✘T R E I N T A Y T R E S✘
"Los animales salvajes nunca matan por deporte, el hombre es el único para quien la tortura y la muerte del prójimo son divertidas en sí mismas."
James Anthony Froude
LEAH
—Ya puedes respirar. —la voz del Dr. Hunter me devuelve la capacidad para inspirar y expirar. Tomo una gran bocanada de aire, sintiendo como mis pulmones vuelven a llenarse de aire.
Pensé que iba a morir.
—¿Qué has hecho, Erwan? —pregunta el doctor y el pelirrojo fija su mirada en él.
—Yo no he hecho nada. —se encoje de hombros— He mantenido mi distancia de Leah como me has pedido.
—¿Entonces por qué ella estaba huyendo de ti?
—¿La verdad? —inquiere mordiéndose el labio inferior— Descubrió quién soy.
—¿Qué hiciste? —el tono de voz que emplea el doctor, me pone los pelos de punta.
—¡Nada! —exclama con los ojos bien abiertos. Luego aleja la vista del doctor y comienza a jugar con sus dedos— Bueno... puede que haya dejado la caja con el corazón de la profesora en el auto cuando ella estaba ahí.
Hunter abre tanto los ojos que parece estar a punto de golpearlo.
—¡¿Qué hiciste qué?!
—Déjame explicarte. —inquiere rápidamente— Ella hirió a personas frente a mí. No te imaginas cómo fue aquello. Era como ver a un ángel sucumbiendo ante el diablo. ¡Fue como una obra de arte!
El Dr. Hunter me escanea con la vista. Nunca esperé ver una mirada fría en sus ojos como la que porta ahora.
—Y yo tenía que demostrarle que también era como ella. —continúa Erwan.
Mi cerebro está haciendo corto circuito. Todos los recuerdos de lo que pasó esa noche han llegado a mí en su totalidad. Cada maldito recuerdo, cada palabra entre Erwan y Luana, cada expresión en el rostro del pelirrojo. Todo.
—Dime la verdad, rubia. ¿Qué se siente haber sido engañada? —me pregunta con sus ojos verdes entornados en mi dirección.
Una lágrima se desliza por mi mejilla. Me siento impotente al no poder moverme, ni tan siquiera para hablar. Quiero golpearlo, pisotearlo, mandarlo a la mierda, quiero... hacer algo.
Se ríe a carcajada limpia, sosteniéndose el estómago. Se limpia una lágrima imaginaria de su mejilla y hace un puchero.
—Una psicópata engañada en su propio juego. ¿Pensaste que me estabas manipulando? No me hagas reír.
<Maldito.>
—¿Nunca te preguntaste cómo llegué yo a esa hora a la casa de tu ex? —frunzo el ceño. Siento que Luana está igual o más confundida que yo— Estaba siguiendo a tu querida amiga, Camilita. —enreda sus dedos en mi cabello— ¿Sabías que ambas tienen el cabello del mismo color?
Se muerde el labio inferior.
—Tengo cierta afinidad por las rubias.
Cae un trueno al otro lado del ventanal, pero nadie se sobresalta, mi corazón sí lo hace, pero al no poder moverme, tengo que asustarme en silencio.
—Imagínate cuál fue mi sorpresa... —continúa— al verte a ti intentando asesinar a mi presa. Estaba muy molesto, rabioso... pero a la vez, intrigado. Quise gritarte que ella era mía mientras te volaba los sesos. Juro que lo pensé. Solo que... tengo una debilidad insana cuando se trata de ti. Y esa nueva faceta que me estabas mostrando, quería conocerla.
Sus dedos acarician mis mejillas.
—Porque, si te soy sincero, tú fuiste mi primera opción. Te quería a ti, quería tu corazón... Pero Hunter me lo prohibió. —bufa— Supongo que el querer tenerte y no poder hacerlo, me llevó a buscar tu atención de otra forma más... ¿típica? Parecerá aburrido, pero no lo fue. ¿Cierto?
Recuerdo lo intenso que estaba Erwan desde que nos encontramos por primera vez en aquel cuarto de baño. Me seguía a todos lados, me escribía con insistencia, incluso envió a sus guardias a que me secuestraran y me llevaran a su casa. En aquel momento, me pareció la típica actitud de un chico mimado al que sus padres siempre le habían dado todo y odiaba no poder obtener algo.
Si no me hubiera mostrado su identidad de la forma en que lo hizo, probablemente nunca me hubiera dado cuenta. A no ser que lo viera con un cuchillo intentando matarme o matar a alguien más, nunca lo hubiera sabido. Así de ciega estoy.
—Rubia. —inquiere con su rostro a centímetros del mío— A estas alturas de la vida, ya tienes que saber que nunca deberías quitarle la presa a un psicópata.
—Ella no lo hizo. —habla el Dr. Hunter, luego de un tiempo en silencio.
—¿De qué hablas?
El doctor se aleja de su escritorio y se acerca a nosotros.
—Leah tiene Trastorno de Identidad Disociativo. —confiesa y Erwan ladea la cabeza, intrigado— Tiene una segunda personalidad llamada Luana, que es capaz de matar a diestra y siniestra.
¿Cómo él sabe eso? —me pregunto a mí misma en silencio— Ni siquiera yo sabía de las tendencias asesinas de mi personalidad.
—¿Luana? —repite con el ceño fruncido y luego masculla para sí mismo— Por eso tenía los ojos distintos...
<No fui la única manipulada, pelirrojo.>
La sorpresa en su rostro se esfuma, siendo remplaza por una gran sonrisa y un brillo intrigante en sus ojos.
—¡Me encanta! —exclama juntando sus manos— La quiero para mí.
—Erwan...
—Por favor, dámela. Ya tú no la puedes usar más porque te descubrió. Déjame llevármela y yo me divertiré con ella.
El Dr. Hunter se masajea la cien con los ojos cerrados.
—Antes de decidir qué hacer con ella, ¿Sabes qué clase de relación tiene ella con mi hijo? —pregunta.
—Se han liado. —habla Erwan y luego sonríe— Bueno, el término correcto sería: nos hemos liado.
—¿Qué? —Hunter frunce el ceño.
—Nos dimos un beso de tres. Créeme, yo también me sorprendí al ver a Kyan ahí.
El doctor pone cara de asco. Luego niega con la cabeza.
—A parte de eso. ¿Comparte algún vínculo sentimental con mi hijo?
—¿Y yo que voy a saber? —el pelirrojo se encoge de hombros— Dejé de vigilarla cuando me lo prohibiste, ¿recuerdas? Necesitaba enfocarme en mi próxima víctima. Pregúntale a ella. No puede mentirte.
Los ojos azules del doctor se fijan en mí.
—Puedes hablar. —sus palabras parecen tener un efecto en mí.
—Malditos hijos de la gran puta. —exclamo por fin, después de mucho tiempo repitiéndolo en mi cabeza.
—Cuéntame de tu relación con Kyan.
—Eres un enfermo. —escupo.
—Has lo que te digo.
—Kyan es mi vecino. Yo lo besé por primera vez mientras aún estaba con Max. —mis palabras salen como carretilla, sin poder detenerlas— Él se acercó a mí, me enamoró con su aura de chico oscuro. Sabía de la existencia de Luana y nunca me juzgó por ello.
Quiero dejar de hablar, pero por más que lo intento, no puedo.
—Nos acostamos hace un par de noches en una tienda y... —me muerdo el labio inferior. No quiero contar que él mata a criminales, ni todo lo que he descubierto sobre él gracias a los recuerdos de Luana. No creo que el padre sepa eso.
<Te preguntó por tu relación con Kyan, no sobre todo lo que sabes de él.>
Tienes razón.
—Estoy segura de que haría lo que fuera por mí. —me detengo al fin y tomo una gran bocanada de aire.
—Sabía que eras especial para él. —niega con la cabeza— Nunca antes me había pedido ayuda. Debes de ser muy importante para que deje su orgullo a un lado.
—Muérete. —mascullo entre dientes. Una de sus comisuras se eleva. Lleva su mano hasta acariciarme la mejilla. Siento un escalofrío bajo su tacto. Una lágrima se desliza por mi mejilla.
—Tienes los ojos de tu padre. —mi corazón se detiene ante sus palabras. Entreabro los labios para hablar, pero me lo impide— Has silencio.
Se gira en el lugar y se acerca a su mesa con las manos en la espalda. Siento los brazos de Erwan cuando me abraza por la espalda. Su aliento en mi oído, me pone los pelos de punta.
—¿Por qué lloras, rubia? —murmura con un tono de voz profundo.
Me besa la mejilla de repente.
—No me gusta verte llorar.
<¿Pero qué demonios le pasa?>
—Voy a dejar que te la lleves. —informa Hunter de repente, captando nuestra atención cuando se da la vuelta.
Erwan se emociona.
—¿En serio? —una gran sonrisa decora sus labios. Se mueve frente a mí, dándome la espalda.
—Con una única condición.
—Lo que sea.
—La tienes que mantener viva hasta que yo te dé la orden para que me la devuelvas. —inquiere y su mirada se cruza con la mía— Aún tengo planes para ella.
Erwan esconde sus manos en la espalda y cruza los dedos.
—Por supuesto. —se gira hacia mí y pone su dedo en los labios en señal de silencio. Solo yo puedo verlo.
<Está mintiendo, Leah. Te va a matar.>
Lo sé, joder. Lo sé... pero no puedo hacer nada. No puedo hablar, ni moverme. Solo contemplar cómo me entregan al diablo en bandeja de plata.
—¿Cuándo volverá a la normalidad? —pregunta el pelirrojo.
—Una noche de sueño será suficiente. —inquiere el doctor— Al despertar, la hipnosis se habrá ido.
—¿Y recordará todo esto?
—Puedo hacer que lo olvide todo, si quieres.
Erwan se apresura a contestar.
—No. —sonríe— Quiero que recuerde todo.
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¡Holiss!
Hoy es #MartesDeControl y el cuerpo lo sabe.
Primero que nada, he ido arreglando unas cuantas cosas en los capítulos. Solo han sido los nombres de los asesinos, nada raro. Así que, a partir de aquí, cuando lean "The Bible Killer" me refiero al asesino de la biblia, y cuando lean "Blonder Jager" me refiero al asesino de las rubias.
Ando editando los capítulos, no pregunten la razón porque no puedo decir nada *guiño guiño*, y he tenido que arreglar unas cuantas cosas.
Ahora sí, opiniones del capítulo por aquí.
Os dejo por aquí los hermosos edits que me pasó una lectora por el grupo de WhatsApp.
Ahora sí, me despido. Nos vemos el próximo martes.
XOXO Killer Lady
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