplice. Pensé que solo había aceptado tus instintos asesinos porque estaba enamorado de ti.>

—¡Tú eres la asesina! ¡NO YO! Y él es un monstruo como tú.

Los recuerdos continúan apareciendo por tandas. Veo a Kyan enfrentándose a Luana, diciéndole que quería matarla a ella pero sin herirme a mí.

"—La diferencia entre tú y yo es que yo asesino a monstruos, no hiero a personas inocentes."

Mi vista se empaña. Luana es una maldita mentirosa.

Rodeo el establecimiento, corriendo hacia el único lugar en el que me puedo deshacer de la voz de mi cabeza.

Siento que me he pasado el día entero corriendo de un lado a otro: en mi cabeza, en la vida real. Esto es una puta mierda.

Uso la poca fuerza que me queda para acelerar mis pasos. Solo tengo que llegar a casa de mi psicólogo y hacer hasta lo imposible por borrar a Luana de mi mente. Ahora que sé que Kyan no es tan malo como pensaba, no tengo porque huir de su padre. Solo necesito deshacerme de todos los recuerdos que me hacen daño. No puedo pensar con claridad con ellos allí.

✘⛓✘

Consultorio del Dr. Hunter

4 de diciembre del 2018

Hora: 1:06 am.

Apresuro el paso, llegando al fin a casa de mi psicólogo. Abro la puerta y la cierro tras de mí poniéndole el pestillo. Corro hacia el despacho del Dr. Hunter y me abro paso en la habitación sin tocar siquiera.

—¿Leah? —se quita los lentes cuando me ve llegar.

—Necesito su ayuda. —exclamo.

Sus ojos azules me escanean con la mirada para luego hacerme un ademán para que me siente.

—¿Qué sucede, Leah?

Mis manos tiemblan y me llevo las uñas a los labios, mordiéndomelas. El terror en mí es visible.

—Necesito borrarlo. Sí. Eso. Borrar. —balbuceo en un intento por encontrar las palabras en mi garganta.

—¿Qué es lo que quieres borrar?

—Ellos. Ellos me engañaron. No puedo... —trago en seco y dejo escapar un suspiro.— No puedo vivir con eso.

—¿Qué te hicieron?

—Mi novio me engañó con mi mejor amiga y luego... —el doctor me interrumpe.

—¿Y quieres borrar el dolor?

—No. Quiero borrar todo lo que pasó esa noche. Si no recuerdo nada, es mejor.

—Bueno, primero necesito que te relajes y...

—¡No me puedo relajar! —el hombre da un respingón en su asiento cuando me pongo de pie, dándole un fuerte golpe a la mesa con desesperación.— Él me... está... es...

—Respira hondo...

—No puedo... él... Necesito ayuda... Borrar.

Estoy a punto de tener un ataque de pánico.

—¿Él?

—Sí. ¡NO!

Un trueno repentino, me hace darme cuenta que acaba de comenzar a llover. Eso me pone peor. Odio la lluvia.

—¿Estás hablando de tu novio?

—No. —niego con la cabeza.

—¿Entonces quién es él?

<No digas nada más.>

—Él, ella... No puedo.

—¿Ella también? ¿Tu amiga? —muevo la cabeza de un lado a otro, negando con insistencia. No me estoy haciendo entender.

—Por favor. —me levanto a paso apresurado y me arrodillo a su lado— Bórralo todo. No quiero recordarlos. No quiero que...

Mis palabras se quedan atoradas en la garganta cuando visualizo aquello que tanto pavor me causa y me dejo caer al suelo sin poder creer que Erwan realmente se encuentre allí. Pensaba que lo había herido de muerte.

Aquella sonrisa torcida nunca me ha resultado más aterradora que como se vislumbra en este momento al otro lado del ventanal. La forma en la que se lleva un dedo a los labios en señal de silencio, me tiene a punto de tener un ataque de pánico. Su cuerpo mojado por la lluvia y la tormenta que se desarrolla a su alrededor, lo hacen ver como un monstruo hambriento.

Fui una idiota al pensar que podría huir.

—¿Qué pasa? —cuestiona el doctor.

—Estamos muertos. —mascullo, aceptando la realidad.

Estoy harta de que mi hermana juegue con mi cabeza. Primero me dice que Kyan quiere matarme, luego me envía a los brazos de un asesino serial. Ella es al verdadero villano de esta historia, no me deja vivir en paz. Solo quiero volver a como estaba antes, sin mis recuerdos y con mi estabilidad emocional intacta.

<Leah, no. Espera. Yo no sabía...>

¿Y por qué debería creerte? No haces más que mentirme.

El Dr. Hunter sigue mi mirada y frunce ligeramente el ceño, observando al chico al otro lado.

Luana parece que capta algo que yo no, porque ordena.

<Leah. Sal de ahí ahora mismo.>

Si salgo, Erwan va...

<¡Qué salgas!>

Me sobresalto con el grito en mi cabeza y dejo escapar un alarido, llevándome las manos a la cabeza.

—¿Estás bien? —me pregunta el doctor.

—Sí... Pero creo que... me voy a ir. —inquiero— ¿Tiene puerta trasera?

El azul de sus ojos se vuelve de un tono oscuro cuando sonríe. No una sonrisa cálida ni jovial, sino una sonrisa casi tan tenebrosa como la de Erwan.

—Creo que... ya la encontraré yo misma. —mascullo e intento correr en dirección hacia la salida, pero sus palabras me detienen.

Lyse. No te muevas.

Literalmente hablando, me quedo en un estado de pause extremo, con una pierna delante de la otra. Comienzo a echar el aire en falta al darme cuanta que tampoco puedo inspirar ni expirar. Siento como mi cabeza se infla, como si me estuviera ahogando.

Mis recuerdos viajan a aquella vez en casa de Erwan que casi muero ahogada en la piscina. El sentimiento es el mismo. Esta vez, incluso peor.

No puedo pensar en nada más que no sea aire... necesito aire.

La puerta se abre frente a mí y el pelirrojo entra en la habitación con la misma sonrisa torcida que llevaba minutos antes. Sus ojos verdes impactan con los míos cuando se me acerca y murmura con un tono de voz gutural.

—O estás conmigo, o estás muerta.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Al fin llegamos a la parte del prólogo. ¿Qué les pareció? ¿Se imaginaron que fuera Erwan?

Yo estoy muy feliz porque se haya desvelado uno de los tantos secretos que esconde esta historia. No se imaginan todo lo que se viene a partir de aquí.

Teorías, teorías. Los leo.

Nos vemos el próximo #MartesDeControl

XOXO Killer Lady

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